Partida Rol por web

¡Ya os avisé insensato! ¡Ven, Deprisa! -suena la voz del sacerdote. El miedo se apoderaba de las palabras que surgían detras de Andrómeda, al tiempo que esta era guiáda por una presencia hacia refugio de la habitación de la estatua de Set.

Tras ella, el muchacho extranjero.

Logras sin muchos problemas pasar tras él al interior de la cámara.

La habitación interior, la sala sagrada de la estatua de Set, es una cámara de aspecto sombrío, con la hierática figura de Set labrado en piedra dominando la estancia, casi tocando el techo. Resulta intimidante para cualquiera que accede a ella por primera vez. Y es un honor harto inusual, pues sólo las más sagradas personas tienen el derecho a acceder a estos santuarios de los templos y aún sólo durante las más importantes celebraciones. No obstante, la sala en sí es pequeña, cerrada, sin más salidas que por aquella por la que habéis entrado. Un pequeño brasero de cobre que hace las veces de pobre iluminación.

Fuera, en el patio y sobre las murallas suenan gritos y rugidos animales poco naturales. De buen seguro la gente que queda en el exterior está siendo masacrada. Andrómeda gimotea nerviosa que no quiere morir, en cretense, pero aún así comprensible en cualquier otra lengua.

El sumo-sacerdote, súbitamente visible de nuevo, se postra ante la estatua pidiéndole clemencia, ayuda o venganza sobre sus enemigos, mientras que Arquiro, el joven cretense, tras examinar la habitación, con expresión sombría se vuelve hacia la puerta, encarando al futuro enemigo.

Pasa más de un minuto en el que todo es griterío en el exterior, ya de pánico ya de dolor y muerte, con algún gruñido intercalado de origen poco natural. De repente el silencio se apodera del templo.

Me quedo escondido en las sombras al lado izquierdo de la puerta de entrada. Esperando a que, sea lo que sea, lo que esta fuera entre dentro de la sala.

La estructura de la sala de la estatua es la única del templo completamente construida en piedra. Resulta muy complicado saber el grosor de las paredes, pero si siguen los cánones de construcción de las de adobe (que sería lo lógico), éstas deben tener al menos medio metro de anchura. La construcción es bastante nueva, de manera que junturas y bordes están en muy buen estado, haciendo que trepar por las paredes sea tarea de arañas o ratas, pero no de humanos. A menos que hubiera alguien capaz de abrir huecos en la piedra caliza, claro está (es la más fácil de trabajar y la que han empleado en esta construcción).

La estatua de Set, hierática e intimidante, rige la estancia con su cerca de dos metros y medio de tamaño. Está fabricada también en piedra, aunque de una sola pieza. Debe pesar muchísimo.

La habitación está tenuemente iluminada por un brasero de cobre ante la estatua, proyectándose sombras por toda la pequeña estancia (de unos 6x4 metros a lo sumo).

Joseth, el sumo sacerdote está postrado ante la estatua, inmerso en una letanía incomprensible de fórmulas ritualistas. A su cinto una pequeña daga de cobre. Arquiro, el joven cretense, por contra, encara la puerta de entrada (sólo cubierta por una gruesa tela), desarmado pero con gran decisión. Andrómeda, por último, se refugia, gimoteante, "tras" la estatua de Set (pues la estatua no está puesta completamente contra la pared, hay un hueco que la misma posición de Andrómeda revela).

Finalmente el silencio se rompe con un ruido de caída de pesados pies al suelo del patio, cerca de la entrada de la sala en la que os refugiáis. Esperáis a que la enorme figura del monstruo negro aparezca a través de la pesada tela que hace las veces de puerta, pero oís un profundo olfateo y cómo sus pisadas se desplazan rápidamente hacia un costado y escucháis los gritos de un wab:

-¡¡No, no, piedad, piedarrrrrrgh!! -grito que acaba en un gorgoteo.

Segundos después sí acaba apareciendo el monstruo. Rompe la tela con sus garras (cayendo la gruesa tela al suelo, como si un cuchillo afiladísimo la hubiera cortado limpiamente) y asoma su enorme cabeza de chacal a la sala, enseñando unos afilados y grandes dientes. Su cabeza asoma, eso sí, casi rozando el techo de la sala.

Ahhhhggg!!!

No me gusta nada esto, no me gusta nada...nada de nada.

En cuanto Arquino..al menos Arquino, empieze a luchar contra la deidad mirare de escabullirme fuera, al menos fuera de la sala.

Tan sólo haber asomado a la sala el avatar de Anubis, el sacerdote se levanta y encara a la criatura con decisión

-¡¡¡Como osas profanar el santuario de Set!!! -Su misma voz atemorizaria al mortal más firme, pero son sus ojos de serpiente los que, dirigidos a los de la criatura, buscan romper tal fuerza indagando en sus más oscuros temores.

El hombre con cabeza de chacal queda momentáneamente paralizado por la duda al cruzar su mirada con la del sumo sacerdote, dejando unos segundos de ventaja para los que se le enfrentan. No obstante, a pesar de estar dudibativo, sus manos acaban en afiladas garras, sus orejas apuntadas casi rozan el techo de la sala y su aspecto inhumano y masivo causa cuanto menos respeto a quienes lo contemplan.

