Partida Rol por web

La niña tira hacia atrás de tu pierna, como diciéndote que no vayas al callejón.

Crassus sopesó la opción de sacar su revólver. Lo había comprado precisamente a raíz de esta misión, y recordaba lo justo para no hacer más mal que bien cuando lo tuviera en las manos. No le pareció que el camarero fuera a ser un problema y, de serlo, cualquier otro del grupo se le iba a antojar como una amenaza mayor que él, que no destacaba físicamente. Así pues, la dejó en su sitio. Si conseguía salir de esta sin tener que dispararla, mejor que mejor. 

Echó un rápido vistazo al exterior, sin asomarse demasiado, y después se apartó, apoyándose contra una de las paredes y paseando su mirada de la niña al camarero. Se preguntó de donde habría salido ella. 

La pequeña siguió aferrando la pierna de Grunda, sin decir nada,  sólo mirándola con esos ojazos azules que producían en la salvaje un dolor sordo en su alma. Demasiados recuerdos. 

-Shhh, no tengas miedo, sea lo que sea que vieras, estamos aquí para aclararlo. Y arreglarlo. Nadie te hará daño.

Miró por la rendija de la puerta ahora abierta por el camarero, sin mover su cuerpo, sólo estirando el cuello. Pero sólo acertó a ver una densa y maloliente negrura.

Estaba claro que el camarero no mentía. Su neblina mental y adicción a las sustancias químicas dejaba entrever que no sería capaz de actuar tan bien y menos de engañar de esa forma. No sabía de que le estábais hablando con lo de las desapariciones.

Xazhum miró a través del marco de la puerta. Sólo pudo ver la más profunda de las negruras. Desde luego la vista no era el más poderoso de los sentidos, pero confiaba en que alguno de sus compañeros se percatara de lo que les esperaba del otro lado.

- ¡Contra la pared! - Le ordenó al camarero. No sé fiaba de él. - ¿Llevas algún arma oculta? - Le preguntó. - Voy a cachearte... - Le informó.

Crassus soltó un suspiro largo y profundo. ¿Pero qué está haciendo este maniaco? ¿Es qué planea un atraco? No podía creer que fuera a defender al subhumano que atendía la barra, pero la situación se estaba volviendo insostenible. 

—Por el Emperador, Xazhum, ese hombre no sabe nada... —y entonces, mientras hablaba, cayó en la cuenta de que tal vez otra persona sí había sido testigo de todo— pero la niña, si lleva un tiempo aquí, tal vez sí que haya visto algo —masculló, con su habitual tono quejumbroso. Aunque parecía que había terminado, siguió hablando—. ¿Por qué no pruebas a apuntarla con la pistola, a ver qué dice?  

Entonces miró a Grunda, asegurándose de que su mueca fuera lo más sarcástica posible. 

—¿Y bien? ¿Sabe hablar, o no? 

El camarero levantó las manos y con ello su vieja camiseta, dejando ver el bajo de su peluda tripa. En cuanto Xazhum le puso la mano encima, el camarero cerró los ojos y un sollozo salió de su compungida cara. Parece ser que no está acostumbrado a que le planten cara, ya que si cierra, todo el sector del subnivel se quedará sin cerveza o un sitio donde reunirse.

La niña se ocultó detrás de la pierna de Grunda ante los comentarios de Crassus. Veis con asombro que apunta en dirección al oscuro callejón al que da acceso la puerta, además de negar con la cabeza.

-No te metas con la pequeña. Déjanos en paz.

Lo cierto es que aunque Grunda había desplegado todo su escaso instinto maternal, y había hecho gala de cuanta complicidad infantil había podido mostrar, la niña seguía sin hablar. Puede que fuese muda realmente,  después de todo. Pero a cada segundo que pasaba estaba más y más convencida de que sí había visto algo, y que estaba aterrada por ello.

Así que de nuevo se inclinó hacia ella protegiéndola de las miradas y actitudes del resto, y cuchicheó en un último intento:

-Vamos, algo viste en ése callejón, verdad? Puedes contármelo, yo me ocuparé de que todo se arregle. Vale...?

me quedo quieto con la mirada amenazante mientras mis compañero se encargan del camarero, veo como la niña señala negando con la cabeza, "sea lo que le haya hecho esto, parece que tiene algo que ver con lo que hay en este callejón, es posible que eso sea por lo que la niña no quiere que nadie vaya para ya"

La niña os miró a cada uno y afirmó con la cabeza. En un movimiento rápido se sentó otra vez en el suelo, entre el reservado y la puerta del servicio aferrando a su osito.

Bien, pues estaba claro. Le hizo una última caricia en su carita sucia, y se incorporó de nuevo, dirigiéndose a la maldita puerta. 

-Vamos. Lo que sea está ahí fuera. No nos demoremos más. 

Su mano volvió a tamborilear sobre su hacha, mientras ella se concentraba y salía a la oscuridad. 

Grunda tenía razón. Eso o simplemente se habían creado una idea muy, pero que muy equivocada de lo que les deparaba tras esa puerta. Sin duda era lo más probable, pues el criterio de una niña que no hablaba y el de un camarero adicto a sustancias prohibidas, no eran para nada una buena referencia.

