Partida Rol por web

-AAAAAHHHHH!!!!! SOCORROOOOOO!!!!!  Dwama no pudo soportar el aterrador alarido de aquella criatura tan horrenda y salió huyendo. Sir Godofredo jamás había visto tal comportamiento en la valiente enana, lo que le podía hacer suponer de lo poderoso de aquel monstruo tan demoníaco. 

Al ver que mi señor también se lanzaba tras la enana, mi coraje aumentó más aún, por lo que una sonrisa pícara asomó a mi rostro. Puede que tras la puerta encontráramos al cocinero fornicando con un mantel o con una escoba, visto lo visto en este lugar. Al asomar mi cabeza por el lateral de mi señor, porque iba detrás suya, como mandan los cánones, vi a una horrenda criatura, más fea que Pepe el Patata. Esta, chillando como mil demonios, se abalanzó sobre la enana y la hirió en el rostro, haciendo que saliera corriendo y dejándonos a nosotros como su siguiente objetivo. El pavor me entró por las piernas y me subió por el tronco, extendiéndose por todo el cuerpo. Más no salí corriendo, vete tú a saber por qué.

Esperé a que mi señor actuara, más no podía pensar en otra cosa que no fuera trinchar a ese demonio Cojuelo, con su cipote colgando, enhiesto y apuntando hacia nosotros. ¡Pero qué desfachatez! Me armé del valor que nunca había tenido en mi vida y ataqué al ser despreciable.

-"¡Toma, bellaco!"

-Calmad vuestro espíritu, camarada enana! ¡Per Horus, et per Rah, et per solemne Invictus... Duchere!

Juntando ambas palmas, Godofredo imbuyó a la guerrera del valor necesario para retomar la lucha.

Las indescifrables palabras del clérigo infundieron el valor necesario en el corazón de la intrépida enana como para que está dejara de sentir miedo por una rata alada y dejara de huir. 

También fue cierto que el diablillo de pronto, desapareció de su vista. ¡Y es que se había hecho completamente invisible!

Aquel ser agresivo y traicionero no volvió a atacar y si lo hizo, falló estrepitosamente. La calma regresó entonces a la casa, pero seguía habiendo un hombre desnudo y torturado atado a la cama.

Dwama se sorprendió a sí misma gritando despavorida y huyendo de la habitación en una cobarde acción impropia de ella - Pero que demonios...!! Desconcertada y  avergonzada por su comportamiento, tan solo alcanzó a ver como la diabólica criatura desaparecía de repente sin dejar rastro. Inmediatamente  y ya consciente de sus actos dijo un escueto - ¡Pasad, rápido! y acto seguido cerró la puerta del tabuco con aquella dantesca escena, dejando en su interior al conde, su siervo, a ella y por su supuesto al moribundo humano que yacía sobre la cama. Pegó su ancha espalda a la puerta y urgross en ristre se puso a vigilar hacia el interior, mirando a todos lados y agudizando sus sentidos a la espera de poder localizar al pequeño monstruito gritón para darle su merecido.

Aquel simple gesto de cerrar la puerta era toda una estrategia  de combate propia de la veterana guerrera. Si aquel bichejo invisible había logrado salir del cuartucho antes de que Dwama lo sellara, no podría sorprenderles, pues antes debería abrir  la puerta para entrar de nuevo. Y si se había quedado dentro, tampoco podría salir sin que la enana lo advirtiera y siendo la habitación tan pequeña, más pronto que tarde acabarían por localizarlo.

- Ocuparos del pobre hombre. Y no me refiero a escudriñarlo! - pronunció la enana mirando de reojo a Delcojón en clara alusión al bribón - Yo estaré atenta por si aparece de repente ese cabrón... Pues otra posibilidad que la enana empezaba a valorar es que el bichejo hubiera utilizado algún tipo de brujería para teleportarse y pudiera volver en cualquier momento.

Aquel poderoso ataque que le iba a mandar de vuelta al Abismo se quedó en agua de borrajas. El jodido diablillo desapareció antes de que le ensartara con la punta de mi estoque. La enana, de vuelta gracias al conjuro de mi señor, cerró la puerta para que no huyera aquel pendejo. Mientras ella vigilaba la estancia en busca de cualquier signo de la bestezuela, yo me encaminé a ver si estaba vivo el hombre que estaba atado a la cama. Estaba echo polvo e inconsciente, lleno de golpes y moratones, y seguramente le habían ultrajado el ojal. Al estar al lado suyo, miré en derredor para ver si veía algo raro aquí o allá, y me dispuse a desatarle de las correas que le aprisionaban.

-¡Aqueste villano aún tiene vida en el cuerpo!-Exclamó al revisar el cuerpo atado en la cama

-Más hay preguntas que deber ser respondidas.

Alzando ambas manos, miró al cielo-  Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarle.

