Partida Rol por web

Ivalice enarcó ligeramente las cejas al ver entrar a otro de los buscadores, aquel aspecto era inconfundible.

"Vaya. Qué caprichoso es el destino... un mago".

La Thaele carraspeó con suavidad y apartó la vista del recién llegado para centrarla de nuevo en quienes tenía más cerca (si es que un par de metros se considera "cerca") el golaunt estrechando con su manaza la, en comparación, menuda manita de la bardo era una escena bastante curiosa. Imaginaba que Tokk debía tener la continua sensación de estar tratando con criaturas de cristal que vivían en un mundo lleno de cosas de mirame-y-no-me-toques.

Observaba aquello pero mantenía de soslayo una mirada en Seldrin quien iba apuntando nombres en aquél pergamino... ¿grupos? ¿serían de dos o de más de dos? era un detalle irrelevante para cualquiera aunque en su caso, no lo era tanto de modo que simplemente esperó en silencio y manteniéndose en un segundo plano a que Aristeo llegase y desvelarael misterio.

El primero de, seguramente muchos más que le iban a aguardar de ahí en adelante.

Aristeo no hizo aparición hasta casi una hora más tarde, mientras no dejaban de aparecer más aventureros. Cuando el Buscador llegó, habían llegado quince personas. Seldrin informó al anciano de que ya habían llegado todos antes de que este invitara a sentarse a los que aún estuviesen de pie.

—Saludos a todos —dijo el anciano antes de carraspear y repasar la lista que había hecho Seldrin. Cuando levantó la mirada de ella paseó su chispeante mirada azul por todos ellos—. Bien. Veo que estáis todos. Podemos comenzar entonces.

Aristeo bajó la mirada como si estuviese repasando un discurso mil veces contado.

—La gente sencilla piensa que un Buscador busca respuestas. Pero en realidad, las respuestas son esquivas, y son pocos los Buscadores que han encontrado alguna a lo largo de nuestra corta e inexacta historia. La mayoría de las veces, lo que persigue un buen Buscador son preguntas. Hacerse las preguntas adecuadas e ir doquiera que nos lleven estas preguntas, hasta las últimas consecuencias, es nuestra auténtica tarea.

Aristeo hizo una pausa para que las palabras calaran en su audiencia.

—Sois todos jóvenes muy prometedores, y por ello habéis sido seleccionados de entre todos los candidatos que vimos ayer. Pero aún os falta mucho que aprender sobre el oficio, sino sobre los misterios de Umbrara. Para empezar, tenéis que saber que deberéis trabajar en equipo. Un Buscador solitario no sólo está demasiado expuesto a los peligros del camino, sino que será incapaz de encajar las piezas del rompecabezas más sencillo. Por ello, os hemos dividido en tres grupos de 5 individuos. Seldrin os dará ahora los nombres.

Señaló al joven con un gesto vago de la mano.

—Vuestra primera misión comenzará como comienzan todas las búsquedas: por una pregunta. Los tres equipos tendrán la misma pregunta, y al final del rathren, ganará aquél equipo que haya conseguido más información o haya llegado profundizado más en la pregunta.

—¿Sólo pagaréis al mejor? —preguntó el enano de ricas vestiduras y barba aceitada.

—No. Todos tendréis un sueldo mínimo. Suficiente para que no sea un problema el vivir desahogadamente. Pero el equipo ganador tendrá una recompensa.

Aristeo suspiró sonoramente, pero no hizo ningún comentario a la intromisión del enano.

—Antes de que Seldrin os diga cómo se han confeccionado los equipos, allá va la pregunta: ¿qué es un mapa vrayano? —Aristeo se levantó de su asiento bruscamente, como si hubiera dicho todo lo que tenía que decir—. Si no tenéis ninguna duda, os dejo con Seldrin.

La armadura de Ivalice emitió un suave tintineo metálico cuando cambió el peso del cuerpo de pierna, aún acodada en el alfeízar de la ventana. Pese a que su rostro continuaba sereno, la Thaele parecía ligeramente más seria y repentinamente pensativa, como si de pronto no termianra de encontrar la postura buena.

"Vaya... ".

Miró enderredor, a las catorce personas allí congregadas, mucha gente... Muchos buscadores tras una sola pregunta que Aristeo acababa de formular y no solo eso, los grupos al parecer serían de cinco. Lena sería una... pero faltaban tres. Cinco personas desconocidas cooperando para hallar una misma cosa, sí, no era fácil, pero precisamente aquello denotaba definitivamente que humano enjuto y anciano era un Buscador "de los buenos".

A decir verdad la intervención del enano le habría resultado hasta graciosa, en honor a la verdad podría decirse que era el prototipo ideal de fiel de Haelarr, pero no se rió ni sonrió, únicamente guardó silencio, continuando en aquel segundo plano pese que ahora su sojso dorados miraban a Seldrin dejando entrever que era la persona que ahora tenía su atención.

