Partida Rol por web

Arcturus había contemplado en absoluto silencio la amonestación de Hieronymus al asesino, inmutable. Únicamente reaccionó cuando el veterano Arbites se dirigió a él.

- La codificación escrita no es una de mis especialidades. No obstante, haré lo posible. Incluso si permite adivinar nuestras identidades, dudo que a estas alturas suponga una gran importancia. -

El envío del mensaje no llevó demasiado tiempo. Era tan temprano que los negocios decentes estaban cerrados, y los organismos gubernamentales como ese apenas tenían trafico de clientes al que atender.

Tras varios minutos de ascenso a pie por la colmena alcanzásteis la entrada al edificio que actuaba de estación de paso hacia la cúspide, y que Urtzi y Gianna ya conocían bien. La primera reacción de los encargados fue saliros al paso y deteneros para que abandonaseis el edificio, pero con los pases en la mano su expresión cambió, y de repente se volvieron serviciales y atentos con cada uno de vosotros.

Os abrieron paso hasta un elevador por el que no habían subido Urtzi y Gianna la primera vez y le activaron sin hacer preguntas. En menos de 10 minutos habíais llegado a una plataforma de embarque donde esperaba un aerodeslizador ligero con espacio para todos.

Sin preguntas, sin puertas cerradas. El trayecto que había costado 4 horas de interminables pausas y comprobaciones de seguridad a los anteriores visitantes se había llevado a cabo en escasos 30 minutos con el pase de los Wolfe en mano, para irritación de Gianna y desconcierto de Urtzi.

El transporte aterrizó en un pequeño espacio habilitado para ello, parecido a una plaza. La diferencia entre la colmena media y la cúspide era abismal, el aire era completamente puro y se veía la luz del sol directamente a través de las nubes. Además, se hallaba completamente en calma, sin apenas ruidos que perturbaran el ambiente. De hecho, no había nadie a la vista en aquellas calles relucientes.

Los materiales del suelo y los ornamentos de las calles denotaban elegancia y riqueza, ya fueran las losas que resplandecían reflejando la luz del sol, o una fuente con esculturas de niños juguetones y sonrientes que se veía a algunas decenas de metros.

Sin perder tiempo, y guiados por el adepto, llegasteis al edificio que buscabais tras avanzar un centenar de metros. La entrada a la residencia Wolfe era una reja metálica de enormes proporciones, con unas letras plateadas con su apellido y el rezo en gótico clásico - Affectus sunt inimicus officium - o - Las emociones son enemigas del deber -, además del blasón de la familia, una elaborada 'W'.

Sin embargo, la reja se encontraba entreabierta, al contrario que la primera vez que estaba firmemente cerrada, obligando a los visitantes a utilizar el comunicador para anunciar su presencia.

Orionus fue golpeado a traición por Hieronymus y amenazado cuando salieron de la tienda del capitán Jayson McOwen, controlo sus reacción y cuerpo inmóvil, lo suficiente para que sus reflejos aguantaran la fuerza de no dejarse asfixiar. Escucho las quejas de Hieronymus y sus compañeros de sus mal intento de obtener información que más de una vez le funciono en casos donde se bloqueaba su misión.

Tuvo que actuar impasible al ataque de Hieronymus porque de adolescente ya cometió dos asesinatos de compañeros por la fuerte instrucción y cualquier molestia o leve agresión que se producían en las escuelas. Los alumnos podían estallaban en cualquier momento por eso se les permitían dos amonestaciones a la tercera te declaraban demente y licenciaban sin saber nada de ese alumno. Al graduarse como asesino imperial te condonaban las amonestaciones de la escuela y te amparaba la ley militar, menos permisiva que la escuela.

Los diferentes profesores inculcaban siempre el mismo lema a los alumnos desde pequeño de cumplir el objetivo, solo confiar en si mismo para cumplir la misión y volver vivo cumplida la misión.

Después de reflexionar durante el recorrido para ver a los Wolfe, Orionus comento en voz alta mientras iban en el ascensor "Cometí un error o arriesgue demasiado en mi acción pero quien me toque la próxima vez, no vivirá para contarlo". Los asesinos tenían poco honor sino no se dedicarían al oficio para el que fueron elegidos pero si no guardaban en su interior un mínimo de respeto a si mismo perdían todo el sentido en sus vidas y profesión. Más de un asesino lo perdió, terminando suicidando se, vagando por el universo sin un objetivo o causando el caos a sus alrededor hasta que acabaran con su vida.

