Partida Rol por web

Turno 2

El francés no tuvo suerte en sus ataques y sus enfrentados salieron ilesos de sus ataques.

El caballero danzó frenéticamente de un lado a otro llevando su espadón consigo e hizo un barrido como un péndulo ascendente tajando de una sola vez a tres de sus cuatro adversarios, dejando malherido al primero, matando casi en el acto al segundo e inconsciente al tercero. Cuando hubo finalizado el movimiento de su espada, tan sólo quedaban en pie dos de sus adversarios (aldeano 4 con herida en abdomen y aldeano 18 intacto).

El aldeano herido consiguió alcanzar y dar un tremendo palazo, capaz de romperle la pierna a otro que no llevase armadura completa, aunque al caballero sólo le dejaría un buen golpe.

¡Mi arco! -mumuré quedándome con la cuerda en la mano-. Entonces ví cómo mis compañeros rodeados estában de enemigos, empero que yo también. Sin embargo, la necedad de correr me haría llegar hasta otros más de ellos, et en caso de escapar, perseguiríanme hasta que las piernas me fallaran. Sin embargo, poco hombre era yo de acción, que lo único que sabía era medianamente lanzar flechas et cerrar heridas... Con el arco inservible en la mano, eché a correr al bosque más cercano, alejándome cuanto pudiera de allí. Quizá la arbolada pudiera ocultarme en la noche.

Cual Huesuda Robadora de ánimas, mi danza macabra despliégase entre los meus atacantes e La Crucífera siega sus vidas como hace la Guadaña de La Flaca; Dios tenga en su gloria aquestos herejes que van a morir bajo el yugo del mío montante!

Mis brazos entran en tensión e inicio la brega: La espada sube y baja entre los homens, en mortífera e sangrante espiral descendiente: Al primero dellos, causole severo tajo en su barriga mas aguanta en pie; al segundo, al que antes ya había ferido en la zanca, Crucífera se le incrusta en la siniestra del suyo pecho, saliendo dallí en cortante meneo para continuar, en violento declive, hasta la panza del tercero, rasgándosela cual melón maduro del que empiezan a brotar intestinos, sangre e otras vísceras que el desgraciado intenta sujetarse inútilmente, antes de caer revolcándose entre barro, tripas y otros efluvios.

El segundo, al que ferí en pernera y pechámen, llevase las manos a aquesta última ferida, a la vez que una lágrima arrepentida le sale de los ojos, dándose cuenta que la espada habíale cortado el corazón y que aqueste ya no es capaz de mantenerlo de pie: El home cae desplomado, de rodillas, balbucea algo sangrante e un viscoso hilo encarnado, mezcla de plasma y salivazos, le resbala desde la boca hasta su cuello el instante antes de caer de boca al suelo.

Distraído como ando contemplando la muerte de aqueste semejante, no me apercibo del severo estacazo que me propina el primero de los agraviados: Un punzante dolor me sube desde la contusionada pierna; el sudor se apiña en mi pelambrera y empieza su chorreo frente abajo... 

Tomo aire, resuello: Estoy presto para el siguiente envite! 

El último de los campesinos que se enfrentan al caballero (aldeano 18) es tan inepto que al ir a golpear al caballero calcula mal las distancias y fallando por bastante estrella su palo contra el suelo justo en una zona en la que hay poca hierba y puede que incluso una piedra y el palo se rompe. Intenta entonces dar un puñetazo que no alcanza al de Montesa.

Los fanáticos que luchaban contra Khaled se liaron también a palazos,

Retrocedo espantada ante el mal cariz que está tomando la situación. Interpongo la daga entre los locos aldeanos y yo, y por el momento, parece que la suerte me es favorable...

Los tres que se enfrentaban a Agneta comenzaron a lanzar palazos a diestro y siniestro sin mucho éxito, aunque el único que fue al cuerpo de Agneta consiguió ser detenido por la gitana, que se estaba comportando heroicamente.

Seguían sobre nosotros aquellos desgraciados a palazo limpio, en tanto mi señor descargaba sobre tres dellos terrible tajada y mandábalos al infierno. Aquesto diome ánimos, tanto como el que a uno de los desharrapados se le escapara el palo de las manos y no le quedara ya más que atacarme con estas desnudas.

- Perros infieles. - maldije, llevado por la jerga de mi padre - ¡Morid!

Detuve con el coltell la estocada de uno de ellos, y al mismo le lancé una cuchillada que le alcanzó en el pecho.

El Golpe de Khaled es tan afortunado que ha debido cortar algo vital al aldeano pues éste al recibir el tajo da un horrible alarido y véis cómo un chorro de sangre sale disparado desde la parte posterior de la espalda hacia la derecha, el aldeano endemoniado cae de costado y un gran charco de sangre se forma a su alrededor, muriendo en pocos segundos.

Los otros dos contrincantes de Agneta tampoco hirieron a la mujer, sólo un golpe iba dirigido a ella pero la gitana hábilmente paró el golpe.

