Partida Rol por web

Gwindra rápidamente dispara tres flechas al lobo que no está cubierto por telaraña. La primera flecha se clava al lado del mismo, pero las dos siguientes impactan de lleno en el lobo, clavándose una en la cuenca del ojo y otra en el cuerpo.

Ya le parecía a él que era mucha buena suerte concentrada. ¿Algo decente que comer y un enfrentamiento con un loco sin heridos? Demasiado bonito como para durar. Lo peor era que a él aún le dolía el pie, por lo que si decidían salir corriendo, él se quedaría atrás para servir de almuerzo a aquel par de monstruos.

Afortunadamente, no estaba solo. Sus compañeras reaccionaron rápidamente y para cuando él tuvo su arco listo para disparar, Lyris y Gwindra ya estaban preparadas para combatir también.

No sabía si era bueno o malo, pero la maga les informó de lo que eran aquellas cosas y de lo difícil que era matarlas y de que además eran venenosas.

 -Génial… ¿Qué sugerís que hagamos entonces?

Pero más que sugerir, actuaron, ya que la maga empezó a conjurar energía que fortaleció al grupo aumentando su velocidad. O ralentizando al resto del mundo, Serge no podía notar demasiado la diferencia. Además, lanzó lo que parecía una telaraña sobre uno de aquellos perros, dejándole atrapado. Eso les dejaba un poco de espacio para respirar, ya que al tener un objetivo menos peligroso que el otro, podían decidir a quién atacar y cuándo, montar una estrategia. Y lo primero sería acabar con el que estaba libre antes de que les atacara a ellos.

-¡Pégales con todo lo que tengas!

La maga esperó a que Serge estuviera preparado para atacar, y entonces lanzó un nuevo encantamiento que parecía alterar la fábrica misma del tiempo. Sin dudar, sus compañeros aprovecharon ese instante en el que las arenas del tiempo se detuvieron para lanzar un nuevo ataque sobre aquellas criaturas sobrenaturales.

Lyris estaba más que dispuesta a demostrarles que sus habilidades no se quedaban sólo en lo que ya habían visto. Y el conjuro que lanzó para estirar aún más el tejido del tiempo lo dejaba bien claro. Serge jamás en su vida había tenido una sensación como aquella. El mundo a su alrededor se movía como la miel espesa deslizándose por un plato. Era una oportunidad que no había que desaprovechar en absoluto.

 -¡A la orden précieuse!

Apuntó con el arco al perro infernal que no estaba atascado en la red mágica de Lyris y disparó. Una flecha, dos flechas… El conjuro que su compañera le había lanzado hacía que su cuerpo se moviera casi solo, lanzando dos flechas en el tiempo que normalmente habría dedicado a un solo disparo.

Sonrió victorioso cuando vio que ambos proyectiles impactaron en el cuerpo de la bestia, clavándose en su carne, sin demasiada fuerza, pero lo suficiente como para que de las heridas brotara lo que fuera que esa cosa tenía por sangre. Parecía que la fortuna había vuelto a su lado, ¡ojalá no les abandonara de nuevo!

La velocidad de las manos de Gwindra cargando flechas no se la creía ni ella.

Lanzó la cuarta flecha clavándosela en la otra cuenca vacía y oscura.

Tras los conjuros con los que Lyris sorprendió a sus dos compañeros, éstos se afanaron en disparar sus arcos. El primero en reaccionar fue Serge, que con gran puntería pero nula eficacia estrelló dos de sus flechas contra la dura piel de aquellos seres. Ambas saetas se astillaron en un millar de trozos sin causar daño alguno a aquella criatura. Al ver aquello Gwindra creyó lo peor y quizás por eso su primer disparo salió errado a un palmo de distancia de la babeante bestia mágica que le acechaba. Sin embargo, un nuevo disparo se incrustó en su lomo, al igual que un segundo y un tercero haciendo que una sangre de un color azulado brotase de su cuerpo junto a un desgarrador grito procedente de sus fauces.

El lobo de las llanuras que había quedado atrapado entre las fuertes y pegajosas hebras del hechizo de telaraña que con tanto tino había lanzado la maga, trataba de despegarse de ellas empleando toda su fuerza, pero lo único que estaba consiguiendo era quedar aún más enmarañado entre sus resistentes filamentos. Por mucha rabia e insistencia que puso no se movió ni unos pocos centímetros de su posición inicial quedando atrapado entre aquella masa pegajosa. 

Gwindra siguió escupiendo flechas una tras otra, aunque la ultima, ppr el cansancio, le salio desviada.

El lobo recibió los dos impactos de las flechas de Giwindra y ya eran cinco las saetas que colgaban como si de apéndices se tratara de su propio cuerpo. Sin embargo, el dolor que debía sentir y la pérdida de aquella sangre azulada no detuvieron su avance y tan solo sirvieron para que aquel aullara de una forma ensordecedora producto de la rabia y el dolor que debía sentir. 

El loco cargó a gran velocidad contra la arquera mientras enseñaba sus babeantes fauces y saltó hacia la elfa para agarrar su brazo. La joven arquera sintió los punzantes colmillos del lobo de las llanuras hincándose en su piel y notó como la agarraban tirando de ella y tratando de derribarla. Mientras la elfa y el lobo pugnaban por mantener el equilibrio llegó el momento para que Lyris actuara. Debía acabar cuando antes con aquella amenaza, pues no sabía cuanto tiempo permanecería enmarañado el segundo lobo.

Lyris decidió en un parpadeo que sería mejor acabar el trabajo que habían empezado sus compañeros. Lanzó un nuevo conjuro, y envió un trío de refulgentes proyectiles arcanos contra la bestia herida, intentando rematarla para buscar una mejor posición.