Cuando salieron del ascensor recorrieron los pasillos de la cúspide hasta llegar al recinto de los Wolfe. La entrada de rejas estaba abierto y pregunto a Arcturus y a Gianna "¿cuándo vinisteis estaba abierta?".

Orionus preparo su rifle automático, comprobó que el cargador estaba lleno y dijo al grupo "esta evidencia de la entrada nos esta advirtiendo que aquí ha pasado algo o son paranoias mías".

El arbites frunció el entrecejo con gesto de sospecha dirigido a la puerta entreabierta, pero a fin de cuentas él no tenia otra expresion que el ceño fruncido y por costumbre sospechaba de todo y de todos. Así que no se observó en su actitud más cambio que una maldición ininteligible en voz baja.

Aquello de encontrar la puerta entreabierta quizás era fruto de un asalto, pero no se veían signos de lucha, como manchas de sangre, casquillos en el suelo o cadáveres de guardias. Bien podía ser una invitación a entrar, pero no había comité de bienvenida alguno, lo que era raro para una familia noble, a buen seguro bien dada a fastuosas y pomposas presentaciones.

Al viejo no le daba buena espina aquello, así que lanzó una mirada al grupo a su espalda dispuesto a advertirles, pero había repetido tantas veces el mantra, como en una instrucción militar, que todos parecieron entenderle sólo con la mirada "manteneos alerta, armas preparadas, posiciones de combate". Bien, aquello empezaba a parecer un grupo unido y no una serie de desconocidos de los más dispares orígenes.

Una vez más el viejo iba a pedir la posición en punta en la formación, abriendo camino, pero se dió cuenta de que no conocía el lugar y que Urtzi y Gianna ya habían estado antes allí. No estaba dispuesto a exponer de esa forma al sabio y a su preciada "carga".

- Gianna, en cabeza, guíanos. Señor Boulder - miró al asesino a los ojos, friamente, midiendo cual sería la reacción del muchacho que hasta ahora le había sorprendido reiteradamente y probablemente lo hiciera una vez más, al recibir órdenes, después de la reprimenda recibida - Orionus, con ella - estuvo a punto de añadir un sarcástico "si os parece bien" pero aquel no era el estilo del viejo y además no estaba el ambiente para tensar más los ánimos. Además ambos, la soldado y él habían formado dueto desde el despliegue. Era la elección obvia.

- Os seguiremos Heinrich y yo. Hermana Isolda, detrás de mí. Señor Urtzi, en el centro - Se dirigió al tecnoadepto, que tras el enfrentamiento con el gigante metálico había quedado cada vez más meditabundo e introspectivo - Maese Arcturus, cubrireís nuestra retaguardia.

- Mantened las armas empuñadas y preparadas, profesionales, pero no quiero una actitud hostil, a fin de cuentas, nadie nos ha atacado todavía y quizás las cosas acaben mansamente - dijo el arbites aunque no confiaba demasiado en ello y comprobó que los cargadores de su arma estuvieran llenos y encendió por unos segundos el detector de salvaguarda para escanear sus alrededores, quizás fuera algo innecesario, pero nunca estaba de más ser prudente.

La visión del portón principal entreabierto era algo que estaba fuera de toda lógica. Urtzí ya había estado allí y sabía que el servicio estaba compuesto por servidores de una calidad muy superior a lo que estaban acostumbrados. Además, sería un descuido impensable o tremendamente conveniente que la puerta de entrada quedase abierta. En este caso, al adepto no le quedó más que unirse a la línea de pensamiento del señor Homron y esperarse lo peor.

