Partida Rol por web

A diferencia de otras áreas a mayor profundidad, los pasillos del primer nivel son angostos e incómodos. o.

Sólo cuando llegas a los vestuarios del nivel, ves lo que te tienen preparado. 

Dos técnicos militares charlan animadamente junto a una mesa, en la que hay dispuestos algo que se parece a dos trajes de buzo y dos aerodeslizadores. ¿pero dos?

El teniente a tu lado se ríe un poco y con un gesto te invita a acercarte para verlos más de cerca. 

El tacto de los trajes tiene un parecido remoto a aquel con el que llegaste al Búnker, solo que es algo más delgado y flexible.

Y en cuanto a los aerodeslizadores, a primera vista parecían más grande, aún teniendo las mismas pacas de alimentación solar. ¿Era posible que estos tuviesen algo más de autonomía en un día nublado?

Un de los técnicos se adelanta cando estás examinando todo lo expuesto. 

- Con su permiso, Señor 42, hemos estudiado y duplicado la tecnología militar con la que llegó al Búnker y estamos convencidos de haber logrado un buen resultado. Como puede ver aquí - Señalando - Le hemos acoplado un adaptador personalizable, con el que tanto usted como otro mimbro de nuestra defensa podría usarlos en caso de necesidad.

Espero que esté usted tan entusiasmado como nosotros por esta primera puesta en escena...

Entonces lo corta el teniente - Solo que en realidad no va a ser una salida de placer para probar juguete nuevo. Necesitamos que hagas una salida de reconocimiento. Irás acompañado por alguien en esta salida. El simulacro nos afecta a todos, pero igualmente queremos comprobar si alguien sin la ayuda de tus prótesis es capaz de ser hábil con este vehículo tan peculiar. 

¿Estás conforme?

La primera reacción al ver cómo me conducen hacia la salida es plantearme lo peor. Aprieto los dientes, preparándome para lo que pueda suceder.

La segunda reacción, al ver los aerodeslizadores, es como un viaje al pasado, debo de parpadear dos veces antes de recordar que estoy en el presente.

La tercera reacción, al recordar mi momento, es sentir cómo mi corazón se acelera por la emoción y no puedo reprimir una amplia sonrisa de satisfacción como el animal que ve a su cría cazar por primera vez, si es que algo así era comparable. ¿Sería tal vez el resurgir de las cucarachas?

Me acerco y observo la belleza de ingeniería que tengo delante, las placas, escucho de fondo a los ingenieros, los cuales parecen como poco emocionados, y no es para menos. Esta pieza es mucho más refinada que la mía, aunque un poco más grande. Me fijo en su acabado.

-Si han duplicado mi tecnología... debo de entender que tiene blaster. ¿Cuánta es su autonomía?

Entonces reparo en que hay incluso un traje similar al mío, pero más esbelto y, desde luego, mucho menos tosco. Los cambios en el BAS eran sutiles pero importantes, pero en el traje desde luego no eran nada sutiles. Y parecían una mejora significativa. Me giro hacia el teniente mientras dejo un poco de tiempo a los ingenieros para que se organicen a la hora de dar una respuesta.

-¿Y voy a tener el placer de enseñarle a manejarlo a usted, teniente?

Cuando les preguntas directamente, el segundo técnico es el que responde.

- Perdimos a nuestro mejor técnico armamentístico con la salida de la Burbuja, por lo que no hemos sido capaces de duplicar la economía de energía de su BAS al disparar, Sr 42. Éste agotará más rápido la batería principal, y por eso hemos aumentado su capacidad de carga. Esperamos poder mejorar este dato en el próximo modelo, ya que estos no dejan de ser prototipos. En un día con sol medio, con pocas nubes, debería ser capaz de disparar hasta 10 veces sin que eso afecte a la velocidad y tiempo de vuelo.

Tras tu siguiente pregunta, es el teniente el que responde, negando.

- A mi me necesitan aquí. Tarde o temprano, probablemente con el siguiente modelo, yo también querré dominar su manejo, pero por ahora le acompañará quien en las pruebas preliminares ha demostrado mejor equilibrio y precisión.

Hace un gesto hacia uno de los guardias de la estancia y éste se aleja hasta tocas con los nudillos en la puerta siguiente. Cuando ésta se abre, queda claro que es otro área de vestuarios, y desde ahí entra una mujer, terminando de ajustarse un traje muy parecido los que hay sobre la mesa, pero con proporciones mucho más ajustadas a su forma.

- Hola, 42. ¿Estás preparado para una corta expedición?

Miro al teniente y asiento lentamente con la cabeza, dándole a entender que comprendo y acepto, entonces unos pasos y una figura que se me antoja conocida.

Levanto una ceja al verla llegar.

-Vaya, Rachel. Esto sí que es una sorpresa... inesperada.

