Partida Rol por web

─Bueno, pues ─dijo el guía del grupo cuando éste se congregó de nuevo a las puertas del "castillo"─ la siguiente parada programada es el molino, donde se llevan a cabo, según me han dicho, las pruebas de fuerza. Estas se las dejaré a usted, señor Lowenherz, esa no es precisamente mi especialidad...

Alguien de su estatura y delgadez difícilmente tendría mucha fuerza, aunque siendo un elfo nunca se sabe.

─¿Vamos?

Glinthalas, contra todo pronóstico, estaba disfrutando el día. Aquella nueva compañía le estaba resultando muy grata, refrescante, diferente de todas cuantas había experimentado hasta ese momento.

─¿Y qué harán cuando acabe la feria? ¿Tienen algún plan? ¿Se irán de aventuras? Jejeje ─preguntó socarrón.

¿Quién en su sano juicio se iba a buscar problemas? ¿Acaso no había suficientes al abasto?

Para llegar al molino tendrían que atravesar el río. ¿Qué tan urbanitas serían? ¿La noble preferiría pasar montada sobre Yonyo? si decidía eso sería un problema, porque el mulo de Glinthalas era de todo menos amable y colaborador... Esperaba, al menos, que no decidiera morderla.

Perder la compostura y la seguridad no era una imagen que un miembro de la nobleza quisiese dar, fuese frente a quien fuere. Parecía haber cierta debilidad en cuanto a ese aspecto en éste, algo que quizás... Lo tomaría en cuenta, si llegase la hora de tratar con dicho individuo.

Su guía, cuya ausencia no había notado, parecía haber regresado y listo para continuar.

- No es mi intención retrasarlos, mas debo confesar el anuncio de este ilusionista despierta cierta intriga en mi persona. - Se excusa cortésmente, tanto frente al guía como ante el grupo, con un suave gesto hacia su pecho. - Permaneceré un rato más, si no es inconveniencia. - Le especifica a su escolta contratado, dándole libertad de continuar con o sin ella por el momento.

¿Se trataría de un estudiante de magia arcana real? ¿O sólo un artista de trucos baratos? Sus propios conocimientos arcanos eran muy vagos, mas quizá pueda determinar una cosa o dos a partir de su acto. Y el noble... Quien trataría de no perder de vista. Podría resultar en un contacto interesante, aunque eso aún estaba por verse.

Kylian escuchó las palabras de su diligente guía. Dibujó una sonrisa mientras escuchaba las risas ante las chanzas de los bardos. Observó atentamente el escudo de aquel noble local, aunque lo más probable es que fuera alguna suerte de mayordomo. Y sin embargo no sería descabellado pensar que tal posición se acabara legando a los familiares creando los indicios de una nobleza al uso.

Prestando de nuevo su atención al grupo asintió ante las palabras de la noble.

- En primer lugar señor Glinthalas, el gran Astinus recogió la historia de los héroes de la lanza, que ha acabado trascendiendo al pueblo en forma de poesías, relatos y canciones de taberna. Más os puedo asegurar que la historia que cuentan es verdadera, yo mismo leí en su día las crónicas de la guerra de su puño y letra, cuando serví en la gran biblioteca, antes de tomar las ropas de viaje y lanzarme al mundo en busca de la sabiduría perdida de los antiguos dioses. Los sacerdotes de Gilean portamos fragmentos de su obra para recordar la enorme belleza de la historia de Ansalón, y nuestra responsabilidad para recoger y anotar sus maravillas en las crónicas de los sucesos.

Observó a sus compañeros y torció el gesto. Estaba sermoneándolos. Se encogió de hombros y prosiguió respondiendo las preguntas del elfo.

- Cuando termine la feria tenía planeado recorrer el norte en busca de ruinas antiguas. Aunque espero encontrar algún indicio interesante en el templo del pueblo. Si sus pasos les llevan ahí será un placer seguir el camino en su compañía. Por otro lado comparto la curiosidad de la señora de Le Bescó al respecto del ilusionista. Lo más probable es que solo sean trucos, pero quiero saber si nos encontramos ante una muestra de magia salvaje, un adepto o incluso un mago de las ordenes de alta hechicería. Suerte con su prueba de fuerza, señor Lowenherz.

