Partida Rol por web

Bueno, algo ha salido regular. Peter lo sabía. Quizás no habían hecho bien el movimiento de descenso, o quizás era la misma decisión del descenso la que había alertado a los destructores enemigos. O quizás, un capitán que había intuído su movimiento... Bien, pues... yo soy más inteligente que tú, hijo de la Gran Bretaña, ahora verás... 

-Señores, hagamos pues un cambio de rumbo. 70 grados oeste, por favor, teniente. - Escuchó atentamente los crujidos del submarino, y miró a alguno de los pernos que había saltado. - Los daños, por lo que escucho, son pequeños. Teniente Strauss, dirija el equipo que se encargue de los daños, por favor. 

von Agstein miró a su primer teniente, tan eficiente, tan dispuesto. Sabía que tenía deseos de ser útil, y de servir al Führer, igual que él. Pero quería que aprendiese más todavía, para que no tuviese problemas. Le tenía aprecio, y no deseaba su muerte. Levantó la cabeza, para ver cómo se transmitían las ordenes, se agarró por si acaso, y miró los instrumentos. 

- Informen de cualquier novedad. 

En la sala de máquinas, de momento, todo estaba tranquilo; había oído lo de que una tubería de otro compartimento se había soltado, pero eso era un mal menor; para eso estaban las válvulas y la redundancia. Todavía nervioso, aunque el ruido de las explosiones llegaba más sordo en la distancia, se permitió respirar aliviado, y secarse el sudor son el trapo que llevaba de un lado para otro.

Viendo que en sus inmediaciones todo estaba en orden, pidió un informe rápido al resto de mecánicos; tendrían que alejarse con los eléctricos, y a velocidad silenciosa durante un rato... o sea, les quedaban horas para alejarse lentamente de los destructores, antes de hacer una toma de superficie para renovar aire, y pensar siquiera en poner en marcha los diesel para recargar baterías.

-Muchachos, informe general. ¿Algún problema? Necesito estado de baterías, vías de agua, estado de eléctricos, vibraciones en las tuberías... cualquier cosa por tonta que sea. Si hay algo mal, hay que atajarlo cuanto antes.

Tenía mecánicos veteranos a sus órdenes, pero también novatos, y él no podía tener los ojos puestos en todo y en todo momento; tenía que delegar, y así hacía que su gente tuviese la mente centrada, a base de realizar tareas útiles.

El segundo en las máquinas iba de un lado para otro, comprobando fugas, ayudando a taparlas y asegurándose de que todos los compartimentos importantes continuaban estancos. No estaban recibiendo muchos daños, pero aquel submarino era lo suficientemente frágil como para que una pequeña ola acabara con ellos.

-Pequeñas fugas sin importancia pero todo parece en orden, señor. Me preocupan las baterías. Si llegase a entrar agua en ellas... nos quedaríamos varados. Pero por el momento, aguantamos.

Schiller no era un novato, pero tenía miedo. Quién no lo tendría navegando bajo las aguas en un auténtico ataud, por muy alemán que fuese. La madre patria no sabía cómo sobrevivían sus hijos predilectos, ahora venidos a menos, una vez la guerra había cambiado su curso.

Pero a pesar de todo, cumplía con su obligación. Eso es algo que jamás dejaría de hacer.

-Lo se, Karl, lo se... Preparad las bombas por si hay que escupir agua fuera. Alguien que baje a la sentina de los anillos de popa y compruebe como está eso, ¡y que por Dios, que se ponga el respirador!

Dió una palmada en el hombro de Schiller; era otro de los veteranos que las había pasado canutas tantas veces como él, así que conocía los riesgos, no como esos locos del Partido, con una cruz gamada en la nalga y que solo pensaba en morir gloriosamente por el Führer y por la Patria... No, el quería llegar a viejo, y a poder ser, entero y sin cocer demasiado.

-El casco ha aguantado bien, creo que salimos de esta...

... Unas palabras para tranquilizar a la tripulación, nunca están de más, sobre todo para los que saben de que va el "juego".

El capitán no tardó en enmendar su error en cuanto le informaron de que los barcos os seguían. Razonó un movimiento que esperaba resultase completamente inesperado y que confundiese sus aparatos de sonar. Pasar por debajo de ellos era una táctica peligrosa, pero si se efectuaba correctamente, nadie sabría a ciencia cierta en qué dirección marchaba ni tampoco debajo de qué embarcación se movía.

Todos los ojos se dirigieron ahora hacia el navegante, que tenía que mover el submarino con sigilo y habilidad, siguiendo el rumbo trazado por su oficial al mando.

La metralla formada por tornillos era un percance menor, que venia a añadirse a los que ya sufrian. No era nada, seguian en movimiento.

