Partida Rol por web

El caballero agachó la cabeza ante la mención del cuasi perfecto proceder de los caballeros de Solamnia, ante lo cual sólo acertó a decir:

-No es oro todo lo que reluce, como se suele decir -dijo en referencia a las fantasiosas leyenda que había oído la cazadora- en mi orden hay de todo, después de la guerra de la lanza, parece que el buen proceder se ha impuesto, pero no somos ningunos héroes ni tampoco los salvadores de Krym, sólo unos pocos hombres que intentamos actuar de forma correcta, aunque puede variar ligeramente de un sujeto a otro, pues todos somos humanos y tenemos nuestros defectos... -dijo con humildad en referencia a su orden de caballería- no obstante -añadió algo más animado- sí que hemos retomado la costumbre de matar dragones, al menos algunos de los nuestros, por lo que esa parte sí que es verdad -expuso con una media sonrisa intentando que el recuerdo de sus propios defectos no le afectara- mas según tengo entendido matar dragones tampoco es algo que os resulte extraño... -concluyó a sabiendas de la enorme gesta que hizo la semihumana, según le contó Xadrielie.

Después de la colorida coreografía que acompañaba a la oración de Ormin, Thyla esperaba de corazón que para restaurar el santuario no tuvieran que hacer todos lo mismo. Una vez organizado todo dentro del árbol, se dirigió primero a Suindhël:

- ¿Qué hechizos vas a lanzar? deberíamos acordar algo idóneo para compenetrar bien la magia, ¿no crees?

Después se dirigió a Jaenis, y al resto en general.

- Yo tengo comida de sobra para todos también, si alguien necesita que me lo diga, en esta caja hay de todo - estaba realmente satisfecha con su caja de raciones.

El Túnica Blanca contempló la danza del kalinesti, al principio agradecido porque se lo veía comprometido con la difícil tarea de reconciliar Silvanesti con la esencia de la naturaleza, luego con respeto al ver que el ritual que estaba realizando era sagrado para él, y por último desconcertado, por qué tiene que desnudarse para todo?, pensó mientras sus mejillas se enrojecían sin que se diese cuenta.

Llegó el momento de la cena, desistió de comer nada de lo que hubiese en las alforjas del murciélago, prefirió proseguir con las raciones que había almorzado pocas horas antes. Entonces la elfa de la reina preguntó acerca de los conjuros, él sopesó las posibilidades, dubitativo, y varios segundos después le respondió - Pensé en proteger las monturas con un encantamiento, pero de hacerlo romperé el mimetismo del refugio de Umbarëzela con el entorno, tal vez sea mejor que los animales queden a la intemperie, después de todo no es algo extraño que haya animales en un bosque, verdad? - la pregunta se respondía por sí sola.

- Dama Thylantalessa, si su pregunta apunta a los sortilegios para el día entrante, me parece muy interesante su propuesta, es una muy buena idea equilibrar los dones que nos brindan Solinari y Nuitari desde lo arcano y Kiri-Jolith y Quenesti Pah desde lo divino, con los de Chislev. Considerando que nuestra misión apunta a restaurar el vínculo entre los dioses de la luz y los de la naturaleza, qué mejor que comenzar por nosotros mismos? - sonrió con entusiasmo mesurado, como si se contuviese al momento de expresar sus emociones - Mi especialidad es la adivinación, pero si hubiese un combate puedo colaborar con efectos de fuego dirigidos con precisión, al igual que con flechas certeras - dijo intentando responder a su inquietud, esperando en su interior que su iniciativa fuese retribuida por el resto.

Falin no dijo absolutamente nada durante todo el viaje. Más de uno se preguntó si aquel elfo seguía allí con ellos, y sí, estaba en el grupo, pero ni intervenía, ni se hacía notar, ni iniciaba conversación alguna. Solo escuchaba, observaba, vigilaba, sin saber muy bien qué puñetas estaba haciendo allí. Las formas y maneras del grupo eran demasiado pomposas o exquisitas, Falin no estaba allí para juzgar a nadie, pero cuando empezaran las muertes, a lo mejor se les iban las ganas de hablar con tanta fluidez.

Se mantuvo en segundo plano en todo momento, solo respondía si se le preguntaba y cuando se sentaron a comer, sacó de sus alforjas los dos objetos más útiles que tenía: unas raciones que siempre estaban rellenas y una jarra que también se rellenaba diariamente. También tenía raciones en la mochila, por si alguien se quedaba sin ellas, pero no parecía necesario, todos tenían su propia comida. Decidió gastar primero las raciones perecederas, porque pronto se pondrian malas y estarían incomibles. Sacó su saco de dormir, se acomodó y observó el campamento mientras los demás charlaban y compartían confidencias.

