Partida Rol por web

Doce meses: El Sol Plateado

Prólogo: Despertar al atardecer (Gael)

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16/12/2020, 02:15
Narrador

Unos pasos se acercaban, resonando en las calles perfectamente empedradas. Gael sabía lo que aquello significaba. Lo sabía hasta el punto de haber plasmado su propia historia sobre un triste pergamino. No había tenido tiempo de crear una sencilla tonada para tratar de encajar aquellas palabras. Sólo había podido dejar unas vagas notas por si no lograba salvarse, que al menos sobreviviera su historia.

Sus perseguidores se acercaban pero aún tenía una última salida. Era peligrosa, impredecible y profundamente peligrosa pero la certeza de la muerte era una peor opción. Los pasos se acercaban cada vez más y el tiempo se agotaba. Cuando había estado con Boldwirth en el limbo, el tiempo no parecía tener fin. Desde que habían llegado a Sigil, parecía faltarle cada segundo que pasaba. Sus perseguidores ya estaban allí, lo notaba en el sonido reverberando entre los estrechos muros. No les dio la oportunidad de apresarle. Cerró los ojos abrió la puerta y saltó al interior.

El elfo notó el cosquilleo tan característico de la magia que recorría cada pulgada de su piel. El mundo parecía girar a su alrededor y una agradable sensación de ingravidez le invadió. Tan sólo podía escuchar una retahíla de palabras en una lengua desconocida. Sin embargo, esa sensación desapareció súbitamente cuando notó un fuerte tirón de su carcaj.

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16/12/2020, 02:15
Adwoc

Cuando el bardo logró enfocar de nuevo su entorno, se encontraba realmente en mitad del vacío y tan sólo unos tentáculos que parecían estar compuestos de oscuridad líquida lo salvaban de caer sin control. Aquellos zarcillos tiraron de él hasta colocarlo sobre una reducida superficie. Se encontraba en una pequeña roca que levitaba en mitad de la nada. Bajo él, una caída de más de un centenar de pies le esperaba. En mitad de la reducida plataforma flotante, había un arco de roca del que posiblemente había salido pero por el que no había forma aparente de volver. La zona en la que se encontraban bien podría pasar por una montaña que hubiera quedado hueca o un volcán cuya lava hubiera desaparecido. En el centro del cráter era el lugar donde levitaba su diminuta isla.

- Por el ojo perdido de Gruumsh, ¿por qué demonios has tardado tanto? Sólo tenías que pasar por una puerta. - dijo un hombre con aspecto airado desde un saliente. - Ya me advirtió la dama que llegarías tarde pero no esperaba que fuera tanto. Ya es casi de noche...

El extraño sacó un bastón y gritó una palabra de mando. De cada extremo de dicho bastón, un garfio salió disparado. El primero se clavó en una columna de roca que se encontraba tras el humano. El segundo, en uno de los laterales del arco de roca. El cuerpo del bastón quedó colgando en la cuerda libremente tan sólo sujeto por la mano del hombre. Con un movimiento rápido, lanzó el bastón-arnés hacia Gael.

- ¡Vamos! Puedes usarlo como si fuera una tirolina.

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16/12/2020, 04:36
Gael Dorwan

Ni modo... Había tenido que pasar. O mejor dicho, saltar. Cuando se dio cuenta, estaba cayendo en medio de un vacío sin fin... Y su lírica voz en forma de un grito sin aliento. Ese aliento regresó, cuando algo lo atajo, algo que se atrevió a ver como ¿Un tentáculo? Bueno, había sido agarrado por cosas peores. Estaba corto de opciones, así que se dejó tomar y, para su fortuna, le otorgó un buen aterrizaje. Tenía preguntas, muchas en su cabeza, mas no quejas. Por ahora.

Su expresión de desconcierto no se dejó disimular al ver el peculiar y tenebroso ambiente donde se encontraba. Rápidamente buscó ponerse de pie para mantener un buen equilibrio, y asegurarse de que todas sus pertenencias y ropas estuviesen limpias y en su lugar. Y su cabello, claro. La caída debía haberlo dejado hecho un desastre y no podía permitirse dejarse ver así... Aunque una sorpresiva voz, demostraba que ya era demasiado tarde.

Trató de mantener la compostura, como si nada hubiera pasado. No tenía ninguna sonata preparada para esta situación, así que debía poner en práctica lo que era parte de su magia y arte: la improvisación.

- Bueno, como toda función final... Lo mejor siempre se hace esperar. - Afirma con confianza y ambos ojos cerrados, media sonrisa, sacudiendo un poco el polvo de su camisa ¿La dama? No estaba seguro si este camino conduciría a algo bueno o algo malo... Sin embargo, sabía reconocer que era el único camino que tenía. Por lo que seguiría el guión, por ahora, en su mejor esfuerzo por disimular lo desconcertado que actualmente se encontraba.

Tomó por reflejo el bastón con su mano derecha. Lo observó sutilmente de cerca, inspeccionándolo, a ver si notaba algún mecanismo o algo sospechoso. Era parte de su maña, casi un instinto de supervivencia que desarrolló a estas alturas. Además, se le daba muy bien trucar los objetos mágicos. Si se veía bien a su criterio, lo tomaría con ambas manos para dejarse deslizar hasta el otro lado. Mejor en suelo firme que en medio de un abismo.

- Espero aún estar a tiempo para mi cita con la dama ¿Crees que esté enfadada? - Comentó luego en el camino, con cierta confianza y ánimo conversador, casual. No sabía cuánto margen tenía, y mientras antes pudiese determinar cuán trágico o comédico sería el final de esta escena, mejor.

