Partida Rol por web

- Puede que tengamos que pedirle perdón a Pisón - dijo -. Sin querer ofenderle hemos logrado hacerlo, temo que quiera dañar a nuestro candidato - comentó -. Quizá debamos también ir a asegurarnos de que Escipión está sano y salvo.

Tatiana se acercó corriendo al herido de Paco y cogió su cabeza entre sus manos para examinarle. Cogió la lengua con sus manos y la apartó para que no se ahogara con ella. 

- Paco, sujeta la lengua rápido - le dijo  - Tenemos que llevarlo a un sitio donde tenga el material.  Tranquilo - le dijo al bandido - Podemos salvarte, pero tienes que tranquilizarte, no habrá más conjuros si nos dices qué ha pasado. 

Tatiana se sentó al lado del herido y examinó la herida de bala. Aplicó un torniquete para que dejara de sangrar. Si conseguían salvarle podían extraer información.

El tipo herido estaba más allá de cualquier esperanza de salvación, sin embargo, mientras lograsen alargar su vida lo suficiente, podrían obtener algo más de información.

Tras algunos preparativos, rasgó parte de su ropa al ser la que estaba más limpia y la utilizó para presionar en la herida¹. Le pidió a Paco que hiciera presión mientras buscaba cómo drenar el pulmón lo suficiente como para mejorar la respiración de su paciente, sacó una aguja y la clavó en el pulmón provocando que saliese la sangre que estaba acumulada, a borbotones. La respiración se suavizó y por un momento parecía que iba a salvarse les miró con miedo pues ya eran varios los sortilegios que había visto y no quería esperar al siguiente. Al menos aquel último parecía haberle salvado la vida, sin embargo, Tatiana sabía que no sería así².

Siguiendo las indicaciones de Tatiana consiguen estabilizar a aquel rufián. Sin lugar a dudas se le da bastante bien su trabajo. La cosa pintaba mal y ella ha conseguido ganar unos minutos que nos permitirá intentar obtener algo de información.

- ¿Quién te manda? ¿Por qué nos atacas?

Como bien había apuntado Séneca sus maniobras podían haber molestado a Pisón. Mas tarde podrían encargarse de aquellos, pero sin duda era importante comprobar que su candidato seguía en plena forma.

Séneca observó la maniobra de Tatiana con curiosidad. Aquella destreza médica con la que se movía era digna de admirar, sobretodo cuando los sanadores de su época usaban otros métodos o, simplemente, optaban por dejar morir al herido, de haber sufrido un disparo de bala como aquel, no habrían sabido ni que hacer.

Se acercó junto a sus compañeros cuando la pregunta de Paco salió de su boca.

- ¿Si pudierais decirnos si hay más objetivos a parte de Barba y de nosotros? - preguntó esperando que tanta pregunta no lo atosigase demasiado y pudiera responder con calma.

—No... —contestó pesadamente tras escuchar las dos preguntas, suspiró varias veces cogiendo aire hasta que siguió con su respuesta—. El cónsul nos pidió... pidió descubrir quién estaba arrastrando su nombre... matamos... legionarios y Barba... Si estáis callados... Por la polla de Marte... duele...

Le sobrevino un acceso de tos aún más violento, se prolongó durante varios segundos hasta que finalmente dejó de toser. Todo su cuerpo estaba manchado en sangre, también había salpicado en sus estertores a los que le estaban interrogando. 

- Al cónsul no se le da demasiado bien el arte de la sutileza, acaso no se da cuenta que está poniéndose en la diana de las críticas si termina con la vida de quien se queja por su actuación, ¿acaso el pueblo no es libre de opinar lo que le parece su actuación en Hispania? - Séneca parecía molesto.

Le hubiera gustado que nadie hubiera resultado dañado a raíz de la política, las quejas por las acciones de los cargos públicos era algo complétamente normal que debía ser respetado, y cada uno debía aprender a encajar los duros golpes que vienen con la crítica, por desgracia no todo el mundo sabía encajar igual esas críticas.

Esperó a que el herido dijera alguna palabra más o que Tatiana confirmase su fallecimiento.

Tatiana lo mantuvo con vida lo máximo que pudo. Cuando dejó de toser llevó los dedos de la mano derecha al cuello para tomarle el pulso y cerciorarse de que estaba muerto. 

Asintió con la cabeza a Séneca y a Paco.

- Lo mejor es que nos vayamos de aquí cuanto antes. Puedo llenarme de sangre y fingir que hemos tenido un ataque del que hemos salido con vida por poco y así conseguir darle la vuelta a esto y establecer un relato que nos beneficie - comentó mirando a sus amigos mientras ojeaba alrededor. 

- No tenemos mucho tiempo.