Dijo al tiempo que se preparaba para esgrimir una plegaria que le permitiría detectar cualquier signo de magia verdadera durante la exhibición de aquel misterioso ilusionista. Al tiempo que trataba recordar los versos de los bardos para anotarlos en sus páginas mientras esperaban.

—¿Qué? —pregunto confuso—. No, no, yo también quiero ver al mago.

Había estado escuchando las explicaciones del clérigo sobre la historia de los héroes de la lanza y sobres sus planes futuros con tanta atención que me sorprendió cuando se dirigió a mí.

—Ya iré luego a la prueba de fuerza —respondo—, con tener un poco más de éxito que en la prueba de arco ya me quedaré contento. Pero también tengo curiosidad por el espectáculo de magia, creo que nunca hemos tenido uno en mi pueblo. Así que me quedaré con vosotros un rato más, la prueba de fuerza no se irá a ningún sitio. Espero —añado con cierta ironía.

—Y sobre mis planes, pues bueno... —me dirijo ahora a Glinthanas para tratar de responder a sus preguntas—. He venido hasta Belleria con la esperanza de encontrar un caballero de Solamnia y poder entrar a su servicio... —añado con ciertas dudas— es una esperanza remota, pero no me podía permitir un viaje hasta Solamnia así que esta feria es la mejor oportunidad que se me presentó este año.

Kylian levantó la cabeza de sus pergaminos y sonrió al guerrero. Al final parecía que no andaba desencaminado con sus primeras impresiones sobre el joven Lowenherz. 

- Desconozco si hay presencia de caballeros de Solamnia en estas regiones tan lejos de Solanthus Lowenherz. No conozco mucho sobre el código y la medida, pero si coincidimos en el camino, podría enseñaros sobre los Dioses que inspiraron a Vinas Solamnus la creación de la orden en el inicio de los tiempos.

Parecía evidente que a Kylian le encantaba el sonido de su propia voz, mientras relataba los conceptos básicos sobre religión.

Os hablaría del gran Kiri-Jolith, dios de la gloria, el honor, la obediencia y la justicia y de su hermano gemelo Habbakkuk, dios de los animales que recorren la tierra y los mares, guardián del ciclo de la naturaleza. Los dos nacieron de la unión de Mishakal y Paladine, el dragón de platino, quien se sacrificó para castigar la infamia de la reina de los dragones, Takishis.

Devolvió el arco algo decepcionada y agradeció por la oportunidad al soldado. -Al menos se ha animado más gente a participar- Sonrie mientras ve como otra chica se anima después de su penosa demostración. Luego se lleva la mano a la cabeza preocupada al no dar con ninguno del grupo que compartió techo con ella la noche anterior.

-Disculpe buen hombre. ¿No ha venido por acá un pequeño grupo guiado por un jóven Elfo llamado Glinthalas?- Indagó esperando que el soldado conociera al elfo, quien había indicado ser un local de Belleria. Sus palabras eran acompañadas por gestos levantando las manos y tocandose el cabello mientras describía las estaturas y modos de vestir de Briand, Kylian y Lowenhertz.

Cuando la pareja de bardos terminan su actuación, os asomáis a la entrada del patio para explicarle a vuestro paciente guía que vais a permanecer los tres allí por el momento. Y, dado que su mulo no tiene permitido el acceso, él es libre para deambular por la feria en solitario o continuar esperando por vosotros.

—¡Y vaya que si han estado! —comenta el sonriente veterano— Ese elfo pequeñajo se llevó el mejor premio de la competición de tiro. Pero se marcharon de aquí hace dos o tres horas. Quizá cuatro, o estoy muy seguro. La feria está muy concurrida hoy, pero tus amigos son llamativos así que no te preocupes que terminarás dando con ellos. A fin de cuentas, Belleria no es tan grande. Suerte buscándolos y, si no los encuentras, anímate a probar suerte con el arco, todavía quedan premios por conseguir.