Trataría de mirar a su alrededor, mientras tanto ¿Dónde diantres estaba? ¿Acaso seguía en Sigil... O...?

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19/12/2020, 02:27
Adwoc

A ojos de Gael, el bastón era un sencillo objeto mágico muy popular entre exploradores y aventureros. Un bastón de cuerda. El útil tenía varios botones que activaban diferentes funciones, lo que lo convertía en una increíble herramienta para la escalada.

Aquel desconocido parecía no valorar demasiado el don de la teatralidad del trovador. Parecía terriblemente sulfurado con el “retraso” de Gael aunque casi todo el mundo sabía que los bardos, al igual que los magos, nunca llegaban tarde ni temprano sino cuando debían.

- Tu cita no es con la Dama, - dijo mientras examinaba de arriba a abajo al elfo con mirada escudriñadora. - … Gael. Y has perdido la oportunidad de ahorrarte un buen paseo por las Montañas Celestes. Así que ahora supongo que debo llevarte a Raduim de una pieza antes de la llegada de Lágrimas o ambos lamentaremos no tener un techo sobre nuestras cabezas. Vamos, no tenemos tiempo que perder.

Desde su nueva posición, el bardo pudo vislumbrar una buena porción del terreno en el que se encontraban. Las laderas de la montaña bajaban abruptamente, de forma que tendrían que descender trepando posiblemente. Otras elevaciones similares salpicaban el paisaje aunque apenas podía ver algunas cimas más similares a la que tenía bajo sus pies debido a que una densa niebla cubría la parte baja de las mismas. Los valles entre los picos permanecían ocultos bajo inmensos jirones de niebla que se oscurecían poco a poco a medida que los rayos de sol del falso atardecer desaparecían.

El Lucero del Alba ya brillaba en el cielo junto a algunas otras estrellas que tímidamente comenzaban a aparecer en el firmamento. Un viento lento pero frío procedente del norte auguraba lo que posiblemente sería una noche fría, tal vez incluso una helada en aquel clima de montaña.

El hombre con el ceño fruncido caminó hasta el borde y clavó con fuerza su bastón en el filo. Apretó uno de los botones del mecanismo y éste comenzó a soltar algo de cuerda lentamente. Posicionó uno de los pies con fuerza mientras comprobaba dónde debía colocar el segundo para comenzar el descenso. De nuevo, se quedó durante un instante analizando con la mirada a Gael.

- ¿Vienes o no?

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20/12/2020, 18:00
Gael Dorwan

Vaya... Veo que mi fama hasta aquí me precede. Pero... ¿Se supone que deba conocer a este individuo?

Lo miraba un tanto confuso mientras lo acompañaba por detrás, intentando discernir si podía tratarse de un viejo rostro familiar, o realmente era fruto de su fama como trovador. Si aún seguían en Sigil, esa no sería ninguna buena fama, de seguro... Pero algo le decía que esto no se sentía como el plano de la ciudad de las mil puertas.

- Bueno ¿Quién soy yo para decirle que no a un buen viaje? - Exclama con optimismo y liviandad contrarrestando la seriedad de su compañero. A la par, tomaba nota mental del nombre de Roduim, Lágrimas... ¿Le sonaba de algún sitio? Se limitó a mantener su actuación y no hacer demasiadas preguntas aún. Estaba medio obligado a confiar, al menos hasta que se desvele una ruta alternativa que le sirva de contraste. Luego, vería dónde rayos había venido a parar esta vez.

Podía sentir un poco de aire fresco en sus pulmones, mientras seguían. Sus pasos se detuvieron, y sus ojos se entrecerraron fuertemente al recibir los últimos rayos de sol esconderse por las montañas... El sol. Casi se había cubierto con sus brazos cuál vampiro ante la presencia del mismo. Había olvidado esa sensación, el calor natural sobre su rostro, el viento de la naturaleza, el paisaje vivo... Quizás era un paisaje lúgubre y tenebroso, pero para quién había permanecido una eternidad en planos aún más oscuros y monótonos... Definitivamente era todo un halo de color reanimador.

- ¡Oh...! Enseguida, enseguida, mi estimado. - Reacciona, viendo que ya su aparente escolta se había encargado de armar los preparativos para un escalonado descenso, armado de impaciencia. - Es de apreciar ¿No lo crees? - No puede evitar comentar, mientras se agacha sobre el filo de la ladera para comenzar a descender, con su vista aún algo perdida en el firmamento nocturno. Pequeños detalles que daban belleza a la vida, y se extrañaban... No, esto no debía ser Sigil, ni el Limbo. No sabía si esa puerta terminaría siendo la buena, pero definitivamente mejor que las anteriores hasta la fecha.

Sin demorar más, tiró un poco de la cuerda para asegurarse de que estuviese firme, antes de cargarle su propio peso y comenzar a descender con cuidado. Si no era suficiente, tendría que aplicar de la suya... Aunque su extensión era limitada. Esperaba que el báculo de su acompañante no lo fuera, ya que él no sabía descender tan cálidamente como su maestro lo hacía.

Un momento... Si su cita no era con esta Dama ¿Rodium sería el nombre de su anfitrión... O su escenario?

Notas de juego

¿Debería lanzar Trepar para descender?

