Partida Rol por web

Al amanecer abandonaron el pueblo que les había acogido con reservas. El propio gobernador de Umthral, que así se llamaba la aldea, el jefe Roknút acudió a su encuentro para despedirse de ellos. No es que aquella despedida fuera muy cálida, más bien todo lo contrario, pues lo cierto era que Roknút había acudido a su marcha, más bien para asegurarla, que para despedirse. Lo cierto era que en los tiempos que corrían y en un lugar tan peligroso como en el que se encontraban valía la pena ser precavido y no fiarse de nadie, por muy bienintencionado que pudiera parecer.

Horas más tarde se encontraban caminando de nuevo hacia el interior del continente. Cruzaron un puente que flanqueaba el río Tragues, en cuya orilla se había levantado la aldea enana y comenzaron  a alejarse de la costa que les había visto llegar y de su propio hogar, por un sueño de oro, joyas y piedras preciosas, que posiblemente nunca alcanzarían, porque al fin y al cabo, solo contaban con viejas historias y un mapa manuscrito con ciertas indicaciones que podría haber hecho un cualquiera. Aunque... ¿Qué famoso explorador había partido a sus viajes con la certeza absoluta del triunfo? 

Lo que si habían ganado desde que desembarcaran era cierta confianza entre ellos. Un grupo de personas que pretende enfrentarse a la muerte debe estar unido. Desde un buen principio, entre ellos lo cierto era que no había más que desconfianza y se podría decir que hasta celos y envidias. Con el paso de las jornadas y gracias en gran medida a las cervezas compartidas y a los enemigos abatidos, aquellas suspicacias habían empezado a desaparecer. Jacrow aceptaba a Valyëvan y ésta empezaba a tolerar un poco más a Alex, quien había hecho las paces con Aenifer y entre ella y Eliferum, nunca había habido ningún problema serio más allá del momento en que fueron presentados.

Y así fueron pasando las jornadas. El invierno no tardó en hacerse más patente de lo que ya lo era. El frío era cada vez mayor y la nieve empezó a tapar gran parte de los territorios por los que iban pasando. Por suerte, no se toparon con grupos hostiles en todo el territorio al norte del valle que Jacrow había denominado de los trasgos. Sin embargo, cuando dejaron al oeste dos montañas solitarias y al este una gran cordillera, supieron que a partir de ese momento, deberían andarse con mucho más cuidado, pues todo ser pensante con el que se topasen en aquella zona, sin duda no iba a ser tan amable como los habitantes de Umthral.

- Hemos llegado al valle de los Trasgos - Remarcó lo evidente. - Debemos viajar hacia el este. En la cordillera esta nuestro objetivo. - Apuntó con un dedo sobre las montañas que se encontraban en el mapa. - Éstos valles están llenos de clanes trasgos... - Gruñó y entonces miró a sus compañeros. - Si nos localizan... será nuestro final.

- Igual sería un buen momento para sugerir un buen plan... - Dijo entonces Alex. - ¿Qué se te ocurre Aeny? - Le preguntó sonriente mientras le acariciaba un hombro. 

Desde la noche que pasaron juntos en la aldea enana, no se había separado prácticamente de ella. No obstante, ahora que llegaba el peligro más serio, igual sería el momento de desconectar un poco, pues en aquella nube en la que Alex Ryder se encontraba, podía ser fácilmente pillado desprevenido.

- Creo que daré un rodeo por la zona a ver que veo. - Dijo entonces. - Igual hay marcas en el suelo, huellas, restos de batalla...

Eliferum se acercó a Valyëvan por detrás. Aquel hombre no había perdido el humor desde que mató pieles verdes en las llanuras del norte. Si bien seguía hablando de tanto en cuanto de que ese continente iba a ser su tumba, parecía que ya no le pesaba tanto, lo que fuera que le pesara. 

- ¿Y tú que piensas Valyëvan? - Le preguntó. - ¿Alguna idea para atravesar este valle? 

El valle de los tragos hacía, sin duda, honor a su nombre. Por allí todo iba a ser peligroso. Hasta respirar. El grupo que formábamos era diferente y aunque había paz, no existía armonía. No obstante, había aprendido que Jacrow era un buen hombre y que Eliferum no solo era un digno combatiente sino mucho más. Era un amigo leal. 

Pero ahora había que analizarlo todo de la mejor manera posible y estaba convencida de que solo los que luchábamos habitualmente podíamos encontrar la mejor manera de atravesar el lugar.

- Creo que daré un rodeo por la zona a ver que veo. Igual hay marcas en el suelo, huellas, restos de batalla.

Separarse no es una buena idea, pero allá tú, pensé, mirando de reojo a Aenifer sin decirle nada. Tenía otras cosas en qué pensar mucho más importantes que la supervivencia de aquel falso guerrero.