El lobo agarró con suma dureza a Gwindra y pese a que lucho con todas sus fuerzas para evitar ser derribada finalmente la fuerza bruta de aquella bestia mágica venció a la agilidad de la elfa con la que trató de contrarrestar aquella embestida. La arquera se vio derribada y de espaldas al suelo y al alzar la cabeza se sintió a merced de las afiladas fauces de aquel ser de pesadilla. Trató de ponerse en pie sintiendo aún el aliento del lobo y fue entonces cuando escuchó un extraño sonido, un sonido seseante que no logró identificar de primeras.

Tras las palabras arcanas surgieron de los dedos de la conjuradora, rayos de energía que emitieron un sonido electrizante. Aquella energía mágica impactó de lleno contra la bestia que estaba hostigando a Gwindra. Tras escasos segundos y después de ostensibles gestos de dolor aquel cuadrúpedo cayó inerte al suelo entre un tufo a carne y pelo quemado.

Serge se quedó unos instantes observando como aquella fuente de energía mágica chamuscaba hasta la muerta a la bestia que tan feroz les había parecido en un principio. Se sintió aliviado por un instante, pero fue entonces cuando recordó que aunque estuviera enmarañada entre las telas de araña, una segunda bestia sedienta de muerte y posiblemente también de venganza luchaba por liberarse y acabar con ellos.

A pesar de la cantidad de flechas que habían lanzado a aquel monstruo, aún tenía fuerzas para ir a por Gwindra y derribarla en el sitio.

 -Merde!

Rápidamente el ladrón tensó el arco para disparar, pero no tuvo tiempo de disparar nada. Lyris se le había adelantado lanzando un potente proyectil mágico que terminó con la vida de aquel monstruo. Se permitió respirar aliviado durante unos instantes, antes de recordar que aún tenían a otro monstruo con vida. Sí, estaba apresado y casi indefenso, pero aún era una amenaza.

 -Espero que aún te queden sortilèges de esos Lyris. Los vamos a necesitar.

Y aunque el monstruo estaba apresado, Serge no quería correr riesgos innecesarios, por lo que apuntó con el arco y le disparó una flecha, acertando con facilidad a aquel objetivo casi inmóvil.

El disparo de Serge fue de nuevo certero alcanzando al objetivo que había determinado al apuntar. La flecha voló bien dirigida hacia el lobo atravesando la tela de araña sin problemas, no obstante, fue impactar contra la dura piel de la bestia y como ya había pasado antes, el proyectil se astilló en cien pedazos sin dañar al lobo y tan solo enfureciéndole aún más llamado su atención y centrándola sobre Serge.

Por suerte para el bribón, aquella bestia mágica permanecía atrapada en aquella tela de araña producto de la magia de Lyris y por mucho que el loco  de las llanuras de la locura trató de liberarse, permaneció atrapado. De hecho daba la impresión de que cuanto más se revolvía, más pegado y enmarañado parecía encontrarse.

Mientras el efecto del conjuro de Lyris durase estarían a salvo. No sabían qué iba a pasar una vez aquellas fuertes y pegajosas hebras desaparecieran liberando al fin a aquella terrible bestia encolerizada. No obstante Gwindra no quería comprobarlo y pensó en que ya era hora de acabar con aquel monstruo. 

Gwindra se levanta y dispara otra andanada de flechas al lobo que está atrapado en la telaraña, consiguiendo dos impactos. La tercera flecha, debido al dolor, falla.

-Maldita sea esto duele!

Por supuesto que vais a necesitar mis conjuros -pensó Lyris sin un ápice de humildad o mesura. 

-¡Calla y dispara! -le exhortó Lyris mientras pasaba a su lado como una exhalación.

Ahora que habían acabado con una de esas criaturas, podía colocarse en la retaguardia, donde estaría más segura. Pensaba que era mejor dejar el cuerpo a cuerpo para aquellos que no supieran hacer nada mejor. 

Lyris hizo lo propio y amartilló su ballesta para enviar un proyectil allá donde Runhadir perdió la cordura. 

-¡Maldito trasto inútil! -dijo sacudiendo su ballesta.

Por supuesto, no es que ella tuviera mala puntería. Es que había algo mal con la ballesta.

Maldición… El monstruo estaba inmóvil y eso le convertía en un objetivo fácil, pero sus flechas no tenían la potencia necesaria para llegar a rasgar su dura piel. Pero si no atacaba a distancia, ¿qué podía hacer? Lanzarse a por él para atacarle cuerpo a cuerpo era un riesgo, porque por muy bien atado que estuviera, aquella telaraña no duraría eternamente. Aparte Lyris le estaba insistiendo en que continuara disparando, así que el ladrón volvió a tensar el arco.

 -Si me lo pides comme ça, ¿cómo negarme?

Disparó de nuevo hacia el perro infernal apresado, pero en esta ocasión la flecha salió desviada, acabando por enredarse en la pegajosa telaraña que envolvía al monstruo.

 -¡Maldita sea! Como sigamos así vamos a necesitar un miracle para acabar con ese bicho.

Tan solo los proyectiles de Gwindra conseguían atravesar la maraña de tela de arañó e impactar de forma efectiva contra la dura piel de aquella bestia mágica. Pese a que algunas de las flechas de la arquera se perdían sin llegar a impactar en el blanco, cuando lo hacían causaban extraños en aquel ser de aspecto lobuno.

El lobo gruñía impotente y desesperado tratando de liberarse de la tela de araña que le envolvía. Estaba furioso, gruñía, mostraba desafiante sus babeantes colmillos, pero por mucho que lo intentaba, por mucho que luchaba, no conseguía liberarse de la trampa mágica que Lyris había preparado para él.

Gwindra dolorida sigue disparando flechas, haciendo tres impactos, clavando la tercera flecha muy profundamente en el maldito bicho.