Partida Rol por web

Uno de los trasgos que se encontraban rodeando a Roht, pero que no lograba acceder a éste debido a la estrechez del lugar donde estaban combatiendo, decidió cambiar de objetivo. Lo cierto era que los bandos habían quedado muy descompensados. Mientras que los trasgos que estaban combatiendo en el norte de la caverna eran muy superiores en número al intruso, en el sur, era todo lo contrario.

Fuera como fuera, aquel desalmado decidió cargar contra uno de los niños que trataban de huir. Concretamente contra el mismo niño que ya había sufrido la ira de uno de los pieles verdes. Por suerte, la impetuosa carga del trasgo fue un completo desastre. Cuando ya estaba encima de sui objetivo, el niño ya había cerrado los ojos esperando su muerte y Cavatina había tragado saliva ante la atrocidad que estaba a punto de presenciar, el trasgo resbaló cayendo al suelo y perdiendo su arma en el intento.

El mismo alivio sintió un maltrecho Roht cuando vio que uno de los trasgos menores que le hostigaban trató de golpearle sin éxito. De nuevo su portentosa armadura evitó daños mayores. No obstante, el líder de aquellos rufianes era duro de pelar y poco o nada podía hacer contra él en el estado en el que se encontraba en esos momentos.

La situación empezaba a ser desesperada. No tanto por él o los que luchaban en su flanco, puesto que se podría decir que tenían la situación más o menos controlada, si no más bien por los niños e incluso por Roth, quien se encontraba luchando solo contra tres enemigos.

Shalt era consciente de que él mismo estaba a punto de pagar muy caro las heridas que había ido sufiendo y que lo estaban llevando al límite, pero había tomado la consideración de hacer todo lo que estuviese en su mano por sacar a los niños de aquella cueva y, de momento, estaba dispuesto a cumplir.

Durante un momento dudó entre atacar al único trasgo que se interponía entre ellos y la salida o si salir en defensa del niño que se encontraba al borde de la muerte. Y lo cierto es que aquella vez, su caracter calculador y poco pasional le ayudó a tomar la decisión más sabia. Si daba la espalda al trasgo para acudir en ayuda del niño, lo más probable es que acabase ensartado por la alimaña, y lo cierto era que si él caía, dejaba en precaria situación al resto. Lo más sensato era tratar de acabar con la criatura que dificultaba la huida y rezar por que aquel pobre muchacho fuese capaz de aguantar unos instantes más.

Mordiéndose el labio inferior con rabia, dió un pequeño paso lateral girando sobre si mismo buscando la ventaja táctica sobre el trasgo. Aprovechando la inercia del giro, la punta de su espada larga se hundió en la carne del torso del trasgo, sajando piel, care y músculo y resultando en una fea herida de la que no paraba de brotar sangre oscura. Y aún no había tenido tiempo para comprender lo que había ocurrido cuando el goblinoide notó el quemazón de la hoja de la espada corta incrustándose a pocas pulgadas del corte recién recibido.

Cuando el shaltiano extrajo su espada del vientre del trasgo, esta vino acompañada de un borbotón de sangre.

-¡Viejo! este es cosa mía, ¡ves a por los niños y sácalos de aquí con Plata! ¡Os cubriré la salida!

gritó lo suficientemente fuerte como para que la Drow también le escuchase.

En un abrir y cerrar de ojos, uno de los contendientes que aún no había sido ni tan siquiera herido, ahora se encontraba al borde de la muerte, sujetándose las tripas con la mano izquierda con tal de que no se vertiesen por lo agujeros inflinjidos por el Shaltiano con su impetuoso e impresionante ataque. Sin pensárselo demasiado, giró sobre sus talones y, a trompicones, abandonó la cueva tratando de salvar su miserable vida.

Al otro lado de la cavidad montañosa, donde el guerrero embutido en una armadura completa se enfrentaba él solo al lider de los trasgos junto a dos de sus secuaces, el combate parecía haber alcanzado un impasse momentáneo, puesto que ni Roth ni sus rivales estaban logrando hacer blanco con sus ataques. Esta vez la gruesa armadura de Martillo Invencible desvió por completo los ataques de los trasgos, elevándose algunas chispas cada vez que  el filo entró en contacto con la placa metálica.

Por su parte, el experimentado vigilante de los caminos sacó buena ventaja del ataque de Shalt, puesto que, al poder despreocuparse del trasgo ahora huido  aprovechó para moverse en aquel bullicio de camaradas y niños asustados sin demasiada gracia pero logrando alcanzar  la posición en la que se encontraba el niño que había recibido los cobardes ataques y, sin mediar palabra alguna, adoptando una expresión de odio contenido, lanzó un certero tajo de espada que mandó la verde testa del trasgo por los aires.