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13/01/2021, 02:40
Adwoc

El descenso no resultó demasiado complicado con la ayuda de la cuerda. Resultaba una pendiente de poco más de 45 grados, lo suficiente como para obligarle a usar las manos y sujetarse con firmeza a la cuerda pero no tanto como para resultar un reto. El guía llevaba algo de ventaja una docena de pies más abajo desplegando la cuerda que salía de su bastón mágico. Desde su posición de superioridad, el bardo pudo ver cómo el hombre sonreía en respuesta a sus palabras justo antes de perderse entre las nubes bajas.

- Si te gustan las vistas, estás en el lugar indicado. - rió su interlocutor aunque aún conservando un tono ligeramente ácido. - Es el mejor paisaje de Kárreon, aunque si no te das prisa, la oscuridad te impedirá verlo.

La voz sonaba hueca y sorda desde las profundidades de la bruma. Cuando Gael penetró en la niebla, notó la bruma helada pegándose a su rostro mientras la gélida brisa acariciaba su piel. El aire era límpido y fresco, algo de agradecer tras tanto tiempo viajando por el multiverso. El nombre de Kárreon no pasó desapercibido para el elfo. Aquel nombre se refería a uno de los principales reinos humanos de su mundo natal.

El sonido de las botas del hombre contra un suelo de gravilla llegaron desde una decena de pies bajo él. Apenas tardó unos instantes en abandonar la zona de bruma y sólo necesitó unos pasos más para alcanzar la zona plana donde le esperaba su guía. Al girarse, pudo contemplar al fin la completitud de la zona en la que se encontraba. Los últimos rayos de sol arañados del atardecer iluminaban una inmensa pradera de verdes pastos que tomaban un color broncíneo bajo las luces anaranjadas del ocaso. Sin embargo, lo más impactante del lugar eran las montañas sobre las que se encontraban.

Las enormes masas de roca parecían flotar a media milla de altura sobre la llanura. Al menos una docena de montañas, tal vez una cordillera completa, levitaba girando suavemente en el aire. Gael y su acompañante se encontraban al filo de las rocas junto a una caída impresionante.

Junto a él, el hombre parecía medir a Gael con la mirada mientras su vista paseaba entre una misteriosas barras de metal grisáceo oscuro clavadas en el suelo y el propio bardo. Suspiró pesadamente y cogió tres de las siete barras y las pasó por unas argollas de cuerdo prendidas en su cinturón. Las varas de metal medían poco más de medio codo de longitud pero al ver cómo las manejaba aquel hombre parecían extremadamente livianas. El guía miró con el ceño fruncido los huecos libres de su cinturón.

- Coge las que quedan y sujétate bien a ellas. ¡Que no se te escape ninguna! Son demasiado pocas para los dos, así que el aterrizaje no será suave. Son más fuertes cuanto más cerca del suelo, así que cuidado con el tirón. En cuanto estés bien sujeto, salta. Así.

Y sin más ceremonia, el hombre saltó.

Notas de juego

Tranquilo, no hace falta tirar por Trepar.

Ahora sí, comenzamos como debe ser la historia. Próximo turno: viernes 15.

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13/01/2021, 20:10
Gael Dorwan

No iba a negar que hubiese preferido un descenso más elegante, mas tampoco sentía que pudiese quejarse. La falta de una escalera era preferible que una falta de orden y paz constante, incluso para alguien tan libre como él... Esas cosas comenzaban a apreciarse. El aire fresco, bah, húmedo. El escalofrío que recorría suavemente su piel al descender por la bruma, todas eran sensaciones naturales que casi había olvidado. Quizás sus pulmones se sobresaltaron un poco por eso, por lo que prefirió conservar su aliento y labia durante su bajada.

Karreon... Nombre bello e interesante, sin duda. Tendría que esforzarse para elaborar rimas con ese acento tan peculiar, sino con las más duras palabras del élfico, ya que el humano no se le hacía tan estilizado. Y... Momento... Este tren de pensamiento ya lo había tenido antes. Por un momento, sintió ese pequeño deja-vú, junto con esa sensación de sus pulmones llenándose nuevamente de aire fresco y la luz del ocaso.

¡Por supuesto! Había leído y escuchado en ocasiones cantares sobre el reino de Kárreon, en sus épocas de aprendizaje. Eso quería decir que.. ¿Era el mismo reino que conocía, al menos en lírica?

Sus pies regresaron a pisar tierra, junto a su mente. Y sus ojos, al ver aquel casi mágico paisaje mientras atravesaban la pradera. - Vaya... ¿Así que estas son las Montañas Celestes? Realmente inspirador. - Suelta seguido de un suave silbido, el cuál remató en uno más abrupto al ver que su recorrido los llevaba al filo de éstas. Se había distraído por un segundo, como para apreciar tan no bello precipicio.

Parecía que esta vez le tocaba a él hacer uso de sus meticulosos artefactos.

- Bueno, supongo que no será problema... ¿Aterrizaje? Quiero decir ¿No bastó con el primero? - Bromea, mientras tomaba una de las varas y jugaba un poco con ellas para hacerse a su uso, cual sea que fuere. Aunque pronto presenció que su acompañante además de parecer un tipo serio, también hablaba en serio. Miró por unos momentos a su alrededor, al quedar sólo allí... ¿Hasta dónde debía seguir a este sujeto? Su vista trataba de buscar algún sendero claro, pero la falta de rutas o destinos claros y alternativos, aún parecía nula. Todo indicaba que aún debía seguir con el guión que la puerta le había planteado.

No obstante... Si el reino humano de Kárreon era el mismo que conocía, eso quería decir que había grandes posibilidades de que estuviese de regreso en casa. Bueno, su plano de casa. Ya casi que ni recordaba por qué lo había abandonado en primer lugar, o cómo. Una de entre las tantas peores decisiones de su vida... Pero aquí estaba.