En silencio pero todavía perplejo, empuñó su fusil con más fuerza de la necesaria. Al hacerlo, el fantasma del dolor sufrido por el ácido hizo una inoportuna aparición que no hacía más que agudizar las preocupaciones que Urtzi podía tener pues aquello le recordaba que esta vez podría no tener tanta suerte... "Eres un acólito de la Inquisición... Eres el instrumento del Emperador para llegar allí donde otros no pueden..." Si bien su recurrente mantra no terminaba de tranquilizarlo del todo, por lo menos le permitía seguir adelante con los ojos bien abiertos. Tragó saliva y reunió fuerzas para poder hablar en aquel momento lleno de tensión y de malos presagios. -Será mejor que nos dirijamos directos hacia el despacho del señor Wolfe. Es el único sitio que conocemos de este inmenso lugar.- Le recomendó al veterano arbites. Todavía cabía la posibilidad de que esa brecha en la seguridad del recinto se debiese a un error totalmente inofensivo y sin la más mínima importancia. Pero si las sospechas que tenían sobre Ignace eran ciertas también cabía la posibilidad de un pequeño ajuste de cuentas o de que el mismo hijo se hubiese decidido a dar un golpe para acelerar la obtención de su herencia. O quizás no sea más que una herramienta bien pulida por los Lógicos. Un sinfín de posibilidades se formaban en la mente de Urtzi pero todas ellas apuntaban a que debían darse prisa. Por lo que tomar una ruta segura y conocida era la mejor opción que podían tomar. No les convenía perderse en un momento como este.

Como al resto, la puerta entreabierta me dio mala espina. No perdí tiempo en pensar porqué, multitud de razones podia tener esa puerta abierta y la asuencia de personal. Ya lo descubriramos cuando avanzasemos. Me coloqué en posición mientras lo indicaba el viejo arbites. Me estaba costumbrando a ese estilo tan militar, tanto que al mismo momento ya tenia el arma en las manos y habia comprbado que el cargador estuviese lleno y listo para disparar.

Me concentré un instante en mis sentidos y eché un vistazo al inmaterum para prepararme por si sentia alguna perturbación. A lo largo de esta misión no habia encontrado nada realmente demoníaco, pero nunca estaba de más asegurarse.

Heinrich asiente a las instrucciones de Hieronymus. Como siempre los instintos inculcados por la veterania habian activado la mente tactica del arbites. Quiza algunos le pudieran tildar de paranoico, pero Heinrich veia con diferentes ojos la actitud del anciano. Tenian experiencia juntos y en el pasado se habia pagado un alto precio por no tener la suficiente precaucion.

-Indique el camino, Urtzi. Cuando empiece el fregao, pongase detras mia, yo le cubrire.

Heinrich se habia, con este comentario, autoimpuesto la tarea de proteger al adepto. La formacion que Hieronymus habia asignado permitia que los dos sujetos del frente tuvieran libertad tactica, mientras que asignaba a Taikel bajo la cobertura de Heinrich, sin embargo Urtzi se habia quedado un poco en tierra de nadie, cubierto por todos los flancos y descubierto si el grupo habia de dispersarse.

La parte clave de su comentario era que en vez de "si" habia usado "cuando", indicaba que el Guardia Imperial esperaba encontrar problemas. 

El arbites había terminado de revisar la seguridad ambiental con el detector de salvaguarda y se lo estaba colocando al cinto cuando vió, al levantar la cabeza que el asesino, Orionus Boulder, aún ocupaba su puesto en la mitad de la formación y se estaba haciendo el remolón respecto a ocupar el lugar ordenado junto a Gianna.

- Maldita sea, siempre es igual - masculló el viejo entre dientes de forma ininteligible. Aquello era como con aquel joven cabo de la Guardia ¿cómo se llamaba? ¡Ah sí! Silvanus, Stig Silvanus, aquel muchacho, que el Emperador tuviera en su gloria¹, se había comportado de una forma ridículamente suicida y luego llegado el momento de la verdad, se había negado a abrir camino. Hieronymus había estado a un pelo de ejecutarlo por insubordinación.

El arbites se guardó sus pensamientos para sí y se limitó a echar una significativa mirada a Heinrich, tras su máscara inescrutable seguramente su compañero estuviera recordando la misma escena. El viejo se tragó sus reproches, pues ya había tenido suficientes encontronazos con Boulder ese día. Chasqueó la lengua en un gesto de disgusto y se limitó a decir:

- Ya ocuparé yo el lugar en la cabecera. Heinrich, detrás de mi. Isolda él te cubrirá - el viejo lamentaba no poder proteger a la hermana herida con su escudo y con su cuerpo, pero no le dejaban otra opción y respecto a Orionus, no creía que esto fuera un truco para situarse a su espalda y vengarse, pero en cualquier caso no estaba demás ser precavido.