Espero a ver la reaccion de...bueno, de todos.

En cuanto vea el momento intento salir.

Por si acaso uso un punto de sangre para celeridad en el proximo turno, asi podre correr mas....

El sumo-sacerdote al parecer ha tenido cierto éxito en detener, de alguna manera, el avance de la criatura y mantiene ahora una lucha de miradas en la que parece estar ganando. El avatar de Anubis duda e incluso tiene que asirse del marco de la puerta para forzarse a no retroceder más. Arquiro sigue encarado al monstruo, desarmado y en tensión.

Esta es tu oportunidad. Te lanzas entre las piernas del monstruo, pero coincide que Arquiro elige exactamente el mismo momento que tú para hacerlo y, aunque confiabas en tu capacidad supra-humana de velocidad, él es más veloz y se cuela entre las piernas poco antes que tú, provocando un leve choque que parece ignorar. El cretense te acaba de adelantar y pasa al otro lado, accediendo nuevamente al patio, donde se para un breve instante para dirigirse rápidamente al arma de un guardia caído, una de esas temibles lanzas que empuñaban.

Tú, tras unos interminables instantes bajo las afiladas garras de las patas de la criatura, consigues pasar tras Arquiro al Patio y todavía te da tiempo, incluso de incorporarte y apartarte ligeramente antes de que el avatar reaccione.

Repentinamente el hombre chacal, aparentemente indefenso, a punto de caer en el terror, rompe sus respiraciones rápidas y entrecortadas y ruge con toda la fuerza de la que son capaces sus pulmones. El sonido quedará grabado para siempre en vuestros cerebros, reberberando en vuestras cabezas y haciéndolas temblar en su sitio. Vuestras tripas se hubieran retoricido y vuestros corazones se hubieran parado de no estar en el estado no-vivo en el que os encontráis.

El monstruo avanza un paso decidido y pesado hacia el sumo-sacerdote.

Me coloco en la parece contraria a la entrada, lo mas lejos que pueda, pero donde aun asi tenga vision del interior de la sala de Set. Tambien miro de estar lo cerca que pueda de la escalera.

Recoges otra lanza (pues los soldados de este templo sólo portan lanza aparentemente) de entre los guardias caídos y te colocas de manera que a tu espalda queda la puerta (más bien hueco) que da acceso al primer patio, en línea perfecta con la también abierta puerta del templo y de la sala de la estatua de Set. A tu izquierda la escalera de madera por la que subió el cretense a buscarte encima de los tejados de los talleres y frente a ti el monstruo y Arquiro, maniobrando la lanza para atacar al avatar de Anubis.

La lanza empuñada por Arquiro atraviesa la carne del monstruo, hincándose en los preternaturalmente duros músculos de la bestia bípeda. Tan sólo unos tres dedos de hoja de cobre desaparecen en el interior de su carne. Suficiente, no obstante, para captar la atención del monstruo, que se gira, acabando de romper el contacto visual, transformado ya en ira asesina, que mantenía con el sumo sacerdote. Sus movimientos son veloces, maniobrando fuera de la puerta del santuario interior del templo y usando sus garras para intentar aniquilar a Arquiro.

Este es el momento de tomar grandes decisiones....

Me refugio tras los muros de la sala siguiente, arma en ristre, sin perder de vista lo que acontece el la sala anterior. Es mas, me voy acercando hacia la sala siguiente moviendome lentamente hacia atras, observando la lucha encarnizada de Arquino con Anubis....

Creo que el sacerdote no tardara en unirse a la lucha...

Algo se regocija en mi interior mientras dejo a Arquino a su suerte, una sensacion que hacia algun tiempo que no sentia...No es un placer similar al de causar dolor...pero es muy parecido...como dejar a alguien ante los leones para que lo despedacen...Hummmm!!!! Ademas esta situacion implica un riesgo excepcional que hace que sea aun mas emocionante...

Mientras tú trepas por la escalera de madera hacia el techo observas cómo la enorme bestia se ha girado hacia Arquiro y con un movimiento rápido y rabioso desarma brutalmente al cretense, haciendo volar la lanza que blandía, además de una parte considerable de su hombro. Arquiro cae pesadamente al suelo, concentrándose en mantener la sangre dentro de su cuerpo.

Justo después la lengua bífida y antinatural de Joseth se clava en la carne del avatar, urgando entre su peluda piel. El monstruo se convulsiona y comienza a jadear, arqueando la espalda, mostrando sus garras al cielo, sin capacidad de articular palabra o aullido alguno.

Vuelves tu rostro para acabar de encaramarte en el tejado de nuevo cuando se te hiela la sangre. O lo hubiera hecho si hubieses tenido un corazón que la bombeara regularmente. En lo alto del techo del santuario hay otro enorme avatar y se acaba de dar cuenta de tu presencia. O al menos eso deduces por haber desviado su hocico de chacal en tu dirección.

Giro rapidamente entorno al patio intentando dejar el hueco del mismo entre el Chacal y yo.

El hombre-chacal, mirándote fijamente, te enseña sus poderosos y punteagudos dientes. Parece estar midiendo con la vista y calibrando el peligro que supones.