Partida Rol por web

- Un discurso inspirador majestad pero ,excepto por la Reina Briinahlot, supone la perdida del mas poderoso de nosotros. Quizas nos hayamos librado de uno de ellos, pero no trabajan juntos, Junah, Eveernarmuz y Danii siguen siendo igual de peligrosos que antes. Admiro vuestro valor y sin duda respeto vuestro poder, pero debemos pisar con los pies en el suelo si queremos ganar.

- La Reina Caeli tiene razón -interviene el Rey Jerome- Las batallas no se ganan con valor o esperanza, se ganan con estrategia y soldados.

- Evidentemente -dice con mucho enfasis en esa palabra- No pretendo derrotarlos solo con valor y esperanza, no soy estupido. Pero no es cierto que el valor y la esperanza no ganen batallas, la moral es la base fundamental de cualquier ejercito, un ejercito desmoralizado no es muy distinto a un ejercito muerto. Por supuesto que necesitaremos una estrategia pero de eso no nos va a faltar y en cuanto a soldados, por eso estamos aquí.

Gymlar hinchó el pecho llebo de orgullo tras las palabras de su Rey. Desde luego pocos seres podían igualar en poder a un gigante de las tormentas, cuan menos a un ejército de ellos.
Lo malo es que no quedaban tantos gigantes como antaño. No eran como aquellos detesta les humanos que se reproducían como conejos y que poco a poco infestaban el mundo.

Escuchó atentamente las palabras del rey mientras suena de fondo una bonita melodía. "¿Que clase de ser puede ser tan irrespetuoso como para hacer sonar nada en medio de una reunión tan importante? Aunque admiro su valentía al hacerlo y su tácto para la elección de la música. Muy acertada la verdad."
Mientras el rey Hipostratos se coronaba líder, Nariel observaba en silencio la reina Neriel, sentada en silencio en su trono-como casi todos en la sala-y por otra parte también observaba a Konungr quien inexplicablemente para ella, no estaba ya quejandose ni armando ningún jaleo lo que le dio una idéa de o poderosos que podían ser los personajes que tenía en frente. La mirada se posó sobre el rey Hipostratos y en silencio escucho.

Al cabo de un rato, cuando el Rey Hipostratos hubo respondido la pregunta del rey Jerome,  empezó a observar de nuevo a Neriel." Como pudo tu asquerosa raza venderme a unos gigantes.... Sois todos unos interesados y altivos rastreros..." Alzó la barbilla en posición de altividad y miró hacia otro lado. Esta vez hacia donde se encontraba sentada la muchacha que tocaba la melodía. " Admiro a esa mujer... Es muy atrevida."

Música, cuchicheos , aires de grandeza y discusiones... en cualquier campamento indicaría una próxima pelea.

Si bien eran grandes y todos parecían ambiciosos en lo que a poder conllevaba, el instinto le recordaba donde había dejado las empuñaduras, desde luego no quería ser el último en dar a probar sus regalos, pero aún había que mantener la calma, parecía haber bastantes guerreros y desafíos allí presentes, pero también alcanzaba a divisar muchas dudas en muchos de aquellos habitantes de la sala.

Recapitulemos. Si estos tiparracos quisieran dejar caer sus pieses sobre nosotros, ya estaríamos pisoteados. Vale. Ya estamos más calmados. ¿Qué es lo siguiente? Ah, si...

Si todos los dragones son igual de grandes, iban a tener serias complicaciones, si, quizá las maneras que se estaban tratando pudieran ser interesantes, pero, ¿en dónde nos deja eso a nosotros? ¿qué demonios estaba ocurriendo? ¿cómo tenían pensado hacer frente a nadie? Todo era muy extraño. Demasiado. Sigamos esperando a que digan algo interesante. ¿Qué estará pensando Salmanasar...?

- Pero es evidente que sin la magia de Onikyol sufrimos un gran golpe en la estrategia inicial  - por fin abre la boca el Rey de las Hadas, que no habia dicho absolutamente nada en el tiempo que se llevaba allí- ¿Como piensas solucionar eso?

- Llegas tarde -dice la reina Briinahlot en tono severo. Todos los asistentes se giran para ver la dirección en que ella mira, la entrada, donde se ve a un joven pelirrojo hacer su entrada.

- Lo siento, lo siento -dice el Archimago cuando entra- Tuve algunos contratiempos en el camino.

El Archimago va cambiando su forma a medida que entra. Una forma más grande y mas temible.

La forma original de Onikyol, un dragón rojo, aunque muy grande, tanto o más que Hipostratos y su familia de nuevo queda empequeñecido frente a la grandeza de Briinahlot.

- Pido disculpas a los asistentes -dice Onikyol- Como ya sabreis tuve un contratiempo con Konahrik, el combate fue duro y necesite un tiempo para recuperarme. Me teleportado aqui tan rápido como he podido.

Onikyol alza el vuelo y se situa sobre la tarima que le corresponde, junto a Hipostratos.

- Gracias por guardarme el sitio viejo amigo-dice sonriendo.

- Ha sido un placer, me alegro de tenerte de nuevo entre nosotros -dice el Rey Mítico volviendo al espacio que en realidad le corresponde.
 

