Partida Rol por web

Arquiro concertó una reunión en el templo con el objeto de discutir las últimas maniobras del faraón. El culto de Ptah se había posicionado, bajo su consejo, como contrario a los rituales sangrientos, lo que lo situaba en una posición difícil en la esfera de influencia de la corte... El cretense esperaba impaciente las últimas noticias sobre el asunto...

No te había costado trabajo convencer al culto de que el culto de sangre era algo aborrecible y que debía ser evitado. Es más, en realidad sólo habías sido una de las voces en exponer tal opinión. No tienes nada que temer en ese aspecto. Esa misma actitud, extendida entre el culto de Ptah, había puesto a tus compañeros artesanos y sacerdotes en una peliaguda situación: el faraón podía decretar en cualquier momento un castigo contra el culto. Las relaciones no eran buenas con el palacio desde hacía años, aunque siempre han precisado de vuestro trabajo.

Esa noche en la que despiertas a un sacerdote para poder hablar con él, éste te comenta algo inquietante: se ha estipulado que el ritual se emule por todo Egipto para la próxima luna nueva, es decir, en 28 días.

Arquiro reunió a los sacerdotes en el templo y les comunicó su decisión de pedir una audiencia con el faraón, para tratar de convencerle de la inutilidad de ofrecer un sacrificio de sangre.

-Si fracaso -les dijo-, es claro que el culto tendrá que plegarse a sus exigencias y obedecer al faraón: pero quiero ver de primera mano las razones para este cambio tan drástico...

Los sacerdotes y artesanos se muestran de acuerdo en tu decisión y te apoyan. Mañana mismo se concertará una entrevista con el faraón, si accede, para un momento justo tras la caída de la noche. Irás en representación de los fieles del culto de Ptah, el culto más importante de la ciudad, aunque no del templo, los sacerdotes tratarán el problema de otra manera. O en otras palabras, prefieren mantenerse al margen por si las cosas salieran mal poder minimizar los daños.

Con graves preocupaciones en tu mente, te retiras a tu ya casi ancestral casa-taller.

La noche siguiente, nada más despertar, tus sirvientes te informan de que la cita con el faraón ha sido confirmada y te ayudan a prepararte con la mayor presteza. En pocos minutos ya estás camino del palacio, acompañado de tu bella "esposa" Andrómeda.

Unos pocos artesanos te esperan en el interior de palacio, formando una llamativa comitiva. Nerviosos, cuchichean entre sí y te contagian parte de su incertidumbre y malestar. Si esta noche salen mal las cosas pueden ser severamente castigados, sus familias sufrir e incluso peor. No es de extrañar que estén nerviosos. Andrómeda pide calma y eso es lo que hay.

Unos momentos más tarde, la comitiva avanza con aplomo y seguridad por la sala de recepciones del faraón. Ante vosotros se alza, entronizado, un Aha majestuoso, maquillado, portador de tesoros de increíble valor sobre su persona (un peto de oro con incrustaciones, brazaletes, anillos, etc.) y de rostro enmarcado en, no se puede decir de otra manera, furia.

-Decidme lo que tengáis que decir, representantes del culto de Ptah. Os escucho. Pero os advierto, no toleraré que se me cuestione. Nadie puede cuestionar las decisiones del faraón de Egipto y salir indemne -su afirmación no admite réplica.

A su alrededor soldados y cortesanos se remueven nerviosos. Andrómeda te hace una ligerísima seña de negación.

Arquiro se humilla ante el sacerdote siguiendo todos los pasos del complejo protocolo según se lo ha contado Andrómeda. Luego procura que su voz resulte respetuosa y humilde, si bien firme.

