Partida Rol por web

-La cosa mejora por momentos.-Pienso apartando ligeramente al cánido.-Yo también me alegro de verte, pero no hay que ser tan efusivo... ¿Puedes buscar a los demás, Kando?

Gabby se aseguró de que no hubiera nadie escuchando en el pasillo antes de comenzar a dar vueltas en círculos por la habitación, visiblemente alterada

—¡Esto es mi culpa! —se amonestó Gabrielle—. Debería haber previsto lo peligrosa que esa singularidad podría ser para un nativo del Velo. ¿Cuándo me convertiré en una maga sabia y previsora como Wynne? Debería haberte enviado lejos antes de que destruyéramos a ese demonio de la Gula.

Se tapó la cara con las dos manos y lanzó un gruñido exasperado.

—¡Arrrgh! Te devolveré a casa, lo prometo —se estrujó las neuronas—. Vale, en el Bosque de Brecilia el manto que separa el Velo del mundo material es muy fino. Tal vez encontremos un lugar por el que puedas colarte.

Astu... Asthan se quitó las manos de la cara y levantó la cabeza para mirarte con una ceja más alta que otra.

—No crees en serio que me habría largado dejándote a tu suerte contra un Demonio de la Gula, ¿verdad?

Se encogió hacia atrás, levantando las piernas hasta llevarse las rodillas casi a la cara y luego  las estiró de golpe con lo que dio un brinco cayendo en cuclillas. Se puso en pie sacudiéndose los brazos.

—Y no es culpa tuya. No tenías forma de saberlo—añadió—. ¡Ni si quiera yo lo pensé! Era imposible adivinar que pasaría algo así.

Ya que estaba con aquello, se miró los brazos, las piernas, y trató de mirarse la espalda por encima del hombro pero terminó dando una vuelta sobre si mismo.

—Bueno, supongo que esto... tendrá que valer por el momento—dijo—. Aunque confieso que cuando dije que quería que me mostraras vuestro mundo jamás pensé que la cosa podía llegar a volverse tan literal.

Se fijó en ese instante en que no parabas de dar vueltas en círculos y te agarró para que pararas. O para no marearse de mirarte. Una vez se hubo asegurado de que no te ibas a poner a dar vueltas de nuevo te soltó y sonrió.

—Y no hace falta que me prometas nada. Ya lo sé.

—Ufff.

Gabrielle abrazó a Astucia. Una parte muy pequeñita de ella se preguntaba si el espíritu notaría distinto el abrazo en el mundo natural y en el Velo.

—Vamos a tener que disimular delante de los demás. ¿Qué sabes de los elfos dalishanos?

No sabías si Astucia notaría distinto el abrazo pero desde luego tú sí. No era como abrazar el rayo de sol de siempre, era... bueno, como abrazar a una persona normal y corriente. De hecho no te quedó claro si podías oir un corazón.

—¿Qué saben tus compañeros de los elfos dalishanos?—el espíritu te contestó con otra pregunta pero que era un dato importante a vuestro favor: nadie sabía mucho sobre los elfos salvajes a menos que se hubiese dedicado a estudiar su cultura o conociera uno—. Y en cuanto a mí... creo que sé más o menos lo mismo que tú.

Gabby se rascó la mejilla en un gesto pensativo.

—Será suficiente. Sólo espero que no nos encontremos a dalishanos de verdad. En ese caso, sería mejor hacerte pasar por un elfo de ciudad —dijo Gabby—, porque ellos seguros que nos pillan. Ni siquiera tienes tatuajes.

—Si nos encontramos dalishanos y de pronto digo que soy un elfo de ciudad, tus amigos van a sospechar—respondió Asthan. Balaena lo había asociado nada más verlo con un elfo salvaje—. Pero no te preocupes, mientras no tenga que oficiar ninguna boda dalishana, doy el pego.

Se pellizcó la barbilla mirando al techo.

—¿Te imaginas si llego a ser un espíritu de la Justicia? Hubiese tenido su gracia tratar de explicar qué narices pinta un tipo blindado en medio del bosque... —tras el inciso filosófico, manoteó el aire y volvió al tema—. En cuanto al tatuaje. Eso es fácil de arreglar.

Se tocó el entrecejo con un índice y trazó una suave linea curva sobre una la ceja. Conforme lo hacía, dejaba un pequeño rastro luminoso que se extendón solo trazando suaves curvas y formas por su frente. Al apagarse viste cómo aparecía un delicado tatuaje dalishano debajo que imitaba con ramitas unas astas onduladas: el vallaslin de Ghilan'nain, la madre de las hallas. Asthan se sopló el dedo y se encogió de hombros son una sonrisita pilla.

