Partida Rol por web

—Broté del tronco de un árbol... —contestó el dalishano en un murmullo resignado propio de quien sabe que, con un enano cerca, los chistes sobre abrazar robles y besar ciervos iban a empezar a correr como la cerveza en una taberna.

Parecía ponerlo un poco nervioso el aumento constante de gente a su alrededor. De hecho, se mantenia todo el rato en un segundo plano detrás de Gabrielle.

—Yo me conformo con no tener ningún encuentro fortuito con los dalishanos por el bosque... —suspiró Balaena, aceptando algo a regañadientes la nueva incorporación—. Tengo entendido que no les gusta que ningún humano se acerque demasiado a sus campamentos.

Tuvísteis que re-presentar a los dos recién llegados y viceversa. Luego os explicasteis lo ocurrido; por lo visto el lugar entero parecía haber envejecido años y años en una sola noche. Y vosotros simplemente habíais desaparecido y vuelto a aparecer de madrugada.

No habíais vuelto a ver lúcilos así que el desgarrón en el Velo se debía haber cerrado.

Tras una breve búsqueda, terimnásteis determinando que Sion simplemente se había esfumado en el aire. Si había vuelto con vosotros al "presente", se había marchado. Y si no... bueno, la alternativa era bastante espeluznante. Casi tanto como quedarse atrapado en otra época.

Os dispusisteis a preparar la carreta para partir. Kando fue rápidamente a hacerse amigo del recién llegado (lo que se tradujo en tirarlo al suelo de un efusivo abrazo perruno al echarle las patas. Con el consecuente y baboso lenguetazo) Asthan por su parte no parecía molesto con el animal pero tampoco se separaba de las proximidades de Gabrielle ya que parecía ser con quien más confianza tenía al haber sido la primera de vosotros que se había presentado... y debía haberlo hecho de diez para que confiase en ella. Al menos teniendo en cuenta la archiconocida actitud esquiva de los elfos salvajes.

Cuando estábais casi listos os pareció escuchar el sonido de unos cascos. ¿Caballos caminando por el bosque? Al rato, una cara familiar apareció entre la espesura por uno de los laterales de la posada.

—Por todo lo sagrado, sigue aquí—la voz de Dabona parecía cargada de una mezcla de orgullo y nostalgia. Miró la posada como si hablase con el edificio y sonrió—. ¿Qué digo? Por supuesto que sigue aquí. Siempre estuvo aquí.

Vuestros compañeros intercambiaron miradas y cejas enarcadas.

—¡Dabona! —gritó Gabby, mientras una sonrisa de oreja a oreja iluminó su rostro.

Corrió hacia la anciana como si fuera a darle un abrazo, pero se contuvo en el último momento. Tal vez Davona nunca la hubiera conocido en aquella línea temporal. Pero seguro que Janus le había hablado de ella.

—Soy Gabby, ¿me recuerdas?

-Aqui algo falla.-Digo desde mi posición en la parte baja del árbol del que acabo de descender.-Da la sensación de que sabe algo sobre este lugar y lo que aquí ha pasado que ignoramos... ¿Sería tan amable de iluminarnos?

La anciana os miró como si llevárais puestos tres coloridos sombreros de arlequín superpuestos en torre sobre la cabeza o algo así. Lo hizo largamente durante unos segundos antes de terminar respondiendo: —¿Saber, qué, muchacho?—dijo—. Lo único que ha pasado por aquí fué la Ruina, pero de eso ya hace un mes.

Cuando Gabrielle se acercó sin embargo parpadeó confusa.

—Me... Me temo que no, jovencita. Lo siento—titubeó escrutando su rostro—. Aunque hay algo familiar en ti que inspira cercanía. ¿Cómo es que sabes mi nombre?

—Vale. Paso de que me den explicaciones—suspiró Belgar con desmayo. El enano se fué hacia la parte de atrás de la carreta con ambos brazos en alto como quien no quiere saber nada del tema so pena de que le implosione la cabeza tratando de entenderlo—. Me limitaré a asentir y a hacer como que todo esto tiene lógica y me resulta normal. Va a ser lo mejor...

Lynn miró a Gabrielle con los ojos muy abiertos y las cejas arqueadas con una sorpresa que, a su vez, indicaba prudencia.

-Estoy con Belgar.-Digo sonriendo.-Explícaselo tu que sabes mucho más que nosotros de estas cosas... 

Gabby enarcó las cejas.

—¿No te habló Janus de nosotros? —preguntó, dubitativa.

La anciana pareció confusa.

—Espera, ¿de qué conocéis a mi Janus?—se rascó la frente—. ¿Cuándo... se supone que me habló de vosotros?

—Hace casi cincuenta largos años, exactamente.

La voz provenía de detrás de la mujer. Era la voz de un hombre también mayor pero tenía un tinte... familiar que os sonaba de algo.

Un hombre ya anciano pero vigoroso con el cabello y la barba de un pálido castaño grisáceo surgió de la fronda detrás de Dabona. Iba vestido con ropas pardas, tenía la piel curtida de alguien que ha trabajado en su vida pero a gusto con ello y dos ojos llenos de vida y calidez. Llevaba alguna que otra cuentecilla de marfil adornándole el cabello.

—Tú no les llegaste a ver porque se fueron antes pero Nicolae te habló de ellos. Fueron las personas que me salvaron—miró a la maga y sonrió—. Hola, Gabrielle.

Os observó a los demás mientras rodeaba a su mujer con un brazo y la estrechaba contra él.

