Partida Rol por web

En cuanto miras a tu alrededor reconoces inmediatamente la región que hay más allá de la meseta como la Cordillera Blanca de los Andes, en la zona de Ancash de Perú.

Al fijarte en las rocas, esas extrañas rocas que os rodean, te das cuenta de que en realidad no corresponden a montañas heladas. Su aspecto reondeado y suave, y su color grisáceo, te recuerdan más a las obsidianas, y son típicas del fondo marino. La presencia de tiras porosas como esponjas secas no tienen nada que ver con los picos cubiertos de nieve que pueden verse más allá de los riscos. Además, ¿por qué hay nieve dónde estáis? Las temperaturas son templadas.

En cuanto al monolito, nada descubres al examinarlo.

Aqui hay mas sangre- digo mientras me agacho sobre los restos de la cocina- el rastro se dirige a montaña abajo hacia la jungla, lo interesante seria saber a quien pertenece, si al atacante o atacantes o aun tercer individuo que huyo de la confrontación.
Estabamos rodeados de incognitas,y pocas son las respuestas que parece que podemos encontrar, en el fondo de mi corazon espero que mis compañeros encuentren algo que nos explique que ha pasado y como podemos salir de aqui.
 

- Me temo, señor Wrigth, que sin un laboratorio y creo que aquí no lo tenemos... - Se encogió de hombros. - Va a ser muy difícil dilucidar a quien pertenece esta sangre. - Chasqueó la lengua fastidiado. 

Knox Makepeace no era un aventurero, de hecho no era ni tan siquiera un hombre al que le gustasen las emociones fuertes. Porqué... ¿Qué había más emocionante que la constante realidad de la monótona vida de un profesor universitario de historia antigua? Pues la respuesta era obvia, prácticamente todo. Por ello había escogido ese trabajo. Sin sobresaltos y sin demasiados cambios. A Knox le gustaba la rutina y era constante en tratar de mantenerla. Si estaba allí no era por gusto, eso cualquiera podía tenerlo por bien seguro.

- ¿Sugiere, señor Wrigth que nos adentremos en la selva siguiendo esos pasos que usted dice? - Preguntó sin querer realmente saber la respuesta.

El "viaje" me pilló tan de sorpresa que apenas pude reaccionar. Un intenso frío y la sensación de estar suspendido en el aire me hicieron ver que, ya no estaba en el sótano de la casa de Fell. ¿Una montaña?

Vi a mis compañeros incorporándose al rededor y ¿un cadáver?. ¿Dónde demonios estamos?

Roger dejó el cuerpo de Jules y se acercó a sus compañeros.

-Corroboro todo lo dicho por Norman. Parece haberse cometido un asesinato con arma blanca. Un misterio más que añadir a la lista. Seguir ahora mismo ese rastro de sangre es seguir la pista más sencilla. Extrememos toda precaución. No sabemos los motivos de este brutal crimen, pero hay que suponer que el autor sigue armado y se encuentra en esa dirección. 

Roger pudo ver que Cleveland se incorporaba de la caída. Se acercó hacia él. 

-¿Se encuentra bien Cleveland? 

Durante un momento, Kenneth parecía extrañado, y su mueca hasta se convirtió en una de concentración. Después caminó de aquí para allá un momento, se arrollidó para observar la roca de cerca y pasó las yemas por ella, volvió a levantarse para mirar todo lo que los roleaba y, por último, miró el monolito. Sólo despues de esta larga examinación se giró hacia el grupo, tomando una bocanada de aire sin tener muy claro si iban a tomarlo por loco.

- Creo que sé dónde estamos. Más o menos. Aquello - Señaló las montañas - es la Cordillera Blanca de los Andes. Lo que significa que estamos en Perú. Pero además...

Se agachó una vez más y dio unos golpecitos a la roca del suelo con en nudillo de la diestra.

- ... Esto no debería estar aquí. Parece que las hubieran sacado del fondo del mar y las hubieran colocado aquí, pero basta decir que eso es también imposible. Esto... esto no tiene ni pies ni cabeza.

Quizá iba siendo hora de aceptar que quizá el mundo no funcionaba como siempre había creído que funcionaba, si es que eso podía llegar a aceptarse.

- Señor Fell... - Dijo dirigiéndose a Kenneth. - Ya no me sorprende nada. - Sonrió.

Knox se agachó junto a Kenneth y al igual que él, contempló la roca marina. No era inexperto geólogo y de no haber sido por el comentario de su compañero de andanzas, nunca hubiera descubierto la procedencia de aquella extraña piedra. Pero ahora que lo sabía y al ver su forma, aspecto y tacto le cuadraba la hipótesis de Kenneth.

- Sea como sea, el asesino del señor Jules Farquarson, no está aquí ahora y no es una amenaza. Pero el frío y la inanimados si. Propongo ponernos ya en marcha. - Expuso el profesor, preparándose para la larga marcha que tenían hasta la selva.