Con todo el cuidado que le permitió la situación, levantó el niño malherido del suelo, tendiéndoselo a Cavatina.

-Haz lo que dice tu novio,muchacha. Saca al niño de aquí, enseguida te sigo con el resto- escupió en un tono que apenas  admitía réplica.

Negó con la cabeza y saco las espadas-¡¡Vete tu con los niños y Voran, estas herido, yo me quedo con Roht!!- dijo y salió corriendo hacia le trasgo que quedaba ahí, el que había atacado al crío.

-¡¡Ahora veras lo que pasa por meterse con niños!!- 

El enorme Martillo Invencible haciendo acopio de sus últimas fuerzas, esquivó todos los ataques de los trasgos, incluido los de su líder. Roht no había dicho su última palabra y en un alarde de fuerza sobrehumana, más bien sobretrasgoide, hizo girar a Última Sombra con tal violencia que atacó al mismo tiempo a los dos trasgos que tenía alrededor. Acabando, posiblemente, con la vida de uno de ellos en su ataque de furia.

Cavatina hizo caso omiso a las indicaciones de Shalt. A ella nadie le decía lo que tenía que hacer. Esa era una de las principales razones por las que se encontraba allí. Había huido del submundo para tratar de vivir bajo sus propias reglas.

La drow se movió de forma grácil entre sus compañeros y los niños para ganar una posición ventajosa y acometer contra el trasgos. Su ataque fue rápido y directo al pecho. La espada de la elfa oscura se clavó en su carne de forma dolorosa. El trasgo miró de lado a lado buscando una escapatoria. Estaba acorralado, sólo les quedaba luchar por su vida.

Roht estaba contra las cuerdas. Necesitaba un golpe poderoso para que un rayo de esperanza iluminará su camino y el golpe que asestó fue clarificador. De un solo ataque mató a uno de los trasgos y dejó gravemente herido a un segundo. Este trató de devolverle el golpe, pero su poderosa armadura lo impidió. Seguía gravemente herido y tenía frente a él a un intimidate rival. Su vida pendía de un hilo, pero aún así mantenía su fe en el Martillo Invencible.

Shalt resopló con disgusto. Más por el hecho de que nadie le estuviese haciendo el más mínimo caso que por el hecho de que nadie estuviese haciéndose cargo de los niños.

Con ambas armas desenvainadas se movió con soltura entre niños, compañeros y enemigo, situándose justo a la espalda del piel verde. Tras esquivar un torpe y desesperado ataque del trasgo, envió una certera estocada ascendente que se coló por el paladar de la criatura, para luego asomar en la parte alta del cráneo.

Como si de un muñeco de trapo se tratase, el trasgo cayó desplomado al suelo.

-¡Coge a los otros e id fuera a esconderos!-ordenó al niño que parecía el mayor de los tres. Llegados a este punto parecía que el huir no iba a ser una opción. Iban a jugársela al todo o nada.

La carrera del shaltiano para acabar con el últomo de los trasgos que amenazaban la vida de los niños fue providencial. Su afilada espada dio muerte a aquel malnacido tras realizar un ataque perfecto. Cubierto de sangre dio instrucciones concisas y precisas a los tres niños para que abandonaran el lugar con presteza.

La muerte de aquel trasgo sirvió para liberar definitivamente el pasillo de pieles verdes. De esa forma los niños tuvieron vía libre para escapar de su cautiverio. Los tres se reunieron y comenzaron a avanzar hacia el exterior. No obstante no lo hicieron con demasiada convicción. Uno de ellos estaba gravemente herido y los otros dos tenían miedo de toparse con más trasgos.

Mientras tanto, el trasgo que lideraba al resto cargó un poderoso ataque contra Roht. El impactó del filo de Sank Niklas fue duro. La espada del trasgo se coló entre las juntas de la armadura mordiendo de forma muy dolorosa la piel del gran trasgo. Roht por un momento sintió que iba a desfallecer. La pérdida de sangre estaba siendo muy grande. Un solo golpe más y podía pasar a la otra vida. Un segundo espadazo fue interceptado por Roht agotando sus últimas fuerzas.