No habían podido sacar mucha información, pero era suficiente para tener un hilo del que tirar. Al parecer no había nadie en peligro a parte de ellos, pero se ocuparían de eso más adelante. Ahora como había dicho Tatiana tenían que salir de allí, alejarse del peligro.

— Salgamos de aquí. Regresemos a la villa para cambiarnos. No creo que sea buena idea pasear por Roma cubiertos de sangre.

Ahora era momento de ponerse a salvo ellos. Mas adelante sería momento de encargarse de Pisón y sobre todo averiguar si su misión estaba en peligro.

— Cuando lleguemos a la villa mandaremos esclavos para comprobar si nuestros candidatos están bien.

- Sí, vayámonos - dijo Tatiana a modo de conclusión.

Una vez dieron al tipo por muerto, pusieron tierra por medio. Fue sencillo pues por unas horas iban a estar las calles desiertas así que nadie pareció fijarse en los tres que iban como salidos de una reyerta, con ropas salpicadas de manchas de sangre. En el exterior localizaron al conductor de carros que actuaba como chófer entre la villa y la ciudad de las siete colinas.

–¡Pero qué habéis hecho! ¡Os ha pasado algo! –les inquirió al verles llegar.

No tardaron en hacerle callar y le pidieron que les llevase a la Gran Villa. Durante el viaje se sucedieron las explicaciones a las que asintió el conductor con aspecto abatido.

–Debéis quedaros en la Villa. No os preocupéis por la misión, voy a acercarme yo mismo para confirmar la integridad de todos nuestros candidatos sin embargo no creo que su vida peligre. Pienso que... Bueno el Cónsul habrá visto que ha sido difamado por alguien del populacho y habrá puesto orden, pero no lo podrán conectar con otros candidatos. En ese sentido fue avispado Graco al pedir que no quería mover él el tema. Ni siquiera su candidatura así que, que también hayan apoyado a Graco tan sólo significará que se encontrará con una oposición frontal de los Optimates... Y bueno, así fue.

Con aquellas palabras hubo algo de consuelo, sin embargo, de pronto pareció recordar algo el conductor de carros.

–¿Oye? Dijisteis que lo habíais disparado... ¿Quitasteis el casquillo de bala y agrandasteis la herida como si fuese hecho con un arma blanca? Es importante que recordéis eso...

- Pues... - dejo salir Séneca por su boca.

Había pensado en la implicación que tenía disparar una bala contra alguien en esa época, pero no había pensado en como se resolvería la situación, sin duda se maldijo por dentro. Un error de principiante, por supuesto, habían estado todos hacía un buen rato ahí y ahora el cadáver tenía el casquillo de bala en el pecho ¿y si alguien lo encontraba? Miró a sus dos compañeros algo alarmado, sin saber que decir, esperando que alguno de los dos, con bastante más frialdad que el filósofo, diera el primer paso.

- Tenía que haber sacado la bala, joder - maldijo Tatiana, muy poco dada ella a malhablar. 

Las prisas, la adrenalina... y en general todo el ambiente habían hecho que se olvidara de aquello. 

- De todas formas no van a hacerle autopsia al cadáver, tendremos que acercarnos a las piras funerarias que hagan para quemarles y coger la bala... o tal vez lo tiren a las cloacas.  - dijo Tatiana intentando excusarse y que no les cayera demasiada bronca por aquello - podemos recuperarla, estoy segura.

Habían cometido el error de no eliminar las huellas de ser visitantes de otro tiempo. Pero ahora ya era demasiado tarde.

— Olvidamos sacar la bala y ocultar nuestras huellas.

De todas formas, aquellos tres bandidos que habían huido los habían visto. Aunque en aquella sociedad supersticiosa aquello no sería más que un incidente.

— Ahora ya no podemos hacer nada. Si alguien encuentra el casquillo solo pensará que es parte de la magia. A menos que haya algún viajero interviniendo.

Era momento de asegurar su misión. ¿Visitar a Pisón? ¿Consultar con Escipión? ¿Qué hacer?

—Está bien —concedió el conductor sin aminorar el ritmo—. Me acercaré para verificar la integridad del cónsul y después buscaré el cuerpo. Si no es posible sacar nada, iniciaré algún rumor... Ya iré viendo. Lo mejor es que vosotros aguantéis en la Domus y no salgáis salvo que sea estrictamente necesario.

—No os vamos a poner en peligro —insistió cortando de raíz cualquier intento de rebelión por parte del trío —. Habéis hecho más que suficiente. Joder, ayer dábamos por hecho que la historia iría en esa dirección así que, no creo que ose atacar el Cónsul a ningún candidato, eso ya sería demasiado osado. Un grupo de bandidos tal vez pero... Un ex-cónsul o a los Graco sin un desafío abierto... Ya les llegará su turno cuando hagan lo que tienen que hacer.

