Rislan al estar cubierto conigue zafarse por los pelos del daño principal, recibiendo heridas menos graves. Recuperandose del daño, ve que sus camaradas acosan al maligno anfibio. Al ver que Hank esta al limite de sus energias, se aproxima a él invocando el poder divino de la curación, esta vez más poderoso aún que el anterior.
Exclamando palabras de gran poder, un haz de luz azulada envolvio a Hank:
Recibe el poder divino y mata de una maldita vez a ese horrendo ser! Mataloo.
Motivo: salvacion reflejos
Tirada: 1d20
Dificultad: 14+
Resultado: 6(+5)=11 (Fracaso)
Motivo: lanza curar heridas graves
Tirada: 2d8
Resultado: 7(+4)=11
Salvacion 11+4 por cobertura supera cd 14 y recibo 6 de daño. 17-6 = 11 me quedan.
Lanzo curar heridas graves a Hank por 11 ptos de golpe.
He gastado 2/3 de segundo nivel y 2/4 de nivel 1
Con la curación del amable clérigo aún recorriéndole las venas como un hormigueo de cálido placer, el ataque de Hank contra el monstruo arrodillado fue mucho más preciso que los de los guerreros: su hoja se hundió en la clavícula del ser como en un descabello desviado, sólo hacía falta un giro de muñeca retorciendo el estoque y el corazón del ser sería atravesado... Pero la roca protectora volvió a interponerse, rozando contra la empuñadura y deteniendo el giro de muñeca.
El hombre pez croó de dolor, se rebulló tratando de mantenerse consciente presa del dolor y su segunda pierna falló, dejándole caer de rodillas, con lo que desbloqueó los gavilanes del estoque, que se hundió casi sólo bajo el peso del pícaro hasta la empuñadura callando para siempre los horripilantes quejidos de la abominación marina, que siguió escurriéndose por la pared hasta quedar tendido, inerte.
Yo entre salvaciones y demás, no se cuando me toca.
Perdón si puedo parecer despistado. Entre tando comentario del director entre jugadores, no caigo en que momento acaba y comienza el nuevo turno.
¡Por fin, gracias a los Dioses!.- Exclamo sin poder contenerme mientras extraigo la hoja de mi arma del cuerpo del hombre-pez. Mientras limpio la sangre de la hoja en el extremo de mi capa, me giro hacia el clérigo.- Gracias, buen Rislan. De no ser por vuestras artes, no creo que hubiera aguantado un golpe más de esta horrenda criatura.
Dicho esto, me dispuse a explorar el cuerpo del brujo. Quizá tuviera en su poder algo que nos pudiera ser útil para nuestra operación de rescate.
¡Gracias Rislan! Me ha faltado poco...
Pues eso, voy a registrar el cuerpo para ver si encuentro algo de utilidad, una llave o similar. Con cautela y mucho asco, por supuesto...
Rislan asintiendo ante la muestra de gratitud, lanzó a continuación un conjuro para detectar magia en el área. Quizas ese ser o sus acompañantes tuvieran algo de utilidad para estos.
Después empiezo a vendar al resto y hago pruebas de sanar si es necesario.
Motivo: saber criatura, habitat
Tirada: 1d20
Resultado: 7
Lanzó detectar magia.
Tiro saber sobre este tipo de criaturas, algo que me ayude o me de ventaja en combate.
Tirada 7+ 3 bono si religión, arcano, historia o conjuros. El que más pegue.
De nada por la curación. Para eso estamos
Gogri se estiró para notar bien la localización de sus heridas y distensiones musculares.
-Ah, buena cosa es tirar a la basura una armadura por exceso de uso, como pronto pasará con ésta -dijo, comprobando sus muchos agujeros-. Espero ahora que este trance valga el precio que pagamos. Perdonad que mi ánimo se oscurezca, es impropio de un enano tras la batalla, pero siento que nos acercamos al final del camino, y en estos casos ya no hay posible regreso, ni forma de deshacer lo hecho.
Rislân Y Hank comenzaron un sórdido y apestoso registro. Una larga varilla de coral y una espina dorsal de algún pez de gran tamaño, tallada en espira, brillaban con el conjuro de adivinación revelando encantamientos protectores la primera y evocaciones dañinas la segunda. También restaba magia en un amuleto al cuello, pero más bien residual, el tipo de emanación de los objetos que se emplean como foco de las canalizaciones sagradas - o sacrílegas, en éste caso -
A Hank le llamó más la atención una bolsita bien llena de perlas, aunque guardadas con poco cuidado, o más bien, poco conocimiento de su cuidado y un complicado artilugio, que bien podía ser una llave.
