Partida Rol por web

Instintivamente me parapeto tras el escudo ante el grito y el ataque... Bueno, ataque, por llamarlo de alguna manera.

Al volver a asomarme por encima del borde del escudo veo que no es más que un padre arrinconado como una rata, dispuesto a morir protegiendo aquello que ama.

Mis compañeros empiezan a intentar suavizar los ánimos y como muestra de buena voluntad, bajo el escudo, manteniendo en alto la antorcha. No has de temer de nosotros, solo queremos saber que ha pasado aquí para poder ponerle freno.

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   Observo cauteloso a los de ahí abajo, si es que tengo vista, pues no dejo mi escondite. Veo que la gente se acerca y caigo en la cuena de que mi espalda queda abierta a un posible ataque.

   Con mucha cautela y sin hacer ruido, cambio de escondite, para no quedar entre dos fuegos si alguien hostil bajara del piso de arriba. Quizás debajo de la escalera y cubierto por los muebles en un ángulo que siga viendo la dichosa trampilla o portuezuela que va abajo.

   Y no suelto la jabalina ni relajo la tensión. Y el resto si quiere hablar... pues que hablen, yo permanezco por ahora en silencio y oculto.

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El monstruo le embistió con tanta potencia que tuvo que retroceder y ceder el sitio, el golpe no había sido grave gracias a su recia armadura de madera, pero había tenido que ceder el paso y ahora estaba en apuros. Soltó un espadazo medio a ciegas, que no impacto y sólo sirvió para marcar una distancia de lucha.

Por fin pudo fijarse en la criatura que le había obligado a retroceder. Parecía, mayormente, un gato, pero tenía el tamaño de un perro pastor, también conservaba la terrible dentadura del can en un hocico claramente canino. La monstruosidad saltó de repente, se había reposicionado en silencio, evidenciando que sus zarpas tenían el amohadillado propio de los felinos, a pesar de ser de patas robustas como las de los perros.

Tiró un bocado contra Van, en completo silencio salvo por un quedo bufido ronco, que se quedó corto dejándole de nuevo vulnerable a un contraataque.

Izurde se acurrucó en las sombras de la esquina frente a la escalera. Si alguien quería llegar hasta él desde el fondo estaban Salamina, Dorg y Dim'goth delante y quien viniera por las escaleras quedaría a su vista y tendría a Krendhulf entre medias, que estaba a pie de escalera.

Los tres restantes se acercaron al grupo, visiblemente más relajado al verles. Lo que era un dato a considerar: cómo estarían para relajarse al ver entrar a un grupo de mercenarios armados hasta los dientes en su escondite.

Vistos de cerca, no estaba tan claro que fueran una familia única, pocos parecidos podían sacarse entre unos y otros, tal vez uno o dos de los niños fueran hijos de uno o ambos adultos.

El hombre salió de entre las cajas, rechazando con un gesto amable el agua y señalando un barril bastante lleno y, vagamente, algunos de los cerrados más al fondo.

-"Uste's m'a perdonarán, señoyres, va que está la cosa mu' chunga de'nde ca' bajaron los mineyros d'ala Mina Jonda."

El hombre tembló.

-"Caos, señoyres, caos por t'os la'os. T'o dios cambia'o y mostruiza'o. Hasta los animale' s'a funden y mezclan como si habieran hacido una orgía to' loca y en agora nacieran las concusencias."

Señaló a los que estaban atrás.

-"Los que pu'ímos nos hemos refugia'o n'aquí'n y aquí'n llevamos ni se cuánto. Ba', sí, sé: cuatro jamones bien cura'os, dos doceynas d'güevos, medio barril 'e manzanas y una cántara d'leyte fresca y otra d'agria'; ese tiempo lleyvamos. Y Moro, el flautista sin dejá' d'toca', por lo ca' oyímos l'última vé' que abrimo'"

Tras recordar algo traumático - seguro que el tal flautista ahora - la mirada del hombre se tornó vidriosa y perdida, el hombre se quedó como ido y la muchacha empezó a sollozar quedamente, poniendo nerviosos a los pequeños que volvieron a llorar, aunque sin saber muy bien por qué.

Ahora pudo ver mejor a la criatura a la que se enfrentaba, debía ser un demonio, un híbrido como el que habían encontrado en el camino, pero en lugar de sapo y lobo asemejaba ser un cruce entre gato y perro.

Quizá algo estaba creándolos, aquí no habría solo esa masa informe de fuera que manejaba la danza macabra.

