Partida Rol por web

De pronto un tremendo sonido surgió de la nada en el exterior martilleando en sus oídos hasta el punto de hacer casi imposible la comunicación oral. A través de la entrada de la cueva comenzó a filtrarse una suave ventisca que a medida que pasaban los segundos comenzaba a coger fuerza y a traer consigo un aullido producto del paso del viento a través de los túneles. Enseguida comenzó a colarse arena roja del exterior en la refugio y fue entonces cuando Droguil se puso en pie y miró a Mester.

El anciano afirmó con la cabeza y el gran trasgo se acercó hasta la entrada agarrando una enorme roca plana de forma circular que había pasado asta entones desapercibida hasta ese momento, posiblemente por la escasa luz y su idéntico color al resto de las paredes de a caverna. Pese a que aquella roca debía pesar cerca de una tonelada, el gran trasgo pudo hacerla rodar con gran esfuerzo para taponar la entrada de la caverna en el preciso instante en que una ensordecedor ruido comenzaba a atronar en la superficie.

El suelo empezó a temblar y la luz delas velas a titilar. Del techo empezaron a desprenderse algunas piedras y algo de tierra que caía sobre sus cabezas. Los muebles se movían al son de las sacudidas. Los manuscritos caían al suelo, la tetera se estrelló contra el firme haciéndose añicos e incluso Droguil que aún permanecía en pie chocó contra el suelo al caer con todo su peso contra éste.

Markku entró en pánico comenzando a gritar cuando gran parte de las velas se apagaron dejándoles casi en una oscuridad total, pues tan sólo una permaneció encendida. Las sacudidas se sucedían sin cesar, sentían que se encontraban en el interior de un huracán y en el preciso momento en que aquel ruido infernal y el zarandeo que la tormenta empezaba a ser insoportable, todo cesó con la misma velocidad con la que había comenzado la tormenta de arena predicha por el clérigo de Asthar y en un absoluto silencio, pues la última de las velas se apagó.

Un fuerte ruido, un chirriar de roca contra roca comenzó a escucharse segundos después de que la tormenta pasase. Todos intuyeron que aquel sonido no era otro que el que emitía la enorme roca circular que hacía de puerta, al rechinar contra el suelo. Sin duda Droguil estaba tratando de romper el sello que instantes atrás había creado en aquella cueva. No obstante, para cuando el rechinar de la roca cesó ninguna luz penetró a través del orificio que se suponía que acababa de abrir.

- ¡Nutz gurroriak! - Exclamó el gran trasgo con su portentosa voz.

- Hutkiapat. - Respondió Mester con la voz más calmada. - La arena a taponado el túnel. - Dijo el clérigo.

La luz de la antorcha de Lope iluminó en ese instante la sala y pudieron contemplar como efectivamente el túnel de entrada a la caverna había quedado totalmente inutilizado. La entrada a al refugio de Mester había quedado completamente sepultada por la arena roja que parecía cubrirlo todo en ese despiadado desierto.

- Estamos atrapados. - Dijo Mester apuntando algo obvio.

- La arena no se habrá apelmazado aún, si nos ponemos podemos excavar e intentar salir.

Cleon se dirigió a la entrada y con cuidado, evitando nuevos derrumbes empezó a retirar la arena que podía.

Lope no sucumbió al miedo, muy lejos habían llegado como para morir sepultados en una cueva tras una tormenta.

Aprovechando su antorcha mágica, la cual no ardía en realidad, comenzó a buscar una ruta de escape, alguna salida secundaria, un orificio o algo que llevara al exterior.

Markku se sumó a Cleon a la idea de cavar un túnel, pero a medida que extraían arena, más de esta se desprendía ocupando el hueco creado. Aquella tierra era muy fina, similar a arena y aunque tenía una textura húmeda no se aglomeraba como lo haría la tierra mojada normal, sino que se separaba en finos granos dejando la humedad en las manos de los que la extraían.

Por su parte Lope trató de encontrar una salida alternativa. Si no habían visto la redonda puerta de roca hasta que Droguil la hizo rodar, era posible que otra entrada también les hubiera pasado desapercibida. Utilizó los sentidos de la vista y del oído para encontrar alguna obertura o algún atisbo de esperanza, no obstante aquella caverna parecía cerrada herméticamente.

