Partida Rol por web

La chica, Eclipse, se mostró enfurruñada tras escucharme, pero al menos pareció calmarse un poco. Tras decir que no tenía importancia lo sucedido, dado que me encontraba bien y Nicte no era un peligro, miró a Rocío; pidiéndole que fuera ella quien se encargara de contar el tema de la profecía.

Mis ojos se dirigieron entonces a Rocío, aunque ello no me impidió notar que Nicte se alejaba, regresando a las sombras. Pero no lo hizo en silencio, sino dejando caer unas palabras que a la gaditana le hicieron desviar la atención hacia él unos momentos. El tulpa respondió negativamente a la pregunta de la chica, viendo al girarme hacia él que se frotaba las manos. No sabía cómo interpretar del todo aquello. Sí sus palabras, intuyendo lo que había querido decir, pero no su gesto.

- Ninguno aquí somos inofensivos, me temo. Sino no estaríamos en este sitio. – dije mirando a Rocío, tratando de que se relajara un poco, no queriendo apuntar nada más hasta asegurarme de que sólo estábamos presentes quienes debíamos estar.

La gaditana nos expuso lo que sabía sobre la profecía, que no era mucho, relatando también de forma breve cómo se había ido cumpliendo lo que la chica de la venda anunció. Nos preguntó si sabíamos algo, momento en que reparé en una cosa.

¿Podría ser…?

Confusa y pensativa me mantuve en silencio, mientras Nicte decía no saber nada sobre la profecía. Solo aparté la atención de mis pensamientos cuando escuché al tulpa dar nuevos datos sobre Signo y lo sucedido con él, detalles que no había compartido antes conmigo cuando hablamos del tema.

Demasiado frentes abiertos.

Me llevé la mano al pelo, echando este hacia atrás y emitiendo un ligero suspiro.

- C-creo que… - comencé dubitativa, no queriendo meterme en otro problema que me alejara de lo que más me importaba, pero me sentía en la obligación de compartir aquello. – Creo que podría saber algo sobre eso, sobre… La muerte afilada. – les dije, haciendo una breve pausa. – Igual es una simple coincidencia y no tiene nada que ver, pero… Vi algo en el despacho de García. – empecé a contar. – Informes policiales de diferentes crímenes. Había fotografías, y… - tuve que detenerme un momento, ante el desagradable recuerdo de aquello. – Llamó mi atención que se trataba de heridas de cortes, como fruto de una lucha con espadas. – dije con convencimiento, recordando algo más. – También vi otros elementos en algunos cuerpos, cosas como dardos, o esos chismes metálicos que se clavan, como estrellas… - describí, tratando de recordar como las llamaba mi novio. – Todo eran objetos cortantes, objetos afilados…

Eclipse se mantuvo apoyada en su lanza mientras los demás hablaban y compartían información. La criatura de sombras mostraba abiertamente contar con ciertos objetivos personales y pactos que le ataban a esta organización. No era su aliado, desde luego no era su amigo, pero a pesar de su aspecto y sus maneras, algo de lo que ella tampoco podía alardear, no era su enemigo.

Todo eso está muy bien, pero sabemos muy poco. -Dijo ante las aclaraciones de Xandra, sin tener muy claro del todo qué era eso de fotografías e informes- Yo lo que tengo claras son dos cosas, y son acerca de Cassandra, el oráculo. No se, me parecen de lógica, pero puede que en este mundo vuestro no estéis igual de acostumbrados a este tipo de cosas. -Explicó, con desgana- La primera es que si Cassandra lo ha visto, es porque va a suceder, y seguramente ella esté presente cuando suceda. Pensad un poco, ella ha estado presente en las dos... ehm... cosas, anteriores. -Dijo finalmente, sin tener claro cómo definir a ambos sucesos vaticinados- Lo otro que ambos sucesos tienen en común es que pasaron aquí, en este lugar. Así que, lo siento, Xandra, pero no voy a participar en ningún trabajo de campo que me lleve fuera de este centro. Yo me quedo aquí, con Cassandra, y si esa muerte afilada decide venir... -Dejó de apoyarse en la lanza, alzándola con firmeza con un brazo y mostrándola con orgullo- ...aquí me va a encontrar.

Sin decir nada más ni despedirse siquiera, la mujer se encaminó a la puerta, dispuesta a abandonar la sala.