Una luz azulada envolvió al presunto concinero, sanado posibles heridas que pudiese presentar

El joven reaccionó de inmediato cuando el conde hizo entrada en la estancia e invocó el poder curativo del altísimo para devolver a la vida al moribundo. El joven, que acababa de ser desatado por DelCojon se incorporó algo aturdido todavía. 

- ¡Por los dioses, nooo! - Alzó la voz mirando a todos lados. - ¿Dónde está esa criatura maligna? - Gritó terriblemente asustado. 

Pareció tranquilizarse cuando no encontró al diablillo en la habitación y entendió que aquel hombre de porte noble, el bribón y la mujer enana le habían salvado de su cautiverio. 

- ¿Pero vos sois...? - Se fijó mejor en el Conde. - ¿Sois el Conde Godofredo de Miramonte?

La enana enarboló su hacha y empezó a recorrer la habitación lentamente, dando tajos al aire a diestro y siniestro esperando toparse en algún momento con el diablillo alado.

El maltrecho orejas picudas, ligeramente reestablecido por la gracia del Conde, comenzó a hablar mientras Dwama iba acercándose peligrosamente a él y tras la última pregunta del hombre la enana contestó - Claro que es el ilustre Conde Godofredo de Miramonte y le debéis el respeto que hasta ahora no ha recibido. Postraos ante él y explicad porqué tanta brujería y maldad en esta casa, pues el trato recibido hasta ahora es digno... - pronunciaba mientras palmo a palmo su hacha iba aproximándose a la figura del joven. Cuando el  urgross iba a seccionar la cabeza del pobre hombre, su filo se frenó en seco a escasas dos pulgadas de su cuello, justo en el instante en el que Dwama terminaba su frase - ...del peor de los castigos!  

- ¡Por los dioses! - Exclamó terriblemente asustado. 

Aquel hombre alzó las manos y cerró los ojos en el momento en que la enana descargó un poderoso golpe contra él. En aquel momento se creyó muerto y al no sentir el filo del arma rebanado su cuello abrió los ojos. La enana están frente a él con cara de pocos amigos. Fue entonces cuando se meó de puro terror. Si hubiera estado vestido la orina hubiera impregnado su pantalón, pero al estar desnudo el reguero de pipí fue a mojar las botas de la enana. 

- Yo... Yo soy Ge...Ge...Gendrew... - Alcanzó a decir. - ¡Un ser te... terrible... entró por la ve...ve... ventana y me so...so... sodomizó! - Confesó. - Mi esposa está fu...fuera. Ella es arcana y...los objetos sin gu...gu...guardianes. - Miró en todas direcciones. - ¡El golem! ¡Está descontrolado!

Mientras la enana acojonaba al sodomizado cocinero, yo seguía observando la habitación por si aparecía de nuevo ese demonio malandrín. La meada en las botas de recio cuero de la enana me hizo reír un rato, fue bastante cómico ver la expresión de ella al contemplar cómo el arco del chorro iba empapándolas. La historia que relató Gendrew nos aclaró algunas cosas, sobre todo lo de los objetos animados. Pero al oír la última frase, los ojos se me abrieron como platos.

-"¡Un gólem! ¿Pero qué clase de bruja guarda un trasto de esos en su casita de campo?"

Estaba claro que no le habíamos visto todavía. Según se decía, eran enemigos terribles y fuertes. No tenían conciencia ni sentimientos. Podían estar hechos de varios materiales: barro, metal, madera, piedra, etc... Algunos solo podían ser heridos con armas hechizadas. Si ya nos había costado vencer a tres objetos comunes, ni qué decir de un gólem descontrolado, fuera de sí...

-"Háblanos de la bruja de tu mujer y de ese gólem, ¡bandido!"

- ¡Harina, tomare y queso! - Gritó Gendrew. - ¡Cien libras de harina dijo! ¡Cincuenta libras de queso dijo! ¡Cuatro galones de salsa de tomate y grandes cantidades de sal, levadura y azúcar! - Aquel hombre parecía haber enloquecido y recitaba una extraña y enorme receta de algún tipo de pastel salado. - ¡Le añadimos peperoni y condimentamos con orégano y pimienta negra! ¡Dos horas en el horno de leña a cuatrocientos cincuenta grados y ya está! - Y una vez dicho aquello cayó de espalda sobre cama agotado.

Godofredo alzó la nariz sonriendo en pose altiva al ser reconocido ipsofacto por su siervo, y más aún la levantó ante la presentación que le hizo Dwama.

Caminando de forma algo teatral, se acercó hasta Gendrew, sin borrar aquella sonrisa de satisfacción en el rostro.

-Dices que tu esposa practica magia, y hablas de un supuesto golem.. La brujería no autorizada está prohibida en Miramonte y es castigada con la hoguera, de lo que deberiais estar enterados....

