Partida Rol por web

[D&D 3.5] El Paso del Demonio

Capítulo 3. Carretera a Terhes.

Cargando editor
22/10/2019, 19:50
Nindra

Nindra había montado a caballo muy pocas veces, de hecho esta debía ser la segunda o tercera vez que lo hacía en su vida, porque la maga había hecho más bien pocas cosas más allá de leer libros y pasearse de acá para allá por la inmensa torre, subir y bajar escaleras, o cargar con grimorios y volúmenes arcanos. Si a eso le sumaba la tarde con Gideon, las agujetas con las que se había levantado y la sensibilidad en ciertas partes de su anatomía, el resultado fue que al sentarse en la silla del caballo vio las estrellas. Enrojeció hasta el nacimiento del cabello, se puso la capucha sobre la cabeza para que nadie viera el tormento por el que estaba pasando y trató de reprimir un gemido. Estaba claramente incómoda y se esforzó por no protestar ni quejarse, buscando la mejor manera de ir montada sin sentir dolor. Todos los demás montaban con naturalidad, pero ella iba demasiado tiesa y en pocas horas tendría el cuerpo tan entumecido que no podría moverse.

Emprendieron la marcha, por fin, y Nindra se sumió en sus propios pensamientos para distraerse de las molestias. El frío había sido compañero constante desde antes incluso de llegar a Karkaba y su abrigo la protegía. Era la figura más menuda del grupo, incluso Thyga, con aquellos pertrechos, parecía más corpulenta. Recordó entonces que ella era la princesa Margarita y los demás sus escoltas, así que estiró la espalda para fingir una nobleza que estaba lejos de aparentar, dado que los meneos del caballo la llevaban de un lado a otro. No había recibido lecciones de monta, pero Alderic le había explicado cómo debía ir sentada para estar cómoda y que debía seguir los movimientos del trote y no quedarse quieta como si estuviese sentada en  una silla de madera; pero ni ella ni el caballo se entendían, por cualquier razón, la torpeza de Nindra se notaba por mucho que ella se esforzase en disimularlo. Una hora más tarde, logró acostumbrarse a la marcha, pero le dolían los muslos, el trasero y la espalda.

Luego vino la caprichosa pregunta de la Infanta y a punto estuvo de bajarse del animal y volver andando a la ciudad.

-Yo nunca he tenido un anillo -comentó-. Ni joyas. Las pocas piedras preciosas que he visto estaban engarzadas en objetos mágicos y tampoco sé si eso les confiere una propiedad especial o solo es para que parezcan más bonitos. Seguro que en Umnia, tu futuro marido te regalará esmeraldas o cualquier joya que le pidas. Y si no te lo regala, se lo exiges, por algo vas a ser su esposa, ¿no? A decir verdad, no entiendo esa resignación, te vas a casar con el hijo del emperador, seguro que acabas siendo emperatriz, ¿por qué querrías haber nacido pobre cuando puedes tener el mundo a tus pies? Podrás tener vestidos, joyas... Y si eso no es lo que quieres, podrás exigir que te enseñen a usar la espada. Tú mandas, Thyga, ¿no? Una no se limita a ser la esposa de alguien y ya está.

Rebufó para volver a una posición cómoda cuando se escurrió hacia un lado. Cabalgar era un verdadero infierno.

-¿Qué significa exactamente que estás aquí para evitar la red arcana de los Doce Ojos? -se interesó, cambiando totalmente de tema después de un rato.

Cargando editor
22/10/2019, 22:35
Guideon

Guideon, ataviado de nuevo con su armadura completa, había agradecido la idea de los caballos. Ir cargado con todo aquel metal ya era suficientemente incómodo y agotador a lomos de una montura; si hubiera tenido que caminar a pie habría terminado realmente extenuado, y el viaje era tan peligroso que no podía permitirse viajar sin protección. 

Y luego estaba la dichosa lanza de casi tres metros. Guideon la había puesto en unas cinchas en el costado del animal, a mano por si necesitaba sacarla de un tirón, pero eso implicaba tener cuidado cuando cabalgaba cerca de los demás porque, a decir verdad, él tampoco tenía ni la más remota idea de montar. 