Tomó aire, cerró sus ojos, reunió fuerzas para dar el paso y... ¡Momento! Aún quedaban tres bastones. Rápidamente regresó y se apresuró a tomarlos, buscando engancharlos en su cinto y reajustándolos con su cuerda para que quedasen firmemente amarrados, y fácilmente agarrables en caso se soltase alguno. Ahora sí.

Cerró sus ojos, tomó aire, impulso, dio el siguiente paso y... Saltó. Con pocas fuerzas y elegancia, para no tardar en abrir tontamente sus ojos y sentir todo el peso del aire ascender constantemente sobre sus párpados, mientras un no muy lírico grito se dejaba escapar de su garganta en medio de la interminable caída.

Vamos, varitas grices de la suerte... ¡Hagan lo suyo...!

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21/01/2021, 01:45
Director

Lo primero que Gael notó cuando manipuló aquella extraña barra de metal fue que era inusualmente liviana. Era ligera hasta el punto de que casi podría flotar en el aire por sí misma. Parecía dura y rígida como el acero pero ligera como el aire. Una vez que el bardo quedó satisfecho con la sujeción de las mimas, cerró los ojos y saltó.

El aire golpeaba con fuerza su rostro y el lejano suelo parecía acercarse cada vez a más velocidad. No obstante, las varas grisáceas parecían comportarse de forma extraña a medida que caía. En cuanto la superficie de las montañas se alejó apenas una decena de codos, las varas comenzaron a tirar suavemente hacia arriba como si lucharan por volver a su posición anterior. A medida que el descenso continuaba, la fuerza con la que las barritas tiraba del elfo hacia arriba aumentaba notablemente hasta el punto de que la abrupta caída se había transformado paulatinamente en un descenso rápido pero controlado.

Desde su posición en la altura, el bardo tuvo tiempo de ver cómo su guía que ya había llegado al suelo comenzaba a guardar el metal en su mochila con aire despreocupado aunque podía comprobar que su ceño seguía fruncido aún. Cuando apenas quince pies separaban a Gael del suelo, la fuerza ascendente de las barras era tal que la velocidad de bajada difícilmente podría ser catalogada como caída. Aunque el bardo no estaba especialmente versado en el arte de las piruetas, sus básicos conocimientos fueron suficientes como para amortiguar totalmente el aterrizaje.

El hombre lo esperaba abajo preparando los arreos de un caballo que permanecía tranquilo con las riendas sujetas por una estaca en el suelo. Al ver cómo el bardo se acercaba para aterrizar tranquilamente, le echó una mirada de reojo con un cierto aire divertido que en ningún momento traicionó su ceñudo rostro. A continuación, colocó su mochila en el suelo junto a sus pies.

- Guarda ahí las barras bien sujetas. Que no se te escapen... - repitió en el mismo tono seco de antes. - Me temo que no tengo un segundo caballo. No esperaba volver acompañado. Tendremos que compartirlo a menos que prefieras viajar a pie o lleves una montura en tu mochila.

El hombre subió al caballo con un gruñido y Gael pudo notar que por la forma en la que cargaba el peso, debía haberse hecho algo de daño durante la bajada. El elfo había dispuesto de una barra adicional y, aún así, había necesitado usar toda su destreza para suavizar el contacto con el suelo.

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22/01/2021, 06:34
Gael Dorwan

La caída parecía interminable. Sentía como su voz y aire se le agotaban en medio de su inevitable grito, mientras torpemente mechones de su cabello se metían entre su boca, nariz y ojos en una manera no muy cómoda, mientras se esforzaba por parpadear ante los fuertes golpes de aire. Mas notaba, éstos cada vez perdían fuerza, a la vez que una inversamente proporcional comenzaba a tironearlo de su cinto. 

¿Otra vez...?

No, esta vez no se sentía como un horrendo tentáculo. Su cabeza apenas le permitía voltear, pero no necesitó mucho para percatarse que era obra de los famosos bastones de sus compañero. Cuando regresó su mirada hacia abajo, se llevó un susto al ver lo cerca que comenzaba a verse el suelo... Y lo natural que se sentía su caída. Como si apenas se hubiese lanzado de un techo, el bardo trató de enderezar su postura mientras trastabillaba un poco por el impulso, pero en un rápido movimiento de pies logró disimularlo a la perfección para aterrizar, dentro de todo, elegantemente.

Un fuerte suspiro se soltó de su garganta, mientras sus manos buscaban de inmediato reacomodar su lacia cabellera, así como su esplendorosa capa. Ambas eran partes importantísimas y muy fuertes de su imagen. El ruido de la mochila caer lo regresó a tierra, junto a las instrucciones de su serio compañero quien ahora contaba con su propio corcel. Oh... Parece que esta vez no había traído uno para él también.

- Ohoh, vamos... ¿No me digas que el guión decía que no debía llegar tan lejos? - Suelta entre risas un tanto nerviosas, mientras comenzaba a guardar los bastones, perdida su mirada en ellos... Si no esperaba volver acompañado ¿Eso significaba que acababa de sobrevivir a una caída que no era para nada segura? Bah, ni modo... Mejor ni pensarlo. Allí estaba caminando y era lo que contaba.