-Las montañas son siempre el mejor refugio. Todo el camino que hagamos por el valle, será peligroso porque estaremos expuestos y también a la vista de cualquier par de ojos que esté observando desde las alturas. Por tanto, sugiero dirigirnos hacia las montañas. No es necesario que las escalemos, pero a lo mejor sí que deberíamos buscar un paso para atravesarlas.

Me adelanté dos pasos y miré a mi alrededor.

-Además, mientras estemos en una zona tan llana y extensa, podremos ser atacados por fuerzas superiores, pero en los pasos de las montañas, los caminos estrechos solo permitirán que nos encontremos con grupos pequeños o, al menos, en filas, lo que representará una ventaja para nosotros.

Asenti a las palabras de mi amiga, aun conservaba el sentido comun y me alegraba mucho de contar con ella.

- Si, es buena idea ir hacia las montañas y estar cerca, no creo que los trasgos se aventuren por ellas y seria mucho mas facil defendernos y hasta conseguir refugio, por otro lado con este clima, creo que se sera dificil que alguien nos pueda seguir o encontrar, hay que tener cuidado de no separarse.

Luego mire a Alex.

- Si quieres explorar es mejor que te esperemos en un punto seguro que puedas encontrarnos y podamos calentarnos mientras esperamos, no hay necesidad de apurarse no?

Si de algo habia servido la aldea enana era para asegurar raciones de comida que sirvieran para el viaje. Todos sabiamos a lo que ibamos y seriamos austeros en nuestas necesidades pero esa aldea habia facilitado la expedicion, al menos a lo que comida se referia.

Me daba algo de nervios que Alex explorara solo. Tampoco queria separarme del grupo.

- Supongo que podemos hacer una rapida exploracion mientras lo demas siguen una ruta fija que nos permita encontrarlos luego, eso podria servir y evitarnos problemas si vemos enemigos.

Dudaba de poder encontrar algo real, aunque si habia campamentos, habria fogatas y eso era suficiente para saber por donde no ir. Estaba claro que el valle le pertenecia a los trasgos y cualquier cosa que se moviese seguramente era hostil.

Alex regresó al cabo de no mucho tiempo. Había examinado la zona y a parte de una extrañas pisadas de algún tipo de animal con enormes pezuñas, muy similares a los de una cabra, no encontró indicio alguno de actividad en la zona. Sin embargo, la idea de Valyëvan, les resulto a todos bastante inteligente. Exponerse a campo abierto era una temeridad y al fin y al cabo, se dirigían a las montañas, por lo que viajar a través de éstas, aunque el terreno fuera más accidentado y tardaran algún tiempo más en llegar a su destino, valía la pena.

Por tanto el grupo puso rumbo a las montañas. En menos de dos jornadas y media ya se encontraban escalando la primera de las escarpadas montañas de aquella cordillera que pertenecía al denominado Escudo del Norte. Aquel macizo montañoso era sin duda alguna una de las cordilleras más altas de todo el mundo conocido, al menos de las que aquellos cinco viajeros tenían conocimiento. Encontrar el lugar al que se dirigían, iba a ser una tarea bastante complicada. Sólo esperaban no encontrarse con ninguna criatura hostil en su camino.

La llegada del invierno ya había hecho descender las temperaturas bastante, pero sumada la altitud a la que se encontraban, provocaba una sensación de frío intenso y eso que no habían ascendido demasiado, pues esa no era la idea. No obstante, si no querían llamar la atención, tampoco podían circunvalar la cordillera desde los pies de sus montañas. Por suerte, eran vovits y estaban acostumbrados a las heladas. Como tal llevaban pieles, estaban preparados para las bajas temperaturas. 

Sin más siguieron avanzando. Estaban cerca de su destino. Al menos estaban en la cordillera adecuada, de eso no tenían duda. No obstante, encontrar la entrada a la antigua fortaleza enana que buscaban, podía ser algo arduo complicado. Al fin y al cabo, aquel lugar era muy extenso y ellos no tenían demasiada idea de por donde empezar a buscar. Poner un dedo sobre el mapa era muy fácil, pero otra cosa era una vez en el terreno, localizar el punto exacto al que querían ir. 

- Podemos para a almozar algo... - Dijo entonces Alex. - Tengo los pies helados y las piernas entumecidas. Podríamos encender una hoguera. - Sugirió. - No hemos avistado enemigos desde que entramos en el valle. Y desde luego, no parece que haya demasiada actividad en estas montañas. - Se encogió de hombros. - ¡Y desde luego tengo ganas de comer algo caliente!

Miré a Alex en cuanto abrió la boca. Su sugerencia era digna de alguien como él, que pensaba que estábamos allí como si viajásemos por placer. Sería su caso, sin duda, gracias a Aenifer, pero no el mío. 