Tenía que deshacerse de ella y avisar al grupo. Lanzó otro golpe esperando hundir su carne. Sintió como la hoja penetraba y hacía sangrar al engendro, y sacando rápidamente la espada se preparó para defender un posible ataque.

El espadón tuvo su dificultad para empezar a cortar la piel del horror, pero cuando lo hizo entró profundamente dejando una fea herida, que sangraba un icor negruzco a borbotones. El ser parecía herido de gravedad, pero eso sólo hizo que se revolviera con más furia.

Aún así sus mordiscos fueron en vano, pues Van conseguía mantenerle demasiado lejos con su amplio alcance.

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   Escucho con interés lo que cuentan los refugiados del sótano ese, a la espera de que nos volvamos a reunir todos, Van Tharkan incluido. Mientras, sigo esperando muy cómodo oculto. Doy por supuesto que son más que capaces de manejar a unos desharrapados y mantener una conversación. Si este último paso se les resistiera, Krendhulf está con ellos y es un sacerdote de pleno derecho, aunque sea de Grome, más que capaz de tratar los asuntos intelectuales.

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Escucho con atención al hombre, frunciendo el entrecejo mientras intento descifrar su galimatias. Tras acabar éste creo haberlo entendido todo aunque la referencia al flautista hace que se le vaya la mirada, hay algo que aún no nos ha contado.

Dos cosas, esa mina, la mina Jonda, ¿qué pasó exactamente cuando llegaron los mineros?, no omitas nada. Y, por otro lado, Moro el flautista, ¿qué más nos tienes que contar de él, qué es eso que vistes que tanto te perturba?

Mis palabras van teñidas de urgencia, de urgencia por encontrar algo que podamos usar para acabar con ésto y también por poder hacerlo y ya. Siento que el tiempo corre en nuestra contra.

Otra pregunta que dejo en el tintero para no atosigarle demasiado, de momento, es la de por qué ellos no están bailando en la plaza como el resto, ni nosotros, ya puestos a preguntar...

Parecía que el extraño perro sangraba seriamente, sus movimientos no eran los de hace un momento tras haber recibido el tajo de guerrero. Van aprovechó la ventaja, volvió a soltar su espada y volvió a penetrar la viscosa piel.

Esperó el ataque del demonio sorprendido de que siguiera vivo y volvió a atacar. La espada esta vez atravesó casi a la criatura, si seguía moviéndose sin duda se enfrentaba a algo extraordinario, nadie aguantaba tanto acero penetrando su cuerpo.

Van Tharkan esquivó con habilidad, tajando de nuevo mientras mantenía a distancia a la monstruosidad, un nuevo tajo dejó al híbrido casi muerto, pero, demostrando su origen antinatural siguió luchando contra toda lógica.

El maltrecho animal falló de nuevo su ataque desesperado, quedando empalado en la larga hoja del jinete que tardó unos segundos en conseguir deshacerse del cadáver.

El hombre siguió con la mirada perdida varios segundos, con el labio superior temblando y coreado por los sollozos y lloros del fondo del sótano. Tras ello volvió a recuperar el aplomo para contestar con voz débil y poco firme.

-"Nusotros no llegamus de ver naida. Habían ya muchos mineiros d'otras de las minas, que están m'cerca y andaba tó' mu' alborota'o ya. Primeiro la gente dicía que lo' de Mina Jonda habían encontra'o argo y que no se qué historias de que tinían podere' o non se qué. Luego llegó la gente vociando, que si habían mostros en la' calle', que si los de Mina Jonda estaban muta'os, que si el Moro andaba comiendo a los que bailaba'"

Tembló visiblemente, y se le saltaron las lágrimas, mientas empezó a soltar la historia a borbotones, con hipidos y llantos.

-"Muchos salieron a ve' qué había y qué cuento era ese de'l Moro, incluyendo mi Niza, naide gorvió, m'asomé a vé' anda andaba m'ija y la ví bailando en 'a plaza. Pero c'ando salí p'allá vi que to' los bailarine' 'taban sin pierna' ni ná' to' una masa de canne junta'o al jodí'o Moro." - entre mocos y lloros siguió - "Hasta mi Niza... Y la música, la música del infienno que te se metía en la chola pa' que fueses pa'llá."

Su llanto se hizo más intenso, hacía rato que los niños y la mujer más mayor se habían unido a él. Tardó un buen rato en poder seguir su relato.