—.......

No debía tener dudas.

Lena levantó el puño derecho, vendado, en señal de victoria.

-Responder preguntas. Estupendo. -Se giró y miró a su alrededor. ¿A quién escogerían para su grupo? ¿A la thaele? ¿Al golaunt? De un modo u otro, seguiría siendo la cabeza pensante. No era nada diferente a lo que estaba acostumbrada, pero era bueno saber que alguien le cubría la espalda por si todo salía mal y alguien le solicitaba amablemente que se dejase cortar más dedos-. Muy bien, Seldrin, cuando quieras.

Uno de los aventureros, que se había presentado como Jallian se levantó de su asiento.

Era imposible no fijarse en él. Era alto, bien proporcionado y apuesto. Tenía unos ojos hermosos y una barba de varios días que le daba un aspecto tanto desaliñado como atractivo. Su voz era agradable y sus comentarios eran ingeniosos, educados e inteligentes.

Es decir, era insufrible como un dolor de muelas.

—Creo que eso es todo —dijo Jallian, una vez tuvo la atención de todos—. Pero antes de que se fuese, quería darle las gracias (y creo que hablo en nombre de todos mis compañeros) por esta oportunidad que nos ha dado, maestro Aristeo.

Un largo y sonoro eructo resonó en la estancia después del lamido discurso de Jallian. Todos mirasteis al joven que había insistido en que le llamaseis Gato. Había demostrado ser un bufón, quizá demasiado listo.

—Perdón —dijo con una sonrisa de oreja a oreja—. Me repite el repollo.

Sin duda un grupo variopinto  y de lo más peculiar había acudido a la llamada de Aristoe, lo cual no era extraño si se consideraba que para ser Buscador había que tener cierto aire de locura e imaginación. Por ello, conforme más gente entraba y el tiempo pasaba, el joven Eldar tenía más dificultades para guardar la compostura y ser educado. A pesar de ello, en más de una ocasión su mirada se desvió hacia la joven thaele apoyada en la ventana, cuyos ojos ambarinos y su hermosura era como dos imanes para él. El golaunt tampoco le resultaba indiferente y su visible incomodidad en un sitio que, conforme se llenaba, era más pequeño le hizo sonreir ligeramente divertido. E igual de divertida era la barda que portaba un viejo pero cuidado violín y que parecía incapaz de estarse quieta y de dejar de hablar. Qué derroche de energía... Finalmente, cuando hasta Eldar que se jactaba de tener una gran paciencia, comenzaba a impacientarse, entró el gran Aristeo y respetuosamente, el joven mago se puso en pie, dispuesto a oir su decisión final, y con intensidad bebió de sus palabras, tomando nota mental de todo cuanto decía. Así que vamos a trabajar en grupos...pensó mirando alrededor como otros tantos hacían, cavilando con quién le habrían colocado. Para ser sincero no le resultaba indiferente, pues probablemente el exito de la misión dependería de eso y el, por encima de todo, quería ser buscador. Mientras el joven se sumía en sus pensamientos, a su alrededor la gente comenzó a hablar pero Eldar permaneció en silencio. El maestro lo había dejado claro y desde su punto de vista no había tiempo que perder.

 
Tokk iba por faena, escuchando a Aristeo sin prestar excesiva atención a los demás, por supuesto hata que comentó que iban a trabajar en grupos.

Hmf Esperaba otro tipo de pruebas...

El humano guaperas dijo hablar por él, y el Golaunt apretó los dientes frunciendo el ceño. No lo hace con maldad, no quiere chinchar... Ese sobrado no quiere chinchar....

Le miró y reprimió alguna contestación desagradable, pero empezaba a comprender que entre los humanos, discutir por discutir estaba mal visto, como comprendía que era él quien debía adaptarse al mundo, no al revés.

Entonces escuchó el eructo y miró a Gato Vaya, creí que eso también estaba mal visto...

Se rascó la oreja un momento esperando a Seldrin y de paso observando las reacciones de los demás al eructo del competidor... o compañero.

Sharune era una hechicera de cabellos dorados. Era una mujer hermosa, lo sabía, y lo utilizaba como arma. Tenía la lengua afilada como un puñal, y el brillo calculador de su mirada sólo podría ser calificado de peligroso.

—Creo que aún te queda algún trozo de repollo en ese bigote postizo que llevas —respondió con frialdad, sin mirarle y cruzándose de brazos.

Instintivamente, Gato se llevó la mano al bigote pero se detuvo a medio camino, retiró la mano y esbozó otra de sus sonrisas gatunas.

—¿Por que lo mencionáis, mi señora? ¿Acaso queréis que comparta un pedazo con vos?

Sharune no se inmutó, y se miró ociosamente las uñas.

—Antes muerta que compartir algo contigo.

Seldrin carraspeó, azorado por el intercambio de pullas. Aristeo, por el contrario, parecía bastante divertido.