Era un tipo perceptivo, sin embargo, y notó que en los bamboleos de Nindra había algo más que falta de práctica: parecía cansada y dolorida. Discretamente masculló una plegaria a Saule, y se puso a su lado mientras hablaba con Thyga. Estrechó su hombro como si únicamente expresara una muestra de afecto pero vertió sobre ella un conjuro de curación. Le sonrió y volvió a alejarse, para que pudiera seguir con su conversación.

Notas de juego

Guideon cambia un Detectar Magia por un Curar Heridas Menores y aliviar los síntomas de Nindra.

Cargando editor
23/10/2019, 17:25
Thyga Redfrid

Ya hablamos de eso... - Miró a la princesa Margarita con cierta duda. - ¿No les conté lo de Mediocrus y...? - Tragó saliva y miró inmediatamente a Nindra. - Perdón...

Al haber mencionado de nuevo a ese mago esperaba no haber desatado una tormenta como la primera vez en Nindra. Parecía que no y en realidad ya habían hablado del tema todos juntos. Parecía que su pelirroja acompañante había superado ese trauma. Thyga se recompuso y volvió a coger el hilo donde lo había dejado.

Creo que lo dijimos. No pude ser simplemente teleportada porque Mediocrus le dijo a mi padre que los Doce Ojos habían tejido una red arcana que impedía dicha magia o... - Sus ojos miraron hacia arriba como tratando de recordar. - ...o más bien, provocaba fallos. Eso era...

Cargando editor
23/10/2019, 17:30
Murron Dra

Sinceramente... - Intervino entonces Murron. - Yo no creo que exista esa red arcana. No había oído nunca nada acerca de ella. Creo que vosotros tampoco y habéis viajado mucho más que yo. ¿No es así?

En efecto, ninguno había escuchado nada sobre una red arcana que provocase fallos en los conjuros de teleportar. Podía ser cierto, pero tanto o más verídico que no hubiera red arcana alguna que actuase en ese sentido. Podía ser que incluso la orden de los Doce Ojos hubiera sido una invención al momento del propio mago real de Ultar.

En ese caso... - Se llevó la mano al mentón pensativa. - ¿Por que creéis que Mediocrus mintió? - Preguntó a todo el mundo y a nadie en particular.

Cargando editor
23/10/2019, 19:49
Nindra

La maga parpadeó al notar que el dolor cesaba, una corriente de calor recorrió lentamente su cuerpo, de la cabeza a los pies y sin darse cuenta, ronroneó gozosa. Miró a Gideon, que le sonrió como si nada, y Nindra estuvo tentada se lanzarse sobre él, arrojarlo del caballo y retozar los dos por la nieve. Pero no lo hizo porque, obviamente, hacía frío, la caída sería dolorosa y tenían compañía. Pero al momento siguiente que estuvieran a solas, ella pensó en agradecerselos. Concienzudamente.

Mientras pensaba en esto, había registrado las palabras de la Infanta y Murron y solo las procesó cuando se dio cuenta de que esperaban que hablase.

-No sé si existe esa red, pero sé que existe la orden de los Doce Ojos. Si Mediocrus te sacó fuera de la red para no teleportarte, porque falla, quizá lo hizo para protegerte. O tal vez, no quiera que los Doce Ojos conozca sus planes y la evitó a propósito, obligándote a ir por caminos más mundanos -comentó, frotándose la frente-. La verdad, no sé qué pensar. Nada tiene sentido para mí. 

Cargando editor
23/10/2019, 20:09
Alderic

Alderic escuchó la conversación en silencio, lo cierto era que si bién sabía como mantenerse sobre un caballo era debido a su destreza natural y a haber observado a otros montar. Admiraba la destreza de la Infanta, y lo cierto era que con esa armadura y la maza casi parecía una guerrera. Se adelantó hasta quedar a la par de las mujeres y habló de forma que las tres charlatanas lo escucharan sin tener que levantar la voz. - No se nada de magia, tampoco conozco a Mierdonius como para saber por qué mentiría acerca de la inconveniencia de teletransportarse. Especular no nos llevará a ningún lado pero si os entretiene, y lo haceis en un tono que no se os escuche fuera del grupo, adelante. 

