Partida Rol por web

Hasta la tercera no abrió los ojos y murmuró algo ininteligible. Luego movió la cabeza exageradamente y por fin pareció a dar una mientras era cargado a lomos del regio caballo de Jaume.

-Me desvanecí al verle...

No sabíais a quién se refería pero no había tampoco tiempo para interrogarle.

Las palabras de Joan os inquietaron sobremanera, más de lo que ya lo hacía la situación per se. Una veintena de aldeanos que cerraban el círculo en torno a vosotros, ahora que estaban más cerca pudísteis ver que lo que llevaban eran pieles oscuras de diversos animales, algunas reconocísteis de lobo, oso, jabalí, gamo y puede que también corzos y otros. Las pieles parecían estar burdamente cosidas pues podían divisarse partes de diferentes tonalidades.

Mientras Jaume señalaba el lugar por el que teníais que escapar - un resquicio enorme entre dos de los aldeanos por el que podríais pasar sin problemas si os dábais medianamente prisa - varios de los aldeanos tomaron las pieles y ni cortos ni perezosos se las empezaron a colocar sobre las cabezas, eran como una de esas máscaras que usan en algunos pueblos para representaciones simbólicas en diferentes momentos del año, sólo que con la salvedad de que éstas debían llevar aún sangre y carne pues al ser colocadas desprendieron carne y sangre a través del rostro y cuello del aldeano, parecían que supuraban sangre, una visión que hizo que se os helaran los huesos*.

Si lográbais no deteneros, podrías escapar de ellos, claro que tendríais que apartar el miedo que os acuciaba.
 

A ver a quién, desgraciado... -pensé mientras le empujaba las nalgas hacia arriba para que montase en la montura-. Desde luego, aquel tipo nos llevaría a la ruina, y ya muy poco podía uno mesmo morderse la lengua, pues desde que apareció el de Sebastida parecía como si todo fuera a la nuestra contra o en la nuestra dificultad. Et ahora que aquestos aldeanos cubríanse con las pieles que llevaban sobre la mano, a la manera de algún cruel rito esotérico o vaya vuesa merced a vislumbrar cual... Et a lo cual, en sabiendo que aquello no serían más que una turba de degenerados, que contuve el aliento, sí, más las piernas temblábanme (más por las armas improvisadas que llevaban que por la parafernalia puesta en escena). Correr se me daba bastante mal...

¡Esa hoguera! ¡el pueblo de Navata estaba preparando una hoguera para meter al Joan!

-Me desvanecí al verle...

A quién, o qué, debe referirse el de Sabastida! Mientras avanzo entre el sotobosque los pensamientos se arremolinan en la mía testa, imágenes que van y vienen sin cesar, palabras pronunciadas por los míos acompañantes... Piras funerarias! Peles sangrientas que cubren el rostro de los aldeanos! De repente, lo que acaece en Navata cobra nueva dimensión: Sus gentes no en son simples desgraciados, bandidos fuera de la Ley que aprovechan el paso de los peregrinos para despojarlos de sus pertenencias... Non! Son más que eso! Están... realmente... EN-DE-MO-NI-A-DOS!!!

Revuélveseme las tripas impidiéndome avanzar con la debida presteza, la mía tez clarea e un sudor frío bájame de la coronilla. Mareado como una sopa, debo pararme un momento a echar la pota, acongojado por lo que la mía conciencia me dicta: "Aqueste pueblo está maldito e habremos de facer algo para liberarlo!" 

Al ver a los aldeanos ensangrentados, entendí que la cosa pintaba realmente mal, sentí como se me encogían las tripas, y todo mi ser luchaba por darse la vuelta y volver a la cabaña, mis piernas apenas respondían.

Me santiguo un par de veces seguidas, pero sólo las voces de mis compañeros, y la visión de esa única vía de escape, impiden que salga corriendo. 

Mientras con una mano sujeto fuertemente mi daga, la otra la meto en mi zurrón y comienzo a rebuscar en él.  

Viendo aquella turba de aldeanos en letanía, súpeme ya muerto y enterrado, como lo estuviera mucho tiempo atrás, cuando un ser malicioso recogiérame en el mar y mi valiente señor don Jaume me salvara de las suyas garras.
Hijos de una qahba. - maldije entre dientes.

Quise entonces correr, mas vi al mi señor allí clavado, y supe que no podría abandonarle, ni en tal situación, aunque siempre había sido yo perro viejo, de arriesgar lo justo y vivir otro día.

- Mi señor. - dije, al tiempo que sacaba el cuchillo del zurrón - Ya vienen.

Era tarde para ellos, su única esperanza de huida desaparecía ante sus ojos mientras los aldeanos les rodeaban y estaban cada vez más cerca. Preparándose para lo peor sacó una segunda daga, cada una en una mano, y las puso ante sí, dispuesto a trinchar al primero que se le acercase.

- Maudit vous! Chiens, vous êtes sales traîtres et je vais vous emmener avec moi en l'enfer - gritó a la multitud como un desesperado. Ni siquiera entendía lo que habían dicho los demás, con la sangre caliente por lo que se les venía encima.

