Partida Rol por web

Victor probó zarandeando a Klint y al padre Klarhed, e incluso cacheteando sus caras, pero ni con esas logró sacarles de las garras de Morfeo. Los zarandeos ni tan siquiera lograron agitar sus profundos sueños. Los ronquidos de todos ellos llenaban el salón con una sinfonía de tonos más altos y más bajos. 

Eamon se había recompuesto, pero el miedo le atenazaba el cuerpo y se mostraba turbado y temeroso. Incluso habló de que el lugar estaba maldito y que debían salir de allí. Pero salvo el extraño fuego azulado y el todavía más extraño frío que reinaba en la sala, el vaesen no se había manifestado con mayor intensidad que esa ni parecía haber peligros. 

Sophia se asomó a través de la tela y miró a la escritora, pero rehuyendo el contacto visual directo. Tenía el pelo cobrizo, la cara redonda y el cuerpo rollizo, aún así era alta, más incluso que su padre. Se había remangado la camisa blanca y en las carnes de sus brazos se advertían moretones antiguos, tal vez causados por otros tratos por parte de su padre como el que habían presenciado. 

—A él no le gusta el arte —dijo en voz susurrante con la mirada en el suelo—. Cree que acabaré como mamá. Quiere que me haga cargo de la posada, pero yo quiero viajar. 

Saltaba a la vista que Sophia era una chica soñadora y solitaria, echaba de menos a su madre y, al igual que a ella, le gustaba el teatro, la música, y otras artes escénicas. No quería heredar la posada y tener que seguir con aquella vida insulsa, como había hecho su padre y varias generaciones de Harjulas antes que él. 

—Pero yo sé que esto solo parará cuando acabe la obra. ¿Quieren verla? —Preguntó tímidamente alzando la vista esperanzada—. Haría falta más público... pero puedo darles un pase a ustedes y sus amigos. ¿Les gustaría?

—Eamon, tranquilo..— le dijo al verlo despertar —tranquilo, no te alarmes, no están muertos, están durmiendo, hechizados bajo el influjo de algún vaesen—

A continuación se acercó a Eamon para hablarle más de cerca —¿Cómo estás? parece que también te has desmayado..— continuaba hablándole el sacerdote  —..me alegro de tenerte de vuelta, porque necesito tu ayuda. Lotta y Alex han subido a ver a Sophía la hija de Sami Harjula, y Kiran ha ido en busca de este después de que saliera corriendo presa del pánico. Yo me he quedado aquí con los durmientes y no sé qué hacer. He intentado despertarlos pero no funciona—

Víctor intentaba calmar a Eamon, pero una voz interior le decía que estaban perdidos. La irracionalidad empezaba a hacer mella en él, y ciertos pensamientos empezaron a inundar su mente

--Aunque Eamon recobre la compostura solo somos dos personas intentando proteger a cuatro,... nosotros solos..--

--..los vaesen pueden venir en cualquier momento y la mitad del grupo nos ha abandonado,...me ha abandonado..--

En medio de aquella fría sala iluminada por tenebrosos fuegos que emitían una pulsante y fantasmagórica luz azul, al sacerdote le sobrevino una sensación de indefensión que hizo que se erizara todo el vello, y empezara a mirar a todas las esquinas con miedo.

Alex se acercó lentamente, dando pasos largos, pero sin hacer movimientos bruscos, como si se estuviese enfrentando a un atracador en lugar de a una muchacha adolescente.

-Espera Sophia, ¿qué es lo que ocurre? Cuentanoslo a nosotras, ¿por qué crees que parará cuando representes la obra? ¿Qué o quién parará?-le preguntó. No acababa de entender lo que estaba ocurriendo, estaba claro que le faltaban piezas del puzzle pero tenía el presentimiento de que todo sería peor si dejaban a la chica representar la obra. Miró a Lotta de reojo.

Eamon se sentía extrañamente temeroso, siempre había sido un soldado valiente y con nervios de acero, pero ahora incomprensiblemente se sentía inseguro y desorientado. Le venía a la mente la imagen de su abuelo y olor del tabaco y eso aliviaba ligeramente su temor. 

Se levantó con dificultad y se dirigió a Víctor quien tampoco parecía estar en buen estado. 