Necesitaba un milagro y ese milagro llegó en forma de anciano tuerto, pues Voran Tak, el mal hablado, cascarrabias y racista vigilante de los caminos cargó contra aquel trasgo de gran envergadura y portentosa fuerza. Su espada se incrustó en su dura piel llamado la atención de Sank Niklas. Las fuerzas se igualaban, pero nadie podía prever hacia qué lado se decantarían de forma definitiva.

Estaba claro que Roht estaba vendiendo cara su derrota. Con apenas fuerzas y viendo que su única posibilidad era tratar de escapar aprovechando la distracción del ataque de Voran. Pero Martillo Invencible no se había retirado nunca y aquella no iba a ser la primera vez.

- Si este es mi final, que así sea. ¡¡¡¡ Pero moriré luchando!!!! - Espetó a los trasgos que tenía frente a si.

Y sacando fuerzas de donde no le quedaban, gastó sus energías en propinar un tremendo golpe con Última Sombra, que pulverizó, literalmente, el cráneo del trasgo, golpeando a su vez, por la inercia, al líder trasgoide.

Pese a sus esfuerzos, una última sonrisa se dibujó bajo el yelmo del enorme guerrero, que se derrumbó en el suelo, cayendo inconsciente debido a las heridas sufridas. La sangre comenzaba a formar un charco allí por donde se iba perdiendo, procedente del cuerpo del gran trasgo. ¿Sería este el final de Roht? ¿Podrían sus camaradas acabar el trabajo y salvarle?

Al ver caer al grandullón acorazado, el shaltiano, de un salto superó el desnivel que los separaba, y arrodillándose a su lado revisó sus heridas. Sin duda el guerrero estaba agujereado como un colador, pero lo más importante era localizar la peor de las heridas para tratarla adecuadamente.

Enseguida distinguió uno de los cortes del que manaba abundante sangre oscura. Rasgándose la camisa apañó una suerte de vendaje con el que presionó la herida, de la que se controló en parte el caudal de sangre.

Viendo al caído Roth y estando ya atendido por Shalt, decidió ayudar a Voran , sabia que el viejo no podría solo y ya estaba bastante herido, como para tener que cargar con dos cuerpos, lo que nos faltaba, pensó, mejor sería ayudar, así que ahora que estaba el jefe de los trasgos entretenido con Voran, ataco por la espalda. Con un poco de suerte si su jefe caía los demás huirían.

Los tres niños desaparecieron definitivamente de su vista al avanzar solos hacia la salida. Podía ser que lo que se encontraran en su camino fuera peligroso, pero seguían las instrucciones de Shalt. Si todo iba según lo planeado, salvo los trasgos malheridos que habían escapado del combate, no les esperaban más enemigos en aquella gruta. Aunque fiarse de esa premisa podía resultar peligroso.

Cavatina desoyó por completo lo que Shalt le había pedido otra vez. Estaba claro que Pelo de Plata no recibía órdenes de nadie. Su objetivo estaba claro y definido. Cargó contra el líder de los trasgos por detrás, de forma furtiva, como a ella le gustaba.

El resultado de su ataque con la espada corta no pudo ser más satisfactorio. Notó como su espada penetraba en su espalda y como rasgaba músculos y posiblemente también dañaba algún órgano. No mató a aquella bestia, pues era un ser de envergadura portentosa y una insólita resistencia de entre los de su raza, pero sin duda provocó una buena avería en su organismo que limitaría sus movimientos el resto del combate.

Un agotado Roht empleó sus últimas fuerzas en golpear sobre el cráneo del piel verde enfrascado en combate contra él. La fuerza del impacto fue tal que, con la misma inercia del golpe también golpeó sobre el líder de aquellos bandidos secuestradores de niños. Sus fuerzas se agotaron definitivamente y se desvaneció cayendo con todo su peso contra el suelo.

En ese momento llegó Shalt. El humano se arrodilló junto al mestizo por tal de comprobar sus constantes. Fue en ese preciso momento cuando un golpe de espada del líder trasgo voló hacia su cabeza aprovechando la oportunidad que el humano acababa de brindarle para decapitarle. La fortuna quiso que Shalt evitara en última instancia el impacto gracias a sus buenos reflejos.

Fuera como fuera, la presión que ejerció tan solo unos instantes sobre una de las heridas sangrantes del gran trasgo, sirvió para cortar la hemorragia, al menos de momento. Roht abrió los ojos bajo su yelmo y miró al humano. Creyó por un momento que el combate había concluido y habían salido victoriosos, pero pronto comprobó que no era así.

- ¡Muere bastardo! - Gritó con furia Voran Tak. - ¡Vengaré a todos los niños que has asesinado! - Le amenazó.