El Capitán seguia dando ordenes para sacasles de alli. Un nuevo cambio de rumbo. Eso les acercaría  a los destructores. Justo ahora que parecian alejarse. Era una decision temeraria. A Max le encantaba eso.  -Eugen 70 grados oeste. Metenos debajo de sus faldas. Dijo sonriendo.

- ​​​​Bootman, Klinsman y Frings, conmigo. - Ordenó el primer teniente. - Coged la caja de herramientas y vamos a arreglar esa tubería y cualquier otra fuga.

Aquella misión no debía ser para él, pero no iba a cuestionar al capitán, no al menos delante de la tripulación. Igual más adelante tenía una charla con él. Hacerle ponerse al cargo de un grupo para reparar una fuga era desaprovechar su talento, aunque alguien tenía que hacerlo.

Fuera como fuera y pese a su inicial enfado, Strauss se puso al frente de la reparación. Auqellos buenos y jóvenes alemanes eran buenos mecánicos. Estaba convencido de que si la avería no era muy seria, muy pronto neutralizarian aquella fuga. 

Más tensa espera.... por lo menos, los zarandeos por las cargas, de momento, habían hecho una pausa, una especie de frágil tregua...

En su segmento, los encargados de los motores seguían en tensión, porque hasta que no pasase la alerta y se apagasen las malditas luces rojas... no podrían considerarse a salvo. Se enteraron de que un grupo iba a encargarse de la tubería rota en otro segmento de la nave... rutina, el pan nuestro de cada día para quienes aguantan ataques de cargas; los soldados tienen sus fusiles; los submarinistas... llaves inglesas, abrazaderas-parche, puntales, incluso trapos embreados; cualquier cosa para que el agua no entre, pues ese es su peor enemigo, el jodido agua que les rodeaba, y que estaba empeñado en matarles...

... eso y los gases nocivos; exactamente igual que en una mina... era curioso, que submarinistas y mineros del Ruhr tuviesen tanto en común... no era de extrañar que tantos de aquellos se enrolasen en submarinos... a fín de cuentas... no dejaba de ser parecido... vivían en un jodido supositorio metido en el culo del mar...

Seguían esperando.... esperando que pasase la puñetera alerta...

Finalmente, el sonido del sonar al detectar los barcos, que había empezado siendo frecuente, acabó por desaparecer. El joven Strasse sonrió y miró aliviado al capitán.

-Los hemos dejado atrás, capitán.

Nada más decirlo, todos respiran tranquilos y prorrumpieron en algunos gritos de alivio y hurras. Habían acabado con un barco, y eso era algo mejor que regresar a casa sin nada que contar.

El submarino estaba ya al límite de sus recursos. Podían regresar para intentar acabar con otro carguero, o bien poner rumbo a la base en La Rochelle, en donde podrían descansar en cuerpo y alma, mientras esperaban nuevas órdenes para volver a la mar.

En las manos del capitán estaba la decisión.

Habían conseguido evitar a los destructores, y, la verdad, se sentía aliviado. von Agstein observó cómo había caras de alivio entre todos sus tripulantes, y se alegró de haber podido escoger adecuadamente. Casi no tuvo que pensar en la decisión, sabía que, con el convoy alerta, otro ataque tenía muchas posibilidades de acabar con su sumergible... Bien sumergido. von Agstein estaba ya llevando el navío de vuelta a su puerto , cuando habían visto aquella oportunidad, y no se volvían de vacío. Al menos, habían conseguido eso. Estaban peligrosamente bajos de gasoil, y no quería someter al equipo a una huida larga y preocupante a lo largo de muchas horas tras todo el tiempo en alta mar. 

-Felicidades a todos, señores. Oficialmente, hemos sobrevivido. Alemania contará con un enemigo menos y podremos luchar por ella otra patrulla más. Señores, pueden descansar. Navegaremos una hora en la misma dirección y emergeremos, si no hay otros avisos. Luego, rumbo a la base, por favor. Los oficiales, nos reuniremos en 30 minutos, cuando terminen de revisar que todo esté correcto. Por Alemania y el Führer. 

Se dirigió a su pequeño camarote, convertido a esas horas en despacho, donde estaba leyendo algunos informes de la Kriegsmarine que tenía pendientes. La Guerra... No iba del todo bien. Quería saber lo más posible. 

En el puente se palpaba el buen ambiente. El peligro había pasado, al menos el más acuciante El Capitán dejaba el puente, pero antes expreso su felicitación a los hombres. Eso siempre gustaba. A Max se le hincho el pecho como un palomo, estaba orgulloso de su labor y la de los hombres a su cargo. -¡Muchachos nos vamos a casa!Grito. -Eugen eres un puto genio. Dijo zarandeándole de los hombros mientras reía a carcajadas.