El profesor Caro atiende a tu respuesta con cierta extrañeza. Finalmente, se encoge de hombros, como si se resignara a aceptar lo que habías dicho con cierta decepción. A su espalda, Gema esboza una divertida sonrisa, dándose inmediatamente la vuelta y llevándose una mano a la cara, como si le encontrase a la situación una gracia que no logras pillar.

Claro, sí, serena la mente. Pasear es... una buena manera de hacerlo. Dicen. -Comenta el profesor, aunque te parece detectar cierta sorna en su voz- Si luego vas al gimnasio, me encontrarás allí. Bueno, nos encontrarás. -Gema vuelve a girarse hacia vosotros, mostrando una expresión ligeramente indignada, pero se guarda de decir nada tras mirarte a la cara, como si decidiera que es mejor no decirlo delante de un alumno.

Escucho cuanto dice la mujer con cierta curiosidad, aunque no veo en que me afecta su profecía, o de que modo podría ésta interferir en lo que pretendo. De modo que cuando se encamina hacia la puerta con intención de abandonar la sala, no hago nada para impedirselo.

Y dirijo mi mirada hacia las otras dos mujeres, aguardando que la mujer de la lanza se marche para poder ponernos de acuerdo en cual será el siguiente paso. Querían un grupo, bien, no dicen que tres son multitud... pues ya lo tienen. No necesitamos a nadie mas.

Vale. Si fuera un chico occidental, Neithan hubiera entendido el doble sentido y un poco la sorna del comentario pero... había estado enclaustrado por bastante años, así que esos juegos de palabra se le escapaban un poco bastante.  A veces, si lo pensaba concienzudamente, sabía que había cosas que se le escapaban por ser como era... distinto.  A eso sumale, Buda sabe que secretitos que llevaban las chicas, que lo poco sabía es que esas cosas, entre ellas, como minimo, tienes un desastre de proporciones internacionles... los monjes le habían advertido, de que las mujeres eran una distraccion, no se podía entender y que solo causaban problemas: 

-Iré a dar un paseo y en 45 minutos, profesor y luego iré al gimnasio. Gracias por su interés ..

Dicho esto hizo un gesto de despedirse, pero no un simple gesto con la mano, como una leve reverencia. El profesor de gimnasia era el único hombre decente que había conocido alli... o lo aparentaba. El paseo iba a ser largo pero iba a hacerlo caminando despacio, porque muchas veces, Neithan quería ir rápido y no podía ser... en ese paseo, no debía pasa nada... 

 Claramente, no esperaba que fuera inofensivo, aunque como apunta Xandra ninguno lo seamos, pero tampoco esperaba lo siguiente que me contaría. ¿Convertir a un humano en lagarto?

 - ¿Eso se puede hacer? - Pregunto impactada. Con gente así por ahí, no me extraña que los metahumanos seamos tan odiados, aunque las intenciones de Nicte tampoco es que parezcan las más puras, y eso sí que no me sorprende.

 Mi compañera reconoce parte de la profecía de forma que me da muy mala espina. ¿Shurikens, dardos? ¿Qué clase de friki sádico es el tío de las fotos?

 Eclipse nos hace algunos apuntes sobre la profecía de Cassandra antes de marcharse, cosa que no impido. No le veo mucho sentido a lo que acaba de decir, no entiendo por qué tienen que cumplirse esos requisitos, pero lo cierto es que no sé nada sobre profecías ni nada de eso, así que tampoco puedo decir que lo que ha dicho vaya a suceder.

 - Entonces, ¿No deberíamos hablar a García de esto? Tal vez él sepa algo más. No sé si tenéis mucha prisa con lo de Signo. - Ni por qué estás involucrada con él en esto. - Pero la profecía se está cumpliendo rápido, y alguien podría estar en peligro en poco tiempo. - 

Ante mi revelación, aquellas palabras que hablaban sobre lo que creía que podía estar relacionado con la profecía, aunque podían no haber sido más que pura coincidencia; Eclipse se mostró contundente, tal como acostumbraba, dejando clara su postura en lo referente a todo este asunto. Puede que la chica tuviera razón, que si algo así habría de suceder tuviera que ser aquí y en presencia de Cassandra, por lo que era importante estar en este escenario, pero…

Tengo otro asunto entre manos. No sé si más o menos importante, ciertamente una profecía que habla de la muerte suena mucho más relevante que el asunto que llena mi cabeza y mi pecho. No será un asunto tan importante, pero es mi asunto.