- No hay problema. Espero no incomodar a nuestro robusto amigo, ¿Hm? - Hablándole de buen ánimo al caballo, acercándose despacio y con un contacto pacífico, dándole un toque suave antes de dar el salto y subirse en la parte trasera. Como el elfo ligero y elegante que era, esperaba no suponer una carga extraordinaria para su montura. Fue entonces y al estar de cerca, cuando reparó en las heridas de su escolta. Vaya... Así que sí había cierto riesgo... Por un momento se preguntó de si quién realmente no planeaba regresar era él.

- Permítame compartirle, entonces, un fragmento de la Sonata de Enséfone. - Comenta con un tono humilde, mientras tomaba su particular flauta traversa y la acercaba lentamente a sus labios. Incluso con su cara de amargado, una pequeña estrofa no le negaría... - Dicen que es capaz hasta de sanar un corazón roto. - Añade por lo bajo, con algo de humor, cuál curiosidad. Puesto que, la que entonaría su garganta y sus dedos no era ni más que una dulce melodía sanadora. Y tenía plena confianza que incluso alguien como él se sentiría mucho más inspirado y vivo con la sonata entera de fondo mientras cabalgaban.

Aún no creía recordar conocer a este tipo. Pero hey, los favores se devolvían; y nada como algo de su música para hacer el viaje más ameno.

- Tiradas (1)
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29/01/2021, 00:58
Adwoc

La jocosa pregunta del elfo fue respondida con una de las ácidas sonrisas que parecían caracterizar a su inesperado acompañante. Mientras tanto, el caballo pareció aceptar al segundo jinete sin oponer siquiera una mínima molestia. Parecía un animal manso aunque robusto, una yegua zaína tal vez incluso adiestrada para el combate. En cuanto Adwoc dio un ligero tirón de las riendas, el corcel comenzó a trotar con alegría, posiblemente cansado de permanecer atado durante largo rato.

Cuando Gael se ofreció a amenizar el viaje con algo de música, sólo obtuvo un gruñido como respuesta. El hombre parecía haberse sumido en sus pensamientos como si planeara su próximo movimiento a pesar de haber mencionado cual era su destino. Cuando el hechizo curativo hizo lo propio con las heridas del hombre, éste se giró todo lo que le permitía estar montado junto a Gael en la yegua.

- Gracias. - dijo por primera vez en un tono más serio y sincero. A continuación, su vista volvió al camino que comenzaba a oscurecerse y habló en un tono algo más distante, tratando de plasmar en palabras lo que pasaba por su cabeza. - Normalmente se necesitan al menos siete barras para subir y como mínimo cuatro para bajar sin riesgos. No sé que ha pasado exáctamente pero todo ha salido realmente mal. Debías haber sido convocado nada más salir del portal pero no ha ocurrido. El viaje de vuelta tenía que realizarlo en solitario al igual que la ida. Sin embargo, aquí estás. Y, por tanto, mi misión es llevarte Raduim como estaba establecido.

Durante unos minutos, se mantuvo un tranquilo silencio tan solo roto por el rítmico sonido de los cascos del caballo a un trote vivo y la fría brisa del ocaso. Frente a ellos un mar de hierba verde y fresca se extendía hasta donde alcanzaba la vista.

- Hasta que salgamos de la llanura, - añadió rompiendo el silencio. - se acabaron las canciones. Al menos una familia de gigantes de las nubes viven en el valle bajo las montañas y preferiría no llamar su atención.

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01/02/2021, 06:42
Gael Dorwan

Aún mientras sus dedos y pulmones seguían coordinando suavemente para finalizar la sencilla estrofa, prestó atención a las palabras de su duro acompañante. No era difícil, para él tocar era casi tan reflejo como respirar, en especial una sonata tan simple. La misma finalizó poco después de su discurso.

Vaya... Suponiendo y su relato sea sincero, eso implicaba que su extraño y nuevo compañero había arriesgado su pellejo por su bienestar. En cierta forma, lo hacía parecer importante, como si fuese una especie de protagonista de su propio relato. Eso le agradaba, y el pensarlo le dibujaba una altiva sonrisa inconscientemente. Aunque el destino, como parecía hacerlo siempre, solía jugarle más de una broma. Mas ahora no parecía ser el momento más ideal para imaginar sus nuevos cantares.

- Bueno, puede que haya escogido la puerta incorrecta. - Soltando una corta y simpática risa, para acompañar. - No por nada estaba en rebaja. Pero hey ¿Y perderme de esta travesía? Yo diría que fue negocio. - Sonríe, con un aire positivo. Si bien decían las cosas no salieron como el libreto decía... Llenar sus pulmones de aire fresco y sus ojos de un paisaje puro, después de... Quién sabe cuánto. Valía cualquier cosa.

Y, aunque su escolta aún se haga el difícil, tenía cero dudas en que su música y compañía harían de un monótono encargo, toda una aventura de regreso.

- Descuide. En mis primeros años como trovador, he aprendido que no existe nota musical más poderosa que la pausa y el silencio. - Asiente relajado, un poco apenado por los gigantes que no podrían disfrutar de la fascinación de su música. No obstante, no era él el director de orquesta en estos momentos, y por tanto tampoco era quién para contradecirlo. Seguramente le habrá costado mucho al jinete realizar tal petición, por lo que su preocupación debe ser grave. Conservo su instrumento a mano, sin embargo, en caso de que su nota no fuese lo suficientemente fuerte... Siempre podía recurrir a la Melodía del Silencio que su maestro le había transmitido.

Sus ojos, por otro lado, buscaban a lo ancho y lo alto. Gigantes de las nubes... Deben ser bastante visibles, imagino.

