Partida Rol por web

Hador montó su corcel con orgullo y emoción. Por fin, volvía a sentirse como en casa, cabalgando a través de las llanuras de Rohan en busca de incursores e intrusos, tal vez algún viajero con problemas... En su carrera como rohir había tenido muchas y diversas experiencias, y la peor de ellas le había llevado a donde estaba. No hay mal que por bien no venga, pensaba mientras observaba al grupo con el que había terminado compartiendo el viaje. A pesar de que sus objetivos eran difusos y a menudo se preguntaba que estaba haciendo allí y no en su hogar, aquellos compañeros, algunos escrupulosos, otros desinteresados, le hacían sentirse cómodo y aceptado. Aún no quería irse. Además, ¿qué mejor manera de descansar y conocer el mundo que viajando y, ocasionalmente, batallando alguna criatura olvidad de los tiempos de Melkor?

Hador y su corcel avanzaban justo frente a Eadar, que por alguna razón había decidido mantenerse a la retaguardia, detrás de la patas del animal. -Ten cuidado Eadar. Es un buen caballo, pero sigue siendo un animal. No me gustaría que fuera responsable de haberte roto la nariz- dijo, esbozando una amistosa sonrisa. Se sentía tranquilo y a gusto, a pesar de que estaban a punto de cruzar territorios desprotegidos. Nada con lo que no podamos lidiar, pensaba. A medida que se alejaban de Erech, el rohir agudizaba más y más sus sentidos, o al menos lo intentaba.

"- Blee... ahora resultó gracioso el rohirrim...- refunfuñé con la hidromiel en la mano".

El elfo pareció despertar los ánimos de todos y terminamos partiendo inmediatamente. El grupo se preparó con presteza y comenzaron a salir de la posada uno tras otro. Bebí velozmente mi trago y, acomodándome la panoplia que llevaba encima, los seguí apurando el paso.

El Sol ya mostraba su sereno abrazo en Erech y la luz parecía acompañarnos cada vez más con cada paso que dábamos hacia el exterior del poblado. Los demás se habían adelantado bastante, por lo que decidí echar una pequeña carrera para alcanzarlos. Detrás observé al dunadán y a Hador conversando apaciblemente mientras emprendíamos camino hacia la ruta de viaje. Ted se había puesto al frente del grupo, por lo que decidí hacerle compañía. Agitado por la corrida, me aposté a su derecha.

"- La próxima vez debo recordar hacerme de una carreta ahora que contamos aunque sea con un caballo... aunque otra más no vendría para nada mal. Me extraña la prisa del viejo... debe querer mucho a su prima para irse del modo que lo hizo- mencioné como si no le hablase a nadie, frunciendo un poco el ceño y alojando una mueca en mis labios".

Miré hacia el camino y los costados... la mañana resultaba agradable, aunque tanto espacio abierto comenzaba a molestarme. Recordé los espacios cerrados de las minas enanas y sonreí al rememorar algunas historias. Por mi cabeza se cruzaron también los majestuosos y terroríficos relatos que los primos de Moria contaban. Una vieja canción volvió a mi mente y no pude más que entonarla por lo bajo y con una suerte de ánimo melancólico....

"- Irkat-lukhud ma katabrikiuh... ulfat-atam ma tanakhi uduhu... bin-nât aznân tarsisi... Bazar udu agânî-furkîn... Gurd! Ma nîd sakhu! Ma satf unkhai!... Atkât zatagrafizu, zatablugi sulluzu".

Una vez todos están listos salimos del establecimiento y comenzamos el ansiado viaje. Ted se coloca en la delantera del grupo junto con el enano, Hador en el centro y yo acompaño a Eadar, que es el más rezagado. El Dunadan era al que más conocía, gracias a aquel desafortunado cruce del destino que hizo que nuestros caminos se encontraran, por suerte, logramos salir de aquellos problemas con bien y ambos, o al menos yo, salimos beneficiados con una sólida amistad.

Angainor comienza a cantar una canción en su lengua y no puedo evitar esbozar una sonrisa. Mi mente divaga en tiempos anteriores, cuando los viajes eran algo extraño y lejano, a diferencia de ahora.

Tomo mi arco y lo llevo en mano, para cualquier eventualidad, aunque mi concentración no era la mejor, debía de estar un poco distraído por todo lo ocurrido.