Edzard al igual que que Lope se centro en buscar alguna trampilla, ya fuera en las paredes o en el techo. Parecía preocupado por la idea de morir enterrado bajo toda aquella arena roja. Un final muy triste para un grupo que había viajado a un lugar tan plagado de peligros como aquel. El veterano guardia negaba con la cabeza al ver los esfuerzos de Markku y Cleon y al no hallar atisbo de ninguna salida alternativa.

Droguil por su parte se volvió a tumbar en su lecho de ramas y hojas y se recostó hacia la pared cerrando lo ojos dispuesto a descansar un buen rato. Mester por su parte se mantuvo tranquilo y sentado en la misma silla que no había abandonado desde que llegaran a aquella tumba subterránea. Parecía ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor y a la intranquilidad de sus invitados ante la idea de una muerte por inanición o falta de oxígeno.

- ¡Cómo diablos saldremos de aquí Mester! - Le recriminó finalmente Edzard. - ¡Estás muy tranquilo! ¿Qué sabes que no sepamos el resto?

- La arena desaparecerá en unas horas. - Dijo el anciano muy seguro de sus palabras. - No os preocupéis, tan solo debemos esperar.

- ¿Unas horas? - Preguntó Markku, quien dejó de cavar para encarar al anciano.

- Si, en unas horas la arena acabará por desaparecer. - Aclaró el anciano.

- ¿De cuantas horas podemos estar hablando? - Intervino Edzard.

- Pueden ser unas treinta o cuarenta horas. - Depende de la cantidad de arena que se haya almacenado.

- ¡No tenemos tanto tiempo, las almas que queremos recuperar no tienen tanto tiempo! - Exclamó Edzard enfadado.

- Puedo usar un conjuro para aparecer en la superficie. - Respondió Mester aunque no muy convencido con esa posibilidad. - La pega es que debemos hacer tres viajes. Debo conjurar tres veces y para ello antes debo memorizar el conjuro. Podría lanzarlo tres veces y transportar conmigo hasta dos personas cada vez... sin embargo debo emplear uno de los lanzamientos en regresar, así que entre lanzamiento y lanzamiento dos de nosotros quedarían sepultados en la caverna e incomunicados del resto por un periodo mínimo de cuatro horas. Reduciríamos a ocho horas la espera para emprender la macha...

- Casi mejor permanecer juntos. - respondió Cleon - Es una diferencia de apenas unas horas y no tendremos que arriesgarnos. Las almas llevan mucho tiempo aquí y una diferencia de ocho horas es poca.

Cleon se puso cómodo.

- Aprovechemos para descansar y recuperarnos. Que estemos en plenitud de nuestras facultades ante lo que se nos avecina.

El joven batidor habia experimentado en pocos dias lo que mucha gente no superaba en toda su vida, viajes planarios, criaturas infernales y tormentas sin sentido eran algunas de las locuras a las que habian sobrevivido y a pesar de ello, ahora un poco de arena sin sentido logico les bloqueaba el paso.

Lope desmontó su bolsa, cogió algo con lo que taparse y montó un pequeño nido en el que dormir despues. Antes de sumirse en el sueño reparador que necesitaba se acercó al semiciego nuevo amigo que habian hecho, le enseñó las 3 pociones que habia encontrado y le preguntó ¿Tienes alguna manera de descubrir que son estos unguentos?

Mester agarró las pociones que Loperick le había mostrado y clavó su maltrecha vista sobre éstas. Entrecerró los ojos a la vez que fruncía el ceño tratando de concentrarse y de centrar su escasa vista en el contenido de aquellas ampollas. Tras varios segundos alzó la mirada de nuevo hacia el batidor y asintió con la cabeza.

- Puedo tratar de descifrar lo que contienen los frascos, pero necesitaré algo de tiempo. - Dijo el clérigo. - Y tiempo tenemos de sobra estando aquí abajo encerrados. - Sonrió. - ¿Me permites?