-Mi soberano, nada más lejos de nuestra intención. Ordenad y obedeceremos, como siempre hemos hecho. Prósperos han sido para los fieles de Ptah los años de vuestro reinado, y no tenéis otros súbditos más fieles que nosotros. No podía ser de otra manera, pues mi señor se ha mostrado enormemente generoso con nosotros, y no podemos sino corresponder con nuestros cuerpos y nuestros espíritus. Nadie somos para poner en duda vuestras instrucciones, pues están inspiradas por instancias más altas de las que jamás nosotros lograremos entender. Si mi señor considera que ha llegado el momento de ofrecer víctimas propiciatorias a los dioses, nada he de oponer; aunque mi fe sea la de un culto creador e incruento. Porque nosotros construímos, como bien sabéis, pues lo hacemos a la mayor gloria de vuestro nombre, y así os honramos, y así honramos a Ptah. Y esto es lo que mejor sabemos hacer: sólidas murallas contra las que se aplastan los enemigos del faraón; inmensos palacios que cantan vuestra gloria; templos que os han situado en el lugar que os corresponde junto a los dioses... Así ha sido desde que tenemos memoria, pero sólo vos tenéis la potestad de decirnos cuál es la mejor manera de honraros, mi señor. Con la extensión de nuestras obras para que vuestro nombre perdure eternamente o con el derramamiento de la sangre sobre la piedra. Vos sólo ordenad y obedeceremos.

-Asistiréis al sacrificio de la próxima luna nueva. Menfis y todo el país acatará las órdenes de su soberano y rendirá pleitesía a los dioses de la noche venidera. Quien se oponga a asistir será considerado traidor, quien se oponga abiertamente será ejecutado. Los tiempos cambian y Egipto liderará las transformaciones del mundo, yo conduciré los dos reinos y quien me siga será recompensado con creces. Vete y que la palabra de lo que se ha dicho esta noche se siembre en las mentes de los que te escuchen y que crezcan como el cereal de la Tierra Negra -concluye por fin.

El halo del faraón es sumamente inusual: el rojo de la furia, el verde de la obsesión, el azul oscuro de la suspicacia, todos cambian rápidamente, revelando un frenesí de emociones. Pero lo más chocante es una especie de sobre-halo. Jamás habías visto tal cosa. ¿Es posible la existencia de dos personas en el mismo cuerpo?

El rey de las dos tierras se echa hacia atrás en su bello trono de madera de Libia tallada, dando por concluida la conversación.

Arquiro se retira de la presencia del faraón y después comunica a los sacerdotes de Ptah el resultado de su entrevista.

-Nuestro señor ha sido tajante y no admitía discusión ninguna. Es probable que los años de intrigas cortesanas hayan hecho mella en su cabeza, pero también temo que algo esté perturbando su buen juicio. Algo no... tan natural. En cualquier caso, no nos queda más remedio que acatar las órdenes del faraón y capear el temporal mientras descubro qué es lo que está sucediendo aquí...

Luego se retira a sus aposentos con Andrómeda y le comunica el extraño aspecto del aura del faraón:

-¿Sabéis, mi señora, qué tipo de brujería podría ser esta? Supongo que si alguien tomara el aspecto del faraón, aun así sólo se percibiría un aura, no dos. ¿Qué extraño poder es éste? ¿Habéis visto alguna vez a un vástago haciendo gala de él?

Por último, mandó un mensaje para Joseth:

"Algo extraño le sucede al faraón. El templo de Ptah me presiona para convencerle de que renuncie a los sacrificios de sangre, pues son opuestos al culto, pero Ahá se ha mostrado inflexible al respecto. Aunque creo que no actúa libremente: ha sufrido un cambio de carácter demasiado radical. ¿Acaso el retorno de los sacrificios beneficia al culto de Set? Espero respuestas e instrucciones vuestras."

Después de asegurarse de que el muchacho transmitiría correctamente el mensaje, pasó la mano por su frente, fría y mortecina a la luz de la luna. Miró por la ventana.

A quién de verdad necesito es a Nosfer. Si sólo supiera cómo encontrarle de nuevo...

-Tuve la oportunidad, hace mucho, de contemplar el espíritu de un muerto de personalidad muy poderosa y alma torturada. Encantaba una cueva. Tenía el poder de poseer temporalmente a los hombres, pero no pudo conmigo. La experiencia no es agradable, según parece y, aunque no fui testigo de ninguna de ellas, bien podría tratarse de eso. Desde luego lo explicaría. Otra cuestión es lo que se puede hacer al respecto. Además, tampoco sabemos lo que el espíritu realmente pretende.