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03/02/2021, 02:04
Adwoc

El jinete agradeció el comentario de Gael con un asentimiento y se mantuvo en silencio. La marcha se prolongó en silencio por un paisaje que se antojaba impresionante pero monótono. Tan sólo el rítmico sonido de los cascos del caballo arrancando pequeños terrones del suelo y al silbido del aire en los oídos rompían el silencio.

A medida que avanzaban la noche se cernía sobre ellos a gran velocidad. Antes de ser totalmente engullidos por la oscuridad, la pradera daba paso a algunos árboles dispersos. La mayoría eran abedules y alisos junto a algún avellano. La presencia de aquellos árboles junto al suave olor que comenzaba a anegar el aire anunciaba la cercanía de agua.

- Descansaremos junto al río. Hay un círculo de árboles aquí cerca que nos servirán como refugio para poder dormir. - dijo como si hubiera leído el pensamiento del bardo. - Allí deberíamos estar a salvo de los gigantes. Después cruzaremos la arboleda.

A casi media milla de distancia, desde lo alto de una de las cumbres que flotaba sobre el suelo, fluían varios arroyos de montaña que se unificaban justo antes de derramarse en una formidable cascada de más de un centenar de pies de altura. El sonido comenzó a ahogar el rítmico traqueteo de los cascos del caballo y su respiración ya agitada.

Para cuando la noche les alcanzó, ya se habían adentrado un poco en los árboles. Adwoc detuvo a su montura y se bajó con cuidado para no arrastrar a Gael con él. Rebuscó en su mochila hasta sacar una antorcha ya encendida y la colocó en alto para iluminar el camino. La luna no había hecho acto de presencia por lo que parecía que era una noche de luna nueva y, por tanto, apenas algunas estrellas iluminaban la penumbra de la arboleda. Guiando al caballo por las riendas para evitar que se hiciera daño con alguna raíz desenterrada, el hombre caminó durante lo que bien podría haber sido un cuarto de hora hasta encontrar un claro que quedaba dividido en dos por las alegres aguas del riachuelo. Cerca del centro del mismo, un sauce solitario permanecía a la orilla. El guía abandonó el caballo junto al árbol.

- Hemos llegado.

Soplaba un viento frío, que descendía de las cumbres aún cercanas y se acentuaba por la ligera neblina que se desprendía del agua. El aire olía a hierba fresca y musgo del río. Casi cualquier sonido quedaba eclipsado por el lejano borboteo de la catarata y el silbido de la cada vez más fuerte brisa.

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04/02/2021, 02:48
Gael Dorwan

Aún no sabía muy bien qué pensar acerca de los bosques. A veces podían resultar lugares muy bellos e inspiradores, llenos de vida. Otras veces, bueno... Llenos de peligros. Aunque no recordaba cuándo fue la última vez que estuvo perdido en un bosque. En aquellos momentos, sí, vaya... Hasta un oso pardo le hubiese puesto los pelos de punta. Cuando se ponía a pensar, hoy se sentía muchísimo más confiado. Había zafado de cosas mucho peores, y aprendido a salir de situaciones aún más demenciales. Vaya, que salir de Sigil ya es todo un logro desbloqueado en su haber.

- Me agrada... A donde usted conduzca, mi estimado. - Asiento conforme y sin quejas desde su lugar, cuidando su tono, claro. Él no necesitaba dormir mucho... Si es que su descanso podía ser comparable directamente con el sueño que experimentaban las demás razas. Se trataba más de relajar su mente... Y dejar todo su río de pensamientos e inspiraciones fluir al vacío. Tal y como la hermosa cascada que los rodeaba.

Iba ofrecer a iluminar su propia 'antorcha', mas resultó no ser necesario. Tampoco quería robarle todo el protagonismo a su compañero, así que lo dejó conducir el camino a pie con su fuente de luz. Sus ojos eran más finos, y veían con claridad en la penumbra de ésta. Pronto su caminata los llevo a un paisaje más que hospitalario, al menos visualmente, se veía como un sitio realmente agradable para descansar.

- No es un lujo... Pero admito, tiene buen gusto para lo natural. - Reconoce mientras se deja caer y sienta al pie de un árbol, para darse cuenta que su trasero realmente estaba cansado de tanto cabalgar y necesitaba estar parado un rato. Por lo que rápidamente se puso de pie y comenzó a estirarse lentamente.

Por su parte, tomó su pequeño pero elegante morral y sin buscar mucho, su mano rápidamente tomó su tienda de campaña enrollada. Tan servicial como su sirviente invisible, éste siempre le daba lo que buscaba sin siquiera pensarlo. Buscó un buen sitio, para empezar a plantar y armar lo que funcionaría como un buen refugio para el viento y la humedad de la noche.

- Hay suficiente espacio para dos. Si no le molesta compartir un poco de intimidad, claro. - Le ofrece de una manera muy humorística, a medida que comienza a armar la tienda. A él, ya poca vergüenzas le quedaban a esta altura como para no compartir una pequeña tienda de descanso. - Por cierto, ya que vamos a dormir juntos... Al menos podría decirme su nombre ¿No, cariño? - Continuando con el hilo bromista y confianzudo soltando una pequeña y cortada risa, con la mejor de las intenciones; aprovechando su chiste de una astuta y elegante manera. Ya que hasta ahora no se había presentado, y era una buena oportunidad para romper el hielo. Si por mala suerte se trataba de un viejo amigo cuyo nombre y rostro había olvidado... Siempre podía atribuirlo todo a que era parte del humor.