Antes de volver a su lugar dijo en un tono un poco más alto pero sin exagerar - Esmeralda, cuida que nadie se acerque a la Princesa Margarita y si es necesario da tu vida por ella, para eso has estado entrenando y para eso nos pagan. - Luego dejó que el caballo redujera el paso hasta ponerse a la par de Guideon, esperaba que todos recordaran la importancia de no dejar que se les escapara el nombre de Thyga.

Cargando editor
24/10/2019, 16:36
Narrador

La primera jornada dio a su fin a las puertas del paso de las Montañas Sagrientas. Allí se detuvieron a descansar montaron el campamento. Hicieron turnos de guardia en el que Nindra y Thyga estuvieron exentas, pues para eso estaban los guardaespaldas, más acostumbrados a esas labores. Cenaron carne adobada y bebieron vino. No hubo ningún problema durante aquella primera noche al aire libre y amaneció igualmente nevado y frío. Muy pronto se pusieron en marcha y cabalgaron hacia el paso montañoso.

Pronto alcanzaron el paso de las montañas Sangrientas. El valle del río Hondo no parecía una zona difícil de superar. Ciertamente no cabalgarían de manera tan veloz como en las llanuras, pero siguiendo el cauce del río, llegarían al otro lado de las montañas en algo más de media jornada. Aquel valle era realmente precioso. Pese a que era invierno cerrado, las paredes de las montañas que se elevaban a ambos lados del valle, creaban un microclima, en el cual las bajas temperaturas parecían ser más soportables. Podía ser debido a que las altas paredes montañosas cortaban el frío viento que procedía del este.

Fuera como fuera, tan solo se detuvieron tres veces en el valle. Comieron, descansaron e hicieron sus necesidades. Al atardecer ya estaban del otro lado. Siguieron cabalgando sin más complicaciones durante el resto de la jornada, que no fue mucha hasta que cayó la noche y entonces volvieron acampar. Esta vez con el río Hondo al oeste del campamento. El sonido del río bajando desde la montaña era realmente bello y les ayudó a descansar plácidamente. Pero antes cenaron carne desecada y galletas saladas y distribuyeron de nuevo las guardias.

Amaneció como cada día y desmontaron el campamento. La marcha prosiguió sin más complicaciones, salvo porque Thyga parecía haberse resfriado. Su nariz estaba roja, tenía ojeras y moqueaba, aunque por el momento no parecía ser nada mucho más serio que un resfriado. Sin duda alguna, no estaba acostumbrada a ese tipo de vida. Nindra igual tampoco, pero ya llevaba algún tiempo más viajando y pernoctando al aire libre y en parte, estaba inmunizada.

Fue antes del mediodía cuando fuisteis testigos de algo que os llamó portentosamente la atención. Una nube de polvo se acercaba hacia vosotros de forma veloz. Tratásteis de esconderos pero ya la tenías encima. Se trataba de un grupo de caballeros montados sobre ponis. Eran enanos que acababan de salir a vuestro encuentro. Se trataba de un grupo bastante numeroso, no menos de una veintena de jinetes. Todos lucían armaduras y portaban buenas armas, martillos y hachas en su gran mayoría. El que iba al frente se acercó y os dio el alto, como si tuviera alguna autoridad sobre vosotros.

Cargando editor
24/10/2019, 16:59
Thwain Manovieja

- ¡Alto forasteros! - Les ordenó el enano que iba a la cabeza del grupo. - Soy el capitán Thwain Manovieja de la séptima compañía de caballería de Karak-Throinbagar. - Se presentó. - Estáis en territorio enano y en tiempo de guerra. El Imperio invasor Umnio y el glorioso reino de Taerghodar, han iniciado las hostilidades y las órdenes que tengo del Nugo son claras. - Hizo una pausa, se aclaró la voz y habló de forma solemne. - Todo humano que campe a sus anchas por nuestro territorio, será inmediatamente detenido y puesto a disposición del primer magistrado enano, en el emplazamiento del reino más próximo. - Hizo una pausa asegurándose de que habían comprendido lo que les habían dicho. - Y ahora, espero que depongáis las armas. De ser así, nada tenéis que temer. A menos que seáis agentes el Imperio en misión de reconocimiento, claro...