Eclipse salió antes de que pudiera decir nada, girándome hacia Nicte y encontrándome con su ausencia de respuesta, para volverme hacia Rocío al escuchar su voz. Esta quería hablar con García del asunto, dar prioridad a la profecía, quedando también patente que había habido una pequeña confusión.

- No es el tema de Signo lo que nos ocupaba ahora mismo. Nicte hablaba de su objetivo personal… El profesor Rasputín le ha pedido que colabore en la Fundación a cambio de esa ayuda. – traté de explicar, esperando que así se aclarara el asunto. – Supongo que lo mejor sería avisar al director, pero… - me detuve, algo inquieta, temiendo posibles consecuencias. - Son informes que vi en su mesa, no sé qué tal se tomaría que haya puesto mis ojos sobre ellos, y que encima haya compartido esa información… No puedo permitirme que no me deje salir del recinto. – le dije a Rocío, frunciendo el ceño de preocupación.- Pero sí, tienes razón, hay que hacer algo con esa profecía, como dices alguien podría estar en peligro; pero yo no puedo ayudaros, ya hay alguien en peligro. – verbalicé por fin, acrecentándose el miedo en mi pecho al decir en voz alta que Saúl podría estar en peligro. – Íbamos en busca de Saúl, mi novio… - le confesé, desviando la mirada hacia un lado, cerrando mis ojos apesadumbrada un segundo. – Tengo que averiguar dónde está. – dije volviendo a mirar a Rocío, para girarme después hacia Nicte. – Puede que seas más necesario aquí. – le dije al tulpa, mirando después a Rocío. – Los dos. – di un paso atrás para poder dirigirme a ambos. – Hablad con García sobre la profecía, debe saberlo. – acepté, viendo que no podía ser de otro modo. – Aunque no sé si es el tipo de hombre que cree en esas cosas… - hice una pausa y resoplé, dejando caer mi cabeza hacia delante y colocando las manos en mis caderas. – Lo siento, pero yo me tengo que ir, no puedo quedarme a ocuparme de ese asunto de la profecía. - dije antes de volver a levantar mi rostro. - Sé que es importante, pero no puedo, no puedo hacerlo…

Miro a la compañera de Xandra cuando pregunta, para contestarle, - no lo se, quizás no lo convirtió él, pero fue lo que pareció... unos pequeños zarcillos de oscuridad se agitan y retuercen alrededor de mi mientras pienso, - también es posible, no lo había pensado antes, que Enrique fuese así, y que Signo, solo sacase a la luz, me froto la barbilla un momento en silencio, mientras se dibuja una divertida sonrisa en mi cara, - su lado mas animal, como suele decirse.

Ninguno de nosotros impedimos que la mujer de la lanza, se marche, no la necesitamos, es posible que no lo digamos en voz alta, pero estoy convencido, de que todos lo pensamos, ella no es como nosotros.

¿García? Escucho el nombre sin llegar a asociarlo ahora a ningún rostro, tras unos segundos, en los que trato de recordar quien puede ser, dejo de lado el nombre, no es importante.

Y cuando saca a relucir de nuevo el nombre de Signo, la miro algo confuso, prisa ninguna, - no estamos aquí por eso, y menos aún por esa profecía, respondo al tiempo que lo hace Xandra, sobre el particular. No digo nada mas por el momento, me limito a señalar con la mano hacia mi compañera, ves?

Escucho las dudas de Xandra acerca de explicarnos, ha obtenido la información de manera poco ortodoxa, pero no veo que eso suponga ningún problema. Y de nuevo vuelvo a sentir su angustia, sus miedos... la miro de soslayo, mientras trato de centrarme en Rocío, el miedo de Xandra me resulta tan dulce. El padecimiento que produce la preocupación por los seres queridos, no es nada comparado con el sufrimiento que siente uno por si mismo.

Su respiración se acelera y sus palabras son perentorias... pero son solo eso, palabras

Cuando termina de hablar, respondo de forma bastante escueta, - ya dije que te ayudaría

Callo unos segundos, mientras pienso, si tan importante es esa profecía, el brujo debe conocerla, no vamos a decirle nada nuevo, nada que ya no sepan. Y en mi cabeza comienzo a pensar, esta noche podemos largarnos de este lugar, ir a buscar a Saul, a Signo, y a... me vuelvo entonces a Rocío, ¿a quien estas buscando tú? - ¿que haces aquí?

