Partida Rol por web

Escena 1

Alisterel, Angainor, Eadar y Hador descansan unos días en Erech, en viejo Lorn partió hacia Dol Amroth a casa de una prima que vive allí, al cabo de unos días Tóridas os viene a ver, os cuenta que ha regresado el hijo de Lorn, se llama Ted Syhel, se ha llevado una sorpresa al comprobar que ya se había ido, le gustaría que lo acompañaseis ya que hay crecientes rumores de ataques de ladrones o bandidos por la zona de Dol Amroth, por supuesto habrá un pago de dinero, no es mucho, una moneda de oro para cada uno (10000me) pero algo es algo y quien sabe quizás en Dol Amroth encontréis algún trabajo interesante.

Ha llegado el día de partir, estamos a 09 del 04(Gwirith) del 3004 de la tercera edad, el sol está a punto de aparecer por el horizonte, la nubosidad es escasa, el viento es moderado principalmente del SO, hace frío (aproximadamente 5ºC), habéis quedado los cinco en el salón de la posada en la que descansáis (el pico blanco) para partir de buena mañana. Disponéis un mapa con la ruta a seguir, la distancia a recorrer son unos 330 Kilómetros, el tiempo podrían ser unos 10 días de viaje dependiendo de muchos factores y de los imprevistos.

Ni bien Tóridas nos aviso lo del viaje, di mi visto bueno aunque no de la mejor gana...

"- Pff... una mísera monedo de oro... le trajimos con vida al viejo y ahora nos paga con sobras- menciono para mí al levantarme y dirigirme hacia las escaleras".

Subí a mi cuarto para ordenar mis vestiduras y los objetos que recientemente había adquirido en el bolso. Me lo calcé, sujeté por completo la armadura y llevé a mi espalda la capa. Luego bajé y fui al encuentro de los demás.

"- Bueno, mientras se acomodan me voy a tomar algo. Ya saben donde encontrarme así que no chillen... avisen cuando estemos por salir- dije con pésimo humor".

Tomé con fuerza una de las tiras de la mochila y salí de la posada hacia la taberna para espabilarme un momento antes de partir.

La noche antes del viaje no consigo pegar ojo, los nervios siempre me acompañan antes de partir y eso que estoy acostumbrado a grandes viajes. Erech sigue igual que cuando la dejé hace años para irme al Norte en busca de fama y gloria, no conseguí ninguna de esas dos cosas en cambio logré formar una familia y una vida tranquila. No me puedo quejar, ahora tengo que encontrar a mi padre, el hombre está el Dol Amroth en casa de una vieja prima o eso espero ya que parece más aventurero de mayor que cuando tenía sólo treinta años. 

Preparo la mochila para partir cuanto antes, debido a las prisas no pude comprar todo lo que necesitaba pero no me preocupa. Tenía ganas de comprar algo de hilo y aguja que nunca está de más para curar heridas. Los pequeños cortes son algo común y mi padré siempre me enseñó a prepararme contra las contigencias comunes. Debí haber comprado algo de aloe

Logré encontrar a los aventureros que salvaron a mi padre y ellos me acompañarán en el trayecto hasta la ciudad. En las calles de Erech se rumorea que los bandidos tomaron los caminos que bajan por el valle, muchos de los caminos son totalmente inseguros e incluso la ruta principal por la que bajaban las carretas casi a diario cuando era pequeño son peligrosas a pesar de estar más vigiladas.

No conozco mucho a mis nuevos compañeros pero por lo que parecen son hombres valerosos y honestos. Encima salvaron a mi padre de las garras de orcos y eso tiene doble valor para mí. Espero que su compañía sea amena y tengamos un viaje tranquilo; según mis cálculos serán sobre diez días de viaje pero sólo si el tiempo y los imprevistos nos lo permiten...así que tocará ser paciente y estar de buen humor ya que con risa el camino es más corto y menos duro.

Me acerco a la posada desde la casa de mi primo donde me alojo y me siento en una de las mesas esperando al resto. No creo que tarden mucho aún así pido un poco de té al posadero para amenizar el tiempo de espera.

Antes de bajar de mi habitación, reviso que todas mis pertenencias estén en su lugar y listas para comenzar el viaje.