Y no perdió de vista a la Túnica Roja.

Lleváis cerca de una hora conversando animadamente sin que nadie interrumpa vuestra guardia, cuando Ashe llama tu atención, sobresaltada.

En el lugar donde estaban atadas tu montura y la de Suildhël, ahora solo está el blanco corcel del mago elfo. Celer ha desaparecido.

La exploradora semihumana se descuelga por la soga que atasteis hace un rato y tú lo haces tras ella, preguntándote dónde habrá ido a parar tu caballo.

—Huellas —indico a mi compañero, tras recorrer unos cuantos metros por los alrededores—. ¿Las ves? Allí. Y algo de pelo enganchado en esa rama partida. Y van hacia el sureste, nosotros venimos del noreste, así que esas huellas no son nuestras.

La verdad es que el rastro sería fácil de seguir incluso para un kirath poco experimentado. Lo que me preocupa no es si encontraremos al caballo extraviado, sino quién se lo ha llevado.

—No se ha soltado y ha cedido marcharse por su cuenta en busca de pasto —le explico a Galahad—. ¿Ves esa huella junto a la piedra redonda? Esa es inequívocamente de la herradura de tu caballo. Pero esta otra... Ven, acércate. Esta otra, aunque también es una pezuña, no es de caballo sino de algo que parece un cérvido de alguna clase. Un sátiro, diría yo, y venía solo. Creo. Si fueran más de uno los habríamos visto y habría más huellas recientes.

Desando parte del camino para confirmar mis sospechas.

—Parece que ha seguido nuestro rastro hasta aquí y ha aprovechado que estábamos distraídos para robarnos. Si sus huellas son fáciles de seguir para quien sabe hacerlo, imagínate las que hemos dejado nosotros. Hasta un ciego podría rastrearnos.

El caballero había pagado cara su distracción con la semihumana, el hecho de encontrar a alguien a parte de Xadrielae que quisiera hablar con él en aquel país le había hecho descuidar sus quehaceres normales y ahora era su caballo el que pagaba el precio, por lo que cabizbajo le dijo a Ashe:

-¡Maldita sea! -exclamó enfadado por perder a su montura- los seres de este bosque son más esquivos de lo que pensaba, debo recuperar mi montura estimada señora, sólo los cobardes abandonan a su suerte a sus seres queridos... -expuso reprimiendo un doloroso recuerdo de su juventud- y es obvio que no podré hacerlo sin vuestra guía para rastrear, pero no seré yo quien os arrastre a un peligro mayor -añadió pidiendo implícitamente que lo ayudara pero sin exhortarla a ello- no obstante, ya he cometido demasiadas imprudencias por hoy, avisaré a los demás de que me releven y seguiré el camino que me indicáis, mas si me permitís una pregunta, ¿sabéis algo de sátiros? creo que es la primera vez que escucho algo de ellos... -dijo dejando clara su inexperiencia en aquel asunto.

—Son vividores. Amantes de la música, el vino y la fornicación. Al menos eso se decía de ellos en los tiempos en que deambulaban libremente por los bosques de Silvanesti y Qualinesti. Hasta donde yo sé, nunca tuvieron asentamientos fijos. Nunca los consideramos enemigos de los elfos aunque, ¿quién sabe en qué se habrán convertido tras la Pesadilla? Yo no me he topado con ninguno hasta la fecha y no ansiaba hacerlo tampoco.

»Si vas tras el ladrón, yo iré contigo. No es bueno que ninguno vaya solo por el bosque y menos sin conocerlo. Pero dices bien, primero hay que informar a los demás para que estén prevenidos. ¿Los avisas tú?

Tras haber provocado a Elfito dejándole sentir la suavidad del tejido de sus medias bajo la Túnica Roja, Jaenis lo ignoró deliberadamente durante el resto del tiempo, dejando que su anticipación creciera.

—No me miréis a mí a la hora de derretir la carne de nuestros enemigos o hacer burbujear su piel, para eso, afortunadamente, ya tenemos a mi colega ,el Túnica Blanca. Mi magia es mucho más... inofensiva —dijo la Esfinge con un deje divertido en la voz, guiñándole un ojo al aludido para quitarle hierro al asunto—. Mi ámbito de experiencia es una magia más táctica, sofisticada dirían algunos, de alterar el campo de batalla a nuestro favor y hacer que nuestros aliados sean más poderosos, y nuestros enemigos menos peligrosos.