- Debemos salir de aquí, intentemos sacar a esta gente fuera de la posada aunque sea  arrastrándolos, no aguanto estar aquí ni un minuto más. El aire es demasiado denso y cuesta respirar. 

—Entiendo cómo te sientes. Es frustrante que a uno le repriman de esa forma sus sueños —dijo Lotta, mirando a la joven y sin moverse para no asustarla—. Pero contesta a Alexandra y cuéntanos qué es lo que tiene que parar cuando la obra se represente.

La escritora sentía mucha curiosidad por ver la famosa representación, pero sabía que no debía confiarse y que quizás fuera peligroso que solo la detective y ella la vieran. Tal vez si el resto estuviera allí... Aunque seguía sin saber qué tenía que ver una simple obra teatral con todo lo que estaba pasando, no solo los extraños sueños sino también para que la posada se hubiera deteriorado de aquella forma.

—Luego podemos llamar a nuestros amigos y así la vemos todos juntos... ¿Qué te parece? Pero antes cuéntanos lo que sepas.

Tanto el antiguo soldado como el hombre de Dios se sintieron atemorizados por lo que estaba pasando en la posada. Eamon se había recuperado tras desmayarse con el repentino suceso que había dormido a todos menos a ellos, pero se mostraba asustado y temeroso desde que había recuperado la conciencia. El padre Simonsson intentó consolarle, pero terminó contagiándose también de su espíritu y empezó a pensar que el resto los había abandonado.

Eamon propuso sacar a los dormidos de la posada, a pesar de la que estaba cayendo en el exterior y de que tendrían que cargar con cuatro personas inconscientes estando solo ellos dos para hacerlo. Recordaron entonces al larguirucho Sven, quien les había recibido a su llegada, y que había ido arriba a prepararles las habitaciones, y también a la muchacha rara con la que Lotta había intentado hablar sin éxito y se preguntaron si ellos también habrían caído inconscientes. Si Sophia también habría caído dormida o si, como su padre, se habría librado de aquella extraña circunstancia.

—No sé lo que pasa. No sé qué es —dijo con su vocecilla susurrante—. Pero cuando trabajo en el teatro de sombras o ensayo la obra se para: la posada deja de temblar, las cosas raras ya no suceden y una vez estuve toda la noche en vela aquí en el desván y ningún huésped tuvo pesadillas.

La muchacha les miró esperanzados, alzando sus ojos hasta finalmente establecer un tímido contacto visual con ellas. Tenía unos ojos muy bonitos, marrones y algo rasgados, pero la timidez que su padre debía haberle inculcado con mano dura provocaba que rara vez los levantara del suelo. Sin embargo, las palabras de Lotta lograron que una mirada llena de ilusión se dibujase en ellos.

—Me muero de ganas —le confesó a Lotta.

Kiran se hartó de intentar razonar con Harjula y decidió regresar al cobijo de la posada. Su cometido era proteger a Alex y allí fuera difícilmente podía hacerlo.

—Le sugiero que entre —dijo, volviéndose una última vez mientras ponía la mano en el pomo de la puerta—. बकवास के रूप में पागल…*

Sin más miramientos, volvió a entrar en la posada.

-¿Y nunca has llegado a terminar la obra?-le preguntó. Si la obra hacía que, lo que fuera que hubiese allí se calmase, quizás la niña tenía razón y terminarla pusiese fin a todo aquel asunto para bien. Pero si había pasado una noche entera allí, representando la obra y aun así aquellos suceson seguían ocurriendo... algo se les pasaba por alto. Alex miró a Lotta sin saber muy bien que hacer, no sabía si debían permitir aquello para ver lo que ocurriría o si empeorarían las cosas.

Eamon cayó en la cuenta que los demás miembros del grupo no estaban.

-Qué les habrá pasado a los demás? Estarán bien? No había pensado que quizás también han caído dormidos. Dónde están?

A pesar de su estado temeroso aún le quedaba un pequeño rastro de valentía y pensó que sería buena idea buscarlos. 

- padre sabe usted dónde están los demás? No deberíamos comprobar cómo están? Debemos buscarlos o moriremos todos aquí dentro!