El conde andaba en círculos, con el indice derecho levantado como si estuviese impartiendo ley.

-Más soy hombre piadoso y no quiero manchar mis manos con castigo en las previas de mis esponsales... No soy tan severo como Fray inquisidor...

Señaló con el dedo al cocinero, para despues cerrar el puño.

-Hablad, pues, de forma clara. ¡Decidme adonde está aquesta mujer vuestra y si ella se arrepiente de sus malévolos actos ,el castigo recibido será testimonial. Tenéis mi palabra de conde

- ¡Salió hace unos días! - Confesó Gendrew. - ¡Aún no ha regresa de sus asuntos!

Gendrew temblaba. Ya no solo estaba aterrado por lo que había sucedido, sino que también lo estaba por las palabras del Conde. ¿Iban a quemar a su esposa? ¡Ella no había hecho nada malo!

- ¡Por favor, señor Conde, ella no juega con magia oscura! - Se puso de rodillas ante su señor. - ¡La nigromancia es un tema prohibida para ella, se lo aseguro!

En ese momento se escuchó un fuerte ruido en la estancia contigua, la que debía ser la cocina. Aunque más bien fue de debajo de ésta, como del subsuelo.

- ¡Es el golem! - Explicó Gendrew. - ¡Lo va a destrozar todo, tiene que hacer algo, señor conde! ¡Por favor! - Se abrazó a sus piernas y le besó los pies, o en ese caso las botas.

Godofredo dejo hablar al cocinero, escuchando aquello que tenía que decirle.

-Sosiégate. Si en aquesto que dices no hay mentira, nada debe temer tu esposa de su conde, puesto que soy severo pero justo.

Aquel temblor requirió la atención de Godofredo.- Más primero debemos lidiar con el tal Golem que tanto temeis. ¿Donde se encuentra? ¡Compañeros, a mi!-gritó poniendose en guardia y disponiéndose a avanzar hacia el origen del ruido

- ​​​​​​Creo que sigue encerrado en el sótano... - Comentó el cocinero mucho más tranquilo ante las palabras del misericorde conde. - Está bajando por una trampilla del sótano... - Comentó mientras agarraba unos calzones y una camisa del armario y comenzaba a vestirse.

-Serás guarro!!! Dwama tuve que reprimir su impulso de rebanarlacabeza a aquel pobre hombre cuando el orín de pavor de éste empezó a mojar las botas de la enana

- Tú, no te rías y ven aquí. dijo la guerrera mientras enojada se acercaba a Delcojón para secarse las botas en la cochambrosa ropa del vasallo. Pero el bribón era tan maleducado como escurridizo y pudo esquivar la patada que Dwama intentó propinarle. Aunque la habitación era pequeña, el ágil sirviente se deslizó rápidamente por debajo de la cama, evitando así a la enfurecida guerrera que estaba a punto de estallar.

El cocinero pareció recuperar la cordura y contestó a las preguntas del conde. Al parecer había un golem fuera de control y no tenían más remedio que enmendar aquel embolado en el que sin quererlo se habían metido - Sir Godofredo, esto no puede quedar así. Vengo aquí a degustar los manjares del mejor cocinero del condado y acabo luchando contra objetos embrujados,  demonios y ahora  ¡un golem! Espero que se nos sepa recompensar con el mejor de los manjares cuando todo este embrollo termine.

La enana se dispuso a seguir a su noble señor, no podía permitir que algo le pasara justo ahora que había conseguido una mujer con la que desposarse.

-Guíanos hacia esa trampilla y dinos ¿ De qué material y tamaño es ese golem?

- Es un golem de harina y queso... - Comentó. - Ya... Ya lo he dicho antes. - Le explicó a la agresiva Dwama. - Si me siguen...

Gendrew condujo a sus tres visitantes hasta la cocina. Ésta, como ya había visto Dwama a través de la ventana, contenía un pequeño comedor con una mesa para dos comensales, que podía ser para hasta cuatro.

La cocina estaba bien equipada, aunque la zona era un completo desastre. Había ollas y sartenes esparcidas por el suelo, vasijas rotas y restos de comida que yacían diseminados por el suelo Además, las paredes estaban salpicada de salsa de tomate y restos de comida.

El cocinero les señaló la puerta de probablemente daba a una despensa y abrieron sin más. 

Dicha habitación era en efecto, una despensa, aunque todos los estantes y recipientes que contenía habían sido hecho añicos. En el centro de la estancia había, como bien había dicho Gendrew, una trampilla que deba a un sótano. Dwama lo entreabrió y pido ver de pie y en el centro del sótano, a una criatura de seis pies de altura que parecía estar hecha enteramente de pasta y queso, con algunos lunares rojizos que se distribuían alrededor de su bien horneada corteza y su piel de queso fundido.