El caballero asintió a la cazadora conforme le explicaba la naturaleza de los sátiros, sin duda eran seres aborrecibles, mas acertó únicamente a decir:

-¿Y para qué iban a querer esas criaturas a mi caballo? -pregunto extrañado de que esos seres libertinos se interesasen por su montura.

Acto seguido, y aunque la semihumana se movía más rápidamente, accedió sin dudar a su petición de ir él a informar, pues ya bastante hacía con venir con él, por lo que le respondió:

-Yo les aviso, no os preocupéis, y muchas gracias por ayudarme dama Ashe -dijo con una leve reverencia de profundo agradecimiento.

El caballero entró en la casa árbol, y al compañero más cercano le dijo con voz seria pero tranquila:

-Un sátiro se ha acercado sin que lo viésemos y se ha llevado mi caballo, el de Suindhël está bien, pero la Dama Ashe ha accedido a ayudarme a rastrearlo e intentar recuperarlo, necesito que otros dos hagan guardia por nosotros mientras nos ausentamos, perdonad las molestias... -dijo lamentando aquella interrupción de la rutina pero alegrándose al menos de ponerlos sobreaviso.

- Está bien... - Dijo Xadrielie. - Dice que un sátiro ha robado los caballos y que irá tras su pista con Ashe. ¿Alguien se presta a guardar el campamento conmigo? - Dijo la sacerdotisa tratando de desperezarse. - Me parece, Galahad, que esto va a ser una constante. Se cuanto quieres a tu caballo y lo entiendo, pero por desgracia, este no es sitio para él.

Sin esperar respuesta de sus compañeros, la sacerdotisa se puso en pie dispuesta a salir de su refugio y armada, por lo que pudiera suceder. Alguien tendría que vigilar y dado que el origen de dicha problemática era su buen amigo humano, se veía en la obligación de ofrecerse ella misma para hacer si turno de guardia.

Ormin abrió un ojo, pero aún estaba dormido:

-Ps-hser hn-trapa a-seranos- Masculló de forma ininteligible. El druida bostezó y sacó la lengua para desentumecerla antes de repetir:

-¡Ejem!. Digo que puede ser una trampa para separarnos-

El kalanesti miró a Galahad con lástima: -Si no puedes renunciar a tu caballo, te ayudaré a recuperarlo-

Miró a los demás y añadió: -Creo si vamos, tendríamos que ir todos-

El caballero lamentó tener que involucrar a su amiga por sus cargas personales, por lo que cabizbajo añadió:

-Lo sé dama Xadrielie, y lo lamento de veras, si encontramos algún lugar seguro lo dejaré allí, pero ahora mismo debo intentar recuperarlo, es lo mínimo que dicta el honor... -aclaró esperando que a Celer no le pasara nada para acto seguido dirigirse a Ormín y añadir- con vuestra ayuda está claro que nuestras posibilidades de éxito serían mayores, pero no considero necesario ir todos -expuso lamentando tener que involucrar a todo el mundo en un fallo suyo- acompañadnos con vuestro animal volador y si la cosa se complica podréis volver para informar al resto; ahora si me disculpáis debo volver con Ashe antes de que el rastro se enffríe demasiado- concluyó haciendo una reverencia a los presentes y dispuesto a volver con la cazadora.

Xadrielie sale a montar guardia, mientras que Galahad se aleja de vuestro refugio en compañía de Ashe, Ormin y su monstruoso murciélago. Los demás parecen poco deseosos de abandonar la seguridad que ofrece el interior del árbol mágico por un caballo de dudosa utilidad para vuestra misión.

Sobrevolando las copas de los árboles a lomos de su monstruoso murciélago, Ormin tiene problemas para seguir desde el aire los movimientos de sus compañeros en tierra. A menudo los pierde de vista y debe retroceder parte del camino recorrido para localizarlos nuevamente.

Por su parte, el solámnico y la exploradora persiguen el rastro de la pareja casi tan deprisa como la armadura de Galahad se lo permite. Umbarëzella lleva la delantera, pero se detiene cada pocos metros para buscar nuevas pistas que os permitan seguir avanzando, o para abrirse camino a golpe de espada corta por entre la densa maleza ayudada por el caballero sin caballo.