Con aquella conclusión se sumió en sus cavilaciones mientras el carro seguía con su traqueteo a lo largo de la calzada, ya les quedaba poco para llegar a su destino donde deberían luchar con sus propios nervios hasta que llegase el resultado de las elecciones, y en pocos días... Serían elegidos los Cónsules de aquel nuevo año¹.

Paco decidió no contradecir las ordenes que había recibido. Al fin y al cabo estaba acostumbrado a recibir ordenes y no ponerlas en duda. Mientras llegaban a la Domus iba pensando en darse un baño, al fin y al cabo necesitaba relajarse y templar los nervios después de aquel encontronazo.

A menos que su presencia fuera requerida prefería esperar los resultados en la Domus alejado del ajetreo romano. Aquella situación había conseguido que perdiera el control de la situación. Primero se había visto sorprendido por sus atacantes y luego al haberse sobrepasado en número se había visto obligado a disparar sin ocultar las huellas. Aquello había sido un error que tendría que mejorar para futuras misiones.

A pesar de los últimos echos confiaba en que su trabajo había ido en el buen camino. Esperaba que los resultados de la historia se repitieran una vez mas y no tuvieran mas complicaciones.   

A Séneca le lleno el cuerpo una oleada de alivio. Parecía que ya habían acabado el trabajo. El error sobre eliminar las pruebas de estar usando armas de fuego en aquella época era garrafal, pero por suerte quizá nadie reparase en aquel detalle. Sabía que se llevarían una buena bronca y, como el más mayor de todos los que ahí estaban y quien mejor sabía meditar que hacer de los tres, sería quien se pondría como responsable de aquel error.

- Solo nos queda esperar - comentó -. A partir de aquí no podemos hacer nada más que dejar que la democracia siga su curso y ver si nuestras acciones han solucionado lo que podría haberse convertido en tragedia.

Se llevó la mano al mentón y meditó, mientras llegaban a la villa, sobre que o quien, podría haber instigado un cambio en la deriva de los acontecimientos históricos.

Tatiana no estaba de acuerdo con sus compañeros. Ella estaba convencida de que tenían que continuar trabajando, que no estaba asegurado que todo fuera a salir bien. Había que encontrar a quien había pagado por atacar a Barba y vigilar de cerca a sus candidatos, lo que se cocía en el foro. Le parecía demasiado pasivo lo que ordenaban.

- Bueno... - dijo con cierta desgana - Si todos convenís en que es lo mejor.. esperaremos.

Tatiana se cruzó de brazos, no estaba de acuerdo pero tampoco tenía ganas de empezar una discusión. En su cabeza empezaba a pesar la idea de que había matado a un hombre... vale que ese hombre quería matarlos a ellos, pero la conciencia comenzaba a llamar a la puerta.

Acostumbrados a la actividad los dos viajeros del tiempo más futuro, esperar quietos en la Domus se convirtió en su trabajo más complicado. Para Séneca, sin embargo, se convirtió en una prueba más de su estoicismo.

Las noticias que les llegaban con cada salida del funcionario que les había traído y llevado en cada vez invitaban al optimismo. No habían sucedido más ataques y las autoridades achacaron la violencia de las calles a algunos enfrentamientos entre partidarios, aunque no sucedía todos los años, aquellos brotes de violencia eran más habituales de lo que era deseable en tiempos en los que podrían ganar mayor o menor poder. Algunos incluso fueron arrestados por difamación gratuita.

Algunos rumores empezaron a recorrer las tabernas de la Subura. Algunos perjuraban que las ánimas a veces recorrían las calles vengando delitos violentos en un gran estallido de ira. Nadie preguntó nada más, todo lo que sucedió durante la emboscada era inexplicable. Tampoco quisieron hablar los que la habían cometido. Decir la verdad era reconocer su fracaso y la campaña de desprestigio se había detenido.

Sin embargo, el daño contra la campaña de Hispania ya estaba hecho.

Las elecciones sucedieron sin incidentes destacables y todo parecía marchar como la historia quería que hubiese transcurrido. El clamor popular era tal que el Senado de la República de Roma se vio obligado a derogar la ley que limitaba la edad a la que un Cónsul podía ser elegido. No podía dilatarse más en el tiempo la caída de Numantia pues era ya el honor del Senado el que estaba en juego. Publio Cornelio Escipión Emiliano Africano Menor pronto se ganaría el sobrenombre de Numantino.

Sin embargo, no pudieron quedarse a ver cómo Graco cumplía sus promesas. Al día siguiente del nombramiento del Cónsul, tuvieron que tomar la puerta que les llevaría de vuelta al tiempo presente. Una carta recordando las promesas era todo lo que pudieron hacer para despedirse.