Partida Rol por web

El enano gruñó, más por costumbre de raza que por verdadera queja. Se levantó gracias a la inercia, la experiencia y el apoyo de una pared al final, y no perdió de vista al obsceno bicho que había pasado por su lado, como un puñetero ariete. Delante aún había uno de los pequeños, poca cosa para la rabia que en ese momento sentía. Lo miró lo justo para hacerle saber que iba después y atacó con un golpe excesivo, lleno de ira, un grito que resonó en las húmedas cámaras y una promesa de no perder más tiempo antes de hacer negocios con ese ser grande.

El monje susurro unas palabras "Restaura corpus" y a continuacion con un grácil movimiento de su mano derecha, toco levemente la espalda del enano, manando en ese momento una energia de luz azulada que lo reconforto instantáneamente.
"Maese Grogi, acepta este presente" exclamo él audaz monje.

Rislân se apresuró en su conjuro, pues era obvio que el enano no tenía intención de permanecer por mucho tiempo fuera del combate y, si avanzaba, le obligaría a él a entrar a un lugar donde las lanzas de los hombres pez podrían perturbar su concentración. Aliviado por la fuerza de las convicciones del clérigo sin dios, el hachazo de Gogri resultó mucho más certero que las flechas de Hugh, aunque el hombre pez logró golpear el mango del hacha, no lo desvió lo suficiente y la hoja golpeó con fuerza en el costado de la criatura, que se retiró antes de que el enano pudiera hacer palanca y abrirle en canal. Cojeaba y sangraba, pero aguantaba en pie y seguía siendo peligroso,

Hank se lanzó como una exhalación dejando su ballesta en el suelo, enter volteretas y saltos sacó su estoque, moviéndose demasiado rápido para que los hombres pez pudieran reaccionar. Al alcanzar la posición del gigantesco mastodonte lanzó una estocada contra su vientre desprotegido.

La hoja del estoque se dobló intentando perforar la piel, amenazando con dañarse, pero al final el cuero del anfibio resultó más débil y la hoja se enderezó con un tañido y un salpicón de sangre al cortar la piel. El hombre pez no parecía demasiado afectado.

El hombe pez restante se desplazó un poco para evitar estar junto al pícaro y trató de ensartarle en su lanza larga para dejar a su líder libre de luchar con los guerreros de sangre caliente. Aunque fue más rápido que el pícaro el golpe sólo fue una astada lateral que resonó un clacn metálico al golpear su cota de anillos, el pícaro apenas notó el golpe, absorbido por el acolchado sobre el que estaban cosidos los discos de metal.

El enemigo gigantesco también echó atrás un pie, lo que para ellos eran varios pasos, para colocar al enano a su alcance óptimo y descargó de nuevo una poderosa lanzada contra Gogri que lo pilló desprevenido. Como el choque del martillo contra el yunque el impacto resonó en los túneles y el enano trastabilló, pero su armadura de bandas demostró su maestría artesana, desviando el golpe y dejando al enano tan indemne como si hubiera estado dentro de una campana, aunque también igual de mareado, por lo que tuvo que sacudir la cabeza para recuperarse y retomar el combate.

Desde la penumbra del fondo volvió a llegar la voz gutural y sibilina del, probablemente, hombre pez conjurador. Sus palabras seguían causando inquietud en el alma de todo el que las escuchaba, pronunciadas en un idioma desconocido pero que no estaba hecho para ser oído por los hombres.

En el suelo bajo Aiden se abrió una sima de agua negra-verdosa, de un tono irreal e, inmediatamente, la punta de un tentáculo de un verde amarillento, muy oscuro, legamoso y atroz, similar al de un calamar o un aboleth. El apéndice surgió latigeando de la sima unos tres metros, presto a enrrollarse en torno al paladín con una fuerza sobrenatural. Pronto el guerrero sagrado estaba envuelto en la carnosa masa siendo estrujado con violencia asesina incapaz de moverse.

El bichejo grande era más rápido de lo que esperaba. Habiendo evitado por los pelos ser ensartado por su lanza, decidí que la cautela era la mejor opción para enfrentarme a esta bestia. Aprovechando que centraba su atención en el enano, me desplacé con soltura hacia su flanco izquierdo, y aprovechando sus aspavientos lancé una estocada hacia su axila, esperando encontrar en ese punto una menor resistencia de sus escamas

El estoque de Hank seguía aguijoneando al monstruo que, a su lado, parecía un coloso. Y tal pareciera por las molestias que parecían causarle sus heridas, que eran ignoradas como si no fueran más que picotazos de avispa.

Con la amenaza del enorme ser intentando acabar con sus vidas, decide apuntar a la cabeza del enemigo esperando acabar cuanto antes con él.