Glinthalas reprime un suspiro y se decide a esperar pacientemente a sus nuevos amigos. Sería bastante feo dejar a Lowenherz sin sus cosas, si las necesitaba, porque él había decidido irse a dar un paseo.

Pero la paciencia tiene su límite, incluso para un elfo, aunque en este caso hablábamos de uno habituado a funcionar a la acelerada velocidad de los humanos. En cierta manera era un humano de orejas puntiagudas. No tardaría demasiado en sacar un cobre y empezar a hacerlo pasear por sobre sus nudillos o entre sus dedos. Lanzarlo al aire y hacerlo desaparecer en sus mangas. Puede que incluso le hiciera el truco de "sacárselo" de una oreja a algún crío si éste se portaba bien...

Y con estos pensamientos, distraído, la moneda se le calló al suelo y rodó hasta tal punto que le perdió la pista.

─¡Maldición! ¡¿Dónde se ha ido esa dichosa moneda?!

Su mulo yonyo levantó la cabeza, dejando de mordisquear un matojo que había por ahí y observó a su amo. Casi se diría que sonrió.

─¿Y tú qué miras? ─inquirió el elfo.

Yonyo, como si le hubiera entendido, volvió a preocuparse de su matojo.

Poco a poco el patio del castillo se va despejando de curiosos en los minutos siguientes a la marcha de los dos músicos. Y vosotros aprovecháis la situación para buscar el mejor lugar frente al escenario para poder disfrutar del espectáculo de ilusionismo tan pronto como dé comienzo.

Matáis el rato charlando sobre dioses, sobre los caballeros de Solamnia y sobre cómo están extendiendo su influencia en estas tierras, mucho más al este de sus tradicionales feudos. Los últimos cincuenta años han traído una penalidad tras otra a Ansalon y la promesa de un liderazgo fuerte y único ofrece esperanzas de seguridad y prosperidad tanto a los humildes como a los poderosos.

Las divagaciones sobre política y religión, pronto dan paso a temas de conversación más personales que os permiten empezar a conoceros mejor. Y, para cuando el patio del castillo comienza a llenarse de nuevo de curiosos, hace un buen rato que Kylian monopoliza la conversación con anécdotas interesantes de cómo es la vida en Palanthas, la gran capital del floreciente imperio solámnico.

El noble local sube al escenario para anunciar la presencia de la "gran hechicera Xirlie de Silvanesti" y, tras él, sube una deslumbrante joven elfa de mirada decidida que sonríe al posar sus ojos sobre los que estáis situados en primera fila.

—Atentos, no perdáis detalle y tal vez consigáis daros cuenta de algunos de mis trucos —os desafía con picardía, dedicándoos un guiño antes de empezar a conjurar un intrincado juego de luces multicolores que danzan alrededor de su figura escultural.

Las luces se convierten en mariposas, que vuelan en una complicada coreografía, formando anillos cada vez más veloces rodeando su bastón.

Dos fuertes golpes del báculo de madera y las mariposas echan a volar hacia el cielo, estallan en el aire y descienden como una suave lluvia de fuegos artificiales.

A ninguno de los presentes os cabe duda de que la joven ilusionista tiene un notable talento para el espectáculo y el clérigo de Gilean va más allá; él está seguro de que lo que estáis presenciando es auténtica magia.

La joven elfa arroja su bastón a Lowenherz y le suplica que use sus poderosos músculos para partir el callado por la mitad. Sonrojado con todo el mundo mirándole y animándole a hacerlo, Lowen hace lo que le piden antes de tenderle a Xirlie los dos pedazos de madera astillada.

Con su mente eleva los fragmentos del báculo roto y le bastan unas palabras susurradas y unos pases mágicos para que el bastón vuelva a recomponerse por sí solo ante vuestros atónitos ojos.

Una niebla densa comienza a elevarse desde el entarimado, cubriéndolo por completo y ocultando a la hechicera de vuestras miradas. Cuando el viento arrastra la bruma, ella ha desaparecido.

El público comienza a murmurar entre sí mientras intenta localizarla, pero ya no está. Esperáis. Nada, parece que el espectáculo ha terminado. La gente empieza a dirigirse hacia la salida cuando, de pronto, un rugido pavoroso os hace daros la vuelta y dirigir vuestra atención hacia el torreón.