El viejo, ya colocado en la punta de lanza dirigió un asentimiento a Gianna, a su lado, indicándole que podían empezar a caminar. Fijó la vista al frente y evitó que los demás le vieran la cara, no tanto porque expresara el enfado y la decepción que sentía por Orionus, sino porque al pensar en Stig no podía dejar de recordar cómo éste, vestido sólo con sus calzoncillos y sus botas de combate había cargado enloquecido contra una turba de imaginarios enemigos, para acabar dándose de bruces con una columna en la oscuridad².

Comenzasteis a atravesar en formación la soleada calle principal que se abría paso desde la reja hasta la puerta principal del edificio, y era una verdadera calle, de varias decenas de metros de largo, rodeada por unos jardines perfectamente cuidados hasta donde podíais ver.

El trayecto se os hizo sorprendentemente largo, con sus ordenes el veterano Arbites os había puesto en guardia, y no había nadie que no esperara que de algún rincón oculto apareciera un enemigo, pero no había lugar del que pudiera salir nadie. Del mismo modo, tampoco había ningún sirviente, humano o servidor, cuidando de los jardines. Finalmente llegásteis a la altura del cenador adornado de cristal que se encontraba a escasos metros de la puerta principal de la casa, descubriendo que esta también se encontraba entreabierta.

Con igual precaución abristeis las puertas por completo. Allí, tirados en el suelo de la entrada había dos cuerpos rodeados por un charco de oscura sangre a coagulada, uno de ellos era un servidor con elegantes pero sencillas ropas de mayordomo, el otro era un hombre de edad avanzada, pero aún no entrado en la vejez, vestido con ropa elegante, cara y formal.

No había ni rastro de otras personas en los alrededores, vivas, muertas, o inanimadas.

Simplemente no daba crédito. Encontrarse con aquel inmenso jardín completa y absolutamente vacío era cuanto menos perturbador. Urtzi miraba nervioso en todas direcciones intentando ver por entre la formación que mantenían sus compañeros acólitos. La tranquilidad con la que transcurrió el paseo por los exteriores de la mansión no hacía más que acrecentar la tensión en la atmósfera y el encontrarse con la puerta principal también abierta elevó la preocupación del adepto a nuevas cotas jamás alcanzadas.

Pero el destino guardaba alguna que otra sorpresa más para el manojo de nervios que era Urtzi en este mismo instante. La impactante visión de dos cuerpos sobre un pegajoso charco de sangre los esperaba en la ostentosa entrada de aquel palacio. Sin saber muy bien si se trataba de un presentimiento o de un fugaz vistazo a uno de los cuerpos, el adepto supo de quién se trataba. "Por la gracia del Omnissiah... no puede ser él... él no." Urtzi se escurrió entre Heinrich y Orionus hasta llegar a la primera fila compuesta por el veterano arbites y Gianna. -Querido Omnissiah... es el señor Wolfe...- Dijo con un hilo de voz agarrando en un gesto inconsciente el brazo de la soldado. Todo su cuerpo se quedó petrificado y su mente perpleja ante el repentino giro de los acontecimientos. Aquel hombre suponía la última baza del grupo para resolver el problema del contrabando de armas y su salvoconducto para salir de este planeta sin ninguna clase de dificultad. Sin saber muy bien por qué terminó de salir de la formación, sin ni siquiera pensar en la reacción del señor Homron, para acercarse rápidamente al cuerpo del noble. Con la respiración entrecortada ignoró el viscoso chapoteo de la sangre en el suelo y se puso de cuclillas para  tomar el pulso del señor Wolfe. Aquella cantidad de sangre en el suelo era una prueba bastante contundente del estado del gobernador. Pero algo en lo más profundo de su ser se negaba a aceptar aquella realidad. Aquella desconocida incertidumbre era como un rumor que crecía en su interior, un rumor que tenía que acallar. Por eso debía certificar lo que su sentido común le decía a gritos. 

Iba algo tenso aunque agradecido de que no nos encontrasemos con ningun problema, hasta que llegamos a ver los cadaveres.

La reacción de Urtzi me sorprendió, sobretodo que rompiera la formación y se adelantase al Arbites. Le caeria una bronca. Aunque cuando dijo de quien se trataba el cuerpo, entendí su estallido.