Reconozco. Miro entonces a los científicos y luego hacia la salida exterior. Cojo el traje de protección y comienzo a ponérmelo sobre la ropa con total naturalidad y calma.

-¿Velocidad máxima a ras? ¿Altura máxima y relación de velocidad? ¿Tolerancia a EMPs? ¿algún dato que deba de conocer?*

Y, tanto si me responden como si no me fijo en Rachel y, la verdad, no le sienta mal el traje, aunque claro, probablemente sea por que me gustan demasiado las cucarachas y la emoción del momento. Dibujo una media sonrisa.

-¿Estás lista para mantenerme el ritmo?

- Veremos - responde ella escuetamente antes de que los demás retomen la palabra.

El primer técnico toma nuevamente la palabra - Procure no ascender a más de 900 metros sobre el nivel del mar, y 100 sobre la línea de tierra para mayor estabilidad. Es un prototipo, por lo que no tiene tolerancia a pulsos electromagnéticos. Si la prueba es positiva, valoraremos cambiar el tipo de cableado, pero eso tampoco le daría completa seguridad. La velocidad estándart es de 60 km/h. Podría ordenar un sprint  si es necesario, pero aumentaría el gasto energético. No le recomiendo abusar de ese recurso mientras no sea estrictamente necesario.

El teniente regresa entonces al pasillo.

- Si están listos, síganme. Les informaré del objetivo de la salida de camino.

Les separa un corto trayecto hasta el transportador que ya has usado otras veces para acercarles a la salida oculta que sueles emplear.

- Necesito que realicen un vuelo de reconocimiento. Hace varios meses un grupo militar solicitó entrada y la mayoría se negaron a pasar por la cuarentena que implicaba entrar. Todos parecían sanos, pero su negativa nos hace cuestionar cual sería su estado de salud. De los que aceptaron, sólo su superior ha logrado pasar los controles, y ha preguntado por sus hombres.

Si siguen cerca de nuestro espacio, queremos saberlo. Y si es así, conocer cual es su estado de salud actual. ¿Parecen o no parecen infectados por la plaga exterior? 

Una vez hagan eso, y cuando estén de regreso, quiero que ambos hagan un reconocimiento visual a gran altura de nuestras instalaciones. Quiero saber si un pájaro nos diferenciaría del entorno o si podemos pasar desapercibidos.

Finalmente llegan al lugar indicado, donde les espera la cámara de sellado para los trajes, un proceso que 42 ya conoce, pero que para Rachel probablemente sea la primera vez - Adelante.

Rachel se adelanta entonces, quizás insconsciente de lo que pasará a continuación, o tal vez sabiéndolo, pero tratando de mostrar fortaleza.

Como sea, termina de ajustarse el casco y los guantes, sellando su traje, casi espacial, herméticamente gracias a la bombona de su espalda. 

La cámara se cierra, y el líquido ardiente comienza a fumigarse contra su piel. La mujer en el interior da un respingo, pero aguanta. Cuando el proceso termina, un par de minutos después, Todo su cuerpo está cubierto por una segunda piel elástica a modo de aislante. Todas las precauciones para estar seguros contra los agentes del exterior es poca, sobre todo cuando aún se desconoce cual es el desencadenante de la enfermedad que lleva siglos asolando el planeta. 

Cuando regresen, ese capa superficial  será derretida con un agente químico y si incinerará, dejando el traje interior de cucaracha, resistente a la radiación, prácticamente intacto.

- Es tu turno. 

*

Cuando ambos están ya embutidos con la capa aislante, recorren el último tramo hasta la puerta camuflada en una grieta entre las montañas que bordean uno de los afluentes del Nilo blanco. 

El paisaje exterior sigue siendo grandioso.

- Los quiero de regreso antes del anochecer. Recuerden que las bombonas no tienen más sutonomía, y si se viesen obligados a romper los trajes antes de tiempo para respirar, el protocolo dictaría que tendrían que pasar nuevamente por los 4 meses de cuarentena reglamentarios. 

¿Alguna última pregunta?

Asiento con la cabeza tras las explicaciones de los científicos. Escucho entonces la explicación de la misión. Ya decía yo... bueno, algo es algo. Cierro los ojos, pensar que la enfermedad pudiese hacer estragos en el lugar... es estremecedor. Pero no es la primera vez que pierdo a mis compañeros. Por eso vuelo solo.

-Comprendido, reconocimiento ante posible amenaza y verificación de la seguridad de espionaje visual aéreo.

No puedo evitar sonreír con satisfacción ante el adelanto de Rachel.

-Nada mal... ¿tu primera vez?

Pregunto, divertido. Entro a ponerme esa segunda piel, el calor me hace apretar los dientes, es realmente... incómodo. Pero es el dolor previo a la libertad, aunque sean sólo unas horas. Cuando me dicen por una última pregunta no puedo evitar reincidir en una de mis preguntas estrellas.

