Partida Rol por web

—¿Qué te pasa?—se atrevió a preguntar Lynn.

—Un hombre se presentó aquí—respondió el fantasma—. Nunca se le ha negado a nadie la oportunidad de entrar a este lugar. Pero cuando delaté que traía la oscuridad consigo... me acuchilló sin previo aviso.

Se separó del portal aunque encorvaba la espalda. Y pese a que no envainó su arma, la mantuvo con la punta mirando al suelo.

—Sólo la hoja de Glandivalis podría hacerme daño de Verdad—añadió—. Tenéis en vuestras manos algo que no deberíais pero puedo ver una luz en vuestros corazones. Aunque no sé si será suficiente. No hay ritos que seguir en este momento. No si quereis cumplir lo que estáis diciendo.

—¿Eso qué quiere decir? ¿Que podemos pasar?

—Puedo abriros un camino directo... sólo por esta vez—resaltó el Guardián—. Pero me temo que estoy demasiado debil para ayudaros. Aunque antes...

Os volvió a mirar, o más concretamente, miró a Alexei.

—Hay algo que me gustaría preguntarte—de nuevo los ojos de la entidad centellearon como dos fuegos—. He visto que el camino que te ha traído hasta aquí no ha sido fácil. Hay sufrimiento en tu pasado. Tuyo. Y de otros...

Alexei de nuevo tuvo aquella extraña sensación, no desagradable, pero sí sobrecogedora, de que era incapaz de ocultarle nada.

—Si vuelve a suceder. Si alguien querido vuelve a sufrir por algo que has hecho... o no has hecho. ¿Le habrás fallado a ese alguien?

La pregunta dejó a Alexei desencajado. ¿Por qué le preguntaba a él? ¡Era Gabby la que se dedicaba a resolver acertijos! Además la pregunta era tramposa, muy ambigüa. ¿Cómo iba a responder a algo así de forma clara y concisa'

Piensa Alexei, no pierdas los nervios.

«Hay sufrimiento en tu pasado. Tuyo. Y de otros...» El rubio pensó. Sólo se le ocurrían cuatro candidatos para esos "otros". Sus padres, Anne y Ayla. «Si vuelve a suceder. Si alguien querido vuelve a sufrir por algo que has hecho... o no has hecho.» Sus padres no podían ser, ya no podían sufrir más. Alexei apretó los puños al rememorar a sus padres una vez más. La punzada en el pecho seguía ahí. Eso reducía las opciones a dos. Anne o Ayla. Debía de referirse a Anne, tenía que hablar de la búsqueda de las cenizas sagradas. Si es que no se equivocaba claro.

¡Céntrate Alexei! ¡Tienes que optar por una opción!

«¿Le habrás fallado a ese alguien?» ¿Le fallaría a Anne si no conseguían las cenizas? ¿Precisamente se había asegurado de que la joven no supiera nada para que no se hiciera falsas esperanzas? ¿Pero eso le quitaba responsabilidad? ¿Y si se refería a que igual las cenizas no podían curar los ojos de Anne? El joven guerrero comenzaba a ser un hervidero de dudas.

Respira y mira dentro de ti. La respuesta no es tan compleja.

Se había perdido en la búsqueda de algo trascendental, pero la respuesta era mucho más sencilla. Si alguien sufría por su acción o su inacción, si alguien sufría por su causa...

—Sí. Le habré fallado.

El Guardián entornó los ojos durante un instante y el brillo se volvió a disipar.

—Gracias, era todo lo que quería saber.

Su cabeza se volvió a girar, esta vez hacia Lynn.

—Te preguntas qué pasaría si las cosas hubieran sido diferentes, ¿verdad?—dijo con aquella voz profunda pero a la vez serena—. Si hubieses sido capaz de detener a Dreren.

La muchacha dió un imperceptible paso atrás con aquello y los ojos del fantasma centellearon de nuevo.

—Y ahora caminas una senda llena de dudas. Dudas de si estás haciendo algo horrible, de si de nuevo estás depositando tu fé en quien deberías.

—Siempre va a haber dudas—respondió escuetamente la clériga. Jugueteaba con el extremo de la trenza visiblemente incómoda bajo aquel escrutinio—. Pero cuando el pasado que duele también enseña.

El centelleo en los ojos del guardián cesó de nuevo.

—Gracias, era todo lo que quería saber—dijo, y el fantasmal fulgor volvió a aparecer cuando giró la cabeza para observar a otro miembro de vuestro grupo. Sucedía cada vez que se dirigía a un miembro de vuestro grupo.

—¿Te importa que te llame "Ayla"?

—Te voy a ahorrar tiempo—interrumpió la apóstata alzando ambas manos como quien pide una pausa—. Sí, desearía no haber ido sembrando muerte y destrucción por medio Ferelden. Desearía haberlo hecho mejor; quizá haber confiado en la única amiga que tenía en el Círculo en lugar de pensar que podía causarle problemas. Quizá le fallé. Y sí, odio mi propia debilidad, odio no saber si volvería hacer esto de tener una alternativa. Y sobre todo odio tener miedo de lo que va a pasar después.