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06/02/2021, 02:51
Adwoc

Mientras Gael comenzaba a montar la tienda, su acompañante apiló una pequeña cantidad de ramas bajo el amparo del árbol. Tras meditar durante un instante, el hombre susurró unas palabras ininteligibles y una tímida llama apareció entre las maderas formando una acogedora hoguera.

- Acampé aquí durante el viaje de ida y me pareció un sitio tan válido como cualquier otro. Creo que esta noche compartiría lecho con un ogro con tal de mantenerme tibio. Desgraciadamente, tendré que conformarme contigo. - contestó con su característico deje. El hombre meditó durante unos instantes como si Gael le hubiera preguntado sobre una materia extremadamente compleja. Suspiró profundamente antes de responder en un tono más serio de lo habitual. - Me llamo... Puedes llamarme Adwoc.

Tras terminar con las presentaciones, Adwoc sacó de su mochila un carrete de sedal con un señuelo en el anzuelo que lanzó al agua. Con gesto ausente, se sentó entre el fuego y la orilla de aguas rápidas sosteniendo el hilo con las manos. Miró en un par de ocasiones al elfo antes de sumirse de nuevo en sus pensamientos.

- Llevo las raciones demasiado justas para el viaje de vuelta y prefiero conservarlas mientras sea posible. - dijo al fin rompiendo el silencio. - Serán dos semanas si no hay contratiempos y ya hoy hemos tenido el primero.

Se interrumpió cuando notó un suave movimiento en el sedal. Pequeños tirones de un pez tratando de tragar el señuelo. Con un movimiento rápido, sacó el sedal con fluidez. En el extremo colgaba una trucha arcoiris que se agitaba inútilmente tratando de liberarse. En apenas un par de minutos, había pescado un par más.

- Parece que al menos la fortuna ha decidido darnos un respiro. - exclamó con una alegría que al fin parecía verdadera. A continuación, su afilada sonrisa volvió a decorar su rostro. - ¿Podría invitarte a cenar antes de entrar en la tienda, cariño?

En menos de un minuto, los peces estaban ensartados en una rama y colocados sobre el fuego.

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07/02/2021, 04:39
Gael Dorwan

Una pequeña y controlada risa se escapa tras sus cerrados labios, en forma de una mueca. - Bueno, entonces tocará hacer lo posible para que le resulte más ameno. - Se encoge de hombros, sin ningún tipo de ofensa, por el contrario. Ser un actor también era parte de su rol, y si había un género que en algo le disgustaba era la tragedia. Lo suyo, siempre fue la comedia.

Mientras su compañero comenzaba a colocar las trampas para peces, y él terminando de afianzar su tienda de campaña, aprovechó un poco para acercarse un más hacia la gran caída de agua y escudarse un poco con su ruido y caída. Unos muy sutiles y suaves silbidos se escaparon de sus labios, opacados por la catarata mientras sus manos hacían unos muy ilusorios gestos.*

Cuando volteó y acercó nuevamente, su imagen había cambiado, como si se hubiese colocado un nuevo manto encima de él. Su figura era ligeramente más femenina, con un cabello, labios y ojos rubí acompañando facciones más afeminadas y no menos bellas que el original. Aprovechando, sus ropas se volvieron una versión mucho más oscura (casi negra) de sí mismas, camuflándose mejor en la noche.

 

 - Aceptaría encantada, Adwoc. - Sonríe aceptando su invitación, con su lírica y masculina voz élfica de siempre, pero un aspecto quizás más acogedor. - Quizás te resulte menos incómodo así. Pero no te ilusiones, que aún sigo siendo el mismo. - Se ríe pícaramente, mientras se sienta del otro lado del fogón y ya hablándole en segunda persona, con más confianza. Su voz intentaba ser una versión un poco más suave de sí, mas aún seguía siendo perfectamente reconocible quién seguía estando del otro lado de la pequeña ilusión.

 

- Descuida, que aún cargo algunas raciones. Creo... - Comenta retomando aquel punto colgado mientras esperaban se terminase de asar la comida. Abrió su elegante morral ahora en un bello negro para acercar su mano y ver cómo se acercaban a él su pequeños sacos de alimento no perecedero, e iba contando por dentro. - Ahora que lo pienso... De dónde vengo no creía recordar me diese mucha hambre... - Pensando en voz alta con su mirada algo perdida en lo alto. Guardar raciones... Definitivamente no era algo característico de él. Siempre se la pasaba improvisando. Mas, no se quejaría, era un afortunado accidente que estuviesen allí.

Notas de juego

*Uso el Conjuro Disfrazarse. Dura 90 minutos.

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10/02/2021, 01:41
Director
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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10/02/2021, 01:43
Adwoc

Cuando el hombre levantó la vista de la hoguera, extrañado por el tono de voz del elfo, soltó una risotada al tiempo que negaba con la cabeza. Se mantuvo un instante arrodillado mientras terminaba de colocar los espetones de pescado sobre el fuego.

- Intentaré controlarme pero ya sabes lo que dicen. Ojos que no ven... - respondió con fingida lujuria mal contenida sin alzar la vista de sus quehaceres. - Aunque aún le falta un detalle a tu disfraz...

Aún atareado en las labores de cocina, Adwoc recitó algunas palabras en un idioma que Gal no pudo reconocer. En un instante, el elfo notó como su visión se hacía incluso más aguda en la profundidad de la noche. Su piel se volvía de un color rojizo y cálido y unos oscuros cuernos crecían de la parte trasera de su cabeza abriéndose paso entre su cabellera. Aquello era mucho más que una ilusión, era totalmente real. Notaba el fuego ardiendo en su pecho, su tez fina y dura al mismo tiempo y el suave cosquilleo de la sangre mágica corriendo por sus venas.