-¿Podrían guardarme un poco de whisky para cuando vuelva?

Como toda respuesta, el teniente te da un empujón, propulsándote por la corta rampa antes de una caída de 50 metros que te da el tiempo justo para activar tus prótesis imantadas y lanzarte al vuelo

Cuando me arrojan no puedo evitar lanzar un gritito, mezcla de sobresalto y de emoción. Rápidamente me engancho a los nuevos deslizadores y freno la caída. Miro a Rachel y, como si no me importase demasiado, gasto unos largos minutos en notar los puntos de equilibrio y los comandos más avanzados que pueda sentir en tan poco tiempo.

-El tamaño puede ser un problema.

Comento, entonces asiento y comienzo con un vuelo a ras de suelo montaña abajo para ir ganando velocidad por momentos y, aunque el traje impide que el aire golpee mi rostro, la verdad es que mi imaginación hace de una nada mala sustituta.

No me fijo apenas en si mi compañera me sigue o no, sencillamente supongo que sí, de modo que cuando estamos casi llegando a la orilla del río aprovecho para pegar un pequeño salto con uno de los escalones de tierra y volver a sentir esa caída.

-¿Lista para mojarte?

Le pregunto, mientras me deslizo sobre el agua, un terreno mucho más complicado pero igualmente interesante, el agua forma olas a nuestro alrededor, como si estuviésemos cortándola, no son excesivamente, pero sí lo suficientemente interesantes como para formar unos dibujos con nuestras estelas. Me dirijo de uno a dos kilómetros río arriba antes de agacharme y dejar que mis dedos casi acaricien el agua, y entonces...

Asciendo lo más vertical que me permite el deslizador, poniendo al máximo rendimiento los motores, quiero ver hasta dónde es capaz este juguetito. Vale que no está personalizado, pero no parece responder nada mal. Mi compañera se esfuerza en seguirme en ritmo, estoy seguro de que su corazón está casi a cien por hora.

Al alcanzar los cuarenta metros de altura me detengo casi en seco y miro. Observo cómo se ve el bunker desde el exterior, y cómo el mundo parece hacerse infinito en el horizonte.

-Es una pena ver todo lo que nos perdemos ahí encerrados... ¿verdad?

Si ella me responde, o si no lo hace, es algo que no es muy relevante, siendo más una pregunta para mí mismo que para ella. Pero pronto recuerdo la misión y me agacho dispuesto a coger velocidad y comenzar el reconocimiento de la zona.

-Sígueme y no te alejes demasiado.

Y así, desde los casi tres kilómetros río arriba hasta tres kilómetros río abajo, haciendo unos movimientos en zigzag para recorrer hasta las puntas más altas del valle que sean posible, buscamos no sólo a los militares, sino también a supervivientes.

Te mueves hacia arriba varios kilómetros y no tardas en encontrar lo que sin duda ha debido ser una senda transitada para ir en busca de agua. ¿podría ser sólo una vereda animal? Quizás, pero tenías que asegurarte, sin embargo, no encuentras algo que te ayude a levantar la moral. 

Cuando te acercas, una línea de humo aún asciende desde la grieta en la montaña que alguien pudo llegar a llamar Refugio. La entrada está camuflada con la ladera de la montaña, pero un arma de gran capacidad ha perforado el techo, dejando a la vista todo el interior. 

Nuevamente agradeces el taje y no tener que oler los restos putrefactos de quienes han podido estar allí. 

No hay nada de interés en esa localización. Todo parece registrado, revuelto. Como si manos humanas ya se hubiesen hecho con cualquier pista u objeto de utilidad que pudiese haber en esa localización, pero eso no encaja con el arma que perforó el refugio. Un poder como ese parecía más propio del dios Máquina que de personas normales... a no ser que se trate de un arma robada. 

No es suficiente como para sacar conclusiones.

Entonces visitas el otro extremo del río. Esta vez es más fácil de encontrar. A unos 20 metros del río, claramente visible desde mucha distancia, reconoces los restos de un campamento temporal.

El terreno es demasiado inclemente y rígido como para que las huellas de esas personas sean visibles, pero sabes seguro que en ese lugar, alguien ha acampado. Puede que esta noche, puede que hace dos... sin duda, hace menos de una semana. Tampoco encuentras huellas de vehículos, los cuales probablemente sí que se habrían marcado en el suelo, de modo que puedes presuponer que se mueven a pie. 

- No me gusta.

Escuchas la voz de tu compañera, una mujer por lo visto de pocas palabras.

No ha tardado en cogerle el truco a su vehículo, aunque aún tiene problemas con los giros más cerrados, estás seguro de que en unos días más de entrenamiento podría dominar su manejo como lo haría una cucaracha. O al menos, una cucaracha común. Tu capacidad de control de cualquier vehículo queda algo más allá de la capacidad de cualquier persona corriente. 

