Partida Rol por web

La dorw corrió con todas sus fuerzas para reunirse con Voran y Shalt. Lo cierto era que el panorama que les deparaba en la zona contraria era desalentador. Muchos enemigos para ellos y teniendo que proteger a esos tres chiquillos, el salir de allí se tornaba una misión todavía más compleja.

Lo más lógico que podían hacer era acabar de una vez por todas con aquellos cuatro pieles verdes que les cerraban el paso. Una vez estos hubieran muerto, escapar sería más fácil y buscar un punto ventajoso donde resistir, contaba como una buena opción. No obstante, seguir peleando hasta matar y morir, se antojaba como suicida. 

Por suerte, la carrera y el tener que apartar a uno de los niños para sacarle del punto de mira del arquero trasgo, no influyó en el resultado de su disparo. El virote voló raudo y directo para acabar incrustándose en el muslo de aquel trasgo. No tardó en responder al disparo, pues tensó la cuerda de su arco, apuntó a la elfa oscura y la flecha le rozó el brazo provocando un doloroso pero superficial corte.

El frenesí del combate se adueñó de Martillo Invencible. Solo pensaba en defender aquella posición, pues los trasgos no podrían pasar todos por ahí, lo que disminuía el número que podían luchar al mismo tiempo. Eso le daría una oportunidad a sus camaradas de salvar a los niños, aunque costase su vida.

Pero Roht vendería muy cara su derrota, como era de esperar. agarró fuertemente a Última Sombra y descargó un poderoso golpe contra otro de los trasgos, gritando al mismo tiempo.

- ¡¿Otro más?! ¡¿No tenéis suficiente?! ¡Toma esto, asesino de niños! ¡Ahora te enfrentas a un enemigo de tu talla! - Le espetó al trasgo.

Uno de los trasgos salió corriendo de la cueva seguido por alguno de sus compañeros. Una lluvia de golpe de espada, mazas y garrotes cayó sobre Roht. Por suerte tan solo uno de ellos le golpeó causandole una herida leve.  Lo cierto fue que quedó  parcialmente rodeado de trasgos, aunque ese era el plan a priori. No obstante, el gran trasgo aprovechó la oportunidad para realizar un ataque rápido contra el primero de los trasgos que corrió por su lado asestándole un buen golpetazo con su poderoso martillo.

Mientras tanto, Voran continuba en su trifulca particular con los cuuatro trasgos que taponaban la salida.  Pese a que Shalt y Cavatina habian acudido en su ayuda, un nuevo ataque se cebó con él. El anciano vigilante de los caminos recibió un nuevo tajo que mermó aún más su ya de por si mermadas capacidades físicas. Sin embargo, Voran Tak era un tipo duro y no se rendía fácilmente.

Dando un pequeño paso atrás, lo justo para salir del alcance de aquellos trasgos pero lo suficientemente poco como para no exponer al pequeño que tenía a su espalda, el Shaltiano  cargó su ballesta, la levantó en dirección a los pieles verdes que se estaban cebando con el anciano vigilante de caminos y descargó su virote contra el trasgo que se encontraba atacando a Voran.

El virote voló cerca de la canosa cabeza del combatiente, hallando blanco en el hombro del trasgo, donde se incrustó.

-¡Viejo! si de veras quieres que te eche una mano vas a tener que abrirme un paso. Si no puedo pasar no puedo ayudarte. gritó hacia Voran.

El disparo de la ballesta de Shalt le hizo pensárse dos veces, seguir en combate al trasgo que recibió el disparo. Estaba bastante malherido, pero lo era que la superioridad numérica seguía siendo demasiado evidente como para rehuir el combate y ver como aquellos intrusos morían bajo sus mellados filos. Además, aquel viejo le había hecho enfadar.

El trasgo lanzó un torpe ataque contra Voran, que éste supo desviar con pericia. No sucedió lo mismo tras otro ataque de uno de aquellos pieles verdes contra los que llevaba tiempo peleando en solitario. Voran recibió una nueva herida y tras un quejido les lanzó una severa mirada a Shalt y Cavatina.

- ¿Estamos juntos en ésto no? - Ironizó al ver la pasividad con la que sus dos compañeros peleaban desde la distancia.

Fue entonces cuando propinó un severo golpe a otro de los trasgos. Un ataque que a poco estuvo de cercenar la cabeza de aquel ser de un solo golpe. No obstante, tuvo suerte de que los músculos de aquel anciano no fueran tan poderosos como en su juventud. El trasgo tendría otra oportunidad de acabar con el vigilante.