-"En de luego vinieron lo' mostros, ratiperros, perrigatos, lobisapos, caballosos, de to', de to' mezcla'o comiéndose a la gente y lo' guardia' y lo mineiro' y a to's. Nusotros no' e'condimos en aquín, con nuestro hijo, los de la Filomena y la Yara, que no' ayuda con er negocio, y no hemo' sali'o má'"

Ni siquiera se molestó en presentar al resto, que cabía suponer eran su mujer - la mayor - su hijo, los hijos de la Filomena - los pequeños - y la tal Yara sería la chica joven. O igual su mujer era la muchacha y la mayor la Yara, nunca se sabía con aquellos fronterizos aislados.

Lo de la mina a la chica le había llamado la atención.

Para ella el culpable era el tal "moro" ese, pero parecía que el germen del todo era la mina: - ¿Y sabe como llega a la mina esa? Preguntó escuetamente, aunque intentando sonar calmada para transmitirles esa misma sensación; y tras repartir más agua entre aquellos "refugiados".

Asegurándose de que había acabado con él, volvió a ensartar a la extraña criatura, quedando empalada en su espada. Entonces comprobó que la ventana estaba cerrada y bajó por las escaleras con el demonio.

Al llegar abajo buscó a sus compañeros, y con un movimiento brusco lanzó al perro delante de ellos. - A esto nos enfrentamos. Y no creo que sea lo peor que nos espera.

- Algo lo lanzó desde fuera de la ventana, me atacó aunque pude acabar con él. Pero sea lo que sea que haya fuera sabe que estamos aquí.

Mientras el aldeano se recomponía, tratando de contener los lloros e hipidos, a la vez que medio asentía con la cabeza a la pregunta de Salamina, dando a entender que más o menos, escucharon el sonido de algo al arrastrar escaleras abajo y acercarse a la puerta bajo las escaleras.

Izurde, desde su escondite, fue le primero en tranquilizarse, al ver a Van Tharkan que traía algo a rastras. Y también el primero en sobresaltarse, cuando el bárbaro tras llegar cerca de Kredhulf en su puesto de guardia al pie de las escaleras arrojó un cadáver destrozado de monstruosidad.

La criatura parecía una mezcla de perro grande y gato, con el tamaño, la musculatura y la parte delantera de la cabeza del primero pero casi todo lo demás del segundo.

El aldeano que hablaba entre llantos con Dim'goth y Dorg, al ver aquello, salió corriendo con un grito más allá de Salamina, con las dos mujeres y los tres niños que se ocultaban tras las cajas.

Al llegar abajo buscó a sus compañeros, y con un movimiento brusco lanzó al perro delante de ellos. - A esto nos enfrentamos. Y no creo que sea lo peor que nos espera.

- Algo lo lanzó desde fuera de la ventana, me atacó aunque pude acabar con él. Pero sea lo que sea que haya fuera sabe que estamos aquí.

- ¿Quiénes son esos? - Dijo señalando al hombre y el resto.- ¿Qué ha ocurrido aquí?

Contundente como siempre, Tharkan. Estábamos hablando con estos supervivientes cuando casi les promueves un jodido infarto con el bicho este... Y le doy una patada al cadáver de esa cosa.

Me giro hacia el aldeano. Tranquilo hombre, aquí nuestro colega lo ha matado, bien muerto. Puedes estar tranquilo, no sufrirás daño estando nosotros por aquí. ¿Por dónde decías que se llegaba a la mina esa?

- Nuestra misión era acercarnos a ver que había pasado en la aldea- recordó Dorg.- Nos hemos acercado, hemos visto que ha pasado. Nada bueno. No veo que podemos hacer contra magia de demonios y dioses- añadió, humildemente.- Deberiamos coger a esta gente y regresar por donde hemos venido- afirmó.

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   Tras mirar que no viene nadie más por la escalera y que el bicho está muerto y que ya estamos todos me encojo de hombros y salgo con precaución de donde estoy, sin dejar de echar un vistazo de vez en cuando a la escalera.

   - Si ese... flautista o lo que sea atrae a la gente a bailar, sería buena idea tener algo con lo que taparnos los oídos si vemos que la música nos afecta, unas tiras de tela servirán. -

   Luego me rasco la barbilla... - Si fuera tan fácil como derribar al flautista de un flechazo... pero algo me dice que no será tan sencillo... ir a la mina es una idea sólo que no sabemos donde está en la mina ni que tenemos que buscar. -

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