- Adiós a nuestra mejor baza... - Dije, bastante inoportunamente me temia. - Supongo que su hijo queria heredar pronto. - Seguramente estaba sacando conclusiones muy precipitadas, pero seún tenia entendido padre e hijo no se llevaban bien, y si el padre era consciente de los lios en que estaba metido su hijo, estaba seguro de que esto no tardaria en llegar.

El arbites contempló los cadáveres con cara de póker. No había sabido quién era aquel hombre y su máquina hasta que Urtzi abrió la boca. Para él, ahora mismo, Wolfe había pasado de ser un potencial testigo a una potencial complicación.

Con ojo profesional evaluó en instantes la escena. Dos cadáveres, un humano y un servidor muertos. Sin signos de lucha, sin casquillos dispersos - al menos no a primera vista - Una muerte rápida, desde cerca, inesperada - causada por alguien cercano o bien conocido. Sangre coagulada - ya llevan aqui un rato. Un grupo de acólitos bien armados en medio de la escena del crimen, uno de ellos a punto de embadurnarse de sangre con la sangre de un noble recién asesinado. Alguien a quien incriminar sin esfuerzo alguno - está a punto de venírsenos encima una lluvia de mierda.

El arbites se acercó al sabio , que se inclinaba sobre lord Wolfe y le puso la mano en el hombro refrenando el impulso del viejo - despacio señor Urtzi - con cuidado giró un poco el torso del cadáver con la punta del arma, tanto para ver si había respuesta en éste, como para exponer la pechera de su chaqueta. Quizás tuviera algún documento importante que pudieran recuperar - sed muy cuidadoso y no os mancheís.

Se volvió hacia los demás, para comunicarles sus preocupaciones. Por primera vez desde que se conocían pareció dispuesto a consultar el curso de acción a alguien además de a su compañero Heinrich o a tomar decisiones por su cuenta, como hacía siempre; quizás les estuviera cogiendo confianza, o quizás pensara que el asunto era demasiado serio. El Emperador sabía que Hieronymus entendía de este tema y el problema al que se enfrentaban empequeñecía a haber perdido el apoyo de McOwen. Su tono, como siempre era duro y muy claro:

- Señores, tenemos dos opciones y tenemos que eligir ya.

- Primera, avisamos ahora mismo al Oficio Arbites Planetia, sobre la muerte del señor Wolfe, para que envíen una unidad. Nuestra investigación quedará inmediatamente detenida y finalizada y quedará este tema en sus manos. Seguramente podamos volver a la colmena Sibelius tras un interrogatorio. Pero existe la posibilidad de que nos carguen el muerto. A fin de cuentas estamos armados, somos extranjeros, mercenarios y estamos en el peor lugar y momento posibles, nuestras identidades dependen de que McOwen nos respalde y eso - miró severamente a Orionus - estaría por ver.

- Si yo fuera el encargado del arbites local juro que sospecharía y mucho de una panda de "mercenarios" que aparecen en la cúpula junto a un notable muerto. No obstante disponemos de los pases que nos proporcionó el difunto lord Wolfe y podemos afirmar que nos convocó y que lo hemos encontrado así.

- La segunda opción es continuar la investigación por nuestra cuenta, buscar a Ignatius y a cualquier responsable de esto - señaló con la bocacha del arma a donde estaba Urtzi - en ese caso tenemos que ser muy muy rápidos, recorrer la casa y desaparecer de aqui lo más rápido posible sin dejar rastro alguno de nuestro paso. Si nos cogen aqui - añadió - y antes o después alguien se dará cuenta de la ausencia y posterior muerte de lord Wolfe. Si nos cogen aqui, ni el mismísimo divino Emperador nos librará de la pena de muerte y menos con algunas de las cosas que llevabamos encima - No hizo falta que lo señalara para que todos ellos se dieran cuenta de que llevaban algún cristal, bote de líquido azul o libro herético tras el reparto que hiciera Urtzi.

- Esta opción es peligrosa porque aunque seamos fantasmas, varias personas podrán testificar que nos vieron dirigirnos aqui - dijo pensando en los que les habían requerido los pases - sin embargo, la opción de ser interrogados como acusados por el Arbites tampoco es nada atractiva, os lo puedo... garantizar - y por algún motivo resultó más realista y amenazador de lo que le hubiera gustado.