Cargando editor
24/10/2019, 19:59
Nindra

Nindra miró a un lado y a otro, esperando que alguno de sus compañeros interviniera. Gideon era el más indicado, Alderic tenía mala lengua y ella se había pasado veinte años encerrada en una torre, la última vez que había tratado con un enano, lo había engañado para que le abaratara un mapa.

Para su completo espanto, se dio cuenta de que ninguno iba a abrir la boca y no podía delatar a la Infanta, porque la muchacha era su "escolta" y ella era la princesa Margarita. ¿Margarita de qué reino? Le bajó una gota de sudor frío por la frente. Adelantó el caballo un poquito, fulminando con la mirada a todos por haber dejado que los jinetes enanos se acercaran sin haberlos visto venir. Ella había estado distraida pensando de qué formas asaltar a Gideon durante las acampadas nocturnas, pero había demasiada gente y no tenían ni un momento para estar a solas, de modo que solo podía pensar en una emboscada o fantasear con lo que haría en cuanto lo tuviera delante y sin testigos.

Se aclaró la garganta y se bajó la capucha, intentando parecer lo más noble posible, con su rostro bien maquillado y su lustrosa trenza pelirroja.

-Buenas gentes, mi nombre es Ni... Margarita -¿Qué diantre podía decir a los enanos? No podía decir que iban a Umnia a casarse con el sobrino del Emperador, los detendrían de inmediato. Solo se le ocurrió una cosa-. Estos son mis escoltas. Mi padre, un malvado mago llamado... uh... Pésimus Inferiorus, me tuvo encerrada durante veinte años en una torre y he logrado escapar. Venimos de muy lejos, llevo semanas huyendo de él, quiero poner toda la distancia posible antes de que me alcance...

- Tiradas (1)
Cargando editor
24/10/2019, 20:58
Thwain Manovieja

Aquel enano se rascó la cabeza incrédulo ante lo que oía. Cerró los ojos, meneó la cabeza y miró hacia atrás. Sus subordinados levantaban los hombros, negaban con la cabeza y ponían expresión de estupefacción.

¿Ni Margarita? ¿Y tu padre se llama Pésimus Inferiorus? - Se giró de nuevo hacia el resto de enanos. Parecía confundido. - No creo que mintáis. Nadie mentiría tan mal... - Confesó. - No obstante, tenéis que acompañarnos igual ante el magistrado, quién dirimirá si sois peligrosos para el krakado o bien, si podéis marchar en paz.

Cargando editor
24/10/2019, 23:33
Alderic

El asesino casi se atraganta cuando escuchó la historia de Nindra, a pesar de su insistencia sus compañeros de viaje se habían resistido a crear una historia plausible que contar cuando les preguntaran. "Hay tiempo" "Llegaremos a la ciudad en seis, cinco, cuatro días, no es necesario" "Deja de insistir y disfruta la cena"... y como tenía que ser los habían encontrado sin una historia preparada y sin posibilidad de inventar algo concreto. Se los había advertido en la posada, y lo había repetido cada noche, podría echárselos en cara si quisiera pero lo cierto era que la culpa era tanto suya como del resto. Debería haber insistido...

Afortunadamente el enano había creído la ridícula historia, desafortunadamente tendrían que improvisar sobre la marcha cuando el magistrado los interrogase. - Ya habeis oido al capitán, viajaremos con ellos sin violencia - dijo al resto del grupo - Indicad el camino, ¿A que distancia se encuentra el magistrado? 

Cargando editor
25/10/2019, 12:19
Nindra

Nindra miró al enano con ojos entrecerrados, ¿tan descabellada le parecía la idea de que un mago hubiese encerrado a su hija en una torre durante veinte años? A disgusto, abrió la boca para responderle de buenos modos, pero Alderic se le adelantó. Nindra aguantó el aire dos segundos y luego resopló, aún más disgustada de que ahora Alderic mandase sobre el grupo cuando no le había echado una mano al principio. Claro, ahora que ella había hecho el trabajo dificil, llegaba él a hacer lo fácil. Mientras ella pensaba la forma de salvarles la vida a todos, Alderic se hacía el líder cuando el peligro había pasado gracias a ella.