Encuentros 09/04/3004 (08:30 a 12:30)

 Densidad Moderada: 100-96 = 4 (resultado= sin novedad)

A casi dos horas de marcha llegáis sin mayor novedad al cercano poblado de Mornen (si, al mismito Mornen xD) es decisión vuestra parar o seguir haciendo marcha, será aproximadamente media mañana, al sol aún le falta bastante para llegar a lo más alto y aunque no calienta mucho como vais a buen ritmo tampoco tenéis frío, el pequeño poblado lleva su ritmo habitual y algún conocido de vista os saluda con la mano ya que sois casi unos héroes locales.

La población es pequeña, tiene una posada y una pequeña tienda con artículos muy básicos.

- Bueno ¿queréis que paremos a almorzar y luego continuemos? - les pregunto a mis compañeros

El sol está alto todavía y realmente a estas horas el sol pica más y es mejor parar a descansar un poco y proseguir con calma. La posada de Mornen era bastante conocida hace años, cuando era joven. No la veo muy cambiada la verdad pero seguramente los dueños sean nuevos.

Señalo la tienda de artículos básicos y les digo al resto de aventureros:

- Si alguno se olvidó de algo siempre puede mirar si lo encuentra allí...

Espero a que el resto conteste y me diga si prefieren continuar o parar a descansar.

Hador cabalgaba con una ancha sonrisa en su semblante. Ciertamente tenía de que preocuparse, pero hacía demasiado tiempo, para él, que no montaba, y se podía ver que eso mejoraba su humor notablemente. Por el momento, estaba de buen humor, y su entusiasmo le permitiría viajar por varias horas seguidas. Reconoció que aquello se debía a su montura más que a sus ánimos.

-No soy quien para opinar, ya que soy el que cabalga- apuntó. -Si desean descansar no tengo problema alguno, pero dudo que tenga voto alguno en ese asunto-

Aguardando a que sus compañeros decidieran, el rohir observaba los primeros caminos de Mornen. Allí, la gente parecía reconocerlos, o al menos tener una idea de quienes eran. Vio como algunos locales les saludaban, a lo que Hador no respondió. Si había algo que no pretendía ser era un héroe.

No os preocupeis Hador, seguramente me arreglaría la nariz de una vez por todas. Dice sonriendo. Alisterel se coloca a su altura y comienzan a charlar animadamente, de forma que se enfrascan en una conversación que impide a ambos ser conscientes de sus alrededores. La compañía del elfo siempre es agradecida. Ahora mismo, considera a sus tres amigos como hermanos.

Continuamos el viaje hacia nuestro destino. A mitad de mañana llegamos a Mornen y Ted propone almorzar en la ciudad. Muchos aldeanos saludan con la mano y un ligero movimiento de mi cabeza devuelve el saludo. Si no tenéis prisa podríamos disfrutar de una buena comida casera. Quién sabe si podremos hacerlo hasta que lleguemos a nuestro destino. Igualmente deberíamos coger provisiones. Digo mirando a mis compañeros. En especial a Ted, que podría ser el más ansioso en llegar al destino.

El Sol empezaba a posicionarse en un lugar en el cual nos acarrearía mayores molestias de las que necesitábamos. Mornen parecía un lugar agradable... mucha gente amistosa, eso si... demasiada de lo que a mi me gustaría.

Al adentrarnos en el poblado, algunos saludos se desprendieron de los residentes del lugar, los cuales me vi casi obligado a devolver aunque con desgano. "Nunca rechaces la hospitalidad ajena, cabeza hueca", me decía siempre el viejo Herugond.

Ante las palabras de mis compañeros, moví un poco mi cabeza para ver a los que venían atrás.

"- No estaría para nada mal hacer lo que ha dicho el montaraz. ¡Si piensan seguir va a ser mejor que el rohirrim me lleve consigo porque no tengo más ganas de caminar!... ¡he dicho!- expresé entre molesto y, aunque sonara extraño, jocoso-. Además, mi garganta se está secando por el fastidioso calor que hay".

Volví mi rostro hacia adelante de nuevo y continué a paso firme, buscando alguna posada para hacer una parada.

La afable conversación con Eadar termina cuando llegamos a la localidad de Mornen, algunos lugareños saludan en gesto de reconocimiento, respondo a ellos con una sonrisa y un asentimiento, no tenía nada que decir, y el "trabajo" no había sido hecho por mí, sino por mis compañeros e incluso el que debíamos de rescatar había participado. Ted nos presenta las posibilidades y cada uno comenta su opinión. Espero a que todos terminen y una sonrisa se forma en mi rostro al tiempo que niego con la cabeza cuando el enano habla, zanjando la situación.

