Partida Rol por web

Pareció, con un gesto, quitarle tanto importancia, como ocultar su desconocimiento, con un gesto de la mano.

- Que 52 minutos más largos.

-Si quieres hacerlos más cortos, podemos escabullirnos un rato. Ahora nadie nos está haciendo caso -le digo señalando las puertas de salida.

Sales por detrás de una cortina. Ella, con la poca sutileza que le caracteriza, te sigue.

Ese salón disponía de unos ventanales que dan a los jardines del Campus Universitario de Nagelring. Os intentáis meter hacia un lugar discreto, pero parece que se os han adelantado. Dos voces gimen intensamente entre unos arbustos. Tu escolta intenta aguantar la risa, y bota, cómicamente, con el puño cerrando ante la cara, en el fútil intento de discreción. No tardará mucho en reventar a reir. A ti te da mucha vergüenza.

Quedo un tanto avergonzado ante lo absurdo de la situación y la cara de chiste de Wayanina. Sintiéndome un tanto violento, opto por decir en voz un poco demasiado alta, a ver si los del arbusto se dan por aludidos.

-¡Vaya, que buena noche hace hoy!

La pareja parece estás en el culmen del climas, o por lo menos, llegando a ello. La mujer de la pareja, ya que la otra voz no la consigues componer, está rizando el rizo.

Wayanina rompe a reir con tu comentario, te coge de la mano y te aleja de allí.

Me dejo llevar por mi fornida camarada, un poco avergonzado de la situación.

-¿A dónde me llevas?

Te ha "arrastrado" hacia el edificio principal, del cual escapasteis. Pero por la parte de atrás, que es donde están las cocinas. Por allí era un atajo hacia las pistas de deportes, pero nada más llegar a la zona más "angosta" y oscura en estos momentos paró de golpe. Miró a ambos lados a la vez, como el que se asegura antes de cruzar la calle, y te puso contra la pared. Allí, empezó a devorarte los morros como una loba.

Al principio me resisto porque mi tipo de mujer es de otra "complexión". Pero al final, por culpa del alcohol que he bebido me siento un tanto más dispuesto a dejarme llevar. Además, siempre está bien tener todo tipo de experiencias. Así que me arrastro a la diversión, aunque una parte de mí reza para que mi hermano no me encuentre. No creo que pudiera soportar sus burlas sin tener que pegarle un tiro.

Se separa bruscamente.

Es como si la hubieras asaltado y te empuja, pero ... la pared de impide llegar muy lejos, y es su cuerpo el que se aleja.

Te mira con los ojos vidriosos, y antes de que puedas reaccionar gran cosa, ya hace unos metros que se ha marchado.

Intento hablar con ella, pero luego recuerdo una regla de oro que siempre me ha venido bien para tratar con las mujeres: "no intentes entenderlo". Me encojo de hombros solo en la oscuridad antes de buscar el camino de vuelta a la fiesta junto a mi hermano y mi padre.

Dustin está más inmerso todavía en las conversaciones y negociaciones. Están todos tan liados, que parece que nadie se ha dado cuenta que algunos ya se han "escapado".

Te sientes aliviado, y suena una campanita de bronce.

- Señores, cinco minutos para la hora de la entrega de destinos. Se ha hecho un silencio sepulcral. - Pueden marchar en pos de su futuro. Y empezáis a correr como desesperados, porque en 5 minutos llegarán pocos ... a tiempo.

A medida que se acerca el gran momento, empiezo a sentirme más nervioso. El alcohol que he ingerido durante la noche comienza a pesarme en el estómago como una piedra ¿Conseguiría mi destino? ¿O me enviarían a alguna unidad aburrida en mitad de la nación? Miro el reloj a cada momento mientras se desgranan los segundos.

El jefe de la academia era alguien muy respetado en todos los ámbitos y la nación. Además, no era un oficial de ... prestigios. No era un General Social. Su reputación se la había ganado en el campo de batalla, en los centros organizativos, demostrando su capacidad de gestión, administración y organización. No tenía que competir por el generalato. Incluso había rechazado una vez el ascenso, para poder terminar este curso sin partir la carrera de nadie. Él marcharía en unos días, tras el fin de las clases. La escuela no solo eran las clases; también tenía la organización, administración de la misma y las relaciones con otras muchas entidades, unas civiles, otras militares.

Vuestro comandante de brigada, una capitán rubita con el pelo cortado a lo salvaje, acompañaba al coronel. Además, algunos de los otros mandos de la brigada, como un sargento primero instructor que se encargaba del deporte, o incluso, los furrieles y demás. El personal que faltaba, es porque estaba de guardia.

El coronel llegó a vuestro alojamiento, y el primero que se dio cuenta, soltó el típico grito: - ¡ATENCIÓN!. No sabías quién se había dado cuenta y dado esa voz, pero todos la esperabais con ansia. Y todos firmes, disteis el frente a él Además, el sudor bajo la camisa, que la chaqueta del uniforme no ponía fácil evaporar, os estaba sofocando.. Enseguida hizo un gesto con la mano y la capitán comentó con familiaridad. - Continuar. Vuestro alojamiento había sido el primero, ya que se hubiera oído algo, en los contiguos, pero ... ese no era el problema. Te empezó a aumentar la tensión. Notabas una vena palpitando en la sien. El cuello se hizo estrecho en la garganta de todos y muchos metieron el dedo, con la intención de dejar espacio entre tala y piel, para que el aire siguiera circulando hacia los pulmones.