—¿Que, estoy más guapo así?

El mabari ladró y dió vueltas en círculo durante un instante, luego volvió a ladrar y corrió afuera para que le siguieses. Al hacerlo viste que, en efecto, de nuevo habías vuelto "a tu tiempo" pero parecía que para la posada hubiesen pasado varias décadas. No era una ruina pero simplemente estaba llena de telarañas, polvo y ventanas tapadas con tablas de madera.

En el exterior descubriste varias cosas: una era que alguien había excavado un hoyo en el establo, otra era Balaena que sostenía del ronzal a uno de sus caballos mientras miraba a un lado y a otro como si buscase algo aunque cuando el perro se le acercó llamó su atención e hizo que se acuclillase a acariciarlo un momento.

—¡Por Andraste, que alguien me saque de aquí!

La voz de Lynn sonó en algún lugar y Balaena volvió a dejar al perro para mirar en ambas direcciones.

—Te digo que no sé dónde es "aquí"—resopló poniéndose en jarras.

—Bueno, yo tampoco. ¡Sólo veo hojas por todas partes!—resopló la clériga—. ¿No hay nada con hojas cerca de ti?

—Arbustos... y un árbol—Kando se acercó al susodicho y le echó las patas, ladrando hacia arriba con la lengua fuera y moviendo la cola alegremente—. ¿Qué haces dentro de la copa de un árbol?

—¡Y yo qué sé!

-¿Puedo ayudaros?-Pregunto acercándome.-Me alegra ver que Lynn está bien. ¿Sabéis dónde estan los demás? Si tenéis una cuerda subiré a por ti, Lynn, no te muevas o la copa podría ceder y caerías al suelo. Se que no pesas demasiado, pero no sé en qué ramas te estás apoyando, así que mantén la calma y todo se arreglará. 

—Oh, sí, muy favorecedor —dijo, soltando una risita—. Eso debería bastar, aunque espero que Balaena no recuerde que carecías de tatuaje. En fin, supongo que es mejor que volvamos al campamento.

Asthan soltó una risita.

—¿Por qué crees que me cubrí la cara?—cuando dijiste lo de volver afuera, sin embargo, adquirió repentinamente una expresión más... neutra, de nuevo atento a los alrededores que tan raros se le debían antojar—. Ah, sí, claro. El exterior.

Carraspeó y viste que dudaba un instante. Luego pareció decidirse a caminar pero la primera zancada fue extrañamente larga, tropezó y dió un traspié hacia adelante como si de algún modo no hubiese previsto volver a poner el pie en el suelo. Se miró las botas y torció el gesto.

—La costumbre... —resopló—. Creo que mejor uso las piernas.

Entendiste entonces que debía haber intentado volar y por tanto era lógico que no contase con volver a poner el pie en el suelo... no parecía haber tenido en cuenta que ahora "pesaba".

Cuando saliste al exterior, el panorama era un tanto curioso: Balaena (que aún tenía agarrado al caballo) miraba para la copa de un árbol cercano, Kando le había echado las patas al árbol y también miraba hacia arriba meneando la cola alegremente. Alexei estaba junto a ellos, hablando con la copa del árbol al parecer.

Asthan se quedó asomado a la puerta, observando con inquietud la escena.

No os han visto así que, si os acercais, roléalo en consecuencia.

—Sé lo difícil que es esto para ti —le dijo a Asthan—. Pero por suerte los dalishanos tienen fama de lacónicos y distantes. No tienes que relacionarte más de lo que te apetezca en cada momento.

Mientras aguardaba la respuesta del espíritu que se había hecho carne trató de vislumbrar qué estaban mirando todos en la copa de aquél árbol.

Balaena pegó un bote en el sitio y se giró mirándote con la expresión de quien acaba de descubrir una araña e su ropa.

—¡Alexei!—exclamó—. Hacedor, qué susto... ¿de dónde sales? He estado buscándoos por todas partes. Sólo he dado con Gabrielle, anda dentro de la posada con un amiguito que se ha encontrado...

—Lo de que estoy bien es discutible. Aquí arriba hay más ramas de las que parecen—refunfuñó Lynn, y viste que la copa del árbol se agitaba y caían un par de hojas—. Y no sé cómo porras lo he conseguido pero me he hecho un nudo con ellas. No logro averiguar dónde me he enganchado.