- Sí, creo que puedo imaginármelo. Parece que invierten bien su tiempo...
Gabrielle mantiene la sonrisa. Interiormente, no cesa de preguntarse qué hará aquel sujeto metido en un instituto con las características que el taxista le deja entrever. En un momento, le cruza un fugaz recuerdo de un informe sobre nuevas técnicas de lavado de cerebros; se le superponen de forma progresiva y acelerada las frases de sus libros que hablan de la investigación psiquiátrica criminal. Aquello flota por su mente generando pensamientos de los que Gabrielle no quería disponer...
Sacude la cabeza, con suavidad. En ese mero gesto, echa fuera aquel torbellino.
- No estaba realmente al tanto de las actividades del Instituto, ni que tuviera tanto renombre en esta zona... - se lleva la mano al dije en su cuello. Pasa el índice sobre la piedra ámbar, mientras guarda silencio - No sabía que se dedicara a tantas cosas.
Pues en realidad no lo sé, es solamente lo que he visto en la televisión...
El taxista maneja durante cerca de 20 minutos por una hermosa y ancha avenida rodeada de parques y altos edificios, al tiempo que conversa sobre cosas insustanciales hasta que por fin da vuelta en una de las calles y se detiene enfrente de un alto edificio gris. Sonriente te indica... Hemos llegado...
- Très beau... - dice Gabrielle, que ha pasado el viaje mirando por la ventanilla en los espacios donde la conversación ha menguado. Inmediatamente, sonríe y hace un gesto de disculpa - Lo siento. Es un poco difícil pensar en español todo el tiempo.
Observa el edificio a través del vidrio, y se queda en aquella observación durante algunos segundos, a la espera que su contemplación le diga algo; algo que, evidentemente, no le dice la mera fachada de un edificio. Al recordar esto, Gabrielle aleja los ojos del edificio y los vuelve al taxista. Le sonríe, y pone la cartera sobre su regazo, empezando a abrirla.
- Realmente, gracias por la diligencia - mete una de sus manos, empieza a buscar algo y sin observar el aparato que marca la cifra, lo mira a los ojos - ¿Cuánto es el viaje? - y sonríe más, como si se disculpara por anticipado - Lo último que te pediré será ayuda, de nuevo, con la valija. Lamentablemente, no puedo manejarla si no es con las ruedas en el suelo...
Se apresta a pagar la cantidad que le diga, y a calcular una buena propina. Mientras tanto, observa fugazmente si hay personal de seguridad cerca, o si hay gente a la vista que custodie el acceso, para ir haciéndose una idea de a dónde tiene que dirigirse, y con quién va a tener que tratar.
Al no ver nada de lo que su mirada busca, Gabrielle entra por las bellas puertas de Cristal y se encuentra de inmediato en una enorme y austera habitación con apenas un par de plantas de ornato y un gran mostrador en el medio, detrás del mostrador se abre un largo pasillo y a izquierda y derecha un par de elevadores completan el cuadro. Desde el mostrador una bella recepcionista contesta llamadas y le observa sonriente esperando a que se acerque..
Manteniendo todos aquellos detalles, Gabrielle avanza con tranquilidad. El ruido de sus tacos es coronado por el de las ruedas de la maleta que cierra su marcha. Acomoda su cartera, al momento que queda a muy poco del mostrador; y cuando llega a una distancia prudencial, sonríe. Espera, observando con curiosidad a su alrededor, hasta que la recepcionista acaba las comunicaciones que estaba efectuando. Recién allí, ampliando apenas su sonrisa, se dirige hacia ella.
- Buenas tardes - dice en español, y se lleva una cortina de rizos por detrás de la oreja, dejando ver sus delicados aros colgantes - Mi nombre es Gabrielle Sanger Camus. Fui enviada por una organización que debió haber hablado con alguien de este instituto - se ríe - Pero no me dieron ninguna información sobre eso... - evalúa con la mirada si la situación se presta a un trato un poco más informal; por la edad de la muchacha y la sonrisa, decide que sí - Por casualidad, ¿sabes algo de eso, o a quién puedo dirigirme?