De algún modo, la hechicera elfa ha conseguido llegar hasta lo más alto y arranca los aplausos del público. Kylian tiene la sensación de que está jadeante y sudorosa, como si hubiera corrido hasta allí sin que ninguno de vosotros se diera cuenta.

La joven os hace a todos una profunda reverencia y, a continuación, se arroja al vacío desde las almenas en una caída de ocho o diez metros y su cuerpo desaparece tras los muros del patio.

Ahora sí que sí, la función ha terminado. Y quizá la vida de la joven también. Algunos echan a correr hacia la poterna tratando de descubrir el cuerpo descoyuntado de la imprudente maga, pero ha vuelto a desaparecer.

En el exterior del castillo, Glin y su mulo continúan esperándoos pacientemente y muertos de aburrimiento, ajenos al espectáculo que acabáis de presenciar.

En esta ocasión, fue un poco más difícil disimular su impresión ante tal salvaje y expresa muestra, de lo que ante sus ojos no podía descartar que se tratase de verdadera magia, o una de las más hábiles muestras de tramoyas y artilugios. Sus pasos y posturas se mantuvieron relativamente calmos, acompañando al público mas no se euforia a medida que se movía de un lado a otro. Por fortuna, la ilusionista sabía muy bien lo que hacía, y el acto no terminó en tragedia ni en la horrenda imagen de un cuerpo aplastado.

El grupo quizás se había disperso un poco entre la emoción de la multitud. Buscó reacercarse, en particular a Kylian.

- Estimado Kylian, con todo respeto, usted parece ser un hombre portador de gran sabiduría, sino un usuario en sí mismo... ¿Me permitiría tomar el atrevimiento de preguntarle cuál es su opinión? El acto que hemos acabado de presenciar... ¿Ha sido verdadera magia? - Le consultó, muy intrigada al respecto. Había leído y estudiado mucho, mas era la primera vez que presenciaba algo así en persona y tan de cerca.

Agradece la información del anciano con un gesto de decepción al saber que hace mucho que ya no están allí. Se despide cortésmente con un -aheeé- Y un gesto llevándose la mano a la frente para luego extenderla hacia él con la palma abierta. Era la forma de agradecer en su tierra.

Caminó tranquilamente hasta donde Duna se encontraba pastando y le dedicó una sonrisa. -Parece que ya no están aquí... Mejor veamos que más tiene que ofrecer este lugar, si los espíritus lo desean, los encontraremos- 

A medida que caminaba por las calles de Belleria más se aseguraba que aquel era el poblado de su sueño. ¿Sería acaso que los espíritus quería que viniera a este lugar para conocer a estas personas? ¿Cuál era el designio que tenían para ella? Un ligero escalofrío recorrió su espalda al recordar aquella oscuridad profunda. Sacudió la cabeza para recomponerse y siguió avanzando sin un destino claro. Miraba de lado a lado y dejaba que los espíritus guiarán sus pasos.

Por algún motivo sus pasos le guían de nuevo a la plaza del mercado, aunque está vez llegaba por una ruta alternativa. Al reconocer el lugar no pudo evitar buscar con la mirada nuevamente a los pequeños.

Kylian observó fascinado el espectáculo de magia de aquella elfa. Era extraño ver tantos elfos de Silvanesti, la antigua raza élfica que decidió aislarse del mundo y consideraba el resto de razas corruptas e inferiores. Sin embargo, mucho había sucedido desde entonces, habían caído reinos, habían muerto linajes y se había erigido un pueblo nuevo, uniendo a las tres razas antes separadas por eras de perjuicios.

Y lo que le resultó aún más fascinante fue su espectáculo de magia. La guerra de los espíritus había estado a punto de exterminar las órdenes de alta hechicería. Encontrar a un practicante de magia verdadera era cuanto menos extraño de ver. Pudo reconocer su brillo inconfundible tras solicitar discernimiento en una sencilla plegaria. Y no solo era la magia, la destreza con la que tejía las ilusiones, el carisma con el que capturaba el público, eran un signo inequívoco de fuerza y grandeza.