Por desgracia, vuestra presa siempre parece ir por delante de vosotros y después de un buen rato caminando, el hambre y el cansancio de la jornada, comienzan a hacer mella en el ánimo y el físico de la pareja de caminantes. Hasta el punto de que la semielfa os plantea si merece la pena seguir adelante con la búsqueda o regresar al refugio que habéis dejado atrás.

Galahad les comentó que un sátiro se había llevado uno de los caballos, en un comienzo temió que se tratase de Kaoth, pero aún sabiendo que estaba a salvo, se preocupó por el paradero del otro animal. Ormin habló de una supuesta trampa para dividirlos y si bien algo así le parecía inalcanzable para la inteligencia de las criaturas del bosque maldito, sí coincidía con él en que dividirse los debilitaba. Tendría que haber lanzado el conjuro de todos modos, se lamentó para sí.

Se quedó pensando en las posibilidades que tenían, entre la exploradora y el druida seguramente darían con el animal y si los dioses eran generosos, seguramente lo encontrarían con vida. Pero esto se repetiría una y otra vez hasta el cansancio, sus conjuros podían proteger a los caballos de un sátiro pero llamarían la atención de criaturas aún más peligrosas. Las palabras de la exploradora resonaban en su cabeza, no sólo era una mujer experimentada sino que ella había llegado a Silvanost y regresado con vida cuando cientos de guerreros habían perecido al intentarlo.

- Me temo que Lady Umbarëzela tiene razón, las monturas serán un estorbo y lo más probable es que no sobrevivan muchos días más. Están asustadas durante el día y duermen desprotegidas por la noche, es una pésima combinación - dijo en élfico a los que quedaron en el árbol, ninguno de ellos había traído caballo pero sus palabras cobraron sentido con lo que dijo a continuación - Espero que entiendan que debemos regresar - lo había pensado una y otra vez pero no había otra salida - Nos costará dos días volver a este punto, lamento no haber previsto esto antes, pero demorarnos unos días no supondrá un problema si eso mejora nuestras posibilidades de llegar con vida al Santuario -

- Parte de la carga que llevo en las alforjas es comida y bebida, pero Lady Ashe asegura que ella puede ocuparse de eso. Sin embargo necesitaré de la generosidad de ustedes para llevar una manta y las flechas que he traído de reserva, son cosas de las que no puedo prescindir, pero mi mochila está casi llena y me temo que si la cargo más terminaré demorando a todo el grupo- dijo sin mirar a nadie en especial, prefirió que surgiese de cada uno el colaborar o no con él.

Entonces se asomó por la entrada y se acercó a Xadrielie para montar guardia junto a ella. 

El caballero resopló alicaído, no podía creer la desgracia que se cernía sobre él, en tan sólo el primer día de viaje, y para colmo no podía hacer nada sin meter a sus compañeros en un peligro que ya les había costado parte de su salud. Así pues, sintiendo que la seguridad de los demás era responsabilidad suya por haberlos metido en aquello dijo:

-Esta bien, volvamos -expuso en tono dolido- no obstante, Ormín, si puedo pediros un favor, ¿podéis adelantaros durante unos minutos e informadnos si se percibe algo de actividad delante nuestra? nosotros volveremos al refugio, pero teniendo en cuenta mi velocidad en este bosque no me cabe duda de que no os costará alcanzarnos -concluyó esperando que al druida le pareciera bien el plan.

Así pues, agachó la cabeza y se dispuso a desandar el camino andado, sin poder parar de pensar en el truculento destino que ha sufrido su pobre caballo, en manos de esas criaturas salvajes...

El caballo de Galahad no dejaba rastro. Las arrugas de la frente del elfo se ahondaron aún más con un gesto ceñudo. El druida hizo descender su murciélago para discutir su siguiente paso con Ashe y Galahad.

¿podéis adelantaros durante unos minutos e informadnos si se percibe algo de actividad delante nuestra?

Ormin asintió con gesto serio. Había intentado no empatizar con el humano, pero no podía evitar imaginarse cómo se sentiría el caballero al perder su montura. Instintivamente acarició el cuello de Perezoso y alzó el vuelo con un potente aleteo que sin embargo, no emitió ningún ruido.

-Vamos Busca. Abre bien los ojos…Y las orejotas- Añadió acariciando las enormes orejas afelpadas del murciélago.

El kalanesti no tenía muchas esperanzas, pero aun así puso todo su empeño en cumplir con la petición del solámnico.