—Si me permitís, diré los grupos. He intentado que vuestras habilidades se complementen lo máximo posible y que surjan el menor número de conflictos internos —la cara de circunstancias de Seldrin dejaba a las claras que no estaba seguro de haberlo conseguido—. Si me hacéis el favor, levantad la mano cuando os nombre para que cada cual sepa quién está en su grupo. Equipo número uno: Durravin, Eldar, Ivalice, Lena y Tokk.

Lena soltó un murmullo de admiración al levantarse aquel hombre tan guapo y bien hecho. De pronto, la monura (¿monura? ¿esa palabra existía?) de Seldrin le parecía mucho menos atractiva que Jallian. La bardo se encontró a sí misma deseando que los pusieran juntos en el grupo, aunque fuese sólo por poder mirarlo un buen rato. Luego el tipo de bigote soltó un eructo que daba una gran información sobre su capacidad pulmonar, a lo que la chica rubia respondió con bastante bordería. Lena soltó un silbido bajo ante tanta violencia contenida.

-Si lanzáis cuchillos igual de bien que os apuñaláis verbalmente, os quiero en mi equipo -dijo la bardo con una sonrisa.

Pero Seldrin los interrumpió y dio los nombres de los grupos. La thaele, el golaunt, el humano y el enano. Un grupo variopinto y con una media de belleza algo inferior a lo que a Lena habría preferido.

-Bien, bien, al menos nadie se ha intentado matar todavía en nuestro grupo -dijo alegremente. Palmeó el brazo de la paladina y volvió a sonreír-. Y mientras tenga a una munedrina conmigo, estoy salvada, ¿eh?

Ivalice no se metió en la conversación pero el hecho de que sus ojos saltasen de un interlocutor a otro cada vez que éste hablaba denotaba que no se perdía detalle de ella.

Definitivamente los humanos eran tan variados como peculiares... a la vista saltaba que ya sólo los que estaban en aquella sala eran diametralmente distintos unos de otros, tal vez fuera eso precisamente lo que los hacía interesantes... bueno, sólo algunos. Otros no parecían ser precisamente el tipo de compañía que alguien se muriera por conseguir.

Escuchó entonces su nombre de boca de Seldrin y levantó ligeramente una mano, la cota de las juntas de la armadura emitió de nuevo un suave siseo metálico con el gesto y luego miró de uno en uno al resto de los integrantes de su grupo conforme iban siendo nombrados. Al menos parecía haberle tocado con la gente más variada pero menos tensa de la sala.

El golaunt que en un principio le había caído en gracia simplemente porque parecía tomarse en consideración las pequeñas dificultades con las que se iba encontrando en aquel mundo tan pequeño para él, desde las sillas hasta el intentar no estrujar a otro al darle la mano. No tenía aspecto de salvaje desde luego y ella nunca había conocido a uno de aquellos gigantones, tal vez fuese una buena oportunidad. No le gustaba juzgar las cosas que no conocía.

Luego estaba el enano que, seguramente y como acababa de dejar constancia, cada dos por tres andaría recordándole al grupo si cada una de sus acciones les reportaba algún beneficio pero lo cierto es que aquello en lugar de hastiarla casi la hacía tomárselo con un poco de filosofía y sonreir para sus adentros con resignación, ¿qué sentido tenía lamentares por algo que simplemente formaba parte de la búsqueda y a está?

Luego el mago, oh, dioses, el mago... La verdad es que no parecía una mala persona, algo callado o simplemente poco acostumbrado a la situación, pero no una mala persona. Qué cosas, definitivamente el destino era caprichoso como él solo.

Y por último la dicharachera bardo, que...

...que se había materializado a su lado de repente y la hizo soltar un respingo con la palmada al no haberla oído acercarse por estar inmersa en sus propias cábalas.

Ivalice dio un pequeño paso a un lado, como si el contacto de la mano de Lena le hubiese electrizado el brazo. Luego la miró y parpadeó ante lo tonto de la situación así que sonrió casi con disculpa de aquella forma sesgada, que no parecía transmitir alegría pero sí mantenía la calidez.

—Claro... —levantó las manos mostrándole las palmas y se ncogió de hombros—aunque te advierto que aun no me ha dado tiempo de rescatar a ninguna princesa de las garras de un dragón malvado. Espero que sirva igualmente.

En su caso no parecía una burla, más bien un modo de quitarle algo de tensión al ambiente, a fin de cuentas mantuvo el gesto afable.

—Oh, querida —le dijo Gato a Lena—, la lengua es más afilada que la espada.

Miró a Sharune con una sonrisa sarcástica.

—A juzgar por lo afilada que la tienen algunas, no es de extrañar el creciente número de eunucos en Cabeza de Dragón.

—¡Basta ya, Gato! ¡No le hables así a una dama! —estalló Jallian, señalándolo con el índice.

—¿Una dama? —inquirió afectadamente Gato, mirando de un lado a otro—, ¿dónde?