Partida Rol por web

Ahora entre la sombre y yo hay un hueco...voy retrocediendo, poco a poco, hacia atras, hacia la pared...hacia la libertad....sin dejar de encarale, aun con el arma en ristre pero mas bien a la defensiva.

Espero que los esfuerzos de su compañero llamen mas su antencion que una simple sombra en la oscuridad.

El monstruo parece indeciso, mirando a su compañero y a ti, pero finalmente se decide a darte caza. Lanza sus poderosas patas a la carrera por encima de los tejados, dando cortos saltos que en seguida le ponen a tu altura. La estructura de adobe donde te hallas tiembla por el peso que acaba de aterrizar sobre ella. Ante ti, sin apenas darte tiempo a reaccionar, el monstruo cubierto de pelaje negro se prepara para usar sus afiladas garras contra ti.

No me queda otra que combatir con el Chacal.

Mientras intercambiemos golpes, intento mantenerme cerca de la pared, para poder saltar el cualquier momento y salir del templo.

Preparado como estabas, sitúas la lanza entre tú y el hombre-chacal cuando se lanzaba ya contra ti con clara intención de desgarrarte. Su enorme tamaño y largos brazos hacen que dudes que una frágil lanza pueda separarte demasiado del monstruo, pero aún así hay que intentarlo.

En esta situacion un ataque es quizas la mejor defensa.

Intento ensartar al chacal, en donde mas le duela. Tiene furma humanoide asi que asumo que en en fondo...en su interior...quizas sea semejante a un humano. Asi que conociendo los puntos mas debiles de un humano intento ensartarle en ellos.

Tras el golpe intento esquivar el golpe de la sombra.

El monstruo llega ágilmente hasta tu posición, esquivando tu primera lanzada, pero no la segunda, que no la esperaba. Atraviesas su carne con el filo de tu arma, pero parelelamente él te desgarra el hombro, dejándote malherido y haciéndote retroceder uno o dos pasos sobre la poco estable estructura del techo de los talleres. Aulla de dolor, pero sus ojos enrojecidos por la rabia no parecen sugerir una pronta retirada. Ruge y se lanza de nuevo hacia ti, sus pasos haciendo temblar el suelo bajo tus pies. A la par que llega de nuevo hasta ti, ya realizando el mortal arco con sus afiladas garras, suena un aullido en el patio, proviniente del otro Avatar y el monstruo no puede sino girarse a mirar, casi abandonando su ataque. Lo esquivas con facilidad. No obstante, para tu asombro, puedes observar como la herida que le habías inflingido con la lanza se está cerrando.

Se regenera....

Teniendo a mi contrincante algo desprevenido aprovecho para atacarle.

Los movimientos del avatar te sorprenden por su rapidez: dos pasos hacia atrás esquivando tus lanzadas le sacan fuera de tu abasto, pivota sobre una de sus patas y salta a la vez, cayendo en el patio dispuesto a enzarzarse con aquel que ha hecho proferir el aullido a su compañero.

Asomado al patio desde lo alto de los tejados ves que el otro avatar se debate pesadamente y sin tino para tratar de quitarse de encima al sacerdote, pegado a su espalda y succionando clavándose en él como si fuera una leona. Si el monstruo es capaz de herir con la habilidad que ha demostrado, el sacerdote no debe tener muchas posibilidades de sobrevivir a este encuentro.

Semi-escondidos entre las sombras, están el casi moribundo Arquiro y la sollozante Andrómeda.

Algo se revelve en mi ser y hace que tome una decision desde luego inesperada. Los que hay abajo estan a punto de fallecer nada significan para mi...aun asi son vastagos, puede que incluso mis enemigos...pero esas sombras negras son quizas aun peores. Quizas vengan luego a por mi...no se...pero se que en un futuro es muy probable que me arrepienta de esto.