El mismo coronel ordenó: - Señores, en tres minutos en el salón de actos. Otra vez a correr. No estaba lejos ... pero aún tenías el corazón a tope por la carrera. Enseguida de empezó a escuchar el golpeteo de muchos zapatos a la carrera, y en la distancia, otra vez la voz de atención. En esta ocasión por un timbre femenino. - Tenemos ventaja. Vamos los primeros.

Tu alcoholemia desapareció. Todo ese veneno que corría por las venas quedó atrás. No sentías sus efectos, excepto un extraño calor ... que bien podía ser por las carreras que os estabais dando.

De nuevo a correr, pero esta vez sería la última. La suerte ya estaba echada y ahora sólo quedaba esperar que no haya sido esquiva. Sin mirar a mis compañeros, me dejo el alma para llegar al salón de actos.

Todos entráis en el salón de actos. No has visto a Wayanina, pero sabes que ha entrado en la cabeza del último grupo. - Joer, es la deportista. Le habrá adelantado por los pasillos en la carrera.

Tras unos pocos, pero largos minutos llega la capitán Estern. Vuestra Comandante de Brigada. La jefa de todo tu curso. Cada promoción tenía el suyo. Antiguamente había uno por cuerpo o arma, y así habían varios en cada promoción, pero ni los alumnos eran tantos ni era preciso. Además, había pocos oficiales dispuestos a ser ... ese aborrecible puesto. Era muy importante, pero a pocos les agradaba. Preferían puestos de combate y de dirección, ... y extraños los casos, de inteligencia. Pocos se volcaban por los de gestión o administración, y muy pocos por los de adiestramiento. Normalmente eran ocupados por oficiales viejos, que ya tenían mucha experiencia y pocas posibilidades de ascender. En este caso era raro. Era joven. Incluso más. Era su primer destino de capitán. Lo más extraño es que viene de la rama de los cazas aeroespaciales, y tenía una carrera prometedora, una buena serie de menciones y condecoraciones, y muchísima habilidad ... y potencial. Era una tia afable y pragmática. No era dada a discursos y todo era ... directo.

- Señores, silencio. Ordenó. Ni si quiera comentó que es lo que estaba por hacer. Más relajada os permitió sentaros: - Siéntense. Suspiró un momento. Se aclaró la voz. - Señoras y señores, ha sido un honor cumplir estos 4 años con ustedes. La capitán vino a sustituir vuestro primer comandante de brigada. Un viejo y aguerrido infante, que con los años había ganado demasiada barriga y excesivos vicios. Estos, dieron con sus huesos a la tumba. En medio de un adiestramiento de orden cerrado, sufrió, ante los ojos de todos un infarto fulminante, que duró menos de medio minuto. Tras eso ... murió.

La oficial desplegló un papel, que parecía un papiro del antiguo Egipto. Incluso parecía igual de viejo. Así empezó:

- Sir Aglen Mussif klito - Primero de Guardias Reales.
- Doña Amela Hausser Steiner - Primero de Guadias Reales.

Un murmullo generalizado se propagó durante unos instantes, pero una mirada severa, acompañado de un rotundo SILENCIO acalló cualquier voz.

- Condesa Melissa Honestauffel Ulber - Instituto de Ciencias de Nueva Avalon. Miró al auditorio y comentó. - Irá como teniente.

- Don Manuel Albert Ironidiali - Tercero de Guardias Reales.
- Don Giner Albert Ironidiale - Tercero de Guardias Reales.
- Doña Serdi Diuere Tizzy - Decimonoveno de Guardias Acturianos.
- Don Emlo Tokay Iroky - Ayudante del Campo del General al cargo de Denébola.
- Caballero Carlz Tissenholf Tissenholf - Milicia Fronteriza de Alexandría.

Y así se tiró los siguientes 22 minutos. Si hizo largo, pero cuando más llegaba al final, más te preocupaba.

- Para consultas, los listados están en las puertas de los alojamientos. Ruego encarecidamente que los lean con detenimiento, ya que allí están indicados cuando salen sus transportes. Enrolló con parsimonia el papel, y ordenó por tiempos:

- Firmes. Ya todos en pie, dándole el frente terminó con la que todos esperaban: - Rompan filas. Y empezaron otra vez las carreras para ver donde salía cada uno, cuando ... y todo eso.

Tu mente correteaba por toda la disertación. Tu nombre no había sido dicho, o no habías sido, con los nervios, capaz de enterarte.
 

¿Qué había pasado? ¿Habría habido algún error? ¿Por qué no me habían nombrado? En lugar de ir corriendo hacia mis alojamientos como hacían todos mis compañeros, fui caminando. Pensativo. Alguien tenía que haberse equivocado. No podía ser todos los destinos que había elegido hubieran sido rechazados. No, allí pasaba algo raro. Caminando, llego hasta donde están las listas y me abro paso como buenamente pueda para poder buscar mi nombre.

No estás en la lista. En ninguna de las listas.

Ni si quiera en los cateados que tienen que recuperar materias o que suspenden curso.

En ninguna.

¡¿Pero qué cojones?! Esto no podía estar ocurriendo ¿Qué leches estaba pasando? Había completado la instrucción. Se había dejado el puto culo en esa jodida academia ¿y ahora un puto error burocrático le dejaba fuera? Salgo echo una furia en busca de mi padre. Esto no iba a quedar así, no señor.

De camino te encuentras a la capitán hablando con alguien bastante grande. Están en una zona algo oscura, y no consigues ver quién es. Antes de que llegues se mete al edificio (Jefatura de Instrucción) que está a espaldas de ambas. Esa construcción está muy cerca de donde se encuentra la mayoría de las aulas, y adyacente al alojamiento de los profesores militares (protos). Los profesores civiles viven fuera de las instalaciones.