Parece que Angainor nos ha resumido bastante las cosas - pienso al ver que mi intervención no era necesaria -

Asiento con la cabeza y sigo al enano, quién parecía muy dispuesto a tomar algo, sin embargo, la idea de Eadar me parece más acertada, las provisiones no estarían de más, y el calor que mencionaba Angainor no me era algo molesto, a pesar de que la marcha nos mantuviera calientes, el día no estaba especialmente cálido...

Me detengo y me vuelvo hacia el resto de mis compañeros...

Creo que es una buena idea abastecernos con lo que nos hace falta...¿Alguien me acompaña a la tienda? - inquiero señalando el establecimiento -

El constante movimiento hacía al rohir prácticamente inmune al aire fresco que les rodeaba. Se sorprendió al oír al enano gritar algo sobre el calor en el ambiente, y no pudo evitar esbozar una sonrisa. -Con gusto compartiremos el corcel Angainor, pero aún creo que el problema es esa barba tuya. Si mal no recuerdo, aún no has tenido tiempo de arreglarla- dijo, fingiendo un rostro desaprobador.

-Muy bien, asegurémonos de que no nos quedaremos cortos de comida a mitad de camino- dijo Hador, volviendo a la seriedad anterior luego de unas risas por lo bajo. Lentamente, comenzó a enfilar la trompa de su montura hacia el mercado.

No puedo si no esbozar una sonrisa de oreja a oreja ante los comentarios de Hador. Parece ser que estamos de buen humor y eso es bueno. Empiezo a notar como la amistad entre los miembros empieza a florecer con lazos más estrechos.

Compruebo la bolsita dónde guardo las monedas y digo: si únicamnete hay que coger provisiones y no deseáis nada en especial, podemos encargarnos nosotros. Digo mirando a los compañeros y posteriormente fijando la vista en el elfo. Id a coger una mesa en la posada mientras tanto.

Viendo que todo el mundo quiere parar busco un sitio con sombra donde sentarme y descansar unos minutos, el viaje no ha sido duro hasta ahora pero el calor siempre hace mella cuando lo hace y también cuando no lo hace.

Miro al enano que tiene el gaznate seco y le recomiendo la posada, la cerveza antaño no era de mala calidad y la comida supongo que será buena. Almorzar algo podría ahorrarnos tener que parar luego para comer y así ganar una hora o dos de viaje hoy.

- Maese enano, si quiere le acompaño a la taberna...la cerveza era buena hace años...supongo que será de la misma calidad...

Espero sentado en la sombra a ver que me contesta el enano mientras veo que el resto se pasará por la tienda. Luego puede que me acerque a ver si encuentro algo interesante.

El grupo se separó por poco tiempo, dada la cercanía entre el pequeño mercado local y la posada. No tardaron demasiado en encontrar el lugar que buscaban, y Hador desmontó para hablar con el tendero.

-Buenos días. He aquí unos viajeros en busca de provisiones. ¿Puede ayudarnos?-

Entras en la tienda, que es poco más que una pequeña botica, toda revestida de madera, el tendero sentado en una silla se levanta.

- Bueno días señor rohirrim – dice sonriente al ver entrar un cliente - Si, ¿Raciones de viaje? ¿Cuántas desea?

Hador volteó para dirigirse a los que le habían acompañado.

-¿Cuantas pretenden comprar ustedes?- inquirió, para luego recordar algo más. -Oh, y, ¿cuanto creen que durará el viaje hasta Dol Amroth?-

Observé cómo parte del grupo se retiraba hacia la tienda mientras Ted y yo nos quedábamos en la sombra decidiendo qué hacer.

"- "Aún no has tenido tiempo de arreglarte la barba"- mencioné imitando a Hador-. Increíble... los humanos no tienen respeto por los mayores... mhmp".

Sin duda comer nos ahorraba una parada futura, y brindaría fuerza de sobra para efectuar una caminata enérgica. Además, la mención que Ted había hecho sobre la cerveza local había despertado mi curiosidad y deseo de degustarla.

"- Bien, nosotros vayamos a la taberna y ahí esperaremos a los demás- le contesté al humano-. Después de una deliciosa y caliente comida seguimos- expresé, al tiempo que empezaba a caminar hacia el lugar".