—Lynn, Alexei, Belgar, y... Kando. No he olvidado esos nombres. Nicolae estaba tan seguro de que algún día volveríamos a veros como un profeta de sus profecías. Cómo me alegro de que estuviese en lo cierto.

Lynn tenía la pura expresión de la estupefacción en el rostro y miró a Gabrielle mientras señalaba con un dedo al hombre como quien señala una aparición. Kando ladró alegremente moviendo la cola y se acercó a olfatear a los recién llegados. En cuanto a Belgar... Belgar ya se había metido en la carreta.

Balaena parpadeó y os miró con expresión entre inocente e interrogante.

—¿Quienes son estas personas?

Gabby sonrió, emocionada.

De alguna manera habían cambiado el presente destruyendo al Demonio de la Gula. En esta línea temporal, Janus seguía vivo, Dabona no había enviudado y los dos se habían marchado de aquel lugar en busca de la felicidad. Sólo esperaba que la anciana no hiciera demasiadas preguntas acerca de lo que había sucedido, según su experiencia, hacía cincuenta años. Ya había suficiente gente confundida porque, para empezar, ella ni había nacido cuando supuestamente salvó a Janus.

—Son los dueños de esta taberna —le respondió a Balaena, señalando el desvencijado edificio—. Me alegro de que todo saliera bien. Puedo... ¿puedo daros un abrazo?

Dabona miró con una ceja arqueada a su marido primero, luego se quedó un instante pensando. No teníais ni idea de lo que le habría contado Janus en su momento ya que Nicolae se había limitado a decir que "os habíais tenido que ir" pero algún motivo debía haber para que no dijese nada sobre la incongruencia temporal. Janus por su parte se acercó un par de pasos a vosotros.

—Tuvimos que huir al norte cuando vino la Ruina—explicó—. La horda arrasó todo el pueblo... menos nuestra posada. ¿No es increíble? supongo que porque el Descanso del Grifo siempre ha estado ahí. Es como si la hubiese protegido el mismísimo Hacedor.

Sonrió. Aquel dicho sobre la posada parecía haberse vuelto totalmente literal: ni la Ruina había podido con ella.

—Ahora que todo ha pasado hemos decidido volver... quizá haya mucho por recuperar todavía pero tenemos todo el tiempo del mundo. Y Wilgar nos echará una mano para que la posada siga estando siempre ahí... para el viajero cansado.

Cuando Gabrielle le hizo la pregunta, simplemente estiró los brazos y ensanchó la sonrisa.

—Llevo casi cincuenta años esperando por ello—contestó—. Os fuisteis demasiado deprisa la última vez.

Gabrielle había descubierto su capacidad para la magia cuando encendió una vela en la capilla del Hacedor con sólo pensarlo. Había ocultado este hecho durante unos días, pero la Hermana Bethel la conocía demasiado bien. "Tal vez el Hacedor tiene otros planes para ti" le había dicho, cuando había confesado su amargura por no poder convertirse en sacerdotisa "no hace falta tomar los votos para llevar su luz a los rincones de este mundo". Que tonta había sido entonces: se creía una mujer y no era más que una adolescente caprichosa y obstinada.

Tras el sabor agridulce que le había dejado la granja de los Grawpe, haber cambiado de aquella manera tan radical las vidas de aquellas personas le llenaban el corazón de entusiasmo y le devolvía la fe en el bien. Tal vez el Hacedor sí que protegía esa taberna, después de todo. Y si ella había aportado su pequeño granito de arena como su agente en el mundo, estaba muy orgullosa de ello.

Gabby cruzó el espacio que mediaba con Janus de un par de zancadas largas y le dio un abrazo, primero a él y luego a Dabona.

—Seguro que os irá muy bien. Aunque tal vez debáis hacer alguna reparación que otra —dijo, guiñándole un ojo a Janus—. Wilgar es vuestra hija, ¿verdad? ¿Está bien?

Sin decir palabra, permanezco en pié observando la escena. Instantes después, reconozco finalmente al posadero que rescatamos de aquel ser diabólico.

-Espero que todo te vaya bien, Janus.-Digo acercándome y tendiéndole la mano.-Y perdon por aquella pequeña confusión cuando nos conocimos. No estoy habituado a seres que cambian de forma, como pudiste comprobar.

—Me hago una idea—respondió Janus a Alexei, estrechándole la mano después de aceptar el abrazo de Gabrielle—. Pero eso sí que lo he olvidado.

Le guiñó un ojo con lo último aunque la pregunta de la maga pareció pillarlo por sorpresa.

—¿Mmm? No, Wilgar es nuestro hijo—respondió. Luego giró la cabeza hacia Dabona—. Que por cierto, se está preguntando cómo es posible que su anciana madre haya sido capaz de saltar de la carreta y salir pitando dejándole colgado con la tarea de atar los caballos antes de que haya podido decir "esta boca es mía".

La mujer se limitó a encogerse de hombros al más puro estilo "¿He hecho algo raro?". Es más, hasta levantó la barbilla con teatrero orgullo.

Nolan había aprovechado para recoger a los caballos y engancharlos a la carreta, dejándola lista para partir. El orlesiano estaba sentado en el pescante y osobservaba en silencio aunque cuando vió que la conversación se distendía un poco hizo un inciso.

—Deberíamos partir en cuanto podamos—dijo levantando una mano con media sonrisa—. El bosque es enorme y si pretendéis buscar algo en él, necesitamos todo el tiempo posible. Además, no estoy seguro de si lloverá otra vez.