Gabrielle se queda mirando a la joven a la espera de su reacción, y se apronta a dirigirse a donde le indique, sacar sus credenciales si se las solicita y, en fin, responder cualquiera de sus preguntas. Si aquello era como la Interpol, mínimamente, estaría entre cinco y diez minutos en aquel mostrador.
La secretaria te observa sonriente durante un par de segundos, es evidente que esta acostumbrada a recibir todo tipo de personajes en el Instituto, ya que mostrando su blanca y perfecta sonrisa coloca sus hombros sobre el mostrador y su rostro entre ambas manos...
Ya la esperábamos Madame, un segundo permitame intentar localizar al general en su extensión... La joven a recobrado por completo la seriedad y su sonrisa es mucho mas discreta, se lleva la mano a una diadema que lleva en la cabeza y que no habías notado por estar escondida entere su larga cabellera, oprime un botón y... Si, buenas tardes, habla Rosa de la recepción, se encuentra el General Crownward, si lo busca la señorita de Interpol en la entrada, ok en un segundo...
La recepcionista parece colgar y te comenta..
Adelante, suba por el elevador hasta el tercer piso, siga por el pasillo y encontrará su oficina al final del mismo...
La agente sigue las instrucciones luego de despedirse y toca frente a la puerta indicada...
Adelante, se escucha una voz gruesa y grave, Gabrielle corrobora una vez mas que a ha seguido las instrucciones de la recepcionista de forma correcta y al notar que no se equivoca se adentra por fin en la habitación...
En el interior le espera sentado tras un pequeño escritorio un hombre musculoso de piel blanca, cabello rubio, ojos azules y un rostro duro y de pocos amigos, un estadounidense, decide la agente.
El hombre se incorpora al verte entrar y te señala una silla metálica y de diseño moderno que se encuentra frente a él. Adelante, es un placer que haya podido llegar con bien, mi nombre es Robert Crownward y soy el Jefe de este complejo del Instituto...
La oficina es sencilla pero elegante y moderna, esta iluminada por la luz del sol que se cuela a través de unas amplias ventanas en cuya parte superior descansan unas hermosas persianas metálicas plateadas, las paredes son de un sencillo blanco atirolado y el piso es de una lujosa madera...
Perdón por lo rápido que vamos, es que estamos algo atrasados con respecto al resto...
- El placer es mío, señor Crownward - Gabrielle se adelanta hacia el lugar indicado con una sonrisa simpática, dedicada específicamente a aquellas situaciones donde no se sabe con qué clase de persona se está tratando. Mientras camina hacia el escritorio, va observando a su interlocutor y analizando las posibilidades que tiene de arruinar las cosas; decide finalmente que para tratar con él confiará, como siempre, en su instinto. Los estadounidenses, sobre todo los de corte militar, siempre tenían esa misma cara; ni siquiera porque buscaran amedrentar a sus interlocutores.
Al llegar al lugar que le indica, Gabrielle le extiende la mano. Si se la estrecha, ella responderá con firmeza, ampliando su sonrisa. Si no lo hace, con diplomacia la retirará sin inmutarse, y tomará asiento en aquella silla moderna. Al mismo tiempo que todo eso se desenvuelve, Gabrielle observa el estado del escritorio, las cosas que hay en él, lo que no hay, la forma de ordenar los papeles o la ausencia de los mismos...
- Tienen ustedes un hermoso edificio - sus ojos dan una vuelta por la habitación, y vuelven al General - Si prefiere no conversar en castellano, sólo dígamelo - corona sus palabras con una suave sonrisa, que le indica que le escucha con atención, y le invita a hablar todo lo que quiera.
No hay problema =)
Te lo dejo abierto para que te explayes en todo lo que consideres.
El General estrecha la mano que le tiende la joven mas por el numero de papeles que se apilan sobre el escritorio es evidente que se encuentra atareado, lo cual es mas evidente dadas las constantes miradas que dedica al reloj de pared que cuelga a la izquierda...