- ¡Vamos, no perdamos más tiempo! - Dijo Xazhum soltando con desprecio al camarero.

Se había cerciorado de que aquel melenudo hijo de una puta y un tráficante, pues sin duda era así, no era peligroso en esos momentos. Sólo por eso se atrevió a soltarle. No obstante, le dedicó una última mirada. No dijo nada, pero aquella mirada lo expresaba todo y en tono de clara amenaza.

- Detrás de ti... - Le dijo a la salvaje con una sonrisa invitándola a salir en primer lugar.

No lo había reflexionado mucho, pero seguiría a esos ojos azules hasta donde hiciera falta. Quién sabe, si salían vivos de allí igual aquella preciosidad incluso le dejaría catar sus mieles. Por lo que fuera... Valía la pena tenerla contenta.

Crassus desenfundó, ahora sí, su revólver de seis balas. Ahí dentro no parecía que le fuera a hacer falta, pero el callejón que había al otro lado de la puerta era con diferencia lo más siniestro que había visto allí abajo. Tragó saliva. 

—Yo puedo cuidar de la niña —propuso, mientras le extendía una palma sudada, movido más por su reticencia a ir a la cabeza que por un instinto protector sincero—. En la retaguardia. 

Es entonces cuando la niña, rehusando la mano que le tendía Crassus, hizo algo impensable. Salió corriendo al callejón abrazándose fuertemente a la pierna de Grunda y tirando de ella para que volviera a ese estercolero llamado El Camino Oscuro. En sus mejillas nuevos regeros de lágrimas dejaban surcos en sus sucias mejillas. Era ovbio que entre la niña y la psíquica había algo especial, algo que la había llevado a desafiarse a si misma y salir al callejón para salvaguardarla.

antes de salir al callejon, saque mi escopeta y fui junto a mis compañeros, aunque el hecho de que la niña decidiera enfrentarse a su miedo por la psiquica, dejaba claro lo fuerte de su pronta únion, "creo que soy el mas indicado para ir primero, tengo un arma a corto alcance y puede que el mejor blindaje de todo el grupo, por lo que estoy mejor preparado" aquella no sería la primera vez que tenia que luchar en un callejon, por lo que me pongo cerca de la psiquica para poder cubrirla.

La chiquilla estaba actuando como una verdadera campeona. Pero no podía dejar que se pusiera en peligro, desde luego que no. Ya, yo había pasado por cosas parecidas a su edad, y había sobrevivido... pero no se lo deseaba a ella. No, iba a evitárselo si podía.

Y más cuando Marcio, armado y en su papel, se puso en vanguardia, dispuesto a todo.

Así que me incliné y con suavidad solté sus manos de mi pierna.

-Ve dentro. No me pasará nada, y volveré a por ti, te lo prometo. Alguien tiene que cuidar de Osito, ¿no es verdad? Tienes que ser tú, estoy segura de que no confía en nadie más. Pero no te abandonaré, tienes mi palabra. Y si quieres decirme algo que me ayude ahí fuera... y te parece que puedes hablar... o dibujarlo...

No se me ocurría de qué modo la chiquilla podía superar su trauma, y contarnos lo que vio. Pero por intentarlo no perdía nada. Me esforcé intentando adivinar...

Era evidente. Algo estaba sucediendo en ese callejón oscuro. Qué fuera o no algo relacionado con la misión que les había llevado hasta allí, era toda una incógnita,pero debían comprobarlo. Al fin y al cabo, la fuente de información no era otra que los gestos de una niña asustada y traumatizada.

- Muy bien, Marcio. Aprecio tu valor. - Le dio un toque sobre el hombro. - Ves tu delante. Tus argumentos me han convencido. - Sonrió.

Sin duda sus argumentos eran convincentes, pero lo que más le convencía era el no exponerse a lo que fuera que poblaba el callejón en primer lugar. Evidentemente prefería que el primer blanco fuera Marcio y no él.

- ¡No perdamos más tiempo! - Se puso a la espalda de Marcio u armado con su rifle se dispuso a comenzar la exploración.

Cuando parecía que no había otro camino a tomar que el que llevaba al callejón, Crassus revisó que su revólver estaba cargado y listo para disparar de una forma mecánica, pero como lo haría una persona obsesiva que más que alguien realmente diestro con el arma. Al menos el Arbites parecía dispuesto a cumplir con su deber. Con el brazo en alto y el cañón encarando el techo, se colocó el último en la fila. 

—Hereticus inconclusus —murmuró, citando el informe que habían recibido—. Grado de amenaza 1. 

Una gota de sudor le recorrió la frente, hasta que la frenó con la manga de la misma mano con la que llevaba el revólver. El uno no era un mal número. 

La niña asintió, muy a su pesar, ante las palabras de Grunda. Viendo que no conseguía disuadiros comenzó a gesticular.

Un ruido hizo que la niña se ocultara detrás del cubo de basura, cerca de la puerta de acceso al bar.