Agneta y Valentí consiguieron echar a correr (no muy rápido) seguidos del caballo de Jaume, avanzaron cierta distancia mientras que Jaume y Agneta y Khaled que se negó a moverse sin Jaume se quedaron quietos en el sitio. Agneta echó mano de una de sus pociones con mano temblorosa y sacó un frasco mientras que Jaume directamente ni se movió si quiera. El resto del grupo avanzó para descubrir que parte de la horda rectificaba su trayectoria para volver a rodearles- haciendo un círculo aún más grande - aunque lo tenían bastante bien para escapar, bien dándose prisa y escapando hacia el camino real o hacia su espalda, hacia el río, cruzándolo y perdiendo a sus perseguidores.

Por increíble que parezca, ahora que los campesinos se habían dividido para cubrir a los dos grupos, resulta que habían facilitado la huida a ambos grupos, por haber huecos más grandes por los que escapar, ya que en definitiva, veinte hombres no eran tantos...

No te cabe duda de que están invocando al Diablo, es alguna clase de hechizo de Invocación, aunque te parece que no lo están haciendo muy bien o al menos no parece que esté dando resultado.

Aunque aturdido por la conmoción habida, apercíbome que quedo rezagado en la huida; justo al lado de la muller que, además, saca del zurrón brebaje de dudoso cariz.

Arrugo el morro, mas la presencia del fiel Khaled al mío costado me alienta ya que combatiremos como tantas veces hubimos!!!

Trato de recuperar a la compaña, mas mi súbito mareo me mantiene distanciado de aquestos. 

Anticipando el inminente encontronazo, desenvaino a Crucífera, presto para el combate! 

Viendo que tanto Jaume como yo no conseguíamos dejar atrás a la turba de locos, me dispongo a entregarle el brebaje al guerrero.

- Mi señor, si confiáis, este víal contiene yerbas para aumentar la bravura en combate, - le muestro el pequeño frasco, -no es seguro que funcione, pero seguro es mejor que nada.- le digo con un un gesto de súplica en la cara, sabiendo que su espada era ahora mismo lo más fiable para sacarnos de aqueste embrollo.

Apegado a mi señor hasta el mesmo final, aferraba yo el cuchillo que no había de salvar mi pellejo en tan terrible situación, aunque la visión del buen Jaume montante en mano bien alentábame a sentirme vivo en parte, pues a buen seguro que tan terrible espada atajaría a unos cuantos paganos, si osaban estos acercarse más de la cuenta.

- El vuestro flianco, guardarié, mi sieñor. - díjele al buen Jaume, aunque ahogué la plegaria a Allah por no ir tal credo de la mano del montesero.

Entre tanto, busqué en derredor árbol fuerte que pudiere proteger la nuestra espalda, y cuyas raíces pudieran quizá entorpecer la llegada de aquellos que acercábanse con tan mal tino.

este víal contiene yerbas para aumentar la bravura en combate

- Non me calen tus yerbas, muller! - Rujo a la par que sigo la treta de Khaled, escuadriñando el mellor derrotero que nos permita salir a escape de tan embarazosa situación, así como singular emplazamiento en que parapetarnos ante la llegada de los infieles campesinos.

A pesar de mi airada reacción, el tiempo ilústrome en lo que a confiar en la gitana refiere y sé que non me quiere mal con sus potingues, mas el mesmo Santo Tomas me priva si quiera de catarlos!

- Dale brebaje al sarraceno, cíngara! - Le bramo indicándole al ismaelita - Él en fará mellor gasto que yo, que con San Jorge y aquesta... - muestro el mandoble, gozoso - ...nos bastamos para batir semejantes herejes!!!    

Dime cuenta que sólo Diègue y un servidor corrían un poco más allá de la turba que en círculo se nos cercaba. Entranto que saqué de nuevo el arco, pues en la cabaña habíalo colgado a la espalda, et que mis piernas parecían agotarse pese al momento de alivio al pensar que nuestros perseguidores dividíanse... ¿Acaso así nos sorprenderán? Detúveme pues al notar que unas varas atrás don Jaume sacaba la su espada, y que el Khaled no desarrimábas del suyo lado. Una flecha cargué en el arco, y de aquesta forma preparéme para el primero que se aventurase a acercase... Un servidor sabía salvar vidas y desinfectar heridas, pero también sabía hacerlas muy profundas.

Joan... -le dije al hombre sobre el caballo- no te muevas de donde estás...: ¿no tendréis armas encima, por casualidad, verdad?

Agneta tendió la poción* al caballero quién la rechazó mientras desenvainaba y se preparaba para hacer frente a los endemoniados que ahora sí habían rodeado completamente a ellos y también a Khaled, quién aún no se había decidido a tomar las yerbas que la gitana ofrecía.

A buena distancia casi fuera del cerco estaba Valentí que se paraba y se disponía a flechear a todos los que pudiese, él también se había visto rodeado, aunque en una segunda bolsa.

Finalmente la suerte sonrió al marino, que por la nula organización de los aldeanos habían abierto ahora varios huecos en su formación, y por uno de aquestos se escurrió, corriendo con todas sus fuerzas como un cervatillo perseguido por un lobo. Había girado la cabeza, con expresión triunfal en su rostro, solo para darse cuenta que de sus compañeros nadie más que él había escapado de la turba.

Con gran disgusto clavó el talón en tierra y se detuvo en seco fuera del cerco de sus perseguidores, preparado para plantar batalla. O escapaban todos, o ninguno.

- ¡Mira que sos cabezón!, - grito airada, y le ofrezco el vial a Khaled, negando con la cabeza.

- ¿Gustas?