Con las orejas rojas de furia, Nindra levantó la cabeza con gesto orgulloso, pero que le confería el aire caprichoso de una niña enrabietada.

-Muy bien, vamos -respondió. Se puso otra vez la capucha y murmuró por lo bajo.

Cargando editor
25/10/2019, 12:39
Guideon

Guideon no tenía la fe que tenía Alderic en que aquello fuese a terminar bien para ellos. A decir verdad, pensaba que tenían más posibilidades de salir con vida ahora, contra veinte enanos, que si deponían las armas, y entraban en la ciudad. Al contrario de lo que creía Alderic, daría igual lo elaborada o consistente que fuera su historia. Sería muy fácil, con tan sólo un pellizco de magia como zona de verdad (conjuro que él mismo sabía esgrimir) o como detectar los pensamientos, extraerles la verdad acerca de su auténtica identidad. 

Pero, por supuesto, Alderic no tenía ni la más remota idea de magia y eso impregnaba todas sus decisiones. Sólo cabía esperar que los enanos fueran igual de ignorantes en el reino de la magia.

Echó una mirada de preocupación en dirección a Nindra, pero la maga se había echado la capucha sobre la cabeza, enfurruñada por enésima vez con Alderic.

¿Sería él único que veía que se estaban metiendo una trampa de la que difícilmente iban a poder salir?

Guideon rebulló inquieto en su silla de montar y le pidió a Saule que sus temores fueran infundados.

Cargando editor
25/10/2019, 18:16
Narrador

Depusieron sus armas y viraron el rumbo. Por suerte, aquel grupo de enanos también viajaba hacia el norte, aunque no sabían con que intenciones. Pese a que habían sido arrestados, sus captores no resultaban hostiles. Casi se podía decir que estuvieran compartiendo el camino con ellos y no siendo escoltados hacia un juicio por una presunta entrada ilegal en territorio enemigo. De hecho, no hubo malas palabras, empujones o burlas, sino todo lo contrario.

Les ofrecieron bebida y comida y ellos la aceptaron. Hablaron del tiempo, de las últimas guerras, de la problemática con los trasgos y en general, de la vida diaria en aquella zona del norte de Harvaka. Cabe decir que la princesa Margarita y su séquito tuvieron que mentir sobre su procedencia y sus intenciones. Aquellos enanos parecieron creerles. Tampoco tenían porqué no hacerlo. Si les habían arrestado era únicamente para cumplir sus órdenes, pero realmente parecía que a nivel individual, ni al capitán de la tropa le importaba lo más mínimo que aquellos seis humanos pasearan a sus anchas por el territorio que algún Kark consideraba suyo.

Llegó la noche y acamparon. Según les contó Thwain, proseguirían la marcha al alba y con tan solo media jornada en dirección noreste, alcanzarían un asentamiento en el que podrían ser finalmente puestos a disposición de un magistrado. Aquello trastocaba bastante sus planes y Thyga se mostraba nerviosa. Si alcanzaban el lugar al que estaban siendo conducidos y eran declarados inocentes, podrían reanudar la marcha y forzándola un poco podrían llegar a tiempo a Umnia. No obstante, si eran retenidos más horas de la cuenta o eran declarados culpables, una nueva guerra estaba servida.

Esa noche cenaron estofado y bebieron hidromiel. Uno de los enanos se animó a cantar. Pese a que desafinaba como un mono con un violín, al resto de beodos barbudos parecía gustarles. La temática de sus canciones era bastante obscena y se reían a  gusto con cada verso. Mientras tanto, el grupo de humanos permanecía a la espera de acontecimientos. Si se emborrachaban lo suficiente, podía ser que tuvieran una opción de escapar. Por desgracia, el capitán no había probado una gota alguna de alcohol y había otros tres enanos que parecían estar castigados también sin hidromiel.

Cargando editor
25/10/2019, 18:37
Grumsh el Bardo

...El mago Tarkhan

se folló a la Kark

tuvo un hijo amarillo

que cabía en un bolsillo

La Kark y Tarkhan

nunca se casarán

La Kark le apalea

y el ronronea

le gusta que le den

es algo que hay que ver...