Cuando quedaron solos miro al Primer Teniente. Seguía taponando las vías de agua. Por su cara se intuía que no le hacía gracia dedicarse a aquellas labores. Sus miradas se cruzaron y Max le hizo un gesto con la cabeza. Quería decirle que le apoyaba, que debía aguantar el chaparrón, pero no era el sitio para palabras allí en el puente.

El resto del tiempo hasta reunirse con el Capitán, el Segundo Teniente estuvo atareado. Meditaba sobre el hecho de seguir a esa profundidad forzando el submarino cuando ya habían salvado el "obstáculo". Quizá si tenia oportunidad sé lo dejaría caer en la reunión.

Derek le devolvió a Max una mirada de complicidad. Sabía que aquel joven marino era inteligente, no por nada había llegado, donde había llegado y a tan pronta edad. Von Agstein no era un mal capitán, pero desde luego tampoco era de los mejores. Lo cierto era que estaba afrontando aquel combate según los protocolos. Quizás sería recomendable regresar a una profundidad menor, pero lo realmente imprescindible era no ser detectados. Lo que estaba claro era que le faltaban dos cosas, iniciativa e ingenio.

Para cuando acabaron de tapar aquella fuga, la cual quedó totalmente reparada gracias a su pericia y la de los hombres que estaban a su lado, Derek decidió cumplir la orden de su inmediato superior. Les había convocado a una reunión de mandos. No sabía muy bien que era lo que tenía que decirles, pero al capitán le gustaba ese tipo de parafernalia y sobre todo, después de cada combate, montaba una de aquellas reuniones. 

- A sus órdenes, mi capitán. - Le dijo Strauss nada más acceder al camarote de los oficiales.

Una hora más tarde, emergíais para rellenar los tanques de oxígeno y renovar el aire, además de cargar las baterías. Era un alivio poder salir de nuevo a la superficie después de haber estado a punto de caer bajo los destructores aliados.

Uno por uno, por turnos, los marineros para tomar algo de radiación ultravioleta y recuperar la sonrisa. La piel pálida casi brillaba al recibir la luz del sol, y al miraros, era como estar observando a los niños jugar en un parque infantil.

De repente, no había guerra.

Los oficiales también subieron a la torreta, para controlar los alrededores y disfrutar, al igual que el resto, de un breve remanso de paz en mitad del Atlántico.

Cuando pasó el breve rato hasta la reunión, Peter von Agstein se dispuso a comentar a sus oficiales como había visto el ataque, tanto el suyo como el de los destructores. Cuando llegaron, les comentó, con sus maneras educadas y firmes, de las que se aprendían en la antigua Marina Imperial: 

- Derek, Max, -Dijo con voz y tono menos marcial de lo normal, llamándoles por sus nombres de pila, diciéndoles así que era una reunión más bien informal. -os he convocado para analizar el ataque. Se que algunas de mis decisiones no son compartidas del todo, pero ahora mismo, necesitamos volver de una pieza. Necesitamos que os entrenéis lo mejor posible, y en algún momento podáis asumir un mando, y seguir luchando con todas vuestras capacidades en vuestros propios submarinos.-Suspiró... miró a los informes que tenía encima de su pequeño escritorio, y volvió a hablar- Con la cantidad de bajas que sufrimos por culpa de esos bastardos aliados, no estoy dispuesto a que nadie deje de servir a Alemania, y así deberéis ser. Por eso, quiero que conozcáis los submarinos, sus piezas, sus lugares, sus acciones.... todas. Todo lo que sepáis, podrá hacer que sirvamos mejor al Fürher y... vivamos para servirle mañana también. Mejor una captura por día, que no dos capturasy quedar en dique seco tres meses. Ahora más que nunca, es necesario sobrevivir. No se si tenéis algo que aportar. 

Esperó sus respuestas, y cuando las escuchó, se dio cuenta de que estaban ascendiendo ya, y los animó a subir a a ver el Atlántico, en toda su extensión. Él esperó para subir, tras sus tripulantes, y en el último turno, subió, organizó las vigilancias, y se puso a hacer la primera de ellas, encargándose personalmente de todo el cuadrante de dónde habían venido, por ver si venían los destructores. 

Alivio...

Cuando se decretó el final de la alerta, pese a seguir un buen rato en inmersión, en la sala de máquinas se empezó a relajar el ambiente... vivirían,... de momento. En cuanto la torre de la nave rompió las olas, los diesel empezaron a funcionar, recargando las vitales baterías. Los mecánicos vigilaban cuidadosamente el arranque del par de potentes motores, y con trompetillas, cuidaban que cada cilintro sonase como era de esperar; era como auscultar a un paciente...