- Sígueme. Y no hagas preguntas. 

Se pone en dirección a la cordillera para ganar altura. Su ruta es segura, como si supiese dónde quería ir, lo cual es extraño. Que tu sepas, nadie a parte de ti sale al exterior, pero es cierto también que no te lo cuentan todo...

En mi mente comienzan a formularse preguntas del tipo ¿Quién demonios? o ¿Cómo diantres?, sin embargo la actitud de mi compañera me parece, sin dudar, mucho más divertida, dándome órdenes como si fuese mi superior y demostrando claramente que no es la primera vez que sale. Aunque claro, con lo terca que puede llegar a ser no me extrañaría que no fuese su primera salida. ¿Quizá algún otro agujero en el protocolo? Parece que últimamente hay más por momentos. Sin embargo, decido sencillamente asentir y seguirla, sumiso en apariencia, tratando de averiguar qué pretende exactamente. Eso sí, no bajo la guardia en ningún momento, pues puede que de algún modo ella sea algún tipo de... traidora y pretenda tenderme una emboscada. No hay que fiarse de las caras bonitas.

El viaje que resta ascenciendo sufre un cambio abrupto de dirección, y dos minutos después, otro. No te es difícil adivinar que Rachel está tratando de minimizar las posibilidades de ser descubiertos.

Estás empezando a mirar al cielo para calcular si tendrán tiempo para regresar.

Cuando el viaje lleva ya una hora moviéndose entre la cordillera, asciende y traza los últimos kilómetros en línea recta, por lo que poco a poco eres capaz de distinguir una pequeña formación rocosa. No, no puede ser eso. Hay una antena parabólica rota a un lado.

Al llegar a su lado, Raquel salta el suelo. Puedes distinguir señales de paso en el suelo, así como de arrastre de objetos. 

Un sato tuerto maúlla y echa a correr cuando se acercan.

- Identificador vocal: Rachel Ahmed - dice ella con tono autoritario a un punto indeterminado de pared que repentinamente se ilumina para retirarse, dejando a la vista un corto pasillo para acceder al interior, pero antes de entrar aguarda un instante más para hablarte, aún sin mirarte directamente - Lo que hay aquí dentro tiene que ver contigo, pero pocos querrían saberlo. Toma tu propia decisión -  Para acto seguido, acceder con algo de premura. La puerta sigue abierta.

Sigo a Rachel. ¿Qué intenta ocultar? Es lo único que resuena en mi cabeza durante el trayecto. No dejo de seguirla, pero a cada momento lamento más no haber venido con mi propio vehículo. Puede que volvamos tarde y, desde luego, ésta no es nuestra misión. A cada momento las cosas me parecen más turbias.

Y por si fuese poco un gato y una pared que oculta una puerta que se abre ante su identificador. ¿Es tal vez esto lo que de verdad tramaban desde un principio? Pero la verdad es que con este búnker, casi cualquier cosa podía ser, tantos secretos y tantos recobecos y tantas tonterías sobre las normas que sonaban, algunas, completamente ridículas, hacían que fuese casi imposible distinguir la realidad de la ficción y alguien podría aprovecharse de eso y... comienzo a desvariar. Lo que de verdad importa es que abre la puerta y mi primer pensamiento es que quiere encerrarme en el interior.

Pero ella entra.

-¿Qué diablos...?

Comienzo a preguntar. ¿... tiene que ver esto conmigo? Pero no hay respuestas sin riesgo. Soy una cucaracha y, pase lo que pase, sobreviviré. Y si tiene que ver conmigo, debo de saberlo.

Entro.

Tras la puerta de seguridad, las siguientes se abren con un simple manillar. Ni descontaminación del aire, ni despresurización... nada. 

Este lugar se oculta a los ojos, pero no es un lugar seguro. No tardas mucho en comprender la razón. En la sala en la que has visto desaparecer a Raquel por último hay un hombre sepultado por dos estanterías. - No estás muerto, así que deja de quejarte - Escuchas a Raquel decir. 

Cuando la última caja es apartada, y el hombre puede incorporarse finalmente con dificultad, te da un vuelco el corazón. Su rostro se parece muchísimo al tuyo. O lo sería, sin las transformaciones que han sido necesarias para tu supervivencia.

Las suyas, sin embargo, son igualmente atroces. Tiene la piel de los antebrazos surcada de ampollas azuladas, síntoma de la plaga. Verlo es ver a otro clon. A otro numerado y nombrado. ¿Un fugitivo del Dios Máquina? Son muchas las preguntas que te pasan en ese instante por la mente. 

El contrario solo sonríe con el labio amoratado - Hola. Mi nombre es Beta. Mucho más apropiado que un número de una vocal como "Dos" ¿No crees? je je ¿y tu eres...?