—Sí, sí, la obra está terminada —dijo con emoción al ver que interesaba a Alexandra—. Pero nunca la he representado delante del público. Por eso hice los carteles. Aunque... —volvió a bajar la mirada apesadumbrada— a mi padre no le gusta nada de esto, y sospecho que si descubre lo que he montado aquí destruiría mi teatro de sombras.

Y justo cuando Eamon preguntaba por los demás, la puerta de la posada se abrió y bajo su umbral apareció una figura oscura que se iluminó tetricamente con el resplandor de un rayo que rasgó el cielo. La figura se adentró en la posada, y la tenue luz azulada de la chimenea iluminó levemente sus facciones y pudieron reconocer a Kiran. El sirviente estaba completamente empapado y con cara de malas pulgas, todavía sostenía su revólver en la mano, apuntando con él hacia el suelo.

Cuando Kiran entró a la posada se encontró a un Eamon que se había recuperado ya del desmayo sufrido pero que estaba algo nervioso e inquieto, algo superado por la situación. Al igual que el padre Simonsson, que estaba tan asustado que su rostro había palidecido.

—Ese imbécil se empeña en gritarle al cielo como un loco —comentó Kiran, respondiendo a la pregunta que nadie había hecho.

Al ver que Eamon y Victor se encontraban todavía en el comedor, el criado dedicó unos segundos a examinar el revólver —rezando para que la pólvora no se hubiese mojado— y tratando de escurrir parte de sus ropas.

—¿Dónde están Alex y Lotta? Tengo que informarles de la situación. Ahí fuera pierdo el tiempo y no puedo proteger a nadie.

Las preguntas de sus compañeros, Eamon y Kiran, se amontonaban en la mente del sacerdote, cuya mente había sido invadida por el miedo. Tenía la misma sensación que había sufrido en un tiempo anterior, imágenes de un traumático recuerdo pasado aparecieron.

Con voz un tanto temblorosa consiguió responder a sus compañeros

—..han...han ido en busca de Sophia..— le dijo Víctor a Eamon y Kiran —..hay más gente, allí arriba hay más gente..— intentó avisar el sacerdote, preocupado por Sven y la muchacha extraña que había hablado con Lotta. 

Lotta cruzó su mirada con la de la detective, pensando hasta qué punto debían arriesgarse a ver toda la obra. Y, por la expresión de su cara, parecía que Alexandra debía estar pensando lo mismo. Era un riesgo, pero un riesgo necesario. Sin ver la obra poco iban a poder investigar ya que, tal como parecía, todo giraba alrededor de ese espectáculo.

—Así que crees que si representas la obra hasta el final delante del público todo acabará ¿verdad? —preguntó con tono amable a Sophia—. Podemos intentarlo. —Las últimas palabras se las dedicaba más a Alexandra que a la joven—. Quizás sea la mejor manera de saber de qué va todo esto.

-¿Con nosotras vale?-preguntó antes de girarse hacia la puerta y asegurarse de que no venía nadie en su dirección-, nuestros compañeros también estaban despiertos si es necesario podríamos avisarles. Si no, lo mejor es que empecemos cuanto antes. No se que ocurre aquí pero tenemos que solucionarlo como sea-le dijo a la muchacha instandola a que empezase su función.

Eamon pareció aliviado al ver entrar a Kiran, sentía que estaban en peligro y necesitaba salir de ahí pero su mente y su cuerpo estaban sin energía. Toda ayuda era bien recibida en un momento como ese. 

-Kiran, tienes que ayudarnos, hay que ver que les ha pasado a los demás,podrían estar en peligro, o dormidos. Y hay que sacar a esta gente de aquí, este sitio parece estar maldito, no es seguro. 

Sophia asintió a la pregunta de Lotta. Las otras veces que la Posada se había puesto en ese estado, había logrado que la normalidad volviera a reinar en ella gracias a la obra que había estado ensayando una y mil veces. Se giró hacia Alex y escuchó sus palabras con emoción, parecía que al fin podría interpretar su obra frente a un público. 

—Bue... bueno, lo que quieran... —dijo la muchacha tímidamente, aunque se notaba que prefería que hubiera más público. Si por ella fuera tendría un teatro a rebosar a su disposición—. Pero cuantos más mejor, ¿no? —añadió con una sonrisa.