Antes de que responda miro a Xandra decidido, - durante la noche, seguro que podemos eludir la vigilancia. Y quizás no sea necesario, bastará con guardar silencio, nos habían encomendado una misión. Cuando salgamos de aquí, iremos donde nos plazca. Nada nos ata a estos muros.

 Xandra prefiere no avisar a García sobre la profecía, al menos por sí misma, ya que de alguna forma se ha colado en el despacho de este, y aunque no hubiera problema con ello tampoco parece tener intención de molestarse mucho en ayudar con el tema de la escalofriante profecía, ya que según cuenta después tiene sus propios problemas.

 - García es el director, no creo que necesitemos una excusa para avisarle de algo así. - Le digo, sin indagar en qué hace colándose por ahí. Parece algo suficientemente importante como para que podamos avisarle por el simple hecho de ser el director. De todas formas Nicte la refuerza. No están aquí por eso, ni se van a quedar, así que parece que es algo que sólo me importa a mi. 

 Xandra me dice que está en busca de su novio. Debe haber pasado algo para que esté tan preocupada, pero, ¿Por qué no llama a la policía? ¿Acaso sabe si quiera por dónde empezar? 

 - ¿Qué le ha pasado? ¿Por qué no avisas a la policía? ¿Dónde vas a ir? - Le pregunto, nerviosa al no saber dónde se está metiendo.

 - Estoy aquí por que me ha llamado ella, ¿Pero a donde os vais? - Insisto preocupada después de que Nicte repita que se marchan, explicando que tendrán vía libre por la noche.

Escucho las palabras de Rocío pensativo, entiendo su razonamiento, aunque no estoy de acuerdo con lo que dice, y creo que en cierto modo, ella tampoco lo cree.

Su nerviosismo no se si atribuirlo a preocupación por la situación del muchacho, por Xandra, o a la posible intervención de los agentes del orden, quien sabe, todos tenemos un pasado.

Y responde a mi pregunta de modo esquivo. No me desespero, con la misma calma que un adulto explicaría la situación a un niño, procedo, pero intentando ser tan preciso como un cirujano. Avanzo de nuevo hacia ella antes de comenzar a hablarle, y de nuevo mis sombras se agitan, y danzantes hilos oscuros salen de mi cuerpo, sin decidirse a acercarse a la muchacha, las observo durante unos segundos antes de hablar. - No te pregunto por tu presencia en la habitación, sino en este lugar, ¿que te ha traído?

Hago un gesto con la mano señalando los zarcillos que brotan de mi cuerpo, - mira, no se que sucede, es como si algo en tu interior... niego con la cabeza, - no se que es, pero eres como nosotros, nacida de las sombras, no se que andas buscando. Pero deberías venir con nosotros.

Me vuelvo dándole la espalda y observando las paredes, - he pasado mucho tiempo confinado tras unos muros, todos... continuo hablando mientras me acerco a una pared hasta posar mi mano sobre ella, - todos son iguales, pero la oscuridad, siempre encuentra una grieta por donde poder deslizarse, ninguno puede retenernos.

Encaro ahora a las dos muchachas, - no necesito ver mas de este lugar. No confío en la palabra del brujo. El dijo que podría ayudarme, pero solo pensaba en cómo yo podía ayudarle. Me encerró, y busque la "grieta" por donde escaparme. ¿Y cómo voy a encontrar a quien busco si me encuentro aquí confinado?

Camino otra vez hacia la compañera de Xandra, - Rocío, si quieres algo, tendrás que tomarlo tu misma, y no esperar que te caiga en las manos... le tiendo entonces la mano con la palma abierta hacia arriba, - ven con nosotros...

El tulpa en seguida respondió a mis palabras de forma clara y concisa, parecía no haber entendido lo que quería decirle. Sin embargo no se lo aclaré de inmediato, viendo como preguntaba a Rocío por su presencia allí; la cual, como era de esperar, en seguida me interrogó sobre lo que sucedía.

Nicte le aclaró cual era su verdadera pregunta, comenzando a hablar de un enigmático modo que me hizo fruncir el ceño.