Bajo entusiasmado a la sala común del establecimiento, una sonrisa afable se mostraba en mi rostro. A pesar de que el anterior viaje había sido peligroso, sólo quedaban buenos recuerdos en mi mente, recuerdos de una batalla en la que todos mis compañeros demostraron su valía.

Ahora, emprenderíamos una jornada más larga junto a ellos y a un tal Ted Syhel, conociendo siquiera un poco a su padre, puedo darme una idea de que no será mala compañía.

Ahora, con la mochila al hombro y el arco en mano, observaba a los otros cuatro que estaban en el salón de la posada...El enano, con su actitud...usual, había ido a una taberna para beber algo.

Me dirigí en dirección al "cliente" y, una vez a un lado de la mesa en la que estaba sentado, le tendí una mano como saludo

Buenos Días - dije con una sonrisa en el rostro - Mi nombre es Alisterel Tharosar, estaré encantado de ayudaros en su viaje y confío en que mis compañeros también darán lo mejor de sí.

Me levanto y le doy la mano al elfo, no estoy muy acostumbrado verlos tan al sur aunque es una grata sorpresa contar con uno de ellos. Tienen una vista aguda y suelente tener buenas voces, con lo cual amenizan los viajes con sus antiguas canciones. Son gente extraña y dicen que ven más cosas que nosotros, son capaces de leer en el interior de las personas...pero nunca he podido comprobar si es cierto o no. Los he visto en su peregrinar nocturno hacia los Puertos Grises, han empezado a abandonar la Tierra Media y eso significa que se acercan tiempos oscuros.

- Encantado de que me acompañes Alisterel...mi nombre es Ted Syhel, hijo de Lorn aunque creo que ya conocéis a mi padre. Os agradezco de veras que lo hayáis rescatado de una muerte casi segura... 

Tras saludarle y agradecerle educadamente que haya salvado a mi padre. Le indico que se siente a mi mesa y llamo al posadero para que le sirva algo antes de partir hacia Dol Amroth.

Amanece un nuevo día y hay que prepararse para partir. Parece ser que el hijo de Lorn ha llegado al lugar y anda buscándolo. Se nos ha pedido que le acompañemos hasta Dol Amroth. Parece ser que todos hemos accedido a guiarlo hasta el lugar.

Me siento satisfecho. No soy una persona que pueda presumir de amigos, pero al menos he encontrado a otras tres personas, que podría llamar compañeros. Para mí es muy importante, pues son las personas más cercanas que he tenido en mucho tiempo. Me alegra saber que compartiré más leguas a su lado. El enano, a pesar de ser un gruñon, creo que nos aprecia a todos, aunque sea muy en el fondo. El elfo, siempre amable, es la mejor compañía que puede tener uno a su lado. Una lástima que no sepa expresarme igual. El rohir es la típica persona de la que uno puede aprender mucho, en todos los aspectos: valor, coraje, habilidad...

Contento desciendo las escaleras. Cómo siempre la capucha de mi capa me guarda de demostrar mis expresiones. Es algo que me da seguridad. Puedo observar al enano tomando su primera cerveza y al elfo entablando conversación con Ted, creo recordar que nos comentó Tóridas.

Observo desde las escaleras brevemente la escena. Con un movimiento de cabeza saludo al enano y me encamino hacia dónde se encuentran el elfo y nuestro nuevo acompañante. Buenos días, mi nombre es Eadar. Comento estrechándole la mano y volviéndome a apartar unos pasos.

Unos diez días creo que costará llegar hasta el destino. Sin embargo exosten pueblos durante el camino. No estría de más saber la distancia a los mismos, pues el avituallamiento de cinco personas para diez días podría complicarnos y cargarnos en exceso.

Llega otro de los aventureros, en su cara veo rasgos dunadán como los que he observado en los montaraces del Norte. Inclino levemente la cabeza y lo saludo con respeto ya que serví bajo miembros de su raza.

- Buen día Eadar...

Compruebo que todos portan ya sus bártulos para emprender la marcha. Sólo faltan dos integrantes del grupo, seguramente aún se están preparando o levantando ya que hoy he madrugado bastante y hace poco que el gallo cantó al alba en la casa de mi primo.

- Esperaremos a sus compañeros aquí, no creo que se retrasen mucho...