Andaba observando a su antiguo dueño, cuando de repente la voz imponente de Briinahlot se alzó en la sala. "¿Quién llega tarde?" Se giró y al mirar hacia donde Biinahlot dirigía su palabra se sorprendió bastante, aunque intentó esconder su sorpresa echándose un poco hacia atrás escondiéndose tras el asiento de su querida reina.  "¿Quien es este chi...?" Se le disiparon todas las dudas cuando este joven se transformó en un dragón tan imponente como la propia Briinahlot, lo que la dejó descolocada y en blanco por unos momentos, hasta que este tomó su puesto en el centro de la sala, junto a Hipostratos a quien llamó amigo. " ¿Será el poderoso Archimago? jamás había visto un poder tan grande como el que desprende este dragón, y solo ha echo un pequeño cambio de apariencia pero... es... enorme... sencillamente impresionante." Volvió a dar unos pasos hacia delante, saliendo de su escondite tras el asiento de Caeli y se mantuvo en silencio observando la espectacular escena. Por fin estaban todos reunidos, por fin, daría comienzo el concilio, y lo más importante, formaría parte de el.    

Antes incluso de verle cambiar lo reconozco, Onikyol, y no puedo más que echarme a reir por lo gracioso de la situación- "Oh, pobrecito Kidney, quedar como un agorero desinformado también está entre ser capaz de 'cualquier cosa' " -aunque al mismo tiempo dudo entre sentir un profundo desprecio por su actitud, o una traición interna hacia mi reina- "Tal como lo veo hay dos posibilidades, o bién ese malnacido lagarto escupefuego no se ha tomado la molestia de hacer saber a su esposa e hija que estaba vivo o, la opción que menos me gusta, se lo hizo saber a la reina y esta no nos lo ha confesado ni a Kidney, ni a mi, aunque tiene menos sentido, pues habría intervenido antes para deshacer la confusión sobre su muerte" -espero que contemplar el rostro de la reina me ayude a obtener la verdad- "¿Estará afectada por volver a verle?"

Richard se encogió de hombros ante las miradas de los asistentes. Cuando vió que la reina Yavenna le miraba le guiñó el ojo. El no había muerto, no lo había dudado ni un segundo, pero sí que supuso que estaba indispuesto. En su "discurso" no había dicho que hubiera muerto, solo lo que sabía por seguro, que había desaparecido. Supuso que se había teletransportado instantes antes de la gran explosión.

Cuando pasó por su lado le recibió con una sonrisa. Buenos días jefe, podrías llamar la proxima vez, así no habría hecho el ridiculo.

Realmente era lo que menos le importaba, hacer el ridiculo, pero se había sentido bastante perdido ahí en medio sin saber que tenía que hacer exactamente y eso no le gustaba nada.

Había oído hablar de él, pero jamás se había podido imaginar todo el poder que podía sentir de aquel ser. Por segunda vez en el mismo día se sintió pequeño, él, el gigante de las tormentas.

Notó el respeto y admiración que sentía por aquella criatura, pero también miedo, miedo al pensar que si él, con todo su poder, casi no había sobrevivido a su encuentro, qué podrían hacer los demás. Los gigantes era poderosos, pero eran pocos, los humanos eran numerosos, pero eran... eso, humanos. 

El joven gigante permaneció en silencio, atento a lo que allí pasaba, escuchando todo lo que se decía, observando todo y a todos, aprendiendo.

Bien. Asimilemos esto. Los rositas pueden ser dragones. Bien.

Ahora nada tiene sentido.

...pero desde luego tomaría más en cuenta a cualquier rosado individuo que osase a posarse ante él, ¿Salmanasar podría ser un dragón también? ¿Porqué estos dos dragones no pueden con los demás, uno a uno?
¿Qué ocurría?

Tenía que estar atento. ¿Qué más sorpresas depararían para ellos? Parece que les encanta hablar. ¿A qué hemos venido?

Ya habrá tiempo de saberlo.
Maldita sea. Ahora entiendo las palabras del rey de Belurabi. Todos eran dragones, gigantes, y criaturas de ciudades. No sé que será lo que sea que pretendas aquí, pero espero que incluya cena...

LOnikyol sin duda era alguien inteligente, habia conseguido reunir a todos esos pueblos, hacerles ver que la unión hacia la fuerza, y eso les daba una oportunidad de luchar, y había previsto el nombrar un lider sustituto, asi que, aquel gigantesco rey debía de ser muy competente, despues de todo lo había elegido Onikyol, alguien que ya habia demostrado su inteligencia y saber hacer, al menos era lo que Heian estaba pensando.

De pronto aparecio Onikyol en el concilio, Heian se alegro de no perder a un aliado tan poderoso, aunque esa alegria se transformo en sorpresa al ver la transformación del que era lider del concilio."un dragon rojo!!"

Los conocimientos que Heian tenia de dragones, le indicaban que los dragones rojo y todos los cromaticos eran malvados por naturaleza, tal vez Onikyol tubiera un interes oculto en todo aquello, pero no importaba, la cuestión era que los habia unido y ahora tenian una esperanza, y antes no, asi que, no tenia nada contra el, no tenia motivos para desconfiar, al menos por ahora, y era un poderoso aliado, debian centrarse en sus enemigos mutuos, los otros dragones.

La reina Yavanna mira a Onikyol con cara de sorpresa y alivio. Lo daba por perdido, creia que no lo veria más y allí estaba ante ella, sano y salvo. Ahora ya no estaba abstraida, estaba centrada y dispuesta a cumplir con su deber.