Seré breve Miss, he estudiado a fondo su currículo y a decir verdad no entiendo a bien por que es usted a quien han asignado de las oficinas centrales de su agencia, sin embargo tampoco cuestionare las decisiones de un ente externo a Instituto, como ya sabe Usted, hemos capturado a Halcón y queremos que nos auxilie en un par de labores, sin embargo sus superiores han exigido participar de la operación para permitirnos tratar con este criminal, por lo que no ha quedado mas remedio que aceptar que un agente, Usted, pueda supervisaren todo momento las actividades, por tal motivo la asignaré al grupo de operativos con los que tratará Halcón, todos son nuevos debido al perfil necesario para la misión, por lo que no tendrá problema para adaptarse. Por mi parte es todo, creo que no hay nada mas que decir excepto que el día de mañana se le espera a las 10:00 Hrs. para unirse al .. como se dice... el briefing de la misión, si todo sale bien, Halcón estará en sus manos muy pronto...
Gabrielle responde a todas sus palabras observándole a los ojos, no fijamente, si no con atención. Finalmente, mantiene unos segundos el silencio luego que el hombre termina de hablar. Algo le indica que lo mejor es hacerlo despacio, ya que efectivamente ni aquel hombre ni ella misma han entendido muy bien qué clase de provecho le puede brindar su presencia a aquella labor. La única diferencia entre ellos, si el General ha sido honesto, es que Gabrielle tenía una ligera noción de las intenciones de la Interpol detrás de enviar a una mediadora al grupo que trataría con un asesino profesional.
Y aquella intención no tenía, por supuesto, nada que ver con ella misma.
- Entiendo - responde, haciendo el correspondiente movimiento con la cabeza -. No le haré perder más tiempo entonces, General Crownland.
Observa si se ha sentado o se ha mantenido en pie. En el primer caso, Gabrielle continúa sentada; en el segundo, Gabrielle se pone de pie para quedar en la misma situación que el hombre. De cualquiera de las dos formas, sonríe suavemente, y continúa:
- Me restaría saber si estas actividades a las que van a someter a Halcón son las únicas a las que piensan someterlo. Y quién será el representante de su instituto que comandará las mismas, a fin de saber a quién dirigirme en caso de encontrarme en desacuerdo con alguna de ellas, para poder conversarlo y llegar a una solución rápida - hace una pausa suficiente para que el General asimile todas sus palabras, y sólo luego de ella, vuelve a hablar -. No quiero más que usted el no tener que intervenir en sus asuntos, pero es mi deber hacerlo. Cuanto menos sorpresas haya, más rápido y fácil nos resultará a ambos - su sonrisa se despliega simpática, amigable y suave, el gesto que amaina perfectamente una frase dura de contenido muy claro e incisivo -. No tengo nada más por lo cual molestarlo ahora, General. Mañana a las diez de la mañana estaré donde me lo indique.
Espera a que le responda sus interrogantes; desea no tener que insistir sobre ellos, para no crear más tensión de la que ya podría haber antes. Sin embargo, por ser preguntas angulares, lo hará de ser necesario, y no se irá hasta al menos intuir la verdadera respuesta. Luego de ello, con educación, esperará a que el General le indique qué pasará con ella, si el trabajo incluye alojamiento, si quiere que conozca a alguien previamente a la cita del día siguiente, o si queda en completa libertad para salir por la ciudad a buscar lo que mejor considere, mientras se presente a la hora indicada en el lugar indicado cuando se la requiera.
Bueno, con esto creo que podemos dar por finalizado esto. Te lo he puesto así para que puedas cerrarlo si te parece. A menos que el General diga algo que pueda llamar mucho la atención de Gabrielle, en el sentido por ejemplo de indicarle algo extraño a toda la situación, ella no continuará preguntando. Sí querrá irse con respuestas a estas cuestiones que acaba de plantear. Por lo demás, creo que es todo :P
El general parece conforme con la respuesta, se levanta de su lugar y agrega.
Como ya le comentado el día de mañana se entenderá con la persona bajo cuyo cargo queda Halcón, evidentemente mientras se mantenga en el Instituto Usted también estará a sus ordenes y agradeceré que mantenga la mínima interferencia posible con las actividades del equipo, como muy pronto se dará cuenta Halcón no realizará nada que su agencia pueda encontrar como inaceptable, el hecho es que tenemos un espacio en una de nuestra divisiones la cual requiere de atención especializada, hemos tenido algunas brechas de seguridad últimamente y necesitábamos a alguien que estuviese acostumbrado a los protocolos y procedimientos pero que fuese de mente abierta para afrontar... Digamos, nuevos retos...
