Partida Rol por web

Ricardo secamente asiente, se quedará, no era el bueno con las palabras, y no tenía gana alguna de tratar con los hombres del señor de estas tierras, si es que eran ellos. Velaría por Marcial y después trataría de explicarle los horrores que habían vislumbrado. 

Algo estaba pasando en aquel lugar, y estaba claro que no era solo obra de hombres. 

-Tra... tranquilo - le dijo a Rodrigo antes de que se fuese - todo est...estará bien. 

Ataste los caballos de los jinetes para llevártelos. Ciertamente una jugada muy hábil (no refiriéndose uno a "tomar prestado" sin una "fecha de devolución" tales monturas, sino en dejar sólo a tu compañero a la buena de Dios...). No obstante lo mejor que puede hacer cualquier rebaño, y aún más su dueño es esconderse del lobo hasta que se vea preparado para enfrentarse a él.

Subido en la montura de tu amo y cogiendo las riendas de los otros dos, trotabas a un ritmo normal hacia abajo (ni muy rápido ni muy lento). En esos momentos, a la altura de la ermita derruída los negros corceles se enbravecieron ¡incluso el tuyo! Cogiste rápidamente las riendas del caballo de don Marcial para no caerse tu cuerpo directo al suelo ¡qué encolerizados parecían! ¡qué situación!

Te percataste que la puerta de la ermita estaba abierta de par en par. ¿Podrías recordar si la dejásteis así una vez marchados de allí? Mientras mirabas esta escena los caballos seguían "zozobrándose", ¡¡como si el moro más pérfido y engañoso le hubiera echado azogue en sus oidos!!

Miguel, siendo poco finos, se acojonó ante tal espectáculo. Desde asegurada su estabilidad en el caballo, procuro bajarse del mismo y coger a los tres por las riendas, dándoles unas palmadas en el cuello y unas caricias en el morro para intentar calmarlos. Ciertamente allí había algo que inquietaba a los caballos, y a él también le daba miedo, así que siguiendo su filosofía de protección personal, tirando de las riendas de los caballos siguió su camino hacia la taberna... y que Dios me ampare en estas tierras de locos!!.

Mientras intentabas apaciguar a los caballos, un estallido derribó la puerta de la ermita ¡BBOOOM!! Y un estruendo la hizo tumbar y estallar en varios pedazos y una gran cantidad de astillas. Cuando miraste tras el gran susto viste que alguien había lanzado uno de los bloques de piedra allí caídos contra la madera. Acto seguido, tras ella salía un ser que jamás habías contemplado ¡en la vida! ¡Y creerte al decirlo sería como asegurar que uno estaba loco!

Era una especie de gigante con un solo ojo en la cabeza ¡Qué aberración! Tus ojos se quedaron mirándolos totalmente acongojado y sorprendido al mismo tiempo... la escena era dantesca.

Don Marcial comenzó a despertar. Parecía que el ungüento del tabernero comenzaba a hacer efecto. Se movía estando aún boca abajo, pero parecía todavía muy débil, aunque la esperanza no era vana.

Miguel se quedó boquiabierto ante tal espectáculo, y si ya tenía prisa por llegar a la taberna ahora más. Sin preocuparse ya más de los caballos, soltó todo y salió corriendo a buscar a su señor. Quería salir de aquel pueblo, y quería salir ya.

Léete la escena de "Combate.Resumen reglas", ahi está explicado en pocos pasos. (vas a entrar en combate ;) )

Iniciativas:

• Miguel
• Ente

Declara acciones, Miguel

¡Bravo! -gritó el tabernero cuando recobró la consciencia el noble. ¡Déjeme! ¡Pero, déjeme, mi señor! ¡Que uno de mis parroquianos le asestó un buen golpe, pero ha estado en buenas manos! ¿cómo se encuentra?

Estaba contento por ver a aquel hombre recobrar el ánimo. Tan sólo esperaba que no la pagara conmigo, que tan sólo guiaba aquella taberna como podía y las más veces no podía ni sosegar y calmar a quien bebe demasiado.

Al levantarme, aún tenía los ojos entrecerrados y un fuerte dolor de cabeza cuando vislumbré dos figuras. Una de ellas era ese tabernero, justo a mi lado, y enfrente de mi se encontraba Ricardo, observándole fijamente.

¿Qué ha pa... pa... augh... que ha pasado? -decía aún doliéndose y tocándose el ungüento en la parte trasera de su cabeza.

Correr y correr hasta estar lejos del ente que tanto miedo me da. Es decir, huir del combate.

"la cosa" ataca y ataca.

Aquel ser de un ojo portaba un enorme garrote. Parecía una gran vara hecha a partir de algun viejo árbol, pues era de grandes dimensiones. Cuando se abalanzó a ti pudiste contemplar el gran pelaje que tenía, aunque no parecía una bestia o cualquier otro mamífero, sino que andaba sobre dos patas. El primer embiste de su brazo (y por extensión de su garrote) pareció impactarte de lleno en (3) el brazo izquierdo... "¡Plash!" un golpe seco te impactó...

Daño del impacto: 13. Al ser en brazo: 6 puntos de R eliminados: más de la mitad de puntos de R perdidos--> Pierdes bonus de armas si atacaras. Además, has perdido más de la mitad de tu R en una sola localización; procedo a hacer una tirada de tabla de secuelas: Has scado un 5--> pérdida de la mano (-5 tiradas de HABILIDAD).

¡¡Tu grito fue aterrador!! ¡¡¡ARRRRRGHHH!!! Cuando te miraste el brazo tu mano... ¡Oh Dios! ¡¡Tu mano izquierda no estaba!!, tu muñeca se mostraba aplastada y la sangre comenzó a salir fuertemente... ¡Aquel ser te había destrozado en esa parte!! No contento con tal agravio aquella cosa que a pesar de contener un sólo ojo, te veía bien en la oscura noche, volvió a agitar su brazo, levantando el garrote y ¡Plaff!, el madero quedó clavado en el barro sucio y pútrido del suelo... Fue entonces cuando te levantaste y lograste huir dirección a la taberna...

Ni siquera te atreviste a tomar los caballos, ni siquiera te atreviste a mirar atrás. Perdiste de vista al ente de un solo ojo.

Por Dios y por la virgen!!!, que era aquel ser. La visión de tal ente le hacía plantearse toda su vida a Miguel, sería verdad los cuentos que le contaban de pequeño, existiría Dios y Lucifer, y si era así, por que Dios había permitido eso...el siempre había sido un buen católico. Sin mano ya, Miguel siguió corriendo hacia la taberna, abriendo la puerta de par en par. Apretándose fuerte el muñón con el trapo que antes llevaba a la cabeza, exclamó. -Ayuda por Dios, AYUDAA!!!!