Cogiendo carrerilla salto sobre la espalda del chacal que acaba de bajar, doy un salto alto y al caer coloco la punta da la lanza entre mis pies para que la punta caiga con todo el peso y el momento acumulado.

Saltas, lanza entre tus manos, hacia el avatar y su espalda. Tu corazón muerto no late más que cuando le obligas a ello, pero sin duda lo hubiera a toda velocidad si hubieras estado vivo. Y adrenalina. Hubieras tenido montones de adrenalina recorriendo tu organismo. Nada de eso ocurre. Tu calma hace que centres la visión y la mente en el objetivo y coordinas tus movimientos para ser lo más letales posible. Tal vez no haya otra oportunidad.

Tu armas se separa de tus pies, pues para el salto necesitas impulso y en el corto espacio de caída reaccionas todo lo rápido que puedes para adaptarte a las circunstancias cambiantes del movimiento hacia el monstruo. Tu lanza acaba atravesando al hombre-chacal, pero casi caes de pecho sobre su espalda, sólo habiéndose adelantado la lanza y tu rodilla izquierda.

El monstruo aulla de dolor malherido. No le das tiempo a que reaccione lanzando las zarpas hacia ti. Continúas tu trabajo, perforando impasible su tronco una y otra vez. Lentamente el monstruo empieza a gorgotear y sus movimientos de resistencia cesan, hasta que comienza a desplomarse.

Tras descansar durante el dia, Senmut se levanta con el ocaso. Se resiente aun de las heridas recibidas anoche.

Se ofusca y sale a la noche de menphis.

Entonces me quedare en la tumba dos "noches", para pasar a Lesionado -1, perdiendo 12 puntos de sangre, lo que me deja a 28. La tercera noche empiezo con mis visitas de la siguiente forma.

-Salgo completamente ofuscado y con sumo cuidado de la tumba, al llegar a la ciudad busco un lugar tranquilo para tomar el aspeto de Sinuhe, pero ocultando la daga

-Ir a ver al sacerdote, con el aspecto de Sinuhe, que es que uso con el desde hace un tiempo. Que sabe? Que a oido? Especificamente sobre el faraon y su sucesion, sobre el templo de Seth, sobre el templo de Osiris, sobre Anum. Luego lo que tenga a bien contarme.

-Pasar por alguna taberna que conozca invisible, preferiblemente de las que frecuenta la guardia (el lugar donde quedaba con mi amigo militar, por ejemplo), para oir que es lo que se comenta.

-Ir a cazar entre los durmientes de la ciudad. (de 8 a 12 puntos de sangre, cuatro visitas.)

-Pasar cerca del templo de Seth, invisible, para ver en que estado se encuentra, sobre todo desde el punto de vista de actividad.

-Pasar cerca del templo de Osiris, invisible, para lo mismo.

El tercer día surges de tu tumba, tu sire todavía ausente, tu cuerpo sintiendo ya la ligereza de cierta falta de sangre. Todavía con los restos de las profundas heridas producidas por aquellas mortíferas garras, tu deambular por la noche te produce molestias y te recuerda la dificultad de curarlas.

Tu salida disimulada de la tumba, por supuesto, no ha podido llamar la atención, pero como de costumbre, vigilas y tomas todas las precauciones para asegurarte de no ser observado.