Robert da la vuelta al escritorio hasta estar cara a cara con la joven y añade...
El asunto que nos ocupa es de la máxima relevancia para los fines del Instituto, por lo que no creo necesario el subrayar la importancia de que se mantenga si no al margen por lo menos con una actitud pro-activa y de colaboración, por lo demás en cuanto terminemos con halcón el prisionero sera suyo, Rosa en la recepción le entregará un cheque y le dará detalles sobre su alojamiento, quisiera que Halcón no supiera que es Usted una agente de la Interpol para que no interfiera esto con su desempeño, sin embargo la persona con quien hablará mañana será el contacto directo con usted, por lo demás Usted será como cualquier otra de las agentes del Instituto...
Un incomodo silencio se adueña de la conversación, al parecer el general da por terminada la muy breve introducción...
- No estoy aquí para más que eso, General - Gabrielle sonríe - Mientras las cosas se mantengan en estos parámetros, mi presencia será neutral tal como usted lo desea.
Con sus ojos miel, recorre la mirada de aquel hombre en la búsqueda de algo. Pero no es más que eso: para el estadounidense, no es más que una mujer de apariencia frágil de pie frente a un sujeto fuerte, que simplemente le observa. Gabrielle recorre con rapidez la breve conversación en su cabeza buscando algo más que quiera preguntar, cualquier cosa que quiera decir, pero el silencio le habla como si fuera un grito. De hecho, por un instante, se siente extrañada de la rara diplomacia que muestra el estadounidense, siendo que los compatriotas de su corte no eran nunca tan suaves.
- Convengo en que no es necesario que Halcón sepa de la Interpol, pero quien esté a cargo debe saberlo - dice, finalmente, con un matiz de extraña firmeza en su voz suave y amistosa - Mi misión no es ocultarme de su personal, General; evitaré la información a quien usted considere, excepto a quien esté a cargo de la operación.
Mantiene unos segundos el silencio, dejando que las palabras decanten. Y con rapidez medida, levanta de nuevo la mano derecha extendiéndola hacia su interlocutor, ofreciéndole además una suave sonrisa.
- Ha sido un placer conocerlo. Espero volver a verlo con buenas noticias de por medio.
Sin ninguna otra palabra, Gabrielle espera la respuesta, y se apresta para salir de allí, en dirección a la recepción donde le informen sobre las demás cosas.
El General asiente con la cabeza por toda respuesta y retoma su trabajo tomando asiento nuevamente. Gabrielle desciende por el elevador hasta la recepción donde la recepcionista se encuentra colgando una llamada en el auricular que ya conoces y te pide que esperes un segundo, pasado el cual sonriente busca algo en uno de los cajones de su escritorio, del cual saca un pequeño papel el cual te entrega...
A qui tiene, le recomiendo alojarse en alguno de los edificios de departamentos que se encuentran sobre esta misma calle pero dos cuadras mas abajo, no son baratos pero tampoco caros, digamos que se paga por lo que se obtiene...
Observas el cheque y la cifra en él te convence de inmediato en que el dinero no sera un problema...
- Vaya - Gabrielle no solía tener preocupaciones acerca del dinero, pero una cifra semejante toda junta en un cheque le produce cierta sorpresa. Observa de nuevo el papel para asegurarse de no haber leído mal, y termina sonriendo a la recepcionista - Muchas gracias por la sugerencia, Rosa. Imagino que nos veremos mañana otra vez. Que termines bien el día.
La sonrisa sincera de la mediadora se perpetúa en el aire, tras esperar contestación de la recepcionista si la hubiera. Luego, busca su equipaje, y se fija cómo llegar al sitio donde Rosa le ha dicho, a fin de al menos por ese día quedarse allí. Con cierta instalación y estabilidad, en todo caso, se buscará algo que le convenza del todo. El jet lag empieza a afectarla, como siempre, y Gabrielle sabe que debe descansar para tener la cabeza en su máxima capacidad, cuando tenga que enfrentarse a los demás agentes y, sobre todo, al sujeto de análisis.