Sin esperar la respuesta de Lope, el clérigo se acercó hacia su escritorio y se sentó frente a éste agarrando uno de los frascos, dejando los otros dos algo apartados. Sacó una lupa de un bolsillo interior de su túnica y enfocando el contenido del frasco comenzó una minuciosa exploración de las propiedades que podría albergar aquella sustancia.

- Sin duda tiene propiedades mágicas. - Dijo en un susurro audible para todos. - ¿Pero cuales?

El batidor permitió que su nuevo compañero inspeccionara los frascos, quien sabria su utilidad sino él? con curiosidad observó a aquel personaje, debia tener una fuerza interna muy alta para haber sobrevivido en ese mundo de locura, optó por sacar sus provisiones, tanto magicas como lo mucho que aun les quedaba en las mochilas y le ofreció un poco a su anfitrion, quizas hacia mucho tiempo que no habia probado ese tipo de alimentos del plano material.

-Toma Mester, supongo que hace tiempo que no pruebas alimentos mas normales, desconozco de que os alimentais en este plano.

Mester olfateó las viandas que Lope le ofrecía. Carne en salazón, galletas saladas, pescado desecado... Todo aquello le provocaría una sed pavorosa, pero valía la pena probarlo. Posiblemente no fueran las mayores delicias que podían encontrase sobre Gea, pero como bien había intuido el guardia, eran sin lugar a dudas alimentos mucho más sabrosos que los que podían encontrase en aquel plano.

- ¡Gracias! - Exclamó fervientemente el clérigo. - ¡No imaginas cuanto tiempo hace que no me llevó algo decente a la boca! - Sonrió al pegar el primer bocado a aquel pescado desecado. - Todo lo que comemos aquí resulta indigesto. Con suerte sólo te produce flatulencias o acidez. Pero muchas veces acabas con diarreas, estreñimiento o envenenado. Muerto en el peor de los casos. - Sonrió ante aquel último comentario que más que una broma sonaba como una brutal certeza.

EL agua podría ser un problema así que Cleon comió poco esperando no tener mucha sed, casi todo lo que llevaban había sido salado para que aguantase un tiempo.

Después de ello procuró ponerse cómodo para descansar.

- ¿Hay algo más que podáis contarnos acerca del sitio al que vamos? - Habían unas cuantas horas por delante y cualquier información por banal que pareciera podría ser importante.

- Son muchas las cosas que os puedo contar del sanatorio... - Respondió Mester. - …pero casi todo son temas burocráticos, de funcionamiento interno, jerarquías... - El clérigo negó con la cabeza. - No creo que te interese demasiado nada de lo que pueda aportarte del monasterio. Te diré que a mi partida eran trescientos veintidós las almas rescatadas que vivían con los miembros de la orden de los que tan solo quedábamos treinta y siete entre sacerdotes e iniciados.

- ¿No habías dicho que tras la destrucción de Peliati, tan solo una veintena de vosotros sobrevivió para fundar en sanatorio? - Preguntó interesado Edzard.

- ¡Veo que escuchas bien! - Sonrió Mester con su mirada ciega clavada en el veterano guardia. - Desde entonces han pasado muchos años. Se han unido a nosotros otros miembros. Viajeros perdidos procedentes del plano material e incluso algún raro ejemplar nativo del plano con buen corazón. - El clérigo hizo una pausa. - Si deseáis saber algo más en concreto preguntad. De lo contriro será mejor que descanséis mientras trato de averiguar algo acerca de estos ungüentos.

Lope, exhausto por las aventuras que habían sufrido optó por acurrucarse con su manta para caer en un sueño placido, a pesar del peligro prefirió despojarse de su armadura y dormir por una vez a pierna suelta, no sabia cuando volvería a hacerlo.

Tras la respuesta de Ferlaand y siguiendo sus consejos, Cleon imitó a su compañero Lope recostándose en el lecho que había improvisado y durmiendo profundamente recuperando todas sus fuerzas.

