Partida Rol por web

 Miré fascinado el legendario lugar, del que tantas historias he oído, aunque me imagino que muchas serán producto de la imaginación de la gente, y me giro a mis compañeros, con un brillo especial en los ojos:

 - ¿Preparados para conocer un pedazo de historia, muchachos?.

Asintió risueña como siempre -Bien, en ese caso si quieres hacer la primera o ultima guardia, me es igual, yo haré una de las de en medio, así la visión no sera problema- miro a Baigron y luego al muchacho a ver si les parecía bien y decidían -Y no me llames señora cariño, no soy ninguna señora, llámame Desdemona-

Baigron sencillamente asintio, cuando su nombre aparecia o hacian referencia a el; la danza de la espada era todo lo que le importaba ahora mismo; la verdad es que el chico le caia bien, era honrado y directo, algo que era muy raro de encontrar en esta dura epoca de espadas y sangre.

Les dejo hablar y continuo con lo suyo..no tenia nada mejor que hacer, ni decir todo sea dicho...

Sin relamente proponérselo, el aspirante a caballero inspiraba con fuerza al entrar en Solace, era como si todo su ser quisiera impregnarse del ambiente. Estaba relamente emocionado, pero sabe que debía comportarse. La ciudad era muy bonita, pero sus caminos llenos de barro por el uso del día, gente que recoge sus pertencias a veces a gritos y alguna maldición de un comerciante que no ha tenido un buen día, tan bien llega a mis oídos, así que a pesar de toda la magia que envuelve el lugar, tiene un punto "real" muy acusado.

Pero no es suficiente para que el enorme guerrero se venga abajo. Saluda a los guaridas que hacen su trabajo y se ajusta bien el broche de martín pescador que tiene en su ligera armadura de cuero. La fila para entrar a la famosa posada es bastante grande y me sorprende. Vamos a dejar las monturas en el establo a pie del árbol y entrar, una vez me siente en una mesa, podré decir que nuestra aventura comienza. Por muy chiquillo que parezca, es lo que pienso.

-Preparado- digo quizás con demasiada seriedad, intentando aparentar-

Poco a poco, la fila de gente fue avanzando. Pese a preguntar a todos los que entraban en la escalera de caracol que iba ascendiendo por el tronco, no se apreciaba especial tensión en el trámite. Cuando os toca, el miliciano joven pierde un poco de color en la cara, hecho que intenta ocultar agarrando con fuerza el mango de su alabarda. Traga varias veces, mirando fijamente a Zoak, pero no acierta a decir nada.

Una sonrisa aflora a la cara de promiente mentón del sargento, con incipiente barba, pese a rasurársela aquella mañana. Coloca sus manos a ambos lados del cuerpo, una de ellas junto a su espada ancha, que descansa en su vaina, y os observa a los tres, con confianza. Asiente un par de veces, y dice:

- Saludos, Escuderos Solamnicos, e Hijo de las Islas del Mar de Sangre!! Que os trae por la posada?? Supongo que un descanso bien merecido... Las armas han de permanecer en su vaina, con un seguro. Normas de la casa...

Algún trámite mas que cumplir en "La Ciudad Alta"??, pregunta, mientras prepara las tiras de cuero que harán las veces de seguro para vuestras armas.

- Ehh... Emmm... Ya sabe, mi se... Desdemona, la costumbre de tratar con Caballeros de Rango!!, dice el joven rubio, con una sonrisa.

- Si a vos no le importuna, Señor, dice, mirando a Baigron, que seguía con su instrucción con su espada, casi como si buscase una Comunión que no llegaba, haré en ese caso la primera guardia, y dentro de 3 horas, la despertaré a usted, Desdemona...

Dicho eso, coge una espada ancha que lleva en su hatillo, y se la cala a la cintura apretando el cinturón. Despues, busca con la mirada un punto desde el que vigilar, y se dirige a una piedra prominente que hay en la zona mas alta de la zona, donde sube de un salto, y se arrebuja en su capa.

 - Solo somos viajeros que andamos de paso y que también sentimos fascinación por esta hermosa ciudad, tal importante en la historia reciente... - Le respondí al sargento. - ... Si quisiéramos preguntar a alguien acerca de la historia local y la de los alrededores. ¿A quien tendríamos que dirigirnos, si fuerais tan amable?.

De acuerdo acepto Baigron el ofrecimiento del joven escudero, concentrado aun en su particular entrenamiento/plegaria.