Urtzi tenía dos dedos presionando la arteria carótida en el cuello con la vaga esperanza de que aquello no fuese lo que parecía. A penas escuchó hablar al arbites y justo cuando éste le dio la vuelta lo sintió. -¡Está vivo!- Exclamó eufórico interrumpiendo sin querer el discurso del señor Homron. -Querido Omnissiah... gracias, gracias...- Dijo con un alivio que difícilmente había experimentado antes. Todavía tenian la oportunidad de salvar de la corrupción a esta colmena y contar con la inestimable ayuda del señor Wolfe. 

Pero no había tiempo para regodearse en su golpe de suerte y mucho menos para dar todo por solucionado. -¡Tecnosacerdote Arcturus, rápido! Creo que solo tiene una contusión, pero lo necesitamos consciente para saber qué le ha ocurrido.- Le dijo al tecnosacerdote pues era el único que poseía unos conocimientos sólidos de medicina. Estaba claro que fuera quien fuera el agresor, no podía andar demasiado lejos y había cometido un grave error al haberse confiado de esta manera. Ya fuese por el hecho de no haber matado al noble o por haber pensado que no merecía la pena el esfuerzo. De cualquier manera, ahora estaba en manos de los acolitos hacer justicia en nombre de la Inquisición.

Orionus formo en el escuadrón al lado de Heinrich. Por eso asintió con la cabeza cuando se cruzo con Hieronymus en señal de agradecimiento.

Entraron en el recinto de la familia Wolfe, cuando se encontraron los cuerpos en el suelo de un servidor y un hombre de avanzada edad sobre un charco de sangre coagulada.

Urtzi salio del escuadrón corriendo a ver los cuerpos y en el momento de ver sus caras, reconoció a uno de ellos diciendo "Querido Omnissiah... es el señor Wolfe".

Cada miembro del grupo actuó de una manera al ver la escena con los cuerpos y saber que ese hombre era el señor Wolfe.

Orionus estaba acostumbrado a ver cadáveres por eso no le dio la importancia solo demostraba de que su intuición era cierta al ver la puerta de la verja abierta. Por eso se puso alerta y miro en todas las direcciones por si había vigilantes o si había cámaras de vigilancia que estuvieran grabando su posición.

Hieronymus expuso la situación de la misión y nuestra involucración para tomar una decisión en grupo. Orionus mientras observaba la zona comento "Yo seguiría adelante, aunque por el estado de la sangre el rastro puede estar frío" "también podéis ir dos a informar a McOwen mientras curamos e interrogamos al señor Wolfe" "y si podemos avanzaremos para buscar más pruebas y testigos, ya os informaríamos si necesitáramos ayuda".

Antes no me habia fijado en el letrero de la verja, me entra curiosidad por saber que dice y estoy a punto de preguntarle a Urtzi, pero la curiosidad me abandona muy rapido. Seguro que es alguna chorrada pomposa.

Cuando entramos nadie viene a recibirnos, ni en verdad parece haber nadie a la vista. Me da muy mala espina, si me lleve una impresion de mi anterior visita es que la seguridad era importante.

Entonces veo los dos cuerpos, y a Wolfe tirado en el suelo junto al servidor que nos franqueo la entrada la ultima vez. Estoy preocupada, sobre todo por las implicaciones. Por un lado nos pueden cargar el muerto, nunca mejor dicho. Tenemos identificaciones inquisitioriales, supongo que eso deberia detener a cualquier verdugo lo suficiente como para comprobar que no somos unos impostores, aunque quien sabe... Por otro lado, si Wolfe esta en este estado, no creo que este detras de la conspiracion. Al mismo tiempo no puedo evitar cierto placer morboso al ver que los nobles de las colmenas tambien sangran. 

