Partida Rol por web

Había un par de fulanas rondando la barra. Una de ellas tenía ese tipo de curvas que hacen que las miradas de los hombres ansiosos descarrilen sin remedio, una rubia de mirada decidida que sabía a lo que jugaba y no necesitaba cartas para ello. Se aproximó a Arnold sin sutileza, con una sonrisa de medio lado y un cigarro columpiándose en sus carnosos labios.

—Me han dicho que la suerte es contagiosa. Igual me viene bien una poca. O algo de fuego si tienes, vaquero.— le dijo explotando claramente el cliché de mujer fatal.

Arnold sonrió. No era la primera vez que toreaba en esas plazas y sabía como jugar. Dejó unas fichas más sobre la barra y aspiró fuertemente su cigarro.

—¿Cuánta suerte te ha costado cada una? —dijo cogiendo sin disimulo uno de los pechos de la chica—. Jefe, ponle a la chica lo que quiera.

Señaló las fichas cuando tuvo la atención del barman.

—Si quieres suerte de verdad, prueba con mi amigo Charlie. Ya sabes lo que dicen, desafortunado en el juego... y creéme, las chicas se pelean por lo que haya debajo de ese pantalón. ¿Eh Charlie? —dijo dando una palmada en el hombro de John.

El sopapo resonó en todo el local.

—Cuidado con las manos chiquillo, si no quieres empujar las fichas con lo que tenga tu amigo en el pantalón.— dijo ella sin inmutarse mientras aproximaba su cigarro como si no hubiera pasado nada en absoluto —¿Me das fuego o no tienes llama?

Miraba a Arnold desafiante con el pitillo en los labios, sostenido por aquellos dedos delicados que sin embargo habían dejado marcada la cara de Frog. Ni siquiera se había girado hacia John. Su mirada era hielo clavado en los ojos del afortunado descarado.

- Un gintonic sin tónica - dijo malhumorado al camarero. Ni se molestó en mirar qué ginebra le servían o siquiera si lo era, se lo bebió de trago.

- Menuda puta mierda de noche - musitó y dejó el vaso con fuerza en la barra.

Se giró e hizo un gesto con la cabeza cuando Frog se acercó.

Luego vino el sopapo. Eso le hizo reir divertido.

- Vaya Peter, te va a quedar un bonito recuerdo de la dama - dijo con sorna. Le dió una palmada en el hombro a Frog.

Sacó un mechero, lo encendió y se lo acercó al pitillo de la mujer.

En el exterior Antonio fumaba un pitillo apoyado en una esquina. Se veia bien el local desde ahi. A través de la ventana pudo ver que sus compañeros de atraco estaban converando con una tia en la barra. entre dientes masculló

- Esperemos que eso sea parte del plan y no una informadora que spnsaque lo que queremos hacer a esos cabezahuecas... 

No le gustaba que estuvieran ha lando con terceros. Más de una y más de dos misiones suyas se habian ido al garete porque alguien habia dicho algo inadecuado frente a la persona incorrecta. como la camarera que limpiaba vasos en la barra sin perder detalle de la sala. 

Sneaky escuchó las palabras del latino y masculló una maldición en respuesta.

—Será mejor que entre, no sé si es parte del plan pero desde luego que están mirando los "ojos" equivocados —anunció mientras echaba a andar—. ¡Nos vemos Speedy!

Abrió la puerta de entrada y se dirigió a la barra, al otro extremo de donde estaban sus compañeros y llamó la atención del que estaba tras la misma:

—Una birra por favor.

Miró entonces en derredor recopilando toda la información que había visto en los planos.

Arnold sonrió fuertemente mientras se llevaba la mano a la cara.

—¡Guau, vaya humos! Tranquila nena, que te la devuelvo —hizo un gesto con las manos retirándolas del frente de la fulana.

Volvió a la barra a recoger su bebida y esperó a que el barman sirviera lo que la mujer había pedido. Por un momento pensó en dejarse llevar y entrar en la red de la chica pero la entrada de Peter le devolvió al motivo por el que estaban allí. El rostro cambió por completo y apuró la bebida.

—Voy  cambiar las fichas —dijo dirigiéndose a John.