El Guardián la observó fijamente unos instantes hasta que aquel centelleo en su mirada se apagó. Sólo asintió.

Entonces miró de reojo a Wynne aunque en esta ocasión no hubo brillo alguno. Es más, tampoco le dijo nada, se mantuvo así durante unos largos segundos tras los cuales suspiró con algo que os pareció una desconcertante mezcla entre entendimiento y pena.

—Respetaré esa decisión.

Tras aquello, dió media vuelta y se aproximó hacia un muro situado tras la puerta que había estado protegiendo. Estiró el brazo haciendo un pase hacia arriba y conforme éste trazaba la semicircunferencia visteis rielar el aire al igual que si estuviese haciéndolo sobre la superficie de un estanque.

Entonces el muro se volvió translúcido con el mismo brillo blancoazulado que él y juraríais que pudisteis ver el infinito a través de los sillares, como si mil y un salas y mil y un momentos se superpusieran unas sobre otras de un modo imposible. Pero de algún modo erais a la vez capaces de ver claramente un camino, como un tunel fantasmal.

El espectro se inclinó ligeramente mostrándooslo con la mano, como quien incita a pasar por una puerta.

Alexei abrió los ojos asombrado. Había visto ya muchos imposibles, pero no importaba. Seguía siendo igual de impresionable. Con la mano aún en la empuñadura (¿quizás un gesto a heredar del difunto Cedric?), el joven guerrero se adelantó para entrar el primero en el túnel.

—Yo iré primero.

Cuando estabas a punto de pasar detrás de los demás, el Guardián habló.

—Habeis perdido a muchos por el camino—dijo repentinamente—. Pero lo peor aún está por suceder. Si tuvieras que elegir una sola cosa... ¿Hay algo de lo que te arrepientas?

Cuando te giraste hacia él sus ojos estaban brillando.

El corazón de Gabrielle había comenzado a latir más deprisa cuando el Guardián había empezado a hacer preguntas, y había suspirado de alivio cuando les había dado paso franco sin interpelarla a ella. Evitó hacer contacto visual con aquellas chispas azules y apretó el paso para ponerse a la altura de los demás. El Guardián, empero, la detuvo justo cuando iba a cruzar. Él y Gabrielle estaban a solas en este lado del portal.

¿Por qué motivo le había dado intimidad a ella y a sus compañeros les había preguntado delante de todo el mundo? ¿Le preguntaría algo sobre Astucia o se trataba de alguna otra cosa?

—¿Una sola, Guardián? —preguntó en un hilo de voz, y bajó la mirada.

Había muchas cosas de las que se arrepentía. Pero había una astilla que se le había quedado clavada en el corazón. 

—Me arrepiento de no haber detenido a Sion cuando tuve ocasión —dijo alzando la mirada para encontrarse con la del Guardián, y las lágrimas le acudieron a los ojos antes de añadir con voz temblorosa:—, era sólo un niño...

Sorbió por la nariz y miró a otro lado.

El fulgor en los ojos del Guardián de nuevo perdió su intensidad. Resultaban más tranquilizadores, más "humanos" de aquella manera.

—Hay luces que se han apagado. Y otras que corren peligro de hacerlo.

Finalmente envainó su espada.

—La mayor de las verdades puede ser la más dolorosa, incluso un recuerdo feliz puede ser el recuerdo más triste—dijo—. Cuando llegue el peor momento nos salvarás o nos condenarás a todos. Por hora, el camino está abierto...

Alexei se adentró el primero en aquell extraño sendero. Era como caminar sobre el agua pues juraría que sus pies dejaban una especie de ondas... pese a que se encontraba pisando suelo firme (e invisible) El efecto en todo el mundo fué el mismo.

A los pocos segundos de empezar a andar renunciásteis a intentar concebir aquel espacio como algo físico. Ni si quiera discerníais paredes, era como si todo estuviera allí y a la vez no estuviese. Pero tampoco fué muy largo, no habían pasado un par de minutos cuando brotásteis a una nueva antesala de la cual salía un único pasillo, como si surgiéseis de una pared de agua: Alexei, Ayla, Lynn, Wynne y la más rezagada, Gabrielle.

—¿Creeis que el Guardián ha vuelto a recuperarse al Velo?—preguntó Lynn algo inquieta al no verlo aparecer—. Tenía entendido que su vigilia sólo terminará cuando lo haga el imperio de Tevinter pero parecía bastante tocado...

—Bueno, se le ve honorable pero no del tipo de honorable  que de tanto serlo resulte idiota—dijo Ayla—. Es decir, hay un maldito dragón en la puerta. No creo que se le cuele nadie mientras está ausente... así que supongo que tu respuesta es "sí".

Wynne se apoyó con un suspiro jadeante sobre el marco de la puerta y Lynn se acercó rápidamente.

—Wynne, ¿estás... ?

—Sí, cielo—se adelantó la Encantadora Superior—. El escudo que he conjurado antes cansa bastante. Sólo necesito unos segundos para respirar. ¡No me espéreis, por amor de Andraste! ¡Las Cenizas están al otro lado y Adrath esgrime el único arma conta la que el Guardián no puede protegerlas!