El curtido sargento mira al mago, sin dejar traslucir ninguna expresión que indique si aprueba o no su dedicación, y , tras rascarse levemente la incipiente barba de la mejilla, dice:

- Desde luego, si alguien posee conocimientos de la historia de esta Villa, que esté vivo, por supuesto!!!, dice, sonriendo ante su propio comentario, como si le hubiera parecido ingenioso: ese es, sin duda, nuestro alcalde, el Señor Majere. Hasta la Guerra de los Espíritus, fue un gran Hechicero, pero despues de esta, decidió retirarse, y dedicarse solo a estudios mas... "mundanos", no se si me entienden... No les recomiendo, si es que consiguen que les atienda, que le recuerden dicho pasado..., acaba, poniéndose de repente serio.

Tras eso, con un - Con permiso..., va colocando el seguro en cada una de las armas que llevais. - Arcos y ballestas han de ir descordados..., apostilla, mirando a ver si llevais alguna de estas armas vosotros.

- Bien, que disfruten de las comodidades de Solace, y recuerden no meterse en lios...!!, acaba, haciendo un saludo militar, y pasando su atención a los siguientes hombres en la fila, después de hacer un gesto al soldado para que retire la alabarda para permitiros el paso.

Poco a poco, colcando vuestros sacos, os disponeis a dormir al raso, mientras el joven Asthor se dedica a sus labores en la guardia. Mientras os vais quedando dormidos, podeis escuchar que, de tanto en cuanto, el joven se acerca a echar un nuevo leño al fuego, el cual mantiene encendido, pues la noche, pese a ser veraniega, promete ser fresca, dada la cercanía al lago Crystalmir...

En un momento dado, no sabes cuanto ha pasado, pues te sorprende lo profundo que has dormido, en esta, tu primera noche de libertad en años, notas como alguien te mece ligeramente. Al principio, no reaccionas, dado lo leve del movimiento, pero cuando repite, algo mas fuerte, te despiertas de repente, agarrando la ballesta y un virote, en un movimiento mecánico largo tiempo aprendido.

- Tranquila, mi se... Desdemona, te susurra el joven solámnico, para no despertar a Baigron que, con su metabolismo bajo de dracónico, pareciese estar hibernando, mi guardia ha finalizado sin novedad. Las estrellas indican que estamos bien pasada la medianoche..., dice, tras lo que un mal disimulado bostezo se dibuja en su cara. - Suerte con la vuestra...!!, acaba, extendiendo su saco, y metiendose en él, dejando la espada, metida en su vaina, bajo el monton de mantas que usa como almohada. Ahh, por si quiere mantener la hoguera encendida, me he permitido almacenar uno cuantos tocones que he visto por los alrededores..., te dice, ya sin disimular un gran bostezo, tras lo que se tumba, y en menos de un minuto, duerme con una respiración pesada...

Se levanta tranquilamente, viendo ya al muchacho dormir y susurra -Descansad- en la oscuridad, busca un sitio alto donde sentarse y estar algo oculta, para así ver mejor pero no ser un blanco fácil.

Piensa en los que han ido poblado adentro, esperando que estén bien y por supuesto hayan descubierto algo, eso de que un individuo la quisiese para no saber que, la inquietaba un poco aunque no lo dejase ver.

Mas de un centenar de escalones que ascienden, rodeando el poderoso tronco del Vallenwood, os llevan hasta el final de la escalera, que acaba en una tarima de unos 20m², rodeada de una barandilla de madera con buen lustre (suponeis que se cuida diariamente). En la puerta, otro guardia, soldado como el de abajo, con muchas pecas pelirrojas, y un ensortijado pelo del mismo color, que le asoma bajo el bacinete de metal, os saluda, viendo que los seguros están en su sitio. Retira la Alabarda, y os franquea el paso a la posada propiamente dicha.

La puerta de madera se mueve facilmente en sus bisagras, bien engrasadas, para dar paso a una sala común amplia, con varias mesas, algunas rectangulares y otras redondas bastante atestadas de parroquianos que, una vez acabadas sus labores, se acercan a la Posada a cenar, o simplemente a tomar una cerveza, vino o aguamiel antes de volver a sus hogares a descansar.

Al fondo, un amplio hogar permanece apagado, pues en lo pofundo del verano no es necesario. A la izquierda vuestra, tras entrar, una barra, ancha y limpia, abre paso a unas dobles puertas, tras las que, a juzgar por el delicioso olor, se encuentra la cocina. Una mujer, de unos "cuarentaypico", con una coleta alta y larga, copada de canas, pero aun con zonas de un pelirrojo brillante, alta y fuerte, vestida con un delantal de cuero, está recogiendo bandejas de madera con restos de comida que otra, de un pelo corto, castaño, y ensortijado, aunque con bastantes canas tambien, deja sobre la barra. Esta última, vestida con un delantal de cuero, pero tanto ropas como complexion son mas propias de un hombre, aunque mucho mas estilizada, se gira cuando entrais, dedicadoos una mirada con unos penetrantes ojos verdes, aderezada con una media sonrisa confiada. Aunque no se parecen demasiado, sí es evidente que son familia.