Los cuatro que habían trabado combate con Valentí en un principio al ver al médico salir corriendo siguieron tras él. Dos de ellos ( 1 y 6) llegaron hasta Valentí y le lanzaron sendos palazos fallando ambos mientras que otro más le alcanzó y otro se quedó atrás (7).

Los dos que enfrentaban a Diegue atacaron con sus deformes palos, uno de ellos logró acertarle en la pierna con un golpe milimétrico, el palo se incrustó en la pierna golpeando el hueso "largo" y dejando al francés muy dolorido. El otro de sus enemigos le da un palazo en toda la cabeza y luego otro en el brazo, siendo el francés protegido por capacete y gambesón respectivamente, aunque quedando ambos componentes abollados.

Turno 3

Los agonizantes agonizan aún más, uno de los aldeanos (3) muere desangrado y dos más están a puntito de hacerlo.

malditos fueran esos aldeanos, que sin dudar le estaban dando una buena somanta de palos. El francés se sentía desorientado por el golpetazo que le habían asestado en la cabeza.

Mareado y tembloroso se encaró a uno de los dos y se lanzó contra él pensando en derribar al menos a uno de ellos cuanto antes mejor, pero de nuevo falló en su intento y quedó expuesto a nuevos golpes de los aldeanos enfurecidos.

Apercíbome que, a lo mío alrededor, la comitiva adolece serias dificultades para contener la furia del averno que nos fustiga con vehemente dolor. 

Si bien mis vigentes escuderos, la cíngara et el fiel Khaled, semblan aguantar mellor el envite, non acaece lo mesmo con el de Besalú y el francés: El primero destos yace caído e non sé qué va a ser dél. 

Non parece que el de Moureau corra mellor suerte e uno podría creer que perdió toda fortuna tras sus iniciales ataques, tan certeros como mortales. Desde la mía posición, cuenta me doy que ha marrado sus últimos lances, tal como si aquestos malditos herejes hubieren obrado magia negra en él!

Me invade la apremiante necesidad de zafarme de mis dos actuales contendientes para acudir en ayuda de los míos: "Dios nos coja confesados!" mascullo a la vez que el salado sabor del sudor me invade al coger aire para afrentar una nueva acometida... 

Crucífera inicia su mortífero ascenso reventando las entrañas del renegado al que antes ya había acertado: Como pasara en anterior ocasión, noto el filo del montante desgarrar severamente la panza del infeliz e su punta enredarse con sus vísceras que ya brotan mezclados con sangre e otros efluvios vitales: "Haec mortuus, Deus receperint vos exeuntes in Gloria*".

La espada remonta el vuelo rasgando, lacerantemente, el pecho del otro contendiente!

Acabo el giro gracilmente, sosteniendo el filo en alto, presto para una nueva acometida o aguantar la bastonada de alguno de los oponentes! 

El caballero despacha a sus dos contrincantes, dando matarile a uno de ellos en el acto desgarrándole el tronco inferior y al otro agujereándole las tripas, llevándose el hombre las manos a las tripas soltando a la vez el burdo palo y cayendo apenas un instante después de rodillas sobre la fértil tierra y tumbándose sin sentido.

Sin tener muy claro cuantos quedan aún en pie, sigo maldiciendo, gritando y moviéndome evitando a cualquier hombre que se me acerque. 

El último de los oponentes de Khaled mece el palo desde su costado izquierdo en un movimiento pendular ascendente que falla la testa del moro por muy poco, desde arriba empuja con todas sus fuerzas el palo hacia abajo estrellando el palo contra el suelo y rompiéndolo en el acto, además al romperlo se daña su mano derecha al clavársele una esquirla de madera.

Dos de los cuatro oponentes de Agneta atacan con sus palos fallando todos los ataques salvo uno que Agneta logra detener hábilmente.

Viendo que los nuestros adversarios flaqueaban, hube de interponer de nuevo el coltell entre mi cuerpo y la vara de uno dellos, mientras disponíame a mal ferir a otro con un golpe seco. Y quiso Allah que la madera resonara contra mi acero y no contra mi torso, y que el filo de mi hoja alcanzara en el pecho a otro de aquellos malnacidos, al que hube de ferir de gravedad.

Khaled logró detener el palazo con tal maestría que al endemoniado se le resbaló el palo de entre los dedos y salió el tronco volando varias varas más allá.

Luego el moro logró liarle una buena a otro de sus adversarios clavándole el cuchillo en el abdomen y revolviendo allí dentro las tripas del infeliz hasta dejarle muy mal parado, al retirar el cuchillo pudo verse un agujero tremebundo y cómo partes oscuras de las tripas asomaban por el hoyo.

Los dos últimos adversarios de la gitana atacaron ahora, el primero de ellos (10) logró dirigir un palazo directo hacia el cuerpo de la mujer pero ésta estuvo hábil y logró detener el golpe pero no así el segundo de los palazos, que dio a la mujer en el estómago, la pobre se dobló en dos y aún recibió otro golpazo por el último de los hombres con el que luchaba (16) que le asestó un palazo en las costillas dejándole sin resuello y luego en otro intento cayó al suelo al girar demasiado sobre sí mismo queriendo reventar a la mujer.