Al ver que Sneaky habia deshecho el peligro entrando en la sala, Antonio se relajó un poco. Solo un poco. El estar metidos en la boca del lobo no es que le motivara especialmente, peor por lo menos no la liarian tras una buena racha que les rebajara la atención. el montón de fichas de Frog encima de la barra le dio bastante envidia. No de la sana, pero despues pensó en lo que intentaban llevarse con ese golpe y sonrió. Calderilla comparado con lo de mañana 

La chica aceptó el fuego de John mientras crucificaba con la mirada a Arnold. Éste no perdió el tiempo con ella: recogió las fichas y se dirigió hacia la puerta del fondo. Lo normal en los Casinos es que las ventanillas del cambio estuvieran tras fondos blindados pero estaba claro que los Bonano confiaban en que su nombre fuera la mejor seguridad. ¿Quién le iba a dar el palo a ellos? Lo cual no quitaba que un matón armado estuviera en la puerta y otros dos en el interior, sentados en un sofá pero atentos, mientras el encargado cambiaba las fichas por dinero.

Sneaky observó con detenimiento que todo estaba exactamente igual que en los planos. De hecho en un momento dado el camarero abrió la puerta tras la barra y pudo ver el almacen y la puerta de metal al fondo que daba a la parte trasera del mismo. En lo que se fijo fue que dicha puerta contaba con un travesaño de metal que reforzaba la seguridad desde dentro. Si tenían pensado usarla para entrar o salir habría que tener en cuenta que sólo se podía abrir desde dentro porque al parecer esa pieza de metal estaba puesta en todo momento.

La otra mujer que estaba en la barra salió del local. Luego cruzó la calle directa hacia una cabina de teléfonos que había al otro lado e hizo una llamada. La manera apresurada de andar llamó la atención del mejicano ¿había intercambiado una mirada con la tipa de la barra o se lo había imaginado?

Mientras tanto Arnold salía de la habitación segura guardando el fajo de billetes enrollado en su bolsillo.

Arnold esperó un instante para ver qué hacía John. Con un gesto de la cabeza le instó a salir del local y eso fue lo que él hizo.

Una vez fuera buscó con la mirada a Antonio y asintió discretamente cuando cruzó la vista con él abandonando la zona a pie.

¿Nos van a dar el palo?

Rambo salió del local pocos segundos después de que Frog lo hiciera y miró a todos los lados por si acaso con cierta paranoia.

Una vez fuera apretó el paso para alcanzar a su compañero.

- Eso ha sido raro, muy raro. Será parte de la política del local? Si te dan el palo la banca no pierde nunca - dijo con cierta preocupación - O son trabajadoras por cuenta ajena?

Acarició su pistola preparado por lo que pudiera pasar.

Al ver salir a la chica en plan compinche hacia la cabina y ponerse a marcar antonio se acercó como quien no quiere la cosa y se puso a hacer cola para llamar desde la cabina él tambien. Con su pitillo y mirando hacia otros lados en plan aburrido, puso la oreja a ver si se enteraba de a quien llamaba la chica y para qué. 

Las paranoias de John estaban justificadas. Antes de que la chica se percatara de su presencia Antonio escuchó claramente:

—Sí, ha salido ahora con un buen fajo. Va por el bulevard de cara a vosotros.

Además mientras se acercaba el mejicano había vislumbrado el número marcado. Lo memorizo por si tenían manera de cotejarlo en algún otro lado.

Sneaky seguía en la barra bebiendo una cerveza mientras veía salir a sus amigos. En ese momento de la sala de cambio salió el paisano al cargo del tema. Al ver a la chica acodada en la barra le dio una palmada en la cabeza al matón que custodiaba la entrada.

—¿Qué hace esa aquí? ¿No la has reconocido?

La interpelada se giró para encararse con el tipo:

—Eh, éste es un país libre. Sólo me estoy tomando una...

No le dio tiempo a protestar. El matón, obedeciendo a su jefe, la levantó casi en volandas mientras ella protestaba enérgicamente:

—¡Suéltame cabronazo! ¡No tienes derecho a tratarme así! ¡No he hecho nada! ¡Después de todo lo que ese cabrón me debe debería...

—¡Hay derecho de admisión ricura! Y tú no estás en todas las listas negras. No deberías juntarte con perdedores.— dijo el encargado mientras regresaba al interior de la sala del cambio dando un portazo.

El matón de la puerta principal iba a tomar el relevo de los empujones para la mujer le lanzó una mirada que bien podría haberlo fulminado. Fue tal la intensidad de la rabia que transmitía que el hombre hasta retrocedió un paso. La mujer, intentando recomponer su orgullo, salió con la frente bien alta.

Tanto la chica de la cabina como Antonio lo habían visto todo desde la calle. Estaba claro que las mujeres estaban compinchadas porque la de la cabina colgó al instante y se acercó a su compañera que, una vez fuera del local, había roto a llorar apoyada en el muro exterior del garito.

Y a todo esto John y Arnold continuaban bulevar abajo, aunque el primero ya se había olido algo chungo y tenía la mano puesta en su pistola.