“Como nosotros, nacida de las sombras”.  ¿Qué nosotros? ¿De qué demonios está hablando?

Se acercó entonces a una pared, compartiendo pensamientos en voz alta, mientras yo pensaba en el cambio que parecía haber dado el tulpa. ¿La veía como a una igual? ¿Por eso se sentía más cómodo con ella?

Pero entonces se volvió a nosotras sin esperármelo, y comenzó a hablar de sus intenciones, de su cambio de pensamiento, ahora, así, de repente…

- A ver, a ver, a ver, un poco de calma… - dije mostrando las palmas de mis manos, acercándome al punto en el que la mano de Nicte pedía la de Rocío, pudiendo así hablar a ambos. – No vamos a escaparnos a hurtadillas para además de tener que perseguir a quién sabe, nos esté buscando el brujo, – dije sin darme cuenta, haciendo mío el apodo que Nicte usaba para el Profesor Rasputín. – y puede que hasta el director. Yo al menos, no tengo intención de hacer eso. – dije tajante.

Retrocedí sobre mis pasos, acercándome después a una de aquellas butacas, volviendo a sentarme con las piernas cruzadas mientras acomodaba la minifalda.

- Lo que os voy a contar queda entre nosotros. – dije más que seria, tratando de reprimir al máximo mi inquietud. - Recuerdas lo que te conté antes, ¿No? – dije mirando a Rocío. – Saúl no daba señales y uno de los profesores detectó algo en mi móvil, impedían que me comunicara con él. Ese tal Doctor Morell dijo que investigaría de donde procedía la dirección de quien ha intervenido mi teléfono, y me recomendó hablar con el Director García convencido de que no se trataba de una chiquillería, sino de profesionales… - dije emitiendo un suspiro antes de continuar. – He hablado con la madre de Saúl, y… Se suponía que estaba trabajando en la embajada, y esta me ha dicho que ha dejado el trabajo… Así que no sé qué diablos está pasando. Nuestra salida era hacia allí, para ver qué saben del tema. – hice una breve pausa, dándome cuenta de que me olvidaba de algo. - Al hablar con el Director García este dijo que me ayudaría si hacía las cosas a su modo. Él hablaría con sus contactos en la policía, movería algunos hilos para que nos recibieran en la embajada y el Doctor Morell continuaría investigando lo del teléfono; mientras que yo podía hacer este pequeño “trabajo de campo” a modo de ejercicio si iba con Nicte y algunos alumnos más que me acompañaran…

Terminé de hablar casi sin fuerzas, echando un vistazo alrededor, pensando en que había fracasado en lograr lo que pretendía conseguir. No había logrado cumplir las condiciones de García, y el temor por el valioso tiempo perdido me invadía. Tenía que hacer algo ya. No sabía qué, pero tenía que hacerlo.

Puedo volver a intentarlo, ir en busca de otros alumnos que me acompañen, pero…

- Nicte. – dije poniéndome en pie, haciendo verdaderos esfuerzos porque no me temblara la voz. – Te lo agradezco, pero insisto en que serías más útil con ese tema de la profecía, yo puedo apañármelas sola. Si lo que quieres es huir… Tienes mi apoyo, y mi ayuda si esperas a que todo esto termine. Te ayudaré con Signo si me dejas. – dije con firmeza, armándome poco a poco de valor. - Y Rocío… - miré a esta, esbozando media sonrisa antes de empezar a hablar. – Acudí a ti porque confío en ti. No pensaba compartir con los demás quién era nuestro objetivo, pero tu… - di un par de pasos hacia ella, apoyando una mano en su hombro. – Te han bastado un par de ratos para demostrarle la persona que eres. Y me gusta como eres. – le dediqué una sonrisa. – Comprendo que te quedes a averiguar más sobre la profecía, no te preocupes. – dije retirando mi mano de su hombro. – Preguntaría por ello de todas formas al Director García, puede que incluso tengan alguien que pueda ocuparse de ello o al menos ayudaros.

Me di la vuelta, paseando por el lugar con los brazos cruzados. Sospechaba que todo esto podía haber sucedido por un motivo, y no estaba dispuesta a que se repitiera.

- Me la voy a jugar. – les dije, volviéndome hacia ellos y descruzando mis brazos. – Hablaré con García, tengo que renegociar las condiciones. – dije con convicción, aunque mi corazón palpitaba con fuerza. – Tengo que intentarlo.