Es mejor esperar a la noche y a encontrar algún lugar donde ocultarnos -le dije secamente a Alex -. Ahora quizás esté tranquilo, pero somos un blanco fácil en mitad de este lugar y con visibilidad hasta donde sale el sol.

Después, me di la vuelta y continué caminando.

Quizás fuese demasiado dura con Alex... o quizás no, pero comer no era una prioridad. Mantenernos alejados de los problemas, sí. Y la idea de detenerse simplemente para descansar, era una auténtica estupidez. Debáimos aprovechar todas las horas de luz que pudiéramos y cruzar aquel valle lo más rápidamente posible, porque solo de esa manera minimizaríamos los encuentros peligrosos.

-Cuanto antes salgamos de este valle, más seguros estaremos. Cualquier retraso podría significar encontrarnos con un grupo de trasgos. No creo que merezca la pena eso a cambio de una comida.

Alex Ryder se sorprendió ante la reacción de Valyëvan. Hacía algunas jornadas que no tenían encontronazos incómodos como aquel y pensaba que poco a poco había empezado a aceptarle. Era evidente que el rencor, los celos, el odio o lo que fuera que tenía en su contra, no había desaparecido. No al menos del todo, pese a que la convivencia se había tornado un poco menos molesta. Al final aquella mujer tenía razón, aprovechar las horas de luz para avanzar era lo más lógico, aunque también era importante estar bien alimentados.

- Yo no decía... - Buscó a Anifer y la encontró con la mirada. Inmediatamente alzó las cejas y resopló cuando Valyëvan no miraba. No obstante, fue consciente de aquel gesto con el ojo que tenía en la nuca. - Sigamos entonces... - Sentenció el explorador, que se acercó a Aenifer. - Es muy dura... - Le susurró.

Estaba a punto de aceptar la idea de Alex, ya que confiaba en su buen juicio y el frio me estaba calando pero mi amiga dispuso lo que debiamos hacer ofreciendo su gran sentido comun que tanto me gustaba.

Tras ello estuve a punto de soltar la carcajada porque practicamente parecian marido y mujer peleandose a cada rato. Alex me miro y no pude mas que levantar los hombros. Que podia yo hacer?

- Lo es! Por eso es mi amiga y por eso estamos vivas, mas de una vez nos salvamos gracias a ella, asi que deberias agradecerle algun dia..... pero no hoy! Dije con una sonrisa quitandole importancia.

Al pasar por su lado le di una caricia a Alex. Esperaba que eso le diera animos.

- Nadie trajo alguna botella enana que nos diera calor? Dije extrañando el licor.

- ¡Licor enano no quedará, pero aún tengo algo de hidromiel en mi poder! - Eliferum soltó una risotada.

Estaba bastante cansado, como todos, pero se le veía contento. Desde que habían llegado a las montañas y habían comenzado a ascender, se le veía más relajado. Igual era por el frío que hacía. Al Anjo no le gustaba pasar calor y en esas montañas no hacía ni pizca. Eliferum se acercó a Anifer y compartió con ella su hidromiel.

- Si hubiera tenido cien años menos, me hubiera gustado tratar de convencerte para que fueras mi esposa. - Le dijo muy serio. Ambos se quedaron un instante callados. Alex miraba de reojo expectante, aunque no parecía molesto. No todavía. Entonces aquel hombre soltó una gran risotada. - ¡Jajajaja! ¡En otra vida! - Le dio una palmada en la espalda a Aenifer que casi la desmontó y se encaminó a la vanguardia del grupo, donde se encontraban a la cabeza Valyëvan y Jacrow.

Siguieron avanzando durante un buen rato a través de aquel terreno irregular. A diferencia de en el valle, el terreno en las montañas, pese a que estaban a poca altitud, era mucho más accidentado y se hacía cada vez más difícil avanzar. No porque el terreno se volviera más difícil a cada paso, el terreno seguía siendo para bien o para mal igual de accidentado, sino por la luz. La luz empezaba poco a poco a escasear. Seyran empezaba a bajar la guardia, dando paso al reinado de Mahaan.

Quizás fuera ese un buen momento para buscar un lugar donde pasar la noche. Si seguían caminado en plena oscuridad, acabarían por torcerse un tobillo o caer por un desnivel. Ademas, buscar escondite o montar un campamento a la intemperie, sería más fácil si lo hacían con los últimos rayos de Seyran, que con los pocos reflejos de este, que proyectara Mahaan sobre Gea. 

A Valyëvan no le quedó más remedio que aceptar por petición popular esta vez si, el final del trayecto diario. Alex fue el primero en empezar a buscar por los alrededores un lugar idóneo para acampar. Él era el explorador, él era quien debía dedicarse a eso. Lo cierto era que, le pesase a quien le pesase, lo había estado haciendo bastante bien en las jornadas anteriores y probablemente esa noche no iba a ser una excepción.