En Creta sin duda su sire podría haberse encargado de la situación, pero ella no posee más magia que la fuerza de las pasiones que despierta y la agudeza de sus sentidos. Al menos que tú sepas.

Tu aprendiz vuelve a la tienda, musitando entre dientes el mensaje aprendido de boca de Joseth, palabra por palabra, como hizo con el tuyo. Cuando está ante ti suelta de carrerilla: "las instrucciones ya fueron dadas, ocúpate de vigilar a los osiríacos, descubre cómo pretenden intentar destruir nuestro poder nuevamente". Haciendo un pequeño esfuerzo mental puedes imaginar al muchacho como el hombre de voz solemne pero amigable que te ofreció cierto refugio ante el déspota de Anum. Pero transformado, tal vez por la tensión de la situación, tal vez por el propio tiempo y las ansias de poder y el miedo a perderlo.

Tu bella sire interviene a continuación, despachando toda compañía mortal. Se encara hacia ti, mirándote fijamente a los ojos.

-Querido, debemos decidirnos. Hay varias opciones:
a) huir de Egipto, o al menos alejarnos de la zona más candente en cuanto a política. Pero eso nos debilitaría y haría que recibiéramos noticias atrasadas y nos sorprendieran los acontecimientos.
b) tomar bando por los setitas y cumplir con el papel de sumisos fieles, con toda la opresión que eso supondría.
c) tomar bando por los que se opongan a los setitas, que puede ser desde un suicidio hasta una batalla justa y heroica.
d) hacer oídos sordos y desaparecer del centro de los acontecimientos hasta que las cosas se calmen. Incluso podríamos buscar la paz del sueño de las eras, el letargo...

Andrómeda quiere escuchar una decisión de tus labios, o tal vez de tu mente. Es posible que ya haya trazado la suya, pero siendo como es resulta prácticamente imposible adivinarla.

Arquiro mira a Andrómeda. Su exposición de los hechos ha sido clara, brutal, lógica. Echa de menos la linealidad y la sobriedad del pensamiento cretense; de pronto se da cuenta de que lleva demasiado tiempo en esta tierra de ampulosidad y extravagancia; demasiado tiempo en Egipto, enredado en conspiraciones palaciegas.

-No serviré a Set mientras tenga un soplo de aliento en mi cuerpo muerto. Pero tampoco soy lo suficientemente poderoso para destruir a los setitas por mis propios medios. Y no acabo de confiar en los osiríacos: por lo que sé de ellos sus métodos parecen tan brutales como los de los setitas. No tenemos aliados. Senmut ha desaparecido, y no conozco ningún otro vástago en esta ciudad que comparta mi determinación. Sigamos con el juego, entonces. Iré al templo de Osiris a decir que deseo destruir a Set, buscaré su confianza. Joseth no sospechará, pues justo es eso lo que me ha pedido que haga. Una de las ventajas de hacer un triple juego, Andrómeda, es que al final ya no necesitas mentir.

Me acerco al taller de Arquiro con sumo cuidado, pues no descarto que Joseth pueda estar vigilandolo....o quizas Anum. Asi que observo que nadie vigile la casa antes de entrar ofuscado y presentarme ante Arquiro. Al igual que dentro tampoco haya nada sospechoso.

Si Andromeda no esta por las cercanias are una aparicion algo teatral, apareciendo de las sombras que queden en el rabillo del ojo de Arquiro.

(asumo que es asi y lo sigo con la discusion)

La bella Andrómeda se retira a meditar sobre la conversación recién acaecida, sin más, dejando a un Arquiro pensativo también, absorto en imaginar posibles futuros, más o menos funestos. Pasa un rato así hasta que de las sombras de la habitacion aparece un egipcio, normal, anodino y desconocido para Arquiro. Aun así la voz del mismo es inconfundible.

-Os saludo, hermano de la noche, no temais, soy yo, Nosfer. Ya os dije que me presentaría sin ser invitado, es mejor para ambos.

Se adelanta hacia donde se encuentra Arquiro, algo nervioso y vigilante, lanzando furtivas miradas hacia todos lados.

