Partida Rol por web

Acompañasteis a Bel al Caballero Desvelado, y el joven bajó de su habitación a los pocos minutos con su equipo, como había prometido. Llevaba un pesado grimorio de tapas de madera colgando de un ancho fajín y un bastón toscamente tallado a partir del duramen de un árbol anciano y rematado por una calavera de marfil del tamaño de un puño.

—Un regalo de mi padre para "mantener la tradición" —había suspirado Bel, adelantándose a los posibles comentarios.

Pusisteis rumbo a los cuarteles de la guardia, cuando un mensajero os interceptó por la calle. Había reconocido a Kayle, pues ella también hacía las veces de correo en la ciudad. Os entregó una hoja de papel, doblada y lacrada. En el dorso podría leerse con letra infantil "de Baernyse de Poza Cristalina para los Héroes de Nesmé". En ella podía leerse:
 

-Es una muchacha agradecida.-Digo al acabar de leer.-Me hubiera gustado ir con vosotros, una pena que por entonces no estuviera aqui. De todos modos, es bueno que sepa dar las gracias a quienes actuan contra su instinto por un bien más elevado. Es una cualidad poco frecuente... Ambas, de hecho. Jajajaja.

Kayle esbozó una sonrisa alicaída al terminar de leer la carta, aquello había levantado un poco lo plomizo del humor que traía.

—Y cuando no actúas contra tu instinto, estas cosas sientan el doble de bien.

La verdad es que no pensaba que ningún miembro del grupo hubiera ido al templo a regañadientes pero no le dio más vueltas. El druida le caía bien.

-Ciertamente, pero el saber sobreponerse al instinto de conservacion para ayudar a otro...-Respondo.-No es algo que se vea muy a menudo... más alla de manadas y padres e hijos.

Tabin sonrió de oreja a oreja cuando escuchó lo que decía la carta y alargó la mano para poder tocar el papel y ver la letra con sus propios ojos.

-Hicimos lo que teníamos que hacer: salvar a esas niñas de un destino horrible. Saber eso es suficiente, pero no niego que esto me hace mucha ilusión...

- Nadie deberrría ser esclavizado, nisiquierrra si esa fuerrre su voluntad. - meditó Glimgmar en voz alta asintiendo al enano, entendía lo que querría decir.

 Por otrra parte, Kayle tenía mucha razón, perro no hice gesto alguno parrra evitar una malinterpretación prropia de aquellos que guardan algún rencor. Erra tan cambiante como la brrrisa de última horra...aunque pensandolo introspectivamente, Glimgmar también había sido cambiado, había cambiado desde que todo ocurrrrió en la mina, y su transformación no hizo más que continuar exponencialmente en la empresa que llevarrrón a cabo parra Nesmé todos juntos.

 ¿Realmente tenía tan clarrro que errra lo corrrecto en cada momento?

 Mirró desinterresadamente a Bel con cierto rrecelo. Su grrrrimorrrrio de magia negrrra y prrrofana....su pelo negrrro. Buscó grasa en él, esperrando hacer de aquella criaturrra afable un nigrrromante feo y descuidado que prrretendía engañarlos. ¿Quién sojuzgaba entonces?

 Todo hubiese sido más sencillo si Glimgmar se encendiese la pipa y fumase parrra relajarse. el humo y la hierba en pipa le abrirrrían la mente y lo verrría todo con más clarrridad. Sin embargo, no pensaba fumar mientras Fasber estuvierrra desaparrecida. ¡¡¡Nooo SeeEeÑñoorrRRRR!!!

 - Ha sido un bonito gesto. - concluyó.

 - Perro nuestrrros actos no merrrecen tanto reconocimiento. - le dijo amablemente al enano, parra que no le diese importancia a lo que como Kayle había dicho, errra más naturral en aquellos que formaban aquel grupo - Harremos cosas como esas juntos.

 Y podrrremos narrrarlas a la luz de la hoguerrra algún día, amigo mio. - le instó al druida, dándole a entender que todos, como un grupo unido harrrían cosas dignas de la admiración de otros e inspirrrarían a las gentes a ser generrrosos con los ciudadanos de Nesmé y de cualquier otrrro lugar.

 No había mejor premio que tocar el espírrritu justicierrro de una persona y cambiarla por siempre.

Al ver que un enano se acercaba a otro, a Kayle se le ocurrió algo, soltó una risita traviesa entre dientes y aprovecho para agacharse furtivamente entre los dos, por la espalda.

—Vale, pues vosotros poned las historias. Pero yo pongo la música.

Fue a rodearlos por un lado pero cuando fueron a miraran en esa dirección, cambió de idea y los rodeó por el otro para que no pudieran verla y terminar así de hacer el lío.

—Vamos a ver qué se cuenta Hakkon.

Dio un par de brincos sobre unos barriles cercanos y se terminó encaramando al techo bajo de una casa cercana sólo para continuar caminando por allí, estirando un brazo a cada lado como si hiciese equilibrio ociosamente. La gente normal usaba el suelo para desplazarse y esas cosas, a la genasí de aire le gustaban más las alturas.

Bel se puso de puntillas para leer por encima de vuestros hombros. 

—¿Así que sois los aventureros de los que tanto se habla en el mercado? —soltó una risita—. ¡Es mi día de suerte! No podía haber conseguido mejor campaña de mejora de imagen.

Tras dar la tradicional propina al recadero, atravesasteis el imponente puente que cruzaba el río Surbrin hasta la Fortaleza de los Jinetes Grises de Nesmé. Los guardias entrenaban en el Patio de Armas, y el sargento que daba las órdenes os saludó con un cabeceo e hizo la vista gorda mientras alguno de los soldados detenía el entrenamiento para miraros con curiosidad. Entrasteis en el edificio principal y subisteis un tramo de las escaleras hasta presentaros en la oficina de Hakkon. 

