Partida Rol por web

Voran se encargaba de vigilar en todas direcciones mientras Roht se encargaba de registrar el cadáver del trasgo. Era evidente que aquel vigilante poco se fiaba de lo que pudiera estar acechándoles en el interior del bosque y hacía bien, pues ante aquella raza de sigilosos bastardos, toda precaución era poca.

Roht se dispuso a revisar las pertenencias del trasgo. No obstante, tras un primer vistazo inicial, su decepción fue mayúscula. A parte de su espada mellada, una armadura de pieles de manufactura mala que portaba debajo de aquel característico uniforme rojo con los bordes exteriores de pelo blanco, poco más de utilidad parecía portar aquel trasgo.

Una bolsa colgaba de su cinturón, pero en su interior, aparte de varios botones y unas monedas de cobre, nada había de valor. También pudo localizar algunos objetos personales, como un cuchillo de pelar fruta, un juego de dados pegajosos y una pequeña cajita con algunas hierbas secas. Ya estaba a punto de dejar el cacheo cuando observó que en el cuello de la criatura parecía encontrarse un collar de cuerda,  el cual estaba unido a una llave algo oxidada que había quedado oculta debajo del cuello de su abrigo.

Por su parte, Cavatina y Shalt se introdujeron en la caverna. Fue la drow la que lo hizo en primer lugar, pues la galantería del shaltiano le impedía hacer los honores. La primera impresión de ambos al internarse en la cueva, fue de estupor. Se trataba de un recinto bastante pequeño de entre cinco y diez metros cuadrados y con el techo bastante bajo, pues Shalt, sin ser un hombre especialmente alto, debía agachar la cabeza para no golpear el techo y Cavatina tenía que ir con cuidado en algunos puntos para no abrirse una brecha en la sesera.

No había ni rastro de los trasgos que allí se habían internado, lo que dejó a ambos estupefactos. No podían haberse esfumado. ¿O sí? No parecía probable, por lo que continuaron con las pesquisas y fue Cavatina, con sus avezados ojos de elfa oscura, habituados a la oscuridad del subsuelo, quien detectó una quimera en una de las paredes de la roca.

Un sortilegio parecía permanecer activo en aquel lugar, ocultando tras una falsa imagen de una pared de roca, un angosto, húmedo y oscuro pasadizo que se adentraba hacia las profundidades de la tierra. Sin duda alguna, el lugar por el que ambos trasgos habían escapado.

Si bien era cierto que el shaltiano poco tenía que envidiar a la drow en cuanto al sigilo, no había contado con la falta de luz natural.

Shalt estaba acostumbrado a desenvolverse en grutas, fortalezas abandonadas o cavidades montañosas. Y lo hacía realmente bien para ser un humano, pero sin duda no podía pretender igualarse con alguien con el don de la visión en la oscuridad, por lo que gustoso cedió la delantera a la de piel gris. El joven busca tesoros se limitó a ir en silencio unos pocos pasos tras la muchacha, extendiendo las manos hacia delante para poder anticiparse a cualquier saliente de roca  del que no fuese consciente, si bien en algunos momentos perdió la distancia que guardaba con Cavatina, llegando a palpar con sus palmas a la drow, la mayor parte de las veces en sus posaderas, lo que cada vez fue seguido de una disculpa susurrada.

Incluso para el despistado Roht, aquella proeza mágica que enmascarada el angosto pasadizo, haciéndolo parecer una simple pared de roca, fue fácil de ver el truco.

- Mirad ahí. Han debido escapar por ese lugar. Deberíamos seguirles antes de que escapen. Será mejor que comprobemos que no hay ninguna trampa en el camino. Yo os cubriré. - Dijo agitando su enorme martillo de guerra.

- Bien dicho. – Habló de pronto Voran con un susurro casi imperceptible salvo para el gran trasgo, pues le tenía justo al lado. - ¿Sabes hacer algo más que remarcar lo evidente? – Trató de ser ofensivo. A aquel humano no le gustaban los drow, pero tampoco simpatizaba con los trasgos, ni que fueran sólo medio trasgos.

El vigilante, que había enfundado su espada para registrar al cadáver del piel verde, volvió a sacarla de su vaina en ese preciso momento. No le gustaba nada la idea de internase en aquella cueva. Suponía que al resto tampoco, pero ahora que estaban allí, no les quedaba más alternativa.

Comenzaron a avanzar a través de aquel angosto pasadizo. Tan sólo podían hacerlo de uno en uno y fue Shalt quien decidió hacerlo a la cabeza. El suelo era resbaladizo y la luz comenzaba a escasear a medida que descendían. No habrían bajado más de cincuenta metros, pero aquel pasaje era tan estrecho que para seguir avanzando necesitaría una fuente de luz artificial.