- Ahora sí que pareces una mujer peligrosa. - calificó levantando la vista tras comprobar que el pescado estaba casi listo. - Guarda las raciones. Es posible que las necesitemos en los próximos días.

Con un gesto que se había suavizado durante la charla, Adwoc se sentó en el suelo junto a la hoguera con las piernas cruzadas e hizo un gesto para que su acompañante hiciera lo propio frente a él. Cogió uno de los peces, el que parecía más tostado, y comenzó a mordisquearlo distraidamente.

Notas de juego

Durante un minuto, obtienes la plantilla de criatura infernal.

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12/02/2021, 18:55
Gael Dorwan

Su expresión facial no ocultaba lo sorprendido que estaba ante aquellas... Repentinas sensaciones en su cuerpo y pecho. Es decir, no era algo de  todo nuevo, en sus épocas había bebido toda clase de pociones. Pero esperaba otra ilusión, y esto se sentía bastante real y palpable. Como maestro de la ilusión y la actuación que se consideraba, estaba seguro que sabía distinguir perfectamente la diferencia. El cambio era real.

- Nada más peligroso que una mujer a quién le han puesto los cuernos. Espero que tengas cuidado, querido. - Responde con una pícara sonrisa y filoso humor, mientras terminaba de tocar los mismos, cuál metáfora volviéndose literal. Si había algo más de temer que un grupo de gigantes de las colinas, era una mujer despechada.

Tras estirarse un poco y terminar de disfrutar su minuto de calor interno, el elfo hizo lo propio y se sentó junto a la hoguera para atenuar el frío que había regresado a su cuerpo. Calentó un poco sus manos cerca de la hoguera, mientras las miraba. Siempre olvido prestarle más detalle a las uñas... Pero había hecho un buen trabajo en simular manos bien femeninas.

Tomó una de las astillas que llevaban uno de los peces cocinados consigo, para comenzar a comer, también. Sus manos evitaban ensuciarse al tocar la comida directamente, y sus bocados eran pequeños y calmos. Se notaba que más allá de su acting, era un hombre refinado. - Bueno, por algo las habré guardado ahí. Supongo no habrá mucha vida silvestre hacia donde vamos. - Comenta entre comidas, evitando hablar cuando aún tenía restos en la boca. Las raciones estaban bien, mas su gusto tan seco podía volverse agrio luego de varios días. Esperaba no fuese el caso durante demasiados días.

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17/02/2021, 07:48
Adwoc

Sentado frente a la hoguera y con algo de comida entre las manos, Adwoc parecía de un notable mejor humor. El jocoso comentario le sacó de nuevo una carcajada mientras asentía señalando al feminizado Gael,

- No seré yo quien desmienta esa gran verdad. - concluyó con gesto solemne.

Luego, el hombre levantó la vista pensativo centrando su atención en el estrellado cielo que se extendía sobre ellos. Según los cálculos del bardo y contando el tiempo que había transcurrido desde el anochecer debía ser al menos media noche. Las estrellas parecían confirmar aquella sospecha aunque hacía tanto tiempo que no veía el cielo de su plano natal que apenas recordaba su aspecto.

- Me preocupa más el peligro que represente buscarla. - concluyó con un nuevo bocado ya en la boca. Su rostro tomo un cariz algo más serio a continuación – Hoy ha sido un día largo y cansado. Poco tardaré en meterme en la tienda. Si quieres decir algo, aprovecha mientras estamos acampados bajo el amparo del incesante sonido de la cascada. Tal vez otros días debamos guardar silencio durante las acampadas. Viajaremos por parajes bastante peligrosos.

Tragó con trabajo y regó el pescado con un largo trago de agua. A pesar de que seguía estando frente a él, Gael notó en sus ojos que sus pensamientos ya estaban centrados en el viaje que les esperaba en los próximos días.

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18/02/2021, 09:38
Gael Dorwan

Era cierto... Las estrellas, en el cielo. Hacía cuánto, casi había olvidado su aspecto. Su cabeza inmediatamente se ponía a recordar diferentes dibujos en ellas, constelaciones y unas cuántas historias relacionadas. Por supuesto, luego de quién sabe cuánto tiempo, reubicarlas en el cielo sería todo un desafío que ahora mismo le daba demasiada flojera asumir. Aún así, era una vista bella y fresca.

- Bueno... Si me colocas en esa posición. - Obviamente refiriéndose a unas cuántas noches de aburrido e incesante silencio. Supuso que quizás no sería tan prudente embarcarse tanto tiempo sin tener al menos alguna noción de lo que sucedía. Aprovecharía ahora, que había conseguido romper un poco el hielo entre ambos. - Cuando renté aquella puerta, nunca me mencionaron que venía con un escolta del otro lado. Fue una agradable sorpresa, no se equivoque mi estimado Adwoc, aunque ahora que cuento con mi intuición femenina ésta me hace preguntar del por qué de esta cita. - Comenta con elegancia y aún algo de su gracia, mientras su mirada se desvía hacia la catarata y da un último y fino bocado a su cena.

- En otras palabras ¿Cuál es mi papel en esta obra? - Pregunta un poco más seria y concisamente luego, ya con el estómago lleno y relajado. Se notaba su curiosidad, y si bien no quería adelantarse a su propio destino, las condiciones del viaje lo obligaban a adelantar dicha interrogativa que normalmente se reservaría hasta que la respuesta se desvele naturalmente. Adwoc parecía tener una muy buena noción de la misma.