Los trasgos que permanecían más alejados del combate se movieron situándose entorno a Roht. Tan estrecha era la cueva que algunos de ellos no podían acceder al intruso para tratar de aniquilarle. Por suerte para él, la pared que tenía a su espalda impedía que estuviera todavía más rodeado y le atacaran desde atrás. Eso no quería decir que su situación fuera para nada buena, todo lo contrario. Un total de siete pieles verdes se habían concentrado en acabar con él, muy posiblemente lo conseguirían si no recibía ayuda.

Muchos eran los ataques contra el gran trasgo. Logró esquivar alguno y desviar otros, pero lo cierto era que cada vez le costaba más. Rodeado como estaba en aquella marea de trasgos, sus movimientos eran cada vez más complicados y comprometidos. Pero confiaba en su armadura y sobre todo en su fiel martillo. Por suerte solo un golpe le alcanzó a la altura de la rodilla, aunque fue un buen golpe desde luego, pues fue muy doloroso.

- ¡Nia Sank Niklas! - Dijo una poderosa voz procedente del trasgo de mayor tamaño. -  ¡Nyagarak ot diiya!

- ¡Soy Sank Niklas! - Dijo una poderosa voz procedente del trasgo de mayor tamaño. -  ¡Ríndete o muere!

Viendo que tenían que terminar con aquellos molestos trasgo rápidamente, pues necesitaban una vía de escape y ya, la cosa se empezaba a complicar y no solo para Voran, Roht también empezaba a tener problemas, lo más rápido era terminar con el trasgo del arco (t4), así habría una vía de escape.

Apunto su ballesta desde donde estaba al trasgo del arco -Tu ya no darás más problemas- susurro

El virote de Cavatina se incrustó en el pecho del trasgo que tenía frente a ella. Gimió de dolor, pero no dudó en arrancarse el hasta para seguir combatiendo. Tensó de nuevo su arco, apunto hacia la elfa oscura y disparó. La flecha erró por dos codos sin llegar a poner en peligro real a la drow. 

Era el turno de Roht y nadie tenía duda alguna en que iba a utilizar su tiempo en aplastar el cráneo de alguno de los pieles verdes que se agolpaban a su alrededor. El poderoso martillo del gran trasgo estaba ansioso por acabar con alguno de aquellos insectos que revoloteaban sobre él.

Viéndose acorralado y con su derrota cercana, Martillo Invencible, lejos de asustarse, sonrió ante el desafío. No pensaba morir, pero tampoco en dejar a esas bestias vía libre contra los niños y sus camaradas. Así, pasó a la ofensiva, que nunca la había dejado de lado. Su primer objetivo era acabar con cuantos más pudiera, así que se centró en los que estaban ya tocados.

- ¡Moriré luchando, sucias sabandijas! ¡Tomad esto! - Gruñó dando sendos golpes con Última Sombra, su martillo de guerra, que iba a dar buena cuenta de, al menos, dos de sus adversarios.

La furia de Roht se vio reflejada en el campo de batalla. La rabia y la ira que sentía en esos momentos le convirtió en una máquina de aplastar cráneos. Rodeado como estaba de pieles verdes, su fiel martillo comenzó a golpear de lado a lado causando pavor entre aquellos malvados seres. Uno de aquellos golpes impactó contra un goblin desprevenido. Éste voló por los aires hasta encontrar su tope contra la pared, muriendo en el acto. La inercia de aquel poderoso golpe sirvió para que el martillo invencible golpeara contra el pecho de otro de aquellos seres. Su interior fue destrozado al momento, siendo convertidos sus órganos internos en puré y muriendo agonicamente.

Aquella demostración de poderío y fuerza bruta no sirvió para amedrentar a sus enemigos. Amparados en la superioridad numérica, siguieron combatiendo con tesón y poco éxito. Varios fueron los golpes que el gran trasgo recibió, siendo su agradecida armadura quien amortiguó el daño en su totalidad. Sin embargo, uno de aquellos furtivos estocazos se coló entre las rendijas de la armadura, clavándose de forma muy dolorosa en la piel de Roht. 

Fue entonces cuando Shalt recibió un ataque por parte de uno de los trasgos que se tenían su objetivo fijado en Voran hasta la fecha. Por suerte pudo esquivar el ataque y no recibió herida alguna. No obstante, aquel despiste le sirvió a uno de los niños que se encontraban en su retaguardia para robarle a Shalt una daga y correr al combate contra los trasgos. El ataque de aquel valiente niño fue de todo inútil y posiblemente una temeridad. Velar por la integridad de aquellos pequeños se tornaba cada vez más difícil.

-No me fastidies...- chasqueando la lengua con disgusto, el shaltiano pasó a la acción.

Agarrando al niño impetuoso por el cuello de la camisola, tiró de él, desplazándolo hacia atras y ocupando su sitio en el combate. 