Para Rislân, el examen del monstruo muerto no le dio mucha información, aunque sí inquietante: no eran sahuagines, aunque tal vez fueran parientes lejanos. Eran demasiado humanos, de ojos demasiado muertos y anatómicamente extraños.
Con el silencio de la lucha, llegaron claramente, en las profundidades de las cuevas hacia las que avanzaban, sonido de carreras torpes, chapoteos de agua y, tal vez, gemidos y gritos aún más lejanos.
@Hugh en principio te tocaba actuar cuando quisieras (estábamos en un turno que quedabas de actuar tú) pero el enemigo ha muerto. En cualquier caso ya no vamos por turnos estrictos porque no hay enemigos a la vista.
Rislan cogio la varilla de coral y la espina dorsal de algún pez en espiral.
seguramente serian varitas magicas.
También cogio el amuleto con magia residual para estudiarlo con más detenimiento.
Se dispuso a continuación a curar y aplicar vendajes a sus compañeros, encendió una especie de hierbas aromáticas que restablecieron en cierto modo al grupo, mientras que realizaba ciertos vendajes a aquellos que aún estaban heridos.
Gritos guturales y ruidos escuchaban a lo lejos, en ese momento. Haciendo reflexionar al meditativo monje.
Hagamonos fuertes aquí y matemos a estas criaturas! Seguro que son más débiles que estás que yacen a nuestros pies.
Motivo: incienso de curar una carga
Tirada: 1d8
Resultado: 8(+1)=9
Tengo incienso de curación. Eso era que curaba 1d8+1 a todos en el area?
Toma 9 puntacos para todos.
A quien le falta curación que lo diga y le aplicó vendaje!!
Tras un par de minutos atrincherados en una cerrada formación que daría muchos quebraderos de cabeza a quien quisiera llegar por el pasillo, el grupo pudo constatar que los sonidos de carreras se habían alejado y los chapoteos acabaron, los gemidos y gritos, por su parte, eran más fáciles de oír sin el ruido intermedio.
Cabía suponer que lo que habían tomado por refuerzos era, en realidad, civiles de aquellas criaturas de pesadilla huyendo.
No, era una forma pintoresca de llamar a una poción de curación; así que sólo para uno.
Mientras Rislan se encargaba de atender a mis compañeros, revisé el contenido de la bolsa del hombre-pez. A pesar del olor y desorden del interior, no pude evitar el regocijo ligado a mi profesión cuando encontré un puñado de valiosas perlas. Pero todavía me alegré más al encontrar esa especie de llave.
Con regocijo, levanté el objeto a la vista de mis compañeros.- ¡Mirad esto! Seguramente nos sea útil más adelante. Al menos enfrentarnos a esta odiosa criatura ha tenido algún provecho...
-Bueno, muy bien, pero avancemos, ¿no, señores? Este asunto requiere presteza, mente clara, hoja afilada. ¡Ja! Cerca estamos. Allá voy, allá vamos todos, señores.
El enano empezaba a sentirse exultante a ratos, consciente, eso creía él, de la cercanía de la consecución de sus desvelos.
Observó el cadaver del hombre pez mientras sus compañeros lo registraban. Nunca había visto una criatura como aquella, su aspecto le inquietaba.
-¿Alguno erais familiares con estas criaturas a las que nos enfretamos? - preguntó con preocupación en su voz.
Todo en aquel lugar le resultaba extraño.
-No te falta razón, compañero, avancemos - asintió a Gogri
Si era cierto que estaban cerca, y todo indicaba que lo era, no debían detenerse. Cada momento podía ser crucial.
Volvieron a retomar sus luces para internarse por los apestosos túneles húmedos, los restos de los muertos aumentaban el miasma hediondo con sus icores derramados. Serpentearon brevemente hasta una zona más amplia, una caverna ligeramente rematada con trabajo preciso aunque más efectista que cuidado con cuatro o cinco salidas. Una gran mesa con sillas ocupaba el centro, muchas de las últimas estaban derribadas y un banquete de pescado crudo y carne que preferían no estudiar estaba servido en platos de madreperla.