Fue Voran quien decidió tomar la iniciativa y utilizando una ramita yesquera encendió en un instante una de las antorchas que portaba a la espalda. Aquel acto fue providencial para que Shalt detuviera de golpe la marcha. Acababa de percatarse de algo. En el suelo justo a unos pocos centímetros de donde tenía el pie situado, parecía hallarse una roca suelta, pero al examinarla con detenimiento se convenció a sí mismo de que se trataba del disparador de una trampa.

Se sorprendió cuando las manos del humano palparon su trasero, sin duda no los esperaba, menos en ese momento, pero se dio cuenta que realmente había sido un fallo cuando se disculpo, si no lo hubiese hecho, seguramente una mano abierta habría cruzado su cara, pero claro era cierto que no veía.

Aparecieron Voran y el trasgo, ¿que parte de nosotros vamos primero no entendieron? el sigilo no era su fuerte y el trasgo ni si quiera susurraba, negó con la cabeza, estamos apañados, pensó.

Por suerte Shalt era más competente y parecía haber encontrado algo. Por suerte era buena inutilizando trampas.

Cavatina no necesitó ayuda alguna para desactivar la trampa. Era experta en ese campo y aquel mecanismo era muy sencillo. Al fin y al cabo era un artificio creado por mentes de trasgo, nada que una elfa oscura no hubiera visto antes. Cualquier mecanismo ideado por los de su raza era mucho más complejo que aquello. Una vez hubo inutilizada la trampa continuaron descendiendo por aquel angosto y húmedo pasadizo. A medida que descendían la temperatura aumentaba y comenzaron a sudar. Algo extraño, pues en aquellas latitudes el frío era una constante y tampoco habían descendido tanto, no más  de quinientos metros.

Cavatina avanzaba a la cabeza, seguida por Shalt y justo detrás marchaban Voran y Roht en ese orden. Los avezados ojos de la drow observaron que al final del pasadizo había una bifurcación. Hizo una señal al resto para que aguardaran quietos un instante mientras esperaban mientras se avanzaba a explorar. Al fin y al cabo, por eso estaba allí.

La elfa oscura avanzó con sigilo hasta el cruce y una vez allí se detuvo para tratar de percibir cualquier cosa, ya fuera a través de la vista, el oído, o cualquier de sus otros sentidos. Del pasadizo que se adentraba hacia la izquierda provenía algo de luz y cierto calor. En cambio del pasillo que avanzaba hacia la derecha se podía escuchar cierto murmullo. Posiblemente alguien estaba hablando a la derecha, pero lo suficientemente alejados como para no poder distinguir si realmente era alguien hablando o un mero sonido de la caverna y mucho menos entender que era lo que se estaba pronunciando.

- ¿Oís eso? Parece que están hablando al fondo de ese pasillo. Deberíamos ir por ahí. - Anunció el gran trasgo al resto de sus compañeros.

Estaba seguro de que todos habrían oído aquel murmullo, pero quería dar su opinión sobre seguir dicho sonido adentrándose por el angosto túnel. Roht jamás pensaría que pudiera tratarse de una trampa, pues su intelecto no era tan grande como para ello.

- Considero que no eres tú quien debe decidir, Roht. – Voran habló entre susurros. – Deberíamos trazar una estrategia o algo…

Voran miró a Shalt y Cavatina tratando de encontrar en ellos cierta iniciativa en ellos. Se suponía que los expertos en túneles, trampas y emboscadas eran ellos. Entonces abrió los brazos de par en par y alzó las cejas esperando algún tipo de reacción por su parte. 

- ¿Qué hacemos? - Murmuró de forma casi inaudible.

-Lo cierto es que en esta situación contaría con la opción de la experta en infraoscuridades y esas cosas...

susurró

Asintió, ya que parecía que toda responsabilidad recaía en ella, se volvió hacia los demás -En la bifurcación, a la derecha se escuchan, creo, que voces pero no puedo entender lo que dicen desde aquí, a la izquierda hay luz y calor emana de allí, quizás un fuego, o algo peor- dijo pensando en cosas peores que el fuego, pero que también escupían fuego -podemos arriesgarnos por cualquiera de ellos, pero igual si nos acercamos Shalt y yo tengamos alguna oportunidad de ver algo más, si vamos lo suficientemente sigilosos- miro a Roth -Shalt y yo SOLOS- dijo dejando claro que él era demasiado ruidoso.

- Hagámoslo. – Se pronunció Voran en un susurro y mientras asentía con la cabeza.

Miró entonces a Roht. Esperaba que hubiera captado que debían esperarles allí y hasta que no estuvo seguro de que el gran trasgo entendía lo que pretendían, no volvió a mirar a Cavatina y a Shalt. Señaló hacia la derecha en un evidente gesto de que prefería que investigasen antes lo que se encontrarían en dicha dirección.