La llegada del invierno ya había hecho descender las temperaturas bastante, pero sumada la altitud a la que se encontraban, provocaba una sensación de frío intenso y eso que no habían ascendido demasiado. Era una noche fría. Como casi todas en las últimas fechas. Esa misma mañana habían comenzado la ascensión de la montaña en la que ahora se encontraban.

El territorio era inmenso. El Escudo del Norte era un macizo impresionantemente grande. Mucho más grande de lo que podrían haber llegado a sospechar. Encontrar lo que buscaban entre toda aquella roca, arbolada y nieve, iba a ser una tarea arduo complicada. Más si tenían en cuenta que parecía que allí no viviera nadie desde hacía... desde nunca... No obstante, si no querían llamar la atención, tampoco podían circunvalar la cordillera desde los pies de sus montañas.

A diferencia de en el valle, el terreno en las montañas, era mucho más accidentado y se hacía cada vez más difícil avanzar. No porque el terreno se volviera más difícil a cada paso, el terreno seguía siendo para bien o para mal igual de accidentado, sino por la luz. La luz empezaba poco a poco a escasear. Seyran empezaba a bajar la guardia, dando paso al reinado de Mahaan. Si seguían caminado en plena oscuridad, acabarían por torcerse un tobillo o caer por un desnivel. Ademas, buscar escondite o montar un campamento a la intemperie, sería más fácil si lo hacían con los últimos rayos de Seyran, que con los pocos reflejos de este, que proyectara Mahaan sobre Gea. 

Los enanos podrían haber seguido avanzando durante un buen rato a través de aquel terreno irregular, su visión nocturna era buena durante la noche y hubieran tratado de encontrar un mejor lugar para acampar que en medio de la nada, pero los anzanos empezaban a pasarlo mal con tan escasa luz. Por otra parte, los enanos y los anzanos no estaban acostumbrados a ese terreno ni a ese frío y lo empezaban a pasar mal, sobre todo ahora que había caído la noche, así que decidieron acampar allí mismo. Llevaban ropa de abrigo, pero ojala hubieran llevado también pieles, no estaban preparados para tan bajas temperaturas, por lo que fue inevitable encender una hoguera. 

No todo eran malas noticias, al menos estaban en la cordillera donde creían que podían empezar a buscar, de eso no tenían duda. No obstante, encontrar la entrada a la antigua fortaleza enana que buscaban, podía ser algo arduo complicado. Al fin y al cabo, aquel lugar era muy extenso y ellos no tenían demasiada idea de por donde empezar a buscar. Poner un dedo sobre el mapa era muy fácil, pero otra cosa era una vez en el terreno localizar el punto exacto al que querían ir. 

Alex Ryder no tardó en regresar. Traía consigo una expresión diferente. Parecía preocupado por algo. 

- Hay un campamento. - Dijo. - No son muchos. Tampoco son trasgos. Parecen humanos entorno a una hoguera... - Hizo una breve pausa. - ¿Qué queréis hacer? - Les preguntó.

- Lo mejor será pasar de largo. - Se pronunció Jacrow. - Nada bueno pueden estar haciendo en estos lares por muy humanos que sean. - Miró a las mujeres y también a Eliferum. - ¿A caso todos los vovits son buenos? ¿Todos os daría cobijo y alimento en un momento de necesidad? Sabéis la respuesta...

- Poco tenemos que perder. - Intervino entonces Eliferum. - Puede que estén tan perdidos como nosotros. - Dijo con cierto optimismo. - Hace mucho que solo veo vuestras caras. ¡Ya las tengo aburridas! - Sonrió. - ¡Vamos! ¡No seáis tan desconfiados!

Yoon-Shun estaba asando algo de carne a las brasas de la hoguera cuando alzó la mirada y pidió silencio colocando su dedo frente a sus labios y mirando de reojo a todos los presentes. Aquel comportamiento era un tanto extraño en ella, pues desde que Tarkhan le dio una buena reprimenda tras el incidente que protagonizó junto a la Caminante de Brumas, se había mantenido en un segundo plano y casi nunca trataba de ganar protagonismo o iniciar una conversación.

- ¿Habéis oído eso? - Les peguntó a todos. - Creo que hay alguien... - Observó.

Cuanto más inadvertidos pasemos en estos parajes, mucho mejor -dije, pensando muy seriamente si enfadarme con Jacrow o no. En cualquier caso, ser precavidos era siempre la mejor estrategia y no se nos había perdido nada en aquel campamento. Bastaba con saber en dónde estaban para saber en qué dirección vigilar. Entendía la actitud de Eli pero tenía muy claras mis prioridades.

Miré a mi alrededor y me pareció distinguir una gruta*.

-¿Qué tal allí arriba? Estamos lo suficientemente alejados del campamento como para que no supongan un peligro para nosotros, y es un lugar elevado para mantenerlos vigilados.