Tras casi una hora el clérigo pudo determinar la naturaleza de las pociones que Lope había encontrado entre las pertenencias del caballero engullido por el terrible gusano que casi acabó con Cleon. Una de ellas era una pócima que hacía más rocosos los músculos de quien la ingiriera, con lo cual su fuerza aumentaba notablemente durante un breve periodo de tiempo. Otra de ellas parecía servir para despertar los sentidos de quien la bebiera, haciendo por ejemplo que su visión y oído se agudizaran. La tercera de éstas parecía aumentar de alguna forma la destreza y la agilidad si era ingerida. Una vez acabado su estudio devolvió las pociones a su custodio y se dispuso a dormir.

Las horas fueron pasando aburridas y silenciosas salvo por los sonoros ronquidos de Droguil, quizás el único de todos ellos que logró conciliar un sueño profundo a excepción de Mester, ya acostumbrado a aquella pesquisa y de Khorvin, quien parecía ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor.

Cada vez que uno de ellos abría un ojo se fijaba en la entrada de la caverna. Aquella arena empezaba a apelmazarse. Parecía que se endurecía, pero a la vez al perder el agua que se encontraba entre los granos de arena, también perdía volumen liberando así poco a poco un angosto paso sobre ésta. Sólo esperaban que para cuando llegara a su grado máximo de compactación, el espacio liberado fuera suficiente para que cupieran sus cuerpos a través de éste.

Muchas horas después la luz del amanecer rojizo se coló por el orificio resultante avisándoles de que era el momento de tratar de avanzar hacia el exterior. El primero en tratar de pasar por aquel estrecho túnel fue Markku. Pese a que le costó bastante arrastrarse hasta el otro lado finalmente dio el visto bueno y todos empezaron a arrastrarse hacia él. A los que más les costó fue a Mester, por su edad y a Droguil por su tamaño. No fue mucho más fácil sacar a Khorvin, quien fue de todos el que más tiempo tardó en salir y sólo lo hizo gracias a la ayuda de Loperick, quien tiraba de él y de Edzard que el empujaba desde atrás.

Una vez en el exterior contemplaron un escenario aún más desolador que el que recordaban. Ya no había ni colinas, pues la tormenta de arena lo había sepultado dando lugar a una inmensa llanura de mullida arcilla rojiza que les enterraba hasta casi las rodillas. Por suerte tampoco había ni rastro de las cuevas circulares y de sus agresivos habitantes.

Mester observó el firmamento durante unos instantes a la par que también lo hacía Droguil. Tras unos instantes determinaron la dirección que debían seguir. Para el resto resultaba todo un misterio como habían logrado llegara a orientarse en un lugar como aquel y en un cielo tan oscuro y cambiante como el de aquel plano.

Fuera como fuera comenzaron a caminar y avanzaron en la oscuridad de la casi perpetua noche, pues al salir al exterior de la cueva que les dio cobijo el sol naciente ya se había escondido de nuevo. El primer cambio en aquella penosa marcha fue que el sol naciente volvió a salir mucho antes de lo que les tenía acostumbrado. Sin embargo surgió por el mismo lugar por donde se había escondido pocas horas atrás. Era como si el sol hubiera virado su rumbo de forma repentina, algo impensable en Seyran que no obstante, no extraño a nadie de aquel astro errante en aquel plano de locura.

El nacimiento del sol coincidió no obstante con un pequeño temblor de tierra que fue tornándose cada vez más y más violento hasta amenazar el equilibrio de los viajeros. Algo parecía moverse bajo el suelo, algo muy grande y violento que hacía que toda la superficie temblara. Droguil agarró su poderoso martillo preparándose para lo peor y Mester comenzó a conjurar algo recitando unas extrañas palabras arcanas y gesticulando con sus manos que parecían iluminarse por momentos.

Lope al ver como sus nuevos compañeros de viaje se preparaban para la lucha no dudó en sacar su arco, esperaba que esta vez las flechas acertasen a lo que fuera que les atacara, se separó unos pasos de sus compañeros para no ser un objetivo único y espero a que lo que fuera que se ocultaba bajo ellos saliera a atacarles.

El perro que seguía a Cleon a todos los lados no pareció muy conforme con quedarse tanto tiempo bajo tierra, pero al final el can tuvo que rendirse ante la evidencia de que no había forma de salir.

En cuanto tuvo ocasión fue el primero en salir del agujero, indicando a los demás que la arena ya era segura para arriesgarse.