 Nicte me inquieta de sobremanera. La forma en la que habla de lo que soy, comparándome con él, cómo su oscuridad, que él mismo me señala, se agita en mi presencia. ¿Acaso no lo controla él?

 - Estoy aquí por culpa de alguien parecido a ti. - Le contesto nerviosa. Sus palabras y sus gestos me incomodan, me alteran. - Si quieres algo tendrás que tomarlo tú misma. - ¿Qué sabe él de lo que quiero y de como tomarlo? Nada, que es lo mismo que yo puedo hacer. No somos iguales. Yo no me siento cómoda en la oscuridad, yo la disipo, y aunque con ello cree sombras, no somos iguales, no quiero serlo.

 Se acerca a mí y trata de convencerme de que ir con ellos es lo correcto, pero no puedo confiar en él. - Lo que yo quiero no me lo pudo dar ese, y no me lo podrás dar tú. - Rechazo su mano, y si no me voy de aquí ahora mismo es por Xandra.

 Mi compañera insta a la calma, y empieza a responder mis preguntas y a explicarse. Lo que cuenta es muy raro, pero ahora la entiendo. Demasiadas incógnitas. Si a algún ser querido desapareciera de esa forma, yo también movería cielo y tierra para encontrarlo, pero de repente se contradice. ¿Primero me llama para buscar mi ayuda, y luego me dice que me quede si quiero? Y para colmo le dice a Nicte que se quede para ayudar con lo de la profecía. Planazo adolescente: La amazonas jardinera, la ciega, el chino mudo, la sombra, y entre ellos, yo, investigando el rastro de un asesino en serie con unas pocas palabras como única pista. Ni de coña.

 - Mira, paso de la profecía. - Me canso de ese tema a que sólo yo le daba importancia, y que en realidad ni siquiera es asunto mío. - Si te vas me voy contigo. - Me decanto. Normal que le guste, que le caiga bien. Soy la única persona normal que habrá conocido hasta ahora, igual que yo a ella. Si se va me dejará con un montón de pirados y raritos, y aunque seguramente también nos acompañe Nicte si me voy con ella, al menos no estaré sola.

Apenas comienza a hablar Xandra, la miro algo confundido, y entonces dice que algo que me hace pensar, y dejo de escuchar a Xandra para sumirme en mis oscuros pensamientos. Buscarnos el brujo... no, no tiene que hacerlo, simplemente seguirá nuestro rastro... hagamos lo que hagamos, estaremos haciendo lo que él quiere. Miro hacia los lados, apuesto a que nos está vigilando en este momento, por eso nos han traido a esta sala. Seguro que ya sabe como vamos a actuar, antes de que lo hayamos decidido, por eso nos deja "libertad"... no tiene sentido entonces tratar de escabullirse. Jugaré a tu juego de momento, qué importa, pienso encongiéndome de hombros, al final, todos se enfrentan al miedo, no tengo ninguna prisa, te estaré esperando.

Rocío no comprende aún. Cree que yo le ofrezco las respuestas que busca, cuando solo digo que ella tendrá que encontrarlas, y nadie mas, y que no lo hará encerrada en un claustro. El tiempo le mostrará cuanto digo.

Vuelvo mi atención a Xandra cuando se sienta, y comienzo a escucharla nuevamente... información a cambio de ese trabajo, bien, no nos queda otra, jugaremos...

Veo como se alza decidida, con determinación. Y escucho cuanto me dice, sin interrumpirla, aun cuando ya tome mi decisión, dejo que hable, y aguardo hasta que termina de dirigirse también a Rocío.

- Dije que te ayudaría. Haremos esa excursión para ellos, y después, iremos a la embajada con lo que nos digan, si aún sigues queriendo mi ayuda.

Puedo volver a intentarlo, ir en busca de otros alumnos que me acompañen, pero…

...quiero que sean ellos quienes lo hagan.

Y así sería, o al menos mostraron la determinación de hacerlo. Tras exponerles todo el asunto, de forma algo resumida pero creí que clara, ambos me expusieron sus intenciones. Rocío fue clara y concisa, demasiado clara diciendo que pasaba de esa profecía, lo que provocó que esbozara irremediablemente una media sonrisa. Me gustaba esa actitud, puede que demasiado directa para algunas cosas, pero podía ser el comportamiento ideal para otras.