Luego te diriges a la ciudad, tomas el aspecto de Sinuhe, daga oculta y vas a hacerle la aplazada visita al sacerdote. Este te informa de lo poco que sabe, pues nunca alcanzó un estatus suficiente como para ser tenido en cuenta en determinadas decisiones o incluso para llegar a escuchar ciertas conversaciones. No obstante, puede decirte que la ciudad sigue alterada, pero el príncipe Aha ha venido con su ejército, ahora acampado a las afueras de Menfis y en el palacio. Y ha comenzado a dar órdenes sobre el clero menfita. El clero de Set ha sido reducido, el de Osiris restaurado y el de Ptah enfortecido con las pérdidas del de Set. Y el cuerpo del faraón ha sido enviado a Abydos en una comitiva sacerdotal de la que ha sido excluído (esto lo dice con pesar, por supuesto). No ha habido ejecuciones públicas de nobles, como se sabe que sí ocurrió en el caso de Narmer, ni de familiares ni de nobles de la corte, para su disgusto, pues hubieran sido enterrados en la ciudad y esto hubiera supuesto un buen botín. Ah, sí, Anum, el sumo sacerdote de Set en Menfis... Por lo que ha oído, él y un sacerdote setita más fueron humillados públicamente en la corte por el faraón, imponiéndoles un grave castigo a su culto. No sabe más.

Las cervecerías militares, curiosamente, tienen poca actividad y hay mal ambiente. Según puedes averiguar, un ejército está acampado a las puertas de la ciudad, parte de él ha tomado pacíficamente palacio y no se han concedido apenas permisos. Todo el mundo está tenso y la presencia de soldados de fuera en la ciudad no contribuye precisamente a la tranquilidad. Los soldados de fuera lucen un distintivo cosido en la faldilla.

El hambre, o más bien la previsión, te impele al siguiente movimiento: cuatro adultos son parcialmente vaciados, drenados de parte de su fuerza vital para restablecer la tuya. Es posible que caigan enfermos y los próximos días tengan que recuperarse, pero... ¿qué te importa? Vivirán otro día para servir, tal vez, nuevamente de presa.

El templo de Set, tu siguiente parada, está aparentemente abandonado. Al cabo de un rato consigues ver un acólito atravesar un patio, pero es el único movimiento aparente... Es posible que lo que haya pasado, halla sucedido durante el día o las anteriores noches.

Finalmente observas el templo de Osiris. Lo están encalando, volviendo a pintar de blanco. Son evidentes los signos de restauración. Siendo de noche, no ves ningún movimiento.

Las cosas se asemejan bastante a lo que pensaba.

Tras comprovar el estado de los templos decido acercarme, invisible, hacia el palacio.

Obviamente bien iluminado, guarecido y custodiado. Pero mis habilidades permiten el facil acceso.

Busco, oculto entre las sombras a pesar de mi habilidad, las salas donde espero que se encuentre el principe Aha asi como las estancias de su hermano pequeño.

En efecto, tus sospechas eran fundadas, las cosas están en un orden similar al que pensabas que habría. Palacio está lleno de soldados, pero ya no son los originales, sino que lucen el distintivo del ejército de Aha en la faldilla. Bien iluminado, guarecido, custodiado, pero indefenso ante el avance de quien puede ofuscar las mentes de quienes lo patrullan. Como en el resto de edificios egipcios, apenas hay puertas que puedan cerrarse y te deslizas como el viento hacia las salas más importantes, hacia las más alejadas del mundo exterior.

Siendo ya tarde, sólo los soldados del turno nocturno permanecen despiertos en sus quehaceres, la sala del trono está vacía y las habitaciones interiores están dispuestas para el descanso de los nobles. Las habitaciones privadas del faraón sí están cerradas por una puerta de madera libia custodiada por 2 guardias armados de lanzas.

Con sigilo y mucha cautela me acerco a la puerta para comprovar si se eschuca algo desde el otro lado.

Despues, moviendome gracilemente entre las sombras, silencioso cual gato, recorro los pasillos y habitaciones cercanos para comprobar si existe alguna ventana o terraza que permita entrar, o al menos vislumbrar, el interior de la habitacion del nuevo Faraon.

Al tratar de acercarte hacia la puerta para escuchar, el ojo de Horus pintado en su cara se enciende en un cálido color amarillento-anaranjado un tanto molesto para tu vista y ambos parecen haberse alertado, dado que asen las astas de sus lanzas con fuerza y la dirigen hacia ti, dando a la vez voces de alarma.

-¡¡Un intruso!!