Limpiandose las manos con un trapo que cuelga de su cinturon de cuero, en el que hay varias herramientas colgadas (un cuchillo de hoja ancha, uno de hoja fina, unas tijeras, un sacacorchos, etc...), parece disculparse con la de la coleta, y se acerca a vosotros. En lo que llega, podeis ver que, al fondo, a la izquierda del apagado hogar, una recia puerta de madera parece dar entrada, tanto al aseo, como a la zona de habitaciones.

- Vaya, vaya, vaya, el "cachorro" de Valthonis se deja caer por la posada... con extranjeros, al parecer..., os dice, mirando primero a Anubis, y despues al resto. Pese a parecer de algo menos de la edad de su hermana mayor, tiene una belleza enigmática. Pero bueno, que no me quiero meter donde no me llaman!!, dice sonriendo ampliamente, mostrando unos dientes blancos, nacarados, que dan un brillo especial a sus labios carnosos.

- Bienvenidos a "La Posada del Ultimo Hogar". Mi nombre es Dezra, y en nombre de mi hermana, Laura, tambien, os damos la bienvenida!! Desearán cenar..., alojarse..., o ambas cosas??, tras lo que juguetea con el trapo mientras mira sin disimulo tanto a todos y cada uno de vosotros, como si pudiese adivinar cosas sobre vosotros solo con miraros.

Oteando un poco el entorno, con tus ojos mas que acostumbrados a oscuridades mucho mas profundas, eliges uno de los arboles que rodea el claro para esconderte, y, desde ahí, vigilar, hasta que acabe tu guardia. Sin apenas esfuerzo, trepas a una de las ramas mas altas, y, con la ballesta prepara a un lado, empiezas tu guardia...

No puedes si no disfrutar de estar de nuevo libre, en la superficie de Krynn, este mundo del que apenas sabias nada, a parte de lo que te contó el desdichado Tunica Negra que te invocó tantas y tantas veces y que, tonto de él, acabó enamorandose de ti. Notas un leve consquilleo en la cabeza, y subiendo la mano, tocas la "torque" que te ha dado el Draconiano Kapak, el extraño Kartag, que ha ido a investigar la aldea de los goblins... - Los goblins!!, piensas, alertada, pues hace ya tiempo que no te fijas en ellos. Tu vision superior a la de cualquier humano en este entorno, te permite ver que, tras cenar copiosamente, ahora duermen a pierna suelta, cada uno atado a un tocon de madera.

Vuelves tu atención a la diadema, y pasas los dedos sobre el delicado tallado del hueso con la que está hecha: pese a no saber nada de magia, puedes sentir que encierra un poder pulsante: "Mi visión me mostró que debe descansar en tu frente y te protegera del mal y de tus enemigos.", te dijo el Kapak. - Sería verdad?? Por qué sus visiones le dirigieron a tí??, son preguntas que te haces, mientras tu fino oido va tamizando los sonidos propios de la naturales.

Tras tres horas, tu guardia está llegando a su fin, y nada, a parte de tus reflexiones, parece turbarla. Es el turno de despertar a Baigron.

El minotauro, siempre tan parco en palabras, tan parco en emociones, no pudo evitar abrir los ojos como platos. Estaba emocionado por estar en aquel mítico lugar, cuna de tantos grandes guerreros y de tantos héroes.

Aguardó impasible a que el guardia pusiera el cuero a su enorme hacha que colgaba atravesando su torso. Otra a su espada, la espada de Gondar, y otra al sable de fuego.

Después siguieron a Anubis, conocía el lugar y fueron directos a una posada.

Un buen plato de comida caliente y recién hecha seguro que les vendría bien, además el olor que salía de aquella cocina auguraba algo bueno.

La humana que regentaba el local parecía conocer al mago blanco así que el minotauro aguardó a que se presentaran

Se acerco sigilosa a Baigron, para no hacer ruido y despertar al muchacho, que según veía seguía plácidamente durmiendo cual angelito. Se arrimo al oído de Baigron y dijo -Psss, psss, es tu turno- y acto seguido se acostó, arropándose.

Cuando Baigron se despierta, es bien profunda la noche. El fuego sigue encendido, aunque de mucho menor intensidad. Los ruidos nocturnos acompañan su despertar, mientras Desdemona, con un leve bostezo, se dispone a acostarse al lado de Asthor. El joven solamnico duerme profundamente...