“Lo que yo quiero no me lo pudo dar ese, y no me lo podrás dar tú.”

Sus anteriores palabras no me pasaron desapercibidas, capturándolas en mi memoria como forma de agradecimiento para el futuro. Estaba más que decidida a ayudarme, y yo también la ayudaría en lo que pudiera. El único problema que veía en esta adhesión era su posible interacción con Nicte, habiendo presenciado como este no parecía demasiado de su agrado, ya que entre otras cosas había afirmado que estaba ahí por alguien como él. ¿Cuál era exactamente el origen de los poderes de Rocío?

El tulpa también se unió a la causa, o más bien confirmó continuar en ella, y es que estaba segura de que ni por un segundo se había planteado lo contrario. Reiteró su compromiso, exponiendo los pasos a dar y haciendo alusión a mi conformidad.

- Si estáis seguros de ello, la quiero. – respondí a Nicte. – Claro que la quiero. – añadí mirando a Rocío. – Creo que en estos momentos no podría tener mejor ayuda. – concluí esbozando una triste sonrisa, antes de volver a sacar mi teléfono y consultar si tenía alguna novedad en este.

Volví a cruzar mis brazos, dando dos pasos hacia atrás para mirarlos.

- Hacemos un buen equipo. – bromeé, sonriendo con socarronería, antes de posar una mano en mi cadera y llevar la otra hacia mi rostro, dando toquecitos en mi barbilla mientras pensaba. – Habrá que comentarle a García lo de la profecía por si acaso, no quisiera dejar eso de lado del todo. – comenté, justo antes de apartar la mano de mi rostro y llevarla también hacia mi cadera. – Vamos, ¿O qué? – les dije finalmente, con una sonrisa de satisfacción. – Am, una cosa… La excursión es a la embajada, Nicte. – quise aclarar al tulpa, antes de dirigirme a la puerta y abrir esta para que pudiera examinar el exterior antes de salir, como ya venía siendo habitual…

Dedicas un buen rato a pasear por las instalaciones. Las zonas exteriores son enormes, incluyen grandes terrenos ajardinados, un completo complejo deportivo con diversas actividades disponibles al aire libre, e incluso lo que parece ser un inmenso laberinto de setos altos, por el que debería ser relativamente sencillo perderse. Todo lo que queda por fuera, es bosque espeso. Decides no internarte demasiado en ninguna de las distintas opciones que parece ofrecerte la instalación, ya que habías decidido limitarte a pasear. Sin embargo, al cabo de un rato te das cuenta de que, si eres fiel a tu palabra, la única opción que te queda es dirigirte al gimnasio.

Así lo haces, y no tardas demasiado en encontrarlo, pese a que no está marcado en el mapa de la entrada. Parece ser, o así te lo explicas, que el gimnasio está catalogado como un aula más dentro de las instalaciones. Sin embargo, al entrar te das cuenta de que está casi vacío, a excepción de una persona. El lugar parece bien equipado, aunque no ves máquinas ni pesas, sólo elementos propios de la gimnasia más tradicional: potros, espalderas, cuerdas hasta el techo, ese tipo de cosas.

En el centro del gimnasio, bajo el único foco encendido del lugar, se encuentra el profesor Caro. Con su, al parecer, habitual pañuelo cubriendo su rostro como una máscara, te detienes con ojo crítico y profesional al darte cuenta de que está desarrollando una compleja cata que te resulta completamente desconocida. Con movimientos vigorosos y potentes, pero sumamente controlados, se mueve en todas direcciones estableciendo un patrón de pasos en círculos, desplegando una sucesión de golpes certeros, hasta que te sorprende descubrir que sus manos comienzan a brillar, con una energía crepitante, poderosa, como fuego.

Y cuando ese fuego parece volverse más poderoso, se detiene. La cata termina, y el maestro adopta una postura firme y relajada, conteniendo la respiración un instante antes de mirarte y saludar chocando un puño con su otra mano abierta, provocando un chisporroteo de energía residual. Es un saludo que conoces, el puño cerrado representa la cabeza del dragón, la mano abierta es la garra del tigre. Lo oculto y lo tangible, la inteligencia y la fuerza, el ying y el yang en perfecta armonía.

¿Has terminado tu paseo?