Viendo el monje, que el sahuagajin que posee magía no deja de incordiar, lanza un conjuro, murmurando unas palabras llenas de poder, centrandose en este con la intención de hacerlo caer en un sueño profundo.

Slion Tubit.

Pensando, que si cae, será más facil de abatir al grande entre todos.

Despues de todo él en este momento esta fuera del alcance de los golpes del grande y pueden ser necesarias su curaciones si este golpea con exito a sus compañeros.

Hugh pudo adquirir blanco contra el hombre pez gigante con un breve movimiento que le separó de Aiden y Gogri, Hank estaba al flanco del monstruo y el explorador era un experto a la hora de preveer los movimientos de combate para poder dirigirlos sin riesgo para sus aliados, mientas no estuvieran en su línea de tiro.

Otra cosa era el demonio marino más pequeño, que le bloqueaba parte de la visión.

La primera flecha voló alta y alcanzó al monstruo enorme en la frente rebotando contra sus placas de escama pero obligándole a echar atrás la cabeza y golpearse, esperaba que dolorosamente, con el techo. La segunda la dirigió más baja, esperando alcanzarle en el más vulnerable cuello al dejarle expuesto; en ese mismo momento el anfibio más pequeño se elevó, alzando su arma para realizar una nueva acometida, interponiéndose en una flecha perfectamente dirigida que acabó incrustada con violencia en su clavícula derecha y cimbreándose como un junco al viento. El herido interrumpió su ataque y croó de dolor, retorciendose de sufrimiento, expuesto durante unos segundos, y alcanzando a Aiden y Gogri con una vaharada de su peste a pescado podrido al agitarse tan violentamente.

Por detrás la voluntad de Rislân había viajado en los vientos de la magia hasta encontrar la mente dentro de la forma semipericibida del conjurador pisciforme. Por suerte percibir con claridad su masa no era necesario para alcanzar su mente, por desgracia al tocarla y comenzar a manipularla no tardó en sentir que estaba ante una voluntad mayor que la que ese poder podía someter y, por tanto, mayor incluso que la suya propia.

El enano se pensó muy seriamente echarse el hacha atrás y correr como corren los valientes en su última carrera. El hombre pez gigante parecía un verdadero adversario, pero al final, una parte muy pequeña de su cerebro le recordó que había más en juego, que no estaba allí por gloria en batalla, sino para rescatar a la hija de su amigo. Un enano se toma pocas cosas a broma. La batalla y su papel era una de ellas, pero cumplir una promesa estaba por encima de casi cualquier otra consideración.

En el último instante, el bramido se contuvo y llevó su cuerpo con cierto tiento hacia el adversario más cercano, planteando un combate frío, sereno, pendiente del contragolpe tanto como de su propio avance.

Sobrepuesto al olor, Gogri se lanzó certero usando al anfibio como cobertura contra el más grande, mientras el monstruo aún se recuperaba del dolor. Cuando el hombre pez volvió a enfocar la mirada lo hizo con una mueca sanguinolenta, después de que el hacha abriera su vientre como el de un atún recién pescado desparramando sus entrañas, de un tono negro y oleoso muy poco natural.

Rislân y, sobre todo, Hugh, que habían tenido que coser a menudo heridas terribles y no eran ajenos al aspecto de la gente por dentro, notaron que tenían mucho más parecido - extremo podía decirse - con las de un humano de lo que podría haber esperado, aunque parecían corrompidas y mucho más hediondas de lo normal.

Trató de liberarse de la presa que le inmovilizaba, pero la fuerza de aquel tentáculo era demasiada. Trató de golpearlo con la espada, empujarlo con el escudo... trató de retorcerse para escapar... Pero nada fue suficiente. 

El tentáculo no dejaba de aplastar a Aiden que notaba cómo el aire se le iba agotando, aunque la presa se aflojaba para poder estrujárle seguía siendo fuerte y sólida, pero sobre todo, le tenía incapacitado para ayudar en el combate.

El gigante marino, viéndose enfrentado ya sin ayuda, dio un nuevo paso atrás para obligar a quien quisiera alcanzarle a sufrir sus largas acometidas y descargó una nueva lanzada contra Gogri, aparentemente poco preocupado de Hank, pero nuevamente la férrea armadura del enano desvió la lanza contra la pared con la suficiente eficacia para que no sufriera más que una ligera contusión que ya no dolía antes de que el hombre pez recogiera el ástil.

Desde el fondo llegó de nuevo la voz del conjurador, en su lengua obscena y gorgoteante, ésta vez su blanco resultó ser Hugh, el explorador pudo sentir sus palabras entrando en su mente provocando visiones de un horror submarino que le miraba y esa mera presencia le hacía sentir débil y condenado, incapaz de conservar su vida y la de los que le importaban.