Una piedra marina en medio de una montaña en Peru, aquello podia estrañarme pero despues de experimentar los acontecimientos de las ultimas horas- si hemos acabado aqui sugiero que sigamos el rastro y haber si encontramos una salida a esto, pero les invito a que busquen algun tipo de objeto que le permita protegerse de algun atacante hostil, yo tengo mi arma reglamentaria-dije mientras mostraba mi pistola, era algo que preferiria no tener que llegar a utilizar pero viendo el ensañamiento que mostraba el cadaver me temia que iva a ser necesaria

Me incorporo con dificultad oyendo los comentarios de mis compañeros como si estuvieran envueltos en una espesa niebla.

¿Roca Marina? ¿Perú? ¿Selva?

Nada de esto tiene ni pies ni cabeza. La alusión al cadáver y la petición de buscar algo con qué defenderme en caso de ser necesario acaban por despejar mi mente y escudriño los alrededores por si pudiera encontrar algo, un palo recio, una piedra o algo así.

Examinas con atención las enredaderas que parecen extenderse desde el monolito hasta los corredores que se abren paso por la montaña, y te viene a la cabeza que esas malditas plantas nos e parecen a ninguna que hayas conocido antes.

La savia que circula por ellas, y que sale en algunos puntos, es clara y pegajosa, y más que enredaderas son como raíces de algún tipo de árbol más grande que no acabas de encontrar.

Además de eso, localizas el rastro de sangre del que habíais hablado antes, pero también otro diferente, que va (o viene) por otra ruta distinta.

Tras recobrar la calma merodeo por la zona intentando sacar algo en claro.

- Señores, están enredaderas…tienen algo extraño. No se parecen a nada que yo haya visto. ¿Alguno de ustedes tiene conocimientos de Botánica como para poder decirnos algo más?

Tal y como han dicho mis compañeros encuentro un rastro de sangre pero algo me llama la atención.

- Miren. Hay otro rastro de sangre. Vean, toma una ruta distinta.

Sigo con la mirada el rastro para ver hacia donde conduce.

La sugerencia del señor Wrigth caló hondo en Knox. Era cierto que no era un guerrero, pero llegado el momento y visto el violento cariz que habían tomado los acontecimientos, con un muerto, rastros de sangre y una más que posible visita a una peligrosa selva, era buena idea intentar encontrar algo con lo que ir armado.

Knox se agachó entre los restos de la cocina. Buscaba un cuchillo cebollero o algo con lo que poder hacer bastante daño llegado el momento. Tampoco le iría mal encontrar una bolsa donde meter todo tipo de utensilios que podían serle útiles en el futuro. Ollas, cazos, tazas, cerillas, cualquier cosa con la que poder improvisar un guiso en medio de la selva. No sabían cuanto tiempo iban a estar perdidos. Si además encontraba una manta o incluso un mantel, también se haría con ello. Podía ser que por la noche hiciera frío o que con un mantel pudiera crear una buena mosquitera. Todo lo que pudiera reunir sería poco.

- Hagan caso al señor Wrigth. - Dijo Knox. - Hagan acopio de todo lo que nos pueda ser útil. Luego decidiremos que rastro seguir, señor Cleveland. ¿Les parece apropiado?

Knox logró hacer acopio de prácticamente todo lo que se le había ocurrido que iba a necesitar en su extraño e imprevisto viaje. Lo primero que buscó fue una bolsa lo suficientemente grande como para meter todo lo demás. Un par de manteles que les servirán para protegerse del frío, un cuchillo cebollero para protegerse de otras cosas, cubertería, una olla , un cazo y sartén podían resultar muy útiles. Encontró también varias latas de conservas. Atún, judías, albóndigas, carne en salsa y melocotones. Aquello junto a un abrelatas constituirían su dieta de tener que pasar muchos días a la intemperie. Encontró también tres botellas de vino, una de whisky y otra de coñac. También se las llevaría, al igual que una botella vacía que rellenaría en cuanto encontrara una fuente de agua medianamente potable. Por suerte encontró tres cajas de cerillas, aunque tenía las suyas, podían acabarse y siempre era bueno poder hacer fuego. Por desgracia no encontró la linterna que buscaba, pero con todo lo anterior estaba más que contento.

¿otro rastro de sangre?, como se me ha podido pasar- digo desconcertado, quizas la reciente experiencia haya afectado mas lo de lo que gustaria a mis capacidades fisicas y mentales-  como bien dice el señor Knox hagan acopio  de todo lo que nos pueda a hacer falta , yo ire a explorar los alrededores  sin alejarme demasiado, esten atentos a cualquiera  señal que les pueda hacer.- despues me dirijo a investigar el comienzo de las dos rutas posible  y las zonas circundantes

Se frotó un poco la nuca. Había, casi deliberadamente, ignorado el cadaver y la sangre, pero ahí estaban y por lo pronto parecía que su rastro era la pista más directa, por poco que le gustara. Al escuchar que tendrían que moverse se decidió a imitar a Knox, y se ofreció a llevar parte de la carga, además de intentar encontrar un cuchillo para sí mismo, aunque estaba por ver hasta qué punto se vería capaz de usarlo si llegaba el momento.

- Será mejor que no nos alejemos demasiado unos de otros - Comentó Kenneth - Ya hemos visto el tipo de cosas extrañas que pueden ocurrir, y hemos tenido la suerte de que todos aún seguimos juntos. Sería mejor no perder esa ventaja.