-¡Está vivo!-

No jodas- No salgo de mi asombro- ¿En serio? Dejad que me acerque- Me abro paso a codazos sin esperar respuesta y saco mi spray antihemorragias.- Yo de medicina no se gran cosa ¿Sabeis? Pero precisamente por eso llevo esto conmigo. - Busco tratando de no mover el cuerpo las heridas y las rocio con el spray- Despues de todo, eres un cabron con suerte- Puede que a alguien no le haga gracia definir asi a Magnus, pero que coño, para salvarle la vida estoy gastando algo que tengo para que salve mi vida.- ¿Quien es tan arrojado como para atacar a uno de los principales nobles de la colmena en su propio hogar y al mismo tiempo tan estupido como para marcharse sin asegurarse antes de que realmente esta muerto? -Miro a Urtzi con cara de circunstancias, ambos oimos al propio Wolfe definir en nuestra visita a alguien como "estupido".

"Yo seguiría adelante, aunque por el estado de la sangre el rastro puede estar frío" "también podéis ir dos a informar a McOwen mientras curamos e interrogamos al señor Wolfe" "y si podemos avanzaremos para buscar más pruebas y testigos, ya os informaríamos si necesitáramos ayuda".

Je, muy gracioso ¿Y porque no vas tu para que te disparen a ti? Yo ya tuve bastante la ultima vez. Despues de todo, fue culpa tuya que el suertudo se pusiese asi ¿Recuerdas?.

Ante las palabras de Orionus, Heinrich bufa con desaprobacion, subrayando la chanza de Gianna.

-Si, genio. Avanza solo, actua solo, parece que no aprendes de tus errores, y aunque dicen que la letra con sangre entra, tus cicatrices demuestran que aprendes lento.

El guardia, sin soltar la escopeta, fija su mirada, a traves de su opaco visor en los ojos del asesino.

-Somos un grupo y actuaremos como tal. Como te vuelva a oir amenazar a alguno de nosotros, que Hieronymus te vuelva a tocar sera lo que menos te haya de preocupar.-Mira a Gianna un momento-Un codigo rojo no le vendria mal, verdad Anzerani?

Ciertamente se alegraba de que el noble estuviera vivo, quiza pudieran obtener algunas respuestas y finalizar el trabajo para el cual la inquisicion confiaba en ellos.

- Vosotros tres, ya está bien - dijo el arbites refiriéndose a Gianna, Heinrich y Orionus, aunque no había enfado en su voz, sólo advertencia. Aquellos eran los tres combatientes principales del equipo junto con él mismo y aquel lugar era el más peligroso de todos en cuantos habían entrado, aunque lo fuera por las repercusiones políticas - Quiero ojos y oídos atentos. Los tres, formad un perímetro, quizás el que hizo esto venga a terminar su trabajo y no quiero sorpresas. Manteneos atentos a ver si identificaís por dónde ha podido irse el aprendiz de magnicida - se dirigió al asesino y añadió - Orionus, como ha dicho Heinrich, nadie se va de aqui y me temo que ayuda necesitamos ya pero somos todo lo que hay, no hay refuerzos - y se calló un "ya no", el ambiente ya estaba bastante caliente y el arbites realmente se estaba esforzando por no empeorar la situación.

Dicho esto miró alternativamente al suplicante Urtzi y al impasible Arcturus, que debía estar enfrascado en incomprensibles cálculos mentales sobre sí actuar o no sobre el herido. Con impaciencia el viejo chasqueó la lengua, se volvió hacia el sabio y una vez más lo apartó un poco del cuerpo, con firmeza pero suavemente. Sacó el inyector de su abrigo lo apretó sobre el brazo del noble, aún sobre su ropa y apretó el gatillo, haciendo que una dosis de potente estimulante corriera por el torrente sanguíneo del noble. El arbites esperara que las heridas del noble no fueran tan graves como para que aquello no le hiciera, al menos, si no recuperar la salud, sí la conciencia. Era la hora de hacer preguntas.

Heinrich asiente ante la orden de Hieronymus, deja de encararse al asesino, dedicandole una media sonrisa, que quiza Gianna entienda, dada la practica, en ocasiones, dentro de la guardia de correctivos ,los "codigos rojo",dentro de los mismos pelotones a desconocimiento de los superiores, de "ovejas descarriadas" antes de que estos elementos fueran reprendidos oficialmente y enviados al  RIP (Reentrenamiento, Instrucción y Punición). Orionus, desde luego, estaba haciend oposicion para las tres siglas.

A continuacion se dedica a montar guardia, reduciendo su silueta, como tantas veces le instruyeron y practico en la Guardia. Aunque su posicion al hacer guardia le impedia esconderse efectivamente.