Olía a problemas, no... Hedía a un marrón de tres pares de narices y no estaba Sneaky como para avisar, cantaría demasiado y al día siguiente sería el gran golpe. Debían permanecer con un perfil bajo, aunque aquellas mujeres parecían resentidas con el dueño de todo... Estaban demasiado quemadas para poder ser usadas.

—No sabía que las fulanas no estaban bien vistas por aquí —comentó al barman como quien no quiere la cosa. Era comprensible que alguien hablara, incluso el silencio sería sospechoso

—Están las cosas calmadas por aquí —agregó pegando un último trago a la miller's que tenía entre manos—. ¿Qué día el bote es más grande? Que me gusta jugar cuando hay buena pasta sobre la mesa... Texas hold 'em ya sabes...

Por si las moscas Antonio disimuló y dijo "mierda , las llaves!" par ala galeria antes de salir por la acera a buen paso en la misma dirección que Arnold y John. A ver si podia atraparles para avisarles antes del palo. Mientras andaba miró a ver si podia enconar un palo o algo en las inmediaciones. Por suerte para él encontró dos trozos de cañeria y una pierda de buen tamaño estupendas para lo que queria hacer. 

—He visto más veces ese tipo de fulana John —le dijo a su compañero—. Las usan para recuperar algo de lo perdido. ¿Crees que casualidad viniera a hablar conmigo justo después de haber cobrado? Nah, aprovechan que tienes el bolsillo caliente y calientan también tu entrepierna para desplumarte y que la caja cuadre al final de la noche.

Continuó andando alejándose de la zona, a la par de John.

Rambo le dio una palmada a Frog en la espalda.

- Sí. También lo he visto, Arnold. Alejémonos atentos pero no vayamos a casa. Vayamos a cualquier otro sitio, tal vez a un bar por aquí cerca a beber unas birras - le dijo con la mano cerca de la pistola - Estos nos han visto salir, nos seguirán pero no vayamos muy lejos.

Soltó una risotada.

- Si es que no se puede tener suerte sin que venga una fulana después a joderlo. La vida Arnold, la puta vida.

Asumiendo que os veo antes de que lleguen los malos

En cuanto Antonio vio a sus compañeros siendo aproximados por unos matones, y sabiendo que por lo menos Rambo iba armado (y no queriendo que la liara justo antes del golpe) empeó a golpear una farola con la tuberia qye habia encontrado mientras berreaba. Parecia entre borracho y loco de la cabeza. Eso era una distraccion de narices con el escnándalo que estaba metiendo. 

John iba con su arma preparada pero no vio salir a los tíos del callejón oscuro hasta que estaban casi encima de ellos. Eran dos individuos grandes, uno de ellos llevaba la mano derecha en su chaqueta. Arnold se detuvo sorprendido al ver que se interponían en su camino.

Pero entonces Antonio empezó a golpear las farolas con su improvisada herramienta y el barullo hizo que los dos tipos se quedaran un momento quietos, el tiempo suficiente para que un par de luces de moteles cercanos se encendieran y alguien se asomase a gritar improperios al borracho ruidoso.

Demasiados testigos.

Hubo un intercambio de miradas entre Rambo y el tipo de la mano en el bolsillo, como dos pistoleros en medio de un pueblo del Oeste. Ambos sabían lo que podía suceder. Pero entonces el otro individuo cogió por el hombro a su compañero y ambos retrocedieron, sin dejar de mirar a sus presuntas víctimas, para meterse de nuevo en el callejón.

Demasiado ruido.

De hecho era probable que alguien hubiera llamado ya a la policía.

Ajeno a todo este barullo Sneaky seguía en el bar, charlando con el barman. El tío lanzó un soplido:

—Esa era Eli Barker. Una pájara de cuidado. Durante mucho tiempo estuvo colgada del brazo de Bonet pero le iba demasiado la marcha y las malas compañías. Fue cayendo en picado y no es bienvenida en la mayoría de los locales decentes.— el camarero se encogió de hombros —Pero a mí la verdad es que no me han dado órdenes concretas y no seré yo quien eche del local a una ex del jefe. Para eso están estos cazurros.— dijo señalando con la cabeza a los matones del local —Yo sólo estoy esta noche haciendo una sustitución. Normalmente estoy en el Smartie, en la principal. Esto lo han reabierto hoy mismo, así que no sé muy bien como va la movida. Lo siento amigo ¿le pongo otra?

Arnold miró a John y Antonio.

—¿Quienes diablos eran esos? ¿Los conoces Antonio?

Arnold se había intentado fijar en el rostro de los tipos que acababan de largarse.

—¡No me jodas! —exclamó pensado que ese encuentro pudiera tener consecuencias en el golpe.