El Sargento levantó la vista de los papeles que tenía en la mano y os dedicó una cálida sonrisa.

—Saludos de nuevo, amigos —dijo, incluyendo a aquellos que aún no conocía.

Se levantó de su asiento y tendió un pliego de pergamino a Glimgmar.

—Malas noticias, según el informe de nuestro experto, el contrato está perfectamente en regla. Lo único que lo invalidaría sería demostrar que fue firmado bajo coacción —el sargento depósito una mano en el hombro del enano, afectuosamente—, cosa que no podemos hacer hasta que no encontremos a Fasber y aporte su testimonio. Lo siento, Glimgmar. Todo esto es muy sospechoso, y ojalá pudiera hacer algo más por ti. Tengo a mis hombres trabajando en ello, pero Beellana se niega a colaborar y está en su derecho. Ningún magistrado me firmará una orden de registro sin pruebas firmes.

—¿Beellana? —murmuró Bel pensativamente, a nadie en particular—. Esa mujer de la tienda de objetos mágicos ¿no? Es... difícil de tratar desde luego.

Ardreth frunció el ceño y miró al suelo pensativo hasta que escuchó la voz del nigromante. El semifata se hizo hueco y miró directamente al nigromante.

-Por casualidad no la conocerías de antes... -se pronunció intentando rascar algo más de información después de las malas noticias-. ¿Sabes de dónde ha salido esa mujer, o algo más de ella?

La verdad es que nada tenía sentido, y eso era lo más perturbante. Si esa mujer solo quería un local en el que trabajar, ¿para qué necesitaba crear todo este caos a su alrededor?

-Hay una cosa que puede hacer, Sargento.-Digo tratando de no demostrar mi excesivo entusiasmo por la idea.-Si me permitiese introducir a mi fiel compañero y amigo Satara en la ciudad, podríamos usar su potente olfato para encontrar a Fasber.... o al menos intentarlo. Una vez la hubiesemos encontrado, podriamos saber si firmó bajo coacción o no entre otras cosas.

Se me hace extraño que desaparezca nada más firmar el papel, sin despedirse siquiera... Por ello creo que lo mejor seria empezar buscarla en la ciudad y en los alrededores. Puede que, si ha firmado contra su voluntad, esté siendo retenida en algun lugar para evitar que hable... o peor aun, puede que le hayan hecho algo más grave. Debemos darnos prisa.

-Aramil tiene razón. Lo mejor que podemos hacer es encontrar a Fasber cuanto antes, y el olfato animal será mucho más eficaz que el nuestro -aportó Tabin.

—He visitado el Abrazo de la Sirena en más de una ocasión para comprar suministros mágicos —admitió Bel—, pero no he cruzado con ella más que cuatro o cinco frases. No es el tipo de mujer que se para a hablar con los clientes, la verdad.

Se encogió de hombros.

—Dicen que en su día fue aventurera de cierto éxito, y que invirtió sus ganancias en abrir esa tienda. También dicen que pagó un alto precio por sus poderes mágicos, pero dicen lo mismo de todos los magos de Nesmé así que yo no me preocuparía demasiado por los "oscuros poderes" que pudiera tener. Lo más probable es que sean habladurías, magnificadas por el hecho de que es una mujer bastante hosca.

Hakkon suspiró.

—Supongo que podemos nombrar a Satara miembro de la guardia. Ya empleamos sabuesos así que no veo por qué no podemos usar un lobo si hay un druida detrás controlando sus instintos —cogió un pliego de pergamino y redactó una autorización—. Informaré a las patrullas de ello.

Tendió el documento a Aramil en cuanto hubo terminado.

—Aquí tienes. Espero no arrepentirme de esto si un mercader me viene llorando con un mordisco en los tobillos.

-En tal caso yo investigaría al mercader. Jajajajaja.-Respondo entre sonoras carcajadas mientras cojo el pergamino.-No es probable que eso pase sin un buen motivo, por lo general solo ataca si es atacado.

-Odio sentirme con las manos atadas -le dijo al enano.

Ardreth chasqueó la lengua.

-Quizá deberíamos empezar por donde nos dijo la vocal, por los esclavistas. Al menos aunque no la encontremos allí tampoco estaremos yendo de un lado a otro escuchando malas noticias y discutiendo... Espero que esté bien -apuntó entristecido.

—Por lo que a mi respecta, el único "poder oscuro" que tiene esa mujer es el de la imposibilidad para sonreír so pena de desconcharse—resopló Kayle haciendo rotar los ojos mientras se cruzaba de brazos. Tras tres segundos pareció darse cuenta de algo que había dicho Bel y los puso en jarras con un cómico gesto ofendido, mirandolo—. Eh, un momento, ¿quién dice eso de los poderes oscuros también de mí?

Fue entonces cuando Hakkon le tendió el papel a Aramil y el sonido de sus voces la devolvió al tema que les ocupaba.

—Gracias Hakkon—le sonrió al sargento—. Eres el mejor.

Luego miró al resto.

—¿Por qué no dejamos que sea Satara quien desvele eso?—propuso—. Es decir, si tenemos suerte, en cuanto empiece a rastrear a Fasber sabremos por dónde hay que ir, ¿no? Si resulta que todo esto tiene que ver con los esclavistas mataremos dos pájaros de un tiro, si no, es que está en otra parte.

-Estoy de acuerdo con Kayle. Por más que me interese saber más sobre los esclavistas -Para empezar, lograría que Morgan dejase de ser una proscrita gracias a eso-, la vida de esa mujer puede estar en juego. Y si resulta estar relacionado, aún mejor.