Partida Rol por web

El Camino de Cartago

El Paso

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11/05/2008, 13:26
Ibal

Vuestra misión es la siguiente: Seréis una avanzadilla que recibirá refuerzos gradualmente. Estáis explorando el terreno.

En el campamento recibís una órden:

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11/05/2008, 13:32
Capitán del batallón íbero

¡Vosotros! Atención. El general Aníbal ha dado una órden clara: "Un grupo de soldados y algún que otro esclavo debe ir a explorar el terreno, coge a los mejores hombres y algún explorador. Deben partir inmediatamente." Y habéis sido elegidos. Yo, capitán de los íberos, partiré con vosotros, ya que soy muy ágil. Coged vuestras cosas y vamos. Por cierto. Dentro de un tiempo se nos juntará un otro grupo de personas... El capitán se da la vuelta y se dirige a su tienda, a por sus cosas.

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11/05/2008, 18:18
Fritz

Sigo al capitán luego me desvió recojo mis cosas y me pongo armadura y armas Bien, entonces no hay tiempo que perder cuando el capitán empiece a subir lo seguire Estoy listo, cuando ustéd diga veo El Paso Mm, se ve que tendrmeos problemas

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12/05/2008, 00:56
Sikarbaal Fenech

La comida era ruin y escasa en aquellas montañas. Sin duda, estaban en el culo del mundo. No obstante, en aquellos valles de montaña uno creía perderse en un mundo idílico, que le hacía pensar en galas de caderas generosas y grandes pechos con las que compartir el resto de sus días.

El capitán íbero llegó cuando estaban terminando de comer aquellas gachas. La pared de piedra en la que se cobijaban era igual de fría que todo aquel maldito témpano. El tipo no sabía hablar muy bien el fenicio, y nos dió unas órdenes con palabras muy raras y entrecortadas. Quizá fuera vascón, o de por ahí.

Cita:

Y habéis sido elegidos. Yo, capitán de los íberos, partiré con vosotros, ya que soy muy ági

Himilko, su compañero durante las campañas de Hispania, estaba sentado a su lado. Poco más allá estaba el tal Fritz, también soldado de la madre Cartago. La esclava hispana estaba por allí, sirviéndoles, y poco más allá veía a la exploradora, esa mujer tan rara pero tan apetecible (por las noches echaban dados fanfarroneando a ver quien se la iba a calzar antes).

Así que, profesional, se levantó y echó una meada a favor del viento (como buen marinero, sabía que mear a barlovento es cosa es estúpidos), aliviándose antes de la acción. Luego, aún masticando la última bocanada de gachas, tomó sus cosas, afirmando el puñal-espada corta de los fenicios, atando la lanza al escudo y afirmándolo a su espalda, aljaba de cuero llena de flechas al costado, arco tensado en su funda, bien asegurado por dos tiras de cuero. Tapó la aljaba. Habría que moverse desenvueltos y entre riscos, y por eso era mejor llevar las armas bien atadas. No era cuestión de perderlas por una mala caída.

-Cuando guste, mi capitán -dije.

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12/05/2008, 02:19
Himilce de Edeta

¿Cómo ha podido cambiar tanto mi destino? -se preguntaba mientras rellenaba copas y servía platos de comida- Crecí con un séquito siempre dispuesto a servirme, yo que llevo sangre de reyes, que he sido educada para ser la esposa de uno. ¡Yo! La Princesa Himilce tengo que estar sirviendo a estos hombres. ¿Qué pecado es el que he cometido para merecerme ésto?

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12/05/2008, 09:17
Reena

Estoy acuclillada, apollada en mi lanza con las dos manos, como cada vez que me acerco a campamento. No me gustan los soldados. Suelen ser una panda de mulas gritonas y zafias, y me miran mal, o demasiado bien. Por eso, mi padre me enseñó a alejarme de ellos, o a torearlos.

Yo no marcho con ellos; voy delante, explorando. Tampoco como con ellos; se cocinan porquerías incomibles, mientras que yo conozco las bayas y las raíces buenas, sé cazar ardillas y codornices