Hador bajó con sus bártulos preparados, se alegró una vez más al ver la cara de sus compañeros y saludo a quién sería su nuevo compañero de viaje – Saludos Ted hijo de Lorn – dejó su mochila encima de la mesa y con una sonrisa en los labios salió al exterior, no tardó mucho en volver – Ahora si que soy un rohirrim de verdad – había dejado atado en la puerta un bello cordel, un hermoso caballo de guerra que ayudaría en sus habilidades de ataque como rohirrim – y bien compañeros, por mi ya estoy preparado

Los que habéis pedido algo de beber sois atendidos, el sol comienza a vislumbrase en el horizonte y comienza la actividad en la posada y en la ciudad.

Dos cervezas y unas discusiones con algunos clientes en la taberna fueron más que suficientes para que me cansara y vuelva a la posada nuevamente. Apenas salí del lugar, el Sol avasallo por completo mis ojos dejándome a ciegas por un pequeño momento. Luego de refregármelos un momento, continué pesadamente hacia donde se hallaban, seguramente, aún mis compañeros.

Ni bien me acerqué a la posada un caballo llamó mi atención, tanto por el tamaño como por la fuerza que parecía tener. Lo observé un instante y entré finalmente al lugar, acercándome seguidamente hacia donde se encontraban los demás.

"- Lindo animal el de afuera, poderosa bestia al parecer- dije mirando a mis compañeros hasta que mi vista se cruzó con la de un extraño-. Debes ser Ted seguramente, el hijo del viejo... yo soy Angainor- saludé moviendo la cabeza mientras me sentaba junto a todos".

Saludo al Rohirrim cortésmente ya que mi padre sirvió durante un tiempo en la guardia de los jinetes de la Marca. Yo debería de haber hecho lo mismo pero mi camino me llevó al Norte. Luego veo al enano, realmente he visto pocos en el mundo ya que aunque vivo en el Norte de la Tierra Media no pasan muchos.

- Buenos días maese enano... - le digo al mismo tiempo que le doy la mano - ...sí soy el hijo del viejo Lorn...

Examino al grupo de aventureros: un elfo, un dunadán, un jinete de la marca y un enano. Un grupo diverso, pero parece que bien avenido.

- Cuando quieran podemos partir, tengo todo preparado para partir cuanto antes...el sol comienza a levantarse y es mejor partir cuanto antes...no creo que el sol apriete mucho ya que el día pinta frío...

Pues cuando deséeis podemos partir. Digo levantándome de la silla y cogiendo mis pertrechos para prepararme a avanzar. Admiro el caballo del rohir y siento envidia. Las leyendas cuentan de la maestría de estas gentes en el arte de la doma y la montura. Será un placer verle combatir sobre la misma. Acaricio el morro del corcel.

Mirando atrás espero que todos estén prestos para la partida. Recolocó mis ropas consiguiendo algo de abrigo, pues como bien ha comentado Ted, el día puede ser fresco.

Observé a Ted mientras comentaba que sería bueno partir cuanto antes aprovechando la luz que nos brindaba el Sol. De entre mis ropas tomé una peineta y comencé a pasarla por mi barba. Desatando el nudo que la mantenía generalmente tensa, fui alisándola de a poco.

El dunadán se levantó presto a salir cuanto antes, algo normal en él... nunca comprendí por qué los humanos siempre desean apurarse en todo.

Miré a mis compañeros con unos ojos un tanto molestos. Sabía que era raro lo que hacía, y seguro a ellos les parecía lo mismo. Me levanté de mi silla, guardando el peine y atando mi barba, y me dirigí hacia la barra de la posada.

"- ¿Qué?... ¿Ustedes nunca se han peinado?... Nunca está de más acicalarse un poco, sobre todo si vamos hacia aquella zona cercana a las montañas... tengo entendido que hay algunas robustas y agradables enanas por ahí- mencioné altivo-. Voy a buscar una hidromiel mientras se ponen de acuerdo entre si salimos o no... mhmp...".

Luego de dejar el caballo en su lugar, Hador se sentó a la mesa en silencio. Todavía le pesaba lo acontecido durante el rescate de Lorn, y odiaba tener que admitir que era débil. Sentía que no estaba preparado para encarar los peligros que le esperaban, pero si había de morir, lo haría en batalla y protegiendo a sus compañeros.