Si... era una música bastante insoportable. No sólo por la estridente voz de aquel enano. Su elevado tono de voz contrastaba con los gallos que emitía cada pocas palabras. La rima no es que fuera nada del otro mundo y la letra... ¿Qué decir de la letra? Aunque por alguna razón al resto de asistentes a aquella extraña velada, parecía que aquello les animaba y les confortaba el espíritu. 

Cargando editor
25/10/2019, 18:47
Thwain Manovieja

Fue entonces cuando el capitán Thwain se acercó al grupo de humanos. Se sentó a su lado. Portaba un plato de estofado y una jarra de hidromiel. Quizás se había zampado ya cuatro platos bien llenos de aquella bazofia, pero al igual que los enanos no parecían tener demasiado oído, tampoco parecían tener un sentido del gusto demasiado exquisito.

¿Todo está bien? - Les preguntó Thwain. - Siento de verdad tener que conduciros hasta el primer asentamiento enano. No me gusta la guerra. Mi familia siempre ha tenido un buen trato con vosotros los humanos. - Parecía que el capitán se había animado a contarles historietas de su vida, que no les importaban lo más mínimo. - Teníamos una granja de nabos. Bueno... cultivábamos muchas más cosas, pero los nabos eran nuestro producto estrella. ¿He dicho que me críe en la llanura? Soy mi tío abuelo es el Thog Freshart de Puente Severo. Allí vivía yo y allí teníamos la granja. Mi padre...

Cargando editor
25/10/2019, 19:56
Guideon

Joder, lo que faltaba —pensó Guideon, levantándose como un resorte. 

—Si me disculpáis —le dijo Guideon a Alderic y al enano que estaba dispuesto a contarles la vida.

El sacerdote de Saule se acercó a Nindra y le ofreció su mano.

—¿Me permitís, mi señora Margarita? —dijo ofreciéndole la mano con caballerosidad.

Había sido el mismo tratamiento que le había dado a Nindra, en la posada, con torpeza, hacía lo que parecía una eternidad. Ahora, en cambio, había utilizado el tratamiento con toda naturalidad del mundo. Primero porque era su tapadera, segundo porque su relación con Nindra había evolucionado mucho más rápido de lo que su alma podía esperar, o su mente comprender.

La ayudó a levantarse y después le ofreció el brazo para que se colgara de él, la acompañó caballerosamente, dándole algo de conversación banal, y se alejaron un poco del campamento, perdiéndose de vista en un sitio discreto pero cercano. 

Cargando editor
25/10/2019, 20:02
Guideon

En cuanto estuvieron fuera de la vista, Guideon se abalanzó sobre Nindra, con una pasión contenida durante un tiempo que se le había antojado una eternidad. Se aplastó contra ella, la beso con ardor y fogosidad en los labios, pero pronto sus labios se desviaron a su oreja y a su cuello. Sus manos empezaron a recorrer todo su cuerpo, sus pechos, sus caderas, su trasero, sus muslos y vuelta hacia arriba. 

Cargando editor
25/10/2019, 21:08
Nindra

Nindra no conocía ningún conjuro para taparse los oídos, aunque sí que conocía alguno para silenciar, el problema era que no estaba en su grimorio. Tomó nota mental de buscarlo para la próxima vez. El viaje por los caminos acompañados por los enanos fue bastante bueno, no esperaba ser conducida con generosidad, pero tampoco esperaba que los detuvieran. Eran unos enanos que protegían su territorio, nada más, y ellos no tenían nada que ocultar. Mientras ninguno revelara la identidad de la Infanta, no habría ningún problema.

La maga contó por encima su propia historia, que su padre adoptivo la sacó de un orfanato para luego encerrarla en una torre y no dejar que saliera. Luego habló de cosas sin sentido, magia, historias que había leído, datos que tenía almacenados en su mente, pero que no servían para nada. Dado que ella hablaba mucho y muy deprisa, a más de un enano empezó a dolerle la cabeza con la tralla de Nindra. Cuando hicieron campamento, Nindra estaba animada, pero la música era horrible. Se sentó junto a Alderic y la Infanta, para darle ánimos a la chica más que nada y que no se viniera abajo. Esperaba que no se pusiera demasiado nerviosa, le dio unas palmaditas en la mano y le ofreció palabras de aliento en voz baja, cuchicheando y fingiendo reír de forma coqueta, como chiquillas. Esperaba que eso la ayudara a sobrellevar la situación.