En ese momento recibió un fuerte impacto en el pecho. Sank Niklas acababa de descargar su ira contra él. El ataque había abierto una profunda brecha en su carne dejando a la vista sus interioridades. Voran miró por un momento la herida. Sin duda era grave y mortal a menos que alguien hiciera algo por solventarlo. No obstante, aquel hombre anciano no se achantó ante la idea de una muerte segura. Movido por la cólera lanzó un fuerte golpe contra el trasgo que tenía delante.

La espada de Tak se clavó en el hombro de Sank Niklas. Voran trató de recuperarla, pero estaba incrustada en el cuerpo de su rival. Las fuerzas se acabaron para el anciano vigilante de los caminos. Sus manos se escurrieron del mango de la espada y él cayó inconsciente al suero y moribundo. 

El tiempo jugaba en contra de los heridos y cuanto más se alargase el combate peor parados iban a acabar.

La sangre de sus heridas se había abierto camino desde el pecho, pasando por el tejido de sus ropajes y hasta la punta de los dedos de su mano derecha, con la que se aferraba a su espada larga.

Era cuestión de tiempo que acabase en el suelo como sus dos compañeros, y lo cierto era que no le entusiasmaba acabar sus días de aventuras en el húmedo suelo de una pestilente caverna de trasgos, pero eso ya estaba más en las manos de la clarividencia que en las suyas propias.

Siendo consciente de ello, apretó los dientes y , situándose sobre Roth, lanzó una serie de frenéticos golpes bien medidos y dirigidos contra a la diabólica criatura, quien empezó a sangrar a borbotones.

Debido a la inercia del último espadazo, sumado a la debilidad que empezaba a hacer presa del shaltiano, este acabó por perder el equilibrio, cayendo sobre el apestoso trasgo que, a su vez, tambien acabó en el suelo, desangrándose.

Sank Niklas alzó los brazos levantando su espada por encima de la cabeza. Entonces abrió su amenazante boca plagada de afilados colmillos y lanzó un aterrador grito que retumbó en todas las paredes de la caverna. Fue entonces cuando sus ojos en llamas por la ira y la furia que sentía en esos momentos miraron a Cavatina. Aquel ser de desmesuradas proporciones para pertenecer a la raza del trasgo lanzó un ataque contra la elfa oscura y en ese momento se detuvo de golpe.

Dos rápidos movimientos de Shalt acabaron con dos poderosos mordiscos de sus filos en el cuerpo del gigante de piel verde. El shaltiano había atacado desde su flanco a Sank Niklas de forma efectiva y definitiva. El trasgo detuvo su respiración por unos momentos en los que pareció detenerse el tiempo. Un gesto de dolor profundo invadió con algo de retraso su rostro y entonces dejó caer su espada mellada que atronó contra el suelo.

Dos chorros de sangre manaron de su cuerpo a través de las heridas que el humano acababa de asestar a aquella mole. Sank Niklas trató de taponar la salida de sangre de su organismo con poco éxito y entonces una arcada le sobrevino y expulsó un gargajo de sangre que bañó el rostro de la drow.

Sank Niklas comenzó a tambalearse. Se hizo a un lado apoyándose en la pared de la cueva. Dio dos pasos rápidos hacia un lado y luego tras hacia el otro buscando un lugar en el agarrarse para no desvanecerse contra el suelo. Aunque encontró un saliente en la roca del que se asió, sus fuerzas flaquearon y finalmente se derrumbó muerto en el frio y húmedo suelo de aquella cavidad en la roca.

Cunado finalmente vio caer al jefe trasgo, fue hacia Voran todo lo rápido que pudo y se arrodillo, examinando las heridas del viejo, miro a Shalt -tiene mala pinta- le dijo preocupada, algo raro en una drow, más por un humano. -Aun si pudieses estabilizarlo..... llevar a dos compañeros y de esa embergadura- dijo mirando a Roht -igual podríamos apañar algo que haya aquí para llevarlos- miro a su alrededor, buscando algo con lo que hacer una camilla o algo parecido.

Levantándose completamente dolorido se sacudió la cabeza, que empezaba a darle vueltas.

-Dame un respiro, Plata..._ resopló sacudiéndose el polvo para luego ir renqueante  junto a la drow a echar un vistazo al anciano.

-Por aplastacráneos no te preocupes. Está mejor que quiere… me da a mí que el granuja está echándole algo de cuento al asunto.

-El viejo si que está algo peor… veamos si entre los dos le hacemos un apaño...