Partida Rol por web

—Mi magia no solo puede llevarnos de regreso al Delta Celestial, invisibles o bajo la apariencia de minotauros, sino que también puede sugestionar a algunos de ellos para que se sientan inclinados a llevarnos hasta las coordenadas donde supuestamente se halla el santuario subacuático de los seguidores de Morgion. Normalmente prefiero no hacer uso de tales encantamientos, pero hay ocasiones en las que la situación o la víctima lo ameritan y esta situación ya ha durado demasiado. Ahora que sabemos qué nos aguarda en las Torres de E'li, no me preocupan tanto los minotauros como lo que pueda esperarnos bajo las oscuras aguas del Currain Meridional.

Adele escuchaba la conversación, apartada de la misma, dejando que desgranasen los detalles. 

Así que es cierto. Intentaron acabar con la plaga y fracasaron. 

Chasqueó imperceptiblemente la lengua, sin decir nada. Habían pasado tres meses. ¿Había sido ahí donde había muerto el hechicero que tanto interés despertaba en Myria? No lo mencionaban, pero podía palparse que algo les había retenido. Tenían la capacidad de volver allí, eso era obvio. ¿Porqué habían dejado pasar tres malditos meses?

No sé de qué me sorprendo. ¿Qué hacen estos tipos, aparte de deambular de un lado a otro?  

Su reunión con el Emperador debía de haber sido también un fracaso. Al parecer, esperaban conseguir que les proporcionase soldados y barcos, cosa que no habían logrado. Adele se maldecía a sí misma por no haber sido lo bastante hábil como para escuchar su conversación. Pero eso ya estaba atrás. 

Ahora, de nuevo, hablaban de acabar con la plaga. Algo sobre disfrazarse de minotauros y viajar hacia el mar de Currain Meridional. Les observó. Era evidente que la clériga era una incompetente, y del mago poco podía decirse que no se hubiese dicho ya. ¿Serían más diestros sus dos compañeros? La mujer paliducha tenía un aspecto siniestro, una mirada fría propia de quien ha matado muchas veces. El tipo pelado era un misterio para Adele: no portaba armas, y vestía de una manera que nunca había visto. Hablaba con cautela y pausa, y afirmaba que debían tomar las riendas. Bien, eso ya era algo más que los titubeantes rezos de la clériga de Chemosh y la afectada autocomplacencia del túnica blanca.

Era evidente que aquel grupo necesitaba a alguien competente para acabar lo que habían empezado. Alguien tendría que acabar con esa maldita plaga. 

Sacó la enorme falcata de Madre de la vaina. Era un arma de un solo filo, curvada, con la hoja por el lado interior. Estaba muy afilada. Sostuvo la pesada hoja con las dos manos. Una herramienta para segar vidas y amputar los apéndices supurantes de los engendros a los que exterminaba.

- Acabar con la plaga, ¿eh? - dijo con desidia - Muy bien. No sé cómo pensáis conseguirlo, pero si queréis que os ayude, vais a tener que contarme los detalles. - les miró - Y está claro que necesitáis que os ayude. 

El monje desvió la mirada hacia Kyliana antes de contestar a Adele.

─Toda ayuda es bienvenida, por bien que sea inesperada. Quizás más siendo inesperada...

Flynn, siempre buscando el consentimiento de sus compañeros con la mirada, iría desgranando el plan de Ailas para llegar a incursionar en el cubil de los morgionitas. Era más una semilla de un plan que un plan en sí mismo, pero como se había demostrado en más de una ocasión, el Vendaval improvisaba mejor que seguía planes, así que tendría que servir. Esta vez sí, esperaba.

Las palabras del seguidor de Majere, sosegadas y claras, estaban cargadas de respeto hacia el grupo y hacia las tajantes intervenciones de la maga roja. Deseaba que todo aquel que se hubiera decidido a ayudar al grupo pudiera hacerlo, pese a que hubiera desavenencias internas. ¡Por todos los demonios, él mismo estaba colaborando con una clériga del dios de los muertos! El bien mayor estaba por encima. Debían recorrer el camino del Dios Supremo juntos. Y tal vez alguien se extraviase por el camino. Otra vez. Rezaba por que éste fuera alguien más apropiado la próxima vez.