-Parece que las desgracias nos vuelve a juntar esta noche, aunque no penséis que os he dejado solo, tal y como os prometí.

Sonríe ligeramente.

-Es curioso, la última vez que hablamos pensé que vos, como yo, siendo criatura de la noche, no os interesaba culto alguno. Pero veo que ocupáis un lugar de importancia dentro de aquellos que veneran a Ptah, aunque la verdad es que cuadra mucho con vuestras habilidades.

Mientras, observa la obra del alfarero.

-Pero os arriesgáis mucho, no sé si os habéis percatado, pero desde hace 32 años que sois el mismo, vivís en el mismo sitio, tenéis el mismo aspecto e incluso, que yo sepa, el mismo nombre. Eso, amigo, no es muy normal en estos tiempos y puede llamar la atención sobre vuestra persona. Los sacerdotes no son necios y se habrán percatado de vuestra extraña naturaleza, pero bueno, es vuestra no-vida. Pero si aceptas algún consejo, deberías desaparecer de vez en cuando para reaparecer de nuevo como tu propio heredero, o algo por el estilo.

Encogiéndose de hombros tras la última frase sigue disertando.

-Bueno, al menos luego me podréis contar cosas del culto de Ptah, como sus extrañas actividades en palacio todas las noches con esos extraños rollos.

Mirando de nuevo hacia Arquiro sigue con el discurso.

-Vuestra entrevista con el faraón ha sido también un movimiento arriesgado, os ha expuesto sobremanera. Pero todo tiene su lado positivo, contadme, ¿que os pareció el faraón, qué os conto?

-Sé que vosotros los cretenses tenéis la habilidad de ver cosas que otros no ven, como verme a mi, por ejemplo. Así que supongo que veríais cosas interesantes en palacio.

Tras una breve pausa, esperando la reacción del alfarero, sonríe irónicamente.

-¡Ah! Ya recuerdo, sois reticente a contar cosas. Bueno, os contaré lo que yo sé y sospecho.

-Visité al faraón y pude notar, intuir, sentir, que algún ser, ente o espíritu se encontraba junto al faraón. Me pareció bastante amenazador y he de confesar que pensé que había venido a llevarse al faraón en su último viaje, pero no fue así, el faraón sigue vivo y empecinado en seguir con sus oscuras y macabras ceremonias, que nada bueno pueden traer sobre la tierra de Kemet.

-Me temo que alguien o algo está controlando la voluntad del faraón a través de los que sea eso que acompaña al faraón.

Y fijando la mirada en Arquiro espero aún su respuesta.

-Yo creo que se trata de los Setitas, del mismísimo Anum.

-Por ello os agradecería que por fin me contarais lo que sabéis de ese culto execrable, pues me temo que son el principio del actual mal.

Mirando de nuevo hacia los lados, vigilante y algo nerviosos, continúo.

-No sé que trato seguís teniendo con ellos, o al menos con Joseth, pero sería interesante saberlo.

Y añade como quien no quiere la cosa:

-¡Ah! Por cierto. Los soldados del faraón acaban de reducir a cenizas el lupanar que regentaba tu "amigo" Joseth. Parecía bastante enfurecido y no descartaría que fuera a pasarse por aquí en breve.

-Lo que por otra parte me hace pensar. ¿Creéis que Joseth ha renegado de su fe? ¿Que ha podido renegar de su Sire, del propio Anum?

El cretense no puede reprimir un leve sobresalto ante la ineseperada llegada de Nosfer.

¿Cuánto tiempo llevará aquí? ¿Cuántas veces habrá podido espiarme sin que yo lo advirtiera? Pero en este último caso, no tendría por qué preguntarme lo que necesita saber...

-¡Nosfer! Por todos los dioses, llegué a creer que no os volvería a ver. Y no mentiré si digo que sois probablemente el único (aparte de Andrímeda, evidentemente) en Menfis en quien puedo confiar. Pero tomad asiento, por favor. ¿Estáis hambriento? Creo que puedo disponer de un poco de sangre fresca para vos.

Arquiro espera a que su visitante se acomode y sólo entonces comienza a responder a sus preguntas.