Sus dos filos se movieron con rapidez, atenanzando el cuello de aquel piel verde y mandándo su cabeza volando hacia el techo.

-¡Plata! ¡cubrenos la retaguardia mientras puedas! ¡En cuanto el viejo y yo habramos abierto un paso, saca a los niños de aquí! Os daremos tanto tiempo como podamos...

Shalt logró con pericia poner a salvo al valeroso niño que había puesto en peligro su vida y acabar con dos de sus adversarios. Antes de realizar un hábil movimiento para apartar al joven y colocarse en mejor situación de ataque, asestó un golpe mortal a uno de los trasgos que quedó descabezado. Tras su rápido movimiento hundió su espada corta en el corazón de un segundo que estalló sin remedio enviando a aquel desalmado a la otra vida.

Fue entonces cuando otro de aquellos seres avanzó hacia donde se encontraba Shalt y éste, enfrascado en multitud de tareas, no tuvo tiempo de reacción siendo herido en el costado. La nueva herida no hacía presagiar nada bueno, no obstante, el camino había quedado bastante más despejado que hasta hacía pocos segundos.

Voran también pasó al ataque. El trasgo que había estado disparando a Cavatina estaba malherido. El vigilante sabía que podía acabar con él sin demasiada dificultad y por eso se enfrentó a éste. Lanzó un golpe con su espada larga contra él. No obstante, los planetas se alinearon contra su suerte, pues la espada golpeó contra la roca del techo, quebrando la hoja. Voran gruñó ostensiblemente enfadado, tendría que seguir peleando con una espada mellada.

El paso atrás que Roht realizó le sirvió para evitar ser flanqueado. No obstante, le encerraba aún más hacia el fondo de la caverna. Rodeado como estaba pudo interceptar uno de los ataques que vino de parte de uno de los trasgos que siguieron sus pasos. Por el contrario, el trasgo de mayor tamaño, quien parecía ser el líder, desveló su poderío ofensivo en ese preciso instante. Dos poderosos mandobles penetraron en su armadura dejándole maltrecho y al borde del desmayo. Muy difícil iba a tener el salir de allí con vida.

Uno de sus problemas se alejó de él. Uno de los trasgos que había estado peleando contra Roht, al ver la estrechez del campo de combate, decidió cargar en la otra dirección. Lo primero que encontró delante de sus pies fue a uno de aquellos desvalidos niños. No lo dudó ni un momento, descargando un fuerte golpe contra el crío.

Una herida grave se dibujó en el torso del pequeño. Se trataba de un profundo corte del que manaba gran cantidad de sangre. El niño cayó de bruces al suelo y a punto estuvo de perder la consciencia, aunque finalmente no fue así. Un nuevo golpe, totalmente indefenso como estaba, acabaría rápidamente con su vida.

Viendo todo aquello, estuvo dudando si saldrían de allí todos enteros, entonces escucho el grito más desgarrador que había oído, uno de los niños estaba siendo atacado -¡¡malditos cobardes!!- apunto al goblin que estaba atacando al niño

El disparo de Cavatina era arriesgado. Debía pasar entre varios de sus compañeros para acertar en el blanco. Cualquiera lo hubiera calificado de verdadera temeridad. Sin embargo, la drow no lo dudó ni un instante. Tenía plena confianza en sus posibilidades y sabía que su puntería era buena. 

La elfa oscura alzó su ballesta y apuntó al trasgo que esgrimía el arco. Que hubiera atentado contra su vida, era algo que no le iba a perdonar fácilmente. Tardó unos pocos segundos en alinear la mira de su ballesta con el objetivo de su ira. Cuando por fin lo tuvo claro disparó. El virote pasó rozando la oreja de Shalt y el pecho de Voran para acabar incrustándose en su trayectoria descendente, en la pierna de aquel trasgo. 

Dolorido como estaba y totalmente agujereado por los ataques a distancia de la elfa, aquel mal nacido decidió que era más importante su mísera existencia que la amistad que podía tener con sus compañeros o la debida obediencia que tenía de cara a su líder. Cojeando salió corriendo en dirección al exterior lo más rápido que sus cortas patas le permitieron. Un alivio para todos, pues el grueso de defensores de la caverna que taponaban la salida o habían muerto, o estaban huyendo.

Las heridas empezaban a hacer mella en el cuerpo de Roht, que presentaba signos de cansancio, jadeando en busca de aire que llenase sus pulmones. Había conseguido acabar con la mitad de aquellas bestias, pero aún quedaba su líder y algunos más. No sabía si sobreviviría, pero al menos intentaría dejarle un recadito al trasgo jefe.

- ¡Toma esto, saco de mierda! - Le espetó, mientras soltaba un tremendo golpetazo de Última Sombra.