Trató de recordar sus estudios sobre el lenguaje arcano, sobre los distintos usos de la conjuración a los Dioses de la magia que regían de nuevo el cielo nocturno cuando Briand se acercó y preguntó con discreción.

- Puedo asegurar que se trata de magia auténtica. No estoy muy versado en los conjuros arcanos, la mayoría son de la escuela de ilusión de eso no hay duda.. y la forma en que reparó el báculo debe ser trasmutación. No logro identificar los conjuros con los que ha realizado el espectáculo, tendría que repasar algunos libros. Ardo en deseos de poder hablar con esa maga, es muy raro encontrar un practicante de magia verdadera.

Observó al grupo y sonrió de nuevo.

- Pero bueno, aún quedan muchos eventos a los que asistir. Y no me gustaría abandonar el pueblo antes de visitar el templo y conocer al clérigo que lo lleva.

—Lástima que haya terminado, ha sido maravilloso —comento con cierto pesar, aún un poco colorado por haber sido partícipe del espectáculo—. Espero que no le haya pasado nada a la maga...

Acababa de ser testigo de la mejor demostración de magia que había visto en mi corta vida, de eso no cabía la menor duda. Va a ser una historia de la leche para contar en Fairwoods, les va a encantar. Pienso a la vez que escucho la explicación de Kylian sobre el espectáculo. Al clérigo le encantaba hablar y aunque fue directo en su explicación, sus palabras no hicieron más que acrecentar mis dudas sobre lo que había presenciado.

—¿Magia verdadera? —susurro en voz baja, esperando que no se diesen cuenta de mi ignorancia sobre el tema.

—Sí, deberíamos juntarnos con Glinthalas y continuar con la feria —respondo a la proposición del clérigo.

Hasta ahora estaba disfrutando de la feria y de la compañía. Sorprendentemente la presencia del clérigo estaba siendo además muy instructiva, sus ganas de contar historias casaban a la perfección con mis ansias por escucharlas.

Glinthalas estuvo un buen rato esperando. Vamos, esperó hasta que salieron del espectáculo. Hacía tiempo que había guardado las monedas y estaba recostado contra el muro del castillo junto a las puertas, simplemente recordando. Recordó a su madre, a sus amigos de la infancia ─algunos de ellos ya bisabuelos, aunque casi habían muerto todos─, incluso algunas visitas sonadas de la villa. No había grandes recuerdos, sino más bien miseria. Sentía cierta mezcla de melancolía y rabia por aquellas calles en las que había jugado... y mendigado. Robado, mentido y corrido para evitar ser apresado por las autoridades. Se lo había pasado bien... pero también había recibido buenas palizas. Una sensación agridulce.

Llegaría un día en que abandonaría Belleria, estaba seguro, pero no sería esta jornada. Antes debían pasar por el Viajero Sediento. Seguro que podía convencer a sus nuevos amigos de aliviar sus gargantas secas en la taberna más famosa del lugar. Y no era para menos, no sólo tenían vinos y cervezas decentes a precios razonables, además disponían de la más bella camarera que se pudiera pedir. Más de uno se alegraría la vista... Él, desde luego, iba a hacerlo.

Suspira cuando se da cuenta que no ve a los pequeños, pero le alegra pensar que al menos sus estómagos están satisfechos, se había quedado con la duda ¿Y sus padres? Les pidió a los espíritus que los protejan y continúo su camino, cruzó la abarrotada plaza haciéndose paso entre el gentío, Duna a veces se detenían cuando un aldeano se acercaba mucho o se cruzaba frente a ella.

-Vamos amiga, si queremos conocer la feria tenemos que seguir por los caminos. ¡Quizás encontremos enorme Col!- Le animaba siempre con una sonrisa mientras la guiaba con suavidad. Poco a poco avanzaron mientras miraba de lado a lado con pausa las artesanías allí exhibidas, incluso el Kender permanecía allí, en su esquina. Finalmente salió al otro extremo de la plaza y se encaminó por la primera calle que vió. Anduvo un rato por aquella encrucijada de calles hasta que llegó a lo que parecía un Templo.