El fondo de la sala tenía bancadas y una tribuna de orador, tras ella un armario de metal y coral cerrado dónde una criatura estaba afanándose con una palanca hasta unos segundos antes de que llegasen, huyendo por el corredor más cercano anadeándo torpemente mientras entraban los héroes. No había logrado su propósito y la camereta seguía cerrada.
Del camino que había seguido el monstruo y otro par llegaban goteos y chapoteos. De otro venían, aún más audibles los gritos, lloros y gemidos.
Haciendo caso omiso del repugnante "festín" de la mesa, comienzo a avanzar con cautela hacia el armario que intentaba forzar la criatura, no sin antes advertir a mis compañeros.- Voy a tratar de averiguar si se oculta algo de importancia en ese mueble. Estemos atentos ante las emboscadas.
Preparé la llave tomada al hombre-pez brujo, a ver si la suerte comenzaba a sonreírnos...
Avanzo con mil ojos (es decir, atento a trampas o ruidos de emboscada). Si logro llegar sin incidencias, probaré la llave que tengo (de nuevo, previo detectar trampas). Si la llave no fuese valida, trataré de forzar la cerradura con mi habilidad.
La llave encajaba perfectamente y giró sin el más mínimo esfuerzo ni ruido. Las portezuelas se abrieron para revelar dos libros enormes, encuadernados en un sospechoso cuero curtido amarillento; apenas abrieron las portezuelas, Aiden volvió a sentir la nausea de la enfermedad invadirle, asqueado y molesto por la mera presencia de aquellos tomos.
Los libros parecían susurrar, prometían compartir secretos ignotos que nadie más conocía y aseguraban contener la verdad sobre temas que ningún mortal había averiguado nunca. Su voz era seductora y, de hecho, les mostraba imágenes alucinantes que daban mucha credibilidad a sus promesas. No cabía duda que eran portadores de un gran saber, oscuro y terrible.
Cojamónos los libros, guardadlos en una saca! Que no caigan en manos de esas abominaciones!
Y ahora limpiemos estas cavernas!
Creo que la única resistencia viene de ese pasillo! En el otro se ocultarán los más débiles.
Quériamos respuestas y las encontraremos!
Supuestamente estamos curados! Si hay alguien falto que lo diga.
Ante las palabras del clérigo, comencé a introducir los libros en mi mochila. Aunque por la sensación que transmitían, me planteé seriamente si no pegarles fuego allí mismo.
Luego, me preparé para continuar de avanzadilla, como siempre junto al perspicaz Hugh.
Rislan, puedes observar que Hank aún tiene alguna herida que sangra levemente (vamos, que me faltan 6 PG para estar al máximo)
Yo llevo estas cosas si lo queréis -anunció Gogri con gravedad-, pero si quieres evitar que caigan en esas manos húmedas, mejor quemarlos sin más. ¿Son valiosos, en todo caso? ¿Importantes? Bah, no importa. Pasadme los que queráis, las espaldas de un enano son fuerte lomo para llevar peso.
Nos los repartimos, si queréis, para no tener problemas de carga. Sobre todo los pjs más ágiles. Yo, con tener forma de maniobrar con mi hacha... :D.
-¡No, deteneos! - se colocó entre sus compañeros y los libros - Estos libros... guardan un saber terrible ¿no lo sentís? Lo que se esconde entre sus páginas es peligroso - Hablaba con voz seria, con determinación - Nos llaman... con la suave voz de un sucubo susurrándonos al oído... Tentándonos para perdernos en sus impíos secretos con la promesa de una sabiduría desconocida para los hombres... Debemos destruirlos, debemos evitar que el mal que guardan se extienda. Es nuestro deber.
Sobrecogido ante las palabras de Aiden, me detuve petrificado con los libros en la mano. Ciertamente yo carecía del poder y sabiduría que su Dios le otorgaba, mis campos de experiencia eran más...mundanos. Con delicadeza, casi como si temiera que en cualquier momento fueran a estallar, devolví los libros a su origen.- Como digas, paladín. Creo que en estos menesteres, el más entendido eres tú junto al anciano Rislan. Dispón de estos libros como estimes conveniente.- Y dicho esto, dí un paso atrás.