No sabía mucho más de esos enanos, salvo el nombre de su líder. Cuando el capitán del grupo se acercó a hablarles, Nindra correspondió con una sonris amable. 

-Todo está bien, señor Thwain. Usted y sus hombres son muy amables. La guerra es un asunto muy feo, sí. A mí tampoco me gusta.

Tampoco  le dio tiempo a dar su opinión, empezó con su historia sobre los nabos, Nindra lo escuchó con atención hasta que Gideon se levantó y le ofreció la mano. De inmediato se acaloró, las alarmas se dispararon y le temblaron las rodillas. 

-Eh... sí, claro... -se levantó, sacudiéndose la falda de la túnica.

¿De qué querría hablar? Se preguntó sino sería sospechoso que salieran así de repente y se fueran a un lugar apartado. ¿Y si sospechaban que planeaban escapar? Miró de reojo a Alderic, parecía nervioso, seguro que estaba planeando la manera de iniciar una huída.

Se alejó con Guideo del brazo. ¿Y si los demás enanos pensaban que iban a tener relaciones? Bueno, ella tenía ganas, pero en mitad de todo el mundo pues no le apetecía demasiado. Se sonrojó. Esperaba que los enanos pensaran otras cosas, como que iba a hacer sus necesidades en privado, escoltada por uno de sus guardias.

Cargando editor
25/10/2019, 21:52
Nindra

Tampoco le dio mucho margen, en cuanto se perdieron entre los ricos, Gideon se lanzó sobre Nindra como un oso gigante. La maga no tuvo tiempo de decir nada, le estampó un beso en la boca y comenzó a acariciarla con apasionado anhelo, encendiendo de inmediato la hoguera que había entre sus piernas. ¿De verdad había estado tan ansiosa por esto? Caramba, sí que lo estaba, Nindra estaba caliente y sensible. Las rudas caricias de Gideon prendieron su pasión, le encantaba que su contenida templanza estallara; para ella, saber que estaba nervioso e impaciente era muy excitante. Volverlo loco de deseo era como una droga para la maga.

Cuando el sacerdote rebuscó bajo el cuello del abrigo con sus labios, Nindra gimió muy alto y se tapó la boca, riendo por las cosquillas que le provocaba su barba. Le dio un tirón, divertida.

-Empiezas a necesitar un afeitado, vas a parecer uno de esos enanos -comentó, presionándose contra su cuerpo. Gideon estaba cubierto con la armadura y se clavó las junturas en zonas sensibles. A pesar de que tocaba sus brazos y su pecho, solo podía acariciar hierro. Así que le mordió la oreja y jugó rato a eso, hasta que pudo volver a pensar. Lo apartó de un suave empujón-. Tengo una idea. 

Con un jadeo, sacó un pedacito de cuerda de su bolsa de componentes, se aclaró la voz y trató de concentrarse en el conjuro, sin pensar en el hombre y en la humedad que ella sentía entre los muslos. Realizó unos complicados gestos con las manos, las vibraciones arcanas flotaron alrededor de ella, erizando ligeramente su cabello y haciendo flotar los vuelos de su túnica. La cuerda se extendió en vertical sobre una piedra plana y su extremo superior quedó a dos metros del suelo.

-¿Me ayudas? -pidió a Gideon, señalando hacia arriba.

Entre risas y torpezas, Nindra consiguió acceder al espacio dimensional sobre la cuerda y Gideon la siguió. La maga convocó una luz anaranjadas, el espacio era de color rosado y blanco, pero la ilumación era tenue y muy acogedora. Con una risita, Nindra movió las manos para volver a conjurar y luego se dejó caer sobre el suelo de aquel espacio sin fin. Estaba blandito, como un mullido colchón gigante, y en la parte de arriba, la cupula era transparente y se veía la noche estrellada. Se tumbó boca abajo, flexionó las rodillas y balanceó los pies, mirando a Gideon con los ojos llenos de chispas.