-Tenéis razón, la última vez que nuestros caminos coincidieron yo no era precisamente el hombre más devoto de Menfis. Sin embargo, debéis reconocer que hay una diferencia sustancial entre el culto de Ptah, que no practica sacrificio humano ninguno y sólo se dedica a venerar la artesanía, la belleza y el conocimiento, y las aberrantes y sangrientas prácticas de los setitas... Prefiero con mucho estar del lado de humanos civilizados que de monstruos ávidos de poder como Anum. Aunque debo confesaros que mi situación no es tampoco la de un hombre libre.

Se reclina en su asiento y baja el tono de su voz, como si fuera a hacer una confesión.

-Antes... antes de la noche en la que fuimos atacados y vos nos salvastéis, Joseth y yo estábamos ultimando un plan: yo renegaría del culto de Set y pediría el ingreso en el de Ptah, con el fin de informar desde dentro a Joseth. En realidad, nunca he hecho otra cosa que darle información vaga y tratar de que el Templo de Ptah fuera un contrapeso al poder de Set en la ciudad, gracias al apoyo que el faraón le brindaba (apoyo que, según sabéis, acaba de desvanecerse...) De esta manera, mantenía a Joseth contento y lograba liberarme del yugo de los setitas sin que ellos lo supieran. Pero lo que yo no sabía es que Joseth no había informado de este plan a Anum, su superior: creo que el pobre sacerdote pretendía usarme como un aliado o como un servidor para deshacerse de Anum y ocupar su puesto. Pero Anum no se mantenía ocioso: la noche en que el templo de Set fue atacado, él y la mayoría de los guardias habían abandonado el lugar abruptamente, lo que me hace sospechar que Anum conocía de antemano el ataque y dejó que aquellos monstruos mataran a Joseth... y a mí...

Arquiro apoya una mano sobre su rodilla antes de continuar.

-Como bien sabéis, fue vuestra intervención la que hizo que no muriéramos aquella noche. Así que el plan siguió adelante. Yo ingresé en el culto de Ptah y recibí órdenes vagas de Joseth de vez en cuando, a la vez que le proporcionaba información inofensiva. Mientras tanto, me concentré en ampliar el poder del culto a Ptah en Menfis y en tratar de encontrar, dentro del Templo, a otro ser como nosotros, un aliado al que confiar mi secreto y con el que destruir a los Setitas. Pero no hay tal, o al menos, yo no lo he encontrado. Sólo estáis vos, y llevo tres décadas sin veros.


-Así que esta es la situación ahora: el faraón, que hasta este momento nos había apoyado y se había mostrado contrario al culto de Set, de improviso cambia de caracter y ordena sacrificios humanos, así como la total obediencia a sus órdenes, con unas maneras de tirano que nunca antes había mostrado. Cuando me entrevisté con él, en efecto, tuve la extraña sensación de que en su interior habitaban dos personalidades, como si la del propio faraón hubiera sido arrinconada y sometida por la de alguien de voluntad más fuerte... yo también sospecho de Anum, como vos, pues el cambio de personalidad del faraón sólo favorece al culto de Set. Y si los guardias del faraón han destruído el... ¿lupanar, decís? de Joseth, entonces sólo puede tratarse de un setita que quiera perjudicar a Joseth... y ése es Anum.

Por último, el cretense mira a Nosfer con determinación.

-Pero la pregunta es, ¿cómo destruir a Anum? Está claro que no podemos hacerlo sin destruir al faraón, y eso pondrá a toda la tierra de Kemet contra nosotros. Quizá Joseth, si es que ha comprendido que su superior quiere acabar con él, pueda ayudarnos a hacerlo, pero es un setita y no confío en él. En cualquier caso, está claro que mis opciones de seguir en Menfis a la luz pública como Arquiro Pade están tocando a su fin. He alcanzado el máximo poder que podía alcanzar, y pronto los mortales sospecharán de mi longevidad, como bien decís. No me vendría mal un cambio. Pero hemos de acabar primero con Anum. Hemos de destruir el cáncer que atenaza a estás tierras...