Todo correcto; el barco navegaba sin problemas, y la tubería rota, y otros problemas menores, estaban resueltos. Cuando estuvo seguro de que todo estaba bajo control, Johann dió el visto bueno para que la tripulación de máquinas también respirase un par de bocanadas frescas, dejando siempre el personal de vigilancia requerido con sus chiquitines, que seguían son su soniquete rítmico.

A su debido tiempo, también subió a la torre, en busca de los oficiales. Habitualmente, solo sabían del jefe de máquinas para, o bien pedirle un esfuerzo extra -y arriesgado- a las máquinas, o cuando este tenía malas noticias, pero este no era el caso.

-Capitán, señores -saludó informalmente- Todo bien en máquinas; hemos aprovechado para achicar el agua que se filtró durante el ataque con cargas, y no parece que esté entrando más por ningún sitio. Necesitaríamos unas cuantas horas más para volver al 100% de carga de las baterías, pero supongo que no dependerá solo de nosotros...

Miró al cielo, por costumbre... había varios serviolas oteando con potentes prismáticos en todas direcciones, incluyendo hacia donde podrían estar los aviones de vigilancia aliados, pero un vistazo adicional, le dejaba más tranquilo... 

-Si no requieren nada más, me vuelvo a mi puesto. ¡Ah!, ¡por cierto!, enhorabuena por la presa. Podremos lucir los banderines correspondientes a la llegada a puerto

... una vieja costumbre, la de engalanar la nave a la vuelta a puerto, indicando las victorias conseguidas en la patrulla que terminaba. Ello ayuda aubir la moral del resto de tripulaciones en puerto. Por desgracia, en los últimos tiempos se veían cada vez menos entradas triunfales de ese tipo... ¡Qué tiempos aquellos!, algunos veteranos que servían en tierra, le habían hablado de la vuelta del U-47, del tristemente desaparecido Capitán Ghunter Prien, tras la hazaña de Scap Flow... Eran otros tiempos... eran otras presas.

Orgullo, alivio y satisfacción. Era lo que sentía en ese momento Derek Strauss. Ahora que habían dejado atrás al enemigo, podía respirar tranquilo y la inicial decepción por abandonar el combate cuando podrían haber hundido más naves enemigas, se le fue pasando por el hecho de conservar la vida un día más. Un día o unas horas, pues en cualquier momento podían cruzarse con el enemigo y que éste les enviara al fondo del océano.

Al final el capitán era un perro viejo. Sabía lo que tenía que hacer y cuando lo tenía que hacer. No tomaba decisiones a la ligera, por mucho que a Derek así le pareciera. Al final hasta estuvo contento de que Peter estuviera al cargo del submarino y no toda la responsabilidad recayera sobre él. Al fin y al cabo, todavía era muy joven y si sobrevivía a las pruebas que el destino le había impuesto, como aguantar al propio von Agstein, podría aspirar a ser el mismo capitán de una de aquellas máquinas perfectas de guerra.

Escuchó atento las palabras del capitán. Le enorgullecía que pensara en él de aquella manera. Podía ser que simplemente sospechara que no estaban de todo conformes con su forma de comandar la nave y tratara de aquella forma de ganarse de nuevo su confianza. Al fin y al cabo, hacía poco que navegaban juntos y hasta que no se conocieran mejor, siempre podían surgir tensiones. Tensiones que quizás aumentasen una vez se conocieran mejor. La vida abordo de un submarino no era precisamente fácil.

- Eso intento, señor. - Le respondió. - Intento aprender cada día para servir mejor al Führer y al Reich. - Confesó. - Ha hecho un gran trabajo allí abajo... - Aunque le costó decir aquellas palabras, finalmente las dijo. No le gustaba reconocer que se equivocaba, pero en esa caso así había sido. - Una captura es mejor que dos en muchos casos. Muy de acuerdo.

Entonces apareció en la torre el jefe de máquinas. Derek se guardaba para si la opinión que tenía sobre ese hombre. Se trataba de alguien un tanto vulgar. Conocedor de su trabajo, pero poco ambicioso y que no amaba como tocaba a su patria. Pensaba más en él, que en el colectivo de la nación y ese no era el tipo de hombres que necesitaba Alemania. Por desgracia, había pocos mecánicos tan buenos como él y hacían falta muchos para completar las tripulaciones de todos los U-boot. Tendrían que agunatarse con él.

- Eso haremos Johann. - Le respondió. - Luciremos con orgullo las banderas de la victoria.