- Prefiero saber a quién nos enfrentamos. – Dijo entonces. – Id con los ojos abiertos. Saben que estamos aquí. Sin duda nos habrán tendido una emboscada.

Cavatina y Shalt comenzaron a avanzar de forma sigilosa a través de aquel pasillo, mientras sus otros dos compañeros aguardaban en el cruce de caminos. Las pisadas de ambos eran ligeras y silenciosas y a medida que se iban acercando al final del pasadizo, las voces de los que se hallaban al final eran cada vez más claras.

Lo cierto es que no hablaban demasiado y lo hacían en susurros. Identificaron que hablaban en un dialecto trasgo y Cavatina podía llegar a entender algunas de las palabras que decían. “Dónde están”, “ya deberían haber llegado” y expresiones similares eran las principales comunicaciones entre los allí presentes.

Sin duda estaban nerviosos ante la llegada de los intrusos y que hablaran entre susurros, aunque no consiguieran su objetivo de ser inaudibles, indicaba además de que no eran muy listos, que estaban esperándoles y seguramente sin muy buenas intenciones.

Por encima de todas aquellas grotescas voces destacaba una. Una voz que pedía silencio y que parecía molestarse mandándole callar al momento cada vez que alguno de los trasgos realizaba algún tipo de pregunta. Eso también evidenciaba algún tipo de jerarquía entre los allí presentes, pues sus subordinados acataban cerrando, el pico aunque fuera por poco tiempo.

Nada más llegar al final del pasillo se toparon con la entrada de una gruta natural que se abría hacia una sala mucho más amplia. Era de allí de donde provenían las voces y Cavatina se ofreció para echar un vistazo en primer lugar. Poco a poco fue ganando ángulo con la cabeza hasta que pudo comprobar lo que les esperaba al otro lado.

Se trataba de una estancia de unos cincuenta por cincuenta pies, en el que se hallaban un total de seis trasgos hasta donde le alcazaba la vista a Cavatina. Algunos de ellos pegados contra la pared de su derecha y el resto parapetados y armados con ballestas tras unas mesas de madera que acababan de volcar para la ocasión.

Miro hacia atrás y le hizo señales a Shalt para que retrocediese, tenia que informar a los demás de cuantos eran y de que los estaban esperando, no es que fuesen muy listos o o fuertes, pero el tener arqueros ya era algo a tener en cuenta, después de todo la única que atacaba a distancia del grupo era ella, y ellos tenían más arqueros.

Volvió igualmente con cuidado y sigilo sobre sus pasos hacia los demás.

Voran Tal parecía expectante ante el repentino regreso de los dos exploradores. Antes de que Roht pudiera decir nada el vigilante le miró y le pidió silencio poniendo su dedo frente a sus labios. Cuando Shalt y Cavatina estuvieron de nuevo con ellos hizo un gesto con la cabeza y los hombros en una clara señal de interrogatorio.

- ¿Qué has visto? - Le susurró a la drow.

- Si, eso. ¿Qué es lo que habéis visto ahí dentro? ¿Habéis encontrado al trasgo que escapó? ¿Los niños secuestrados los tienen ellos aquí? - Preguntó sin más el enorme Roht.

Miro a Roht -para el carro- miro a Voran, que curioso ahora necesitaba su ayuda.... pensó en no ayudarle, pero... para eso estaba allí después de todo, pero le debería una -Hay seis trasgos que haya podido ver, nos están esperando y tienen arqueros, hay uno que parece ser el jefe- se encogió de hombros -soy exploradora, no estratega, os toca-

-No es descartable que los niños se encuentren en el otro la-do de la caverna...-Se encogió de hombros.

-Y lo cierto es que la impaciencia ahora mismo juega a nuestro favor. Cuanto más tardemos más nerviosos se pondrán.

Se mesó su barba recortada, adoptando aquella pose pensativa que tanto repetía.

-Quizas podríamos volver a adelantarnos nosotros en la otra dirección mientras vosotros esperáis ocultos cerca de la intersección. Así nos aseguramos de que no vayan a atacrnados desde ambos flancos.

- Si, bien dicho. - Voran asentía con la cabeza. - Nosotros no tenemos prisa. Son ellos los que se pondrán nerviosos. - Dijo mientras cargaba su ballesta. - Roht, prepara ese arco. En cuanto algo se mueva... - Miró entonces a Shalt y a Cavatina. - Id y descubrid a que nos enfrentamos. De aquí no pasará ni un solo piel verde.

Cavatina asintió, y se dirigió en el más riguroso silencio a la parte de donde venia aquel calor extraño, nuevamente para espiar que había allí.

-Volveré enseguida- susurro