Al abrir la puerta para mirar al exterior, Xandra se sorprende descubriendo que hay alguien al otro lado, esperando. Apoyada de brazos cruzados en la pared frente a la puerta, Gema masca chicle con una pierna extendida y la otra flexionada. Ni siquiera se aparta de la pared al ver a la alumna del centro asomando la cabeza, tan sólo se la queda mirando con una amplia sonrisa.

¿Habéis terminado ya? -Pregunta alzando las cejas- Dime que sí, ya llevo un rato esperando...

Sin esperar una respuesta, se aparta de la pared y descruza sus brazos, mostrando con un característico sonido tintineante un llavero con una llave de coche, que hace girar en un dedo de forma juguetona.

El jefe ha pedido que ponga a vuestra disposición un vehículo. ¿Sabéis conducir, o tengo que buscaron chófer?

Neithan caminó. Aquello era lo que se llamaba un paseo, podría autoengañarse y decir que aquello lo relajaba pero no era tan sencillo. Pero la realidad era otra, se volvía indulgente. Una parte de él le recordaba los entrenamientos que hacía, los físicos... y que ahora había dejado en parte la otra, no la había escuchado mucho en su vida. Era como sino quisiera que aquello fuera con él. Los espacios exteriores eran grandes, cosa rara para un sitio así, quizás fuera una prisión, pero era una prisión bonita y limpia.

 Y no podía negar que aquel sitio tenía un encanto... bucólico, hasta relajante, pero si lo pensabas bien a la que empezaran las clases, se convertiría en un hervidero de adolescente mutantes que solo podía ir abocado al caos y eso sería en menos de que sería deseable, perdiendo su encanto. Así que caminaba poco a poco sin prisa, cosa que no le costaba mucho pues se tomaba las cosas con calma... la mayoría de las veces.

Y al final, casi por aburrimiento, Neithan fue al gimnasio y fue recompensado por aquello. Una rara avis. Aquello sorprendió al chico pues se consideraba un experto en artes marciales y no reconoció lo que vio...¿una Kata de kung fu?¿karate?¿una mezcla de artes marciales? No veía los patrones, si que los veía pero no podía definirlos. Quizás alguna cabriola o algun detalle podria hacerlo pero la kata en si, no, solo al final reconoció el dragón y el tigre, movimientos de Kung Fu...

Cuando el profesor le invitó a pasar, hizo una ligera reverencia, aquello era una invitación a entrar..luego se fue enfrente de él y le contestó:

-Si, era una manera de pensar en... cosas

Escueto y parco en palabras, como siempre...

Mejor ayuda, desde luego que no.

Sonrío de lado, aún no lo sabéis, pero somos muy parecidos los tres. Solo necesitáis ver que hay en la oscuridad, y para eso, os llevaré conmigo a las sombras.

- Hacemos un buen equipo, repito las palabras de Xandra. - Si, vamos, respondo asintiendo.

Cuando Xandra me aclara que la excursión es a la embajada, me muestro confundido, y ladeo la cabeza mientras la miro. Antes de que pueda preguntar, abre la puerta para que pueda observar el exterior, me dispongo a hacerlo.

Pero una mujer parece estar esperándonos. Me acerco a Xandra, situándome a su espalda, pero permaneciendo alejado de la luz exterior, para susurrarle, - necesito que las lunas estén tintadas, alguna gabardina o abrigo con capucha para cubrirme, y unas gafas de sol, lo mas oscuras que podamos encontrar. Digo sin perder de vista a la mujer que espera fuera.

 Acepto ayudar a Xandra incluso con esa cosa como compañero, Nicte, que una vez más insiste en ayudar, y hasta cree, como Xandra, que hacemos un buen equipo. ¿De verdad soy la única que cree que algo no encaja? 

 Mi compañera abre la puerta, parece que no hay mucho más de lo que hablar y pasar a actuar, a investigar, para lo que se nos proporciona un coche de parte del jefe, lo cual me sorprende. Creía que no todo estaba aclarado con él, pero cuantas más facilidades nos den mejor. Igual se supone que es para ese supuesto trabajo de campo, pero vamos, si no pongo pegas por que nos acompañe Nicte no las voy a poner por que las cosas no estén claras del todo, que tal vez ni me he enterado bien.  

 - Yo no sé conducir. - Me pronuncio respecto a lo del coche.