La mirada de Angainor despertó ligeramente el buen humor en el rohir, y cuando puso en evidencia sus sospechas, no pudo evitar esbozar una sonrisa. -No te preocupes, maese enano- dijo, mientras reía entre diente y se levantaba para apoyar una mano en el hombro de Angainor. -Entendemos perfectamente. Un hombre debe mantener su mente en lo importante. ¿Cómo podrías hacerlo sabiendo que tu barba está rala y descuidada?- bromeó, palmeando el hombro del enano. -Creo que deberíamos partir cuanto antes. Cada día que pasa es más aciago que el otro- afirmó, mostrando un gesto súbitamente serio.

Tomo asiento en cuanto el hombre hace un gesto, aunque niego con la cabeza cuando pide algo de beber al tabernero.

Sonrío y me mantengo callado ante las palabras de mis compañeros, observo el caballo del rohir durante unos instantes, su habilidad como jinetes era bien conocida y no cabía duda de que Hador debía de sentirse mejor con un corcel en batalla.

Ted y Eadar parecen un poco apurados por partir y asiento con la cabeza ante su comentario.

Como siempre, el enano resultaba una compañía por lo menos agradable, a pesar de su actitud.

Me levanto de mi asiento y miro a cada uno de los presentes.

¿Partimos entonces? - inquiero con una expresión calmada - Por mí podemos salir cuanto antes.

Por supuesto os habéis informado bien del camino para llegar a Dol Amroth, tras los últimos preparativos y las últimas hidromiel del enano os dirigís por la salida sur de la ciudad, el sol que se levanta un poco por el horizonte parece que no va a calentar mucho, la ciudad ya tiene su bullicio matutino. Ya saliendo por el camino os giráis una última vez para despediros con la mirada de sus comodidades, de frente tenéis un largo camino.

Camino en la cabeza del grupo. Siempre me gusta ir al principio de las expediciones, mi padre me contaba que era mejor así porque veías llegar al enemigo antes que nadie y que no había nada mejor que prepararse para lanzarse contra ellos de los primeros. Por la gloria y un rojo amanecer decía. La verdad es que mientras sirvió en la guardia pocas batallas libró aunque sí muchas escaramuzas. Lo habían alcanzado con dos flechas en una de ellas mientras encabezaba el grupo, suerte que la coraza evitó lo peor. Desde aquella creo que no encabezó nunca más un convoy. 

Contemplo las puertas de Erech antes de encaminarme hasta la ciudad de Dol Amroth. Espero verlas de nuevo pronto y con mi padre mientras caminamos al norte. Tengo ganas de ver a mi mujer y a mi hermana, echo de menos la vida tranquila y sin prisas.

- Bueno compañeros...en unos días si los Valar lo quieren estaremos en la bella ciudad de Dol Amroth...roguemos a los dioses que nuestro viaje sea tranquilo...

Espero impaciente pero en silencio que el enano termine de degustar la jarra de hidromiel. Sabía que los enanos adoraban la bebida, y aunque no me parecía el mejor momento para degustarla, una sonrisa acudió a mis labios. Que sería de tí Angainor sin tus benditas rarezas. Pienso.

Momentos después comenzamos nuestra nueva aventura. Nuevos caminos, que me acercan más a mi destino, nos esperan. Los recuerdos de momentos no tan lejanos vuelven a mi mente. Los motivos que me impulsaron a viajar al sur y el recuerdo de mi madre. La llegada de Ted y su objetivo habías hecho florecer recuerdos y sentimientos no tan lejanos. Veía en Ted aquella persona que dejé de ser hace mucho. Ahora estaba solo y nunca había maginado cuan importantes llegaban a ser los familiares. Los sentimientos que te hacen descubrir, las ayudas que te proporcionan, los consejos que te guían y los buenos momentos... Un sentimiento de tristeza cruzó la mente el dúnadan y lo mantuvo perdido unos instantes. Sin embargo recordó las palabras de su madre: Que nada nuble tu mente ni oscurezca tu alma, hijo mío, pues los recuerdos siempre te acompañan y eso nadie te lo puede arrebatar. Recuerda los buenos momentos y siempre serás feliz.

Avanzamos por el camino, sin embargo mis pensamientos me impiden fijarme en el trayecto. Ted se ha colocado en cabeza. La posición más retrasada la llevo yo. Quizá la mente y sus pensamientos me impiden seguir el ritmo de los demás. Absorto voy sin darme cuenta de mi alrededor. Arropado entre mis ropajes avanzamos por el camino.