Una vez fuera y apenas mientras se sacudían de la arena que los impregnaba, el suelo empezó a temblar violentamente anunciando posiblemente otro mal encuentro. Cleon se puso alerta, tensó su arco y se preparó para lo peor mientras que su compañero animal, en un alarde de valentía, agachaba el rabo mientras se escondía entre las piernas del arquero.

Aquel incesante temblor no cesaba. De pronto las arenas rojizas por las que caminaban comenzaron a elevarse desde dos puntos. Parecía como si algo estuviera surgiendo desde el subsuelo y pese a que no querían estar en lo cierto, pronto comprobaron como las causas de aquel temblor no eran otra que otros dos horrendos gusanos muy similares al que dieron muerte jornadas atrás en la caverna y que casi acabó con la vida de Cleon.

No obstante, aquellos dos gusanos parecían bastante más grandes que el ser con el que se enfrentaron anteriormente. Sin duda iban a ser bastante más difíciles de matar que el primero, por suerte en esa ocasión tenían la ayuda de sus dos nuevos compañeros y por el contrario debían guardar de que nada le pasara al catatónico Khorvin.

Por si fuera poco, aquellas bestias parecían haberles rodeado de forma intencionada y nada más salir emitieron unos extraños chillidos como tratando de comunicarse entre ellos. Sin duda eran criaturas con cierta inteligencia y por lo que parecía con algún tipo de sentido estratégico, porque sin lugar a dudas los habían flanqueado de forma premeditada. 

Lope comprobó como se encontraban rodeados por dos horrendos gusanos, mucho mas grandes que el que mataron dias atras.

Sin ningun tipo de vacilación se desplazó lo justo para ver los puntos debiles de aquellos seres, los cuales ya conocia bien gracias a su anterior combate preparatorio.

Tras esto lanzó un flechazo directo al gusano que tenia en frente.

Una vez más se veían atacados por los gusanos de la arena. Posiblemente asustados por la tormenta había tenido que salir de su escondrijo. Cleon ya sabía, dolorosamente, que no podía "convencer" a estas criaturas de que les dejasen en paz. Su corta inteligencia apenas les servía para atacar a todo lo que se moviera.

Tenía el arco preparado, por lo que rápidamente hizo un par de disparos al gusano que tenía más cerca, mientras azuzaba al perro para que ladrase y distrajera a la bestia, evitando así que les atacara a ellos.

Posición inicial:

Markku y Edzard cargaron con sus armas en alto contra el gusano que se encontraba a su izquierda. Sus letales armas se incrustaron en su gruesa piel rasgándola de forma brutal. Aquel anélido gigante se revolvió de dolor y hubiera chillado de poseer cuerdas vocales. Sin embargo su reacción no se hizo esperar. Los cuatro tentáculos de aquella bestia se lanzaron por tal de agarrar a Edzard y tras golpearle con fuerza lo apresaron acercándolo a su inmunda boca que se cerró sobre su torso sin que el veterano pudiera hacer nada por evitarlo.

Por su parte, Dorguil cargó contra el otro de los gusanos. Su poderoso martillo impactó contra el alargado cuerpo de aquella bestia reventando su piel y haciendo saltar trozos de carne por los aires. No obstante aquel ser no se achantó ante el duro impacto recibido y sin más preámbulos lanzó sus tentáculos hacia el gran trasgo. Logró evitar a dos de ellos, pero los otros dos le golpearon y uno le enganchó de la pierna acercándolo lo suficiente a su boca como para cerrarla sobre su espalda causándole gran dolor.

Mientras tanto Mester se encargó de conjurar un nuevo hechizo. De sus manos salió una luz abrasadora que avanzó rápida hacia el gusano que había agarrado a Edzard. El fuego impactó contra uno de los tentáculos que soltó de forma instintiva al guardia. Sin embargo, otros dos aún le agarraban inmovilizándole cada vez más a medida que se cerraban sobre él.

Khorvin permanecía desorientado, pero contra todo supuesto empezó a caminar saliendo del rango de protección que Lope había establecido. El norteño se separó peligrosamente del grupo como guiado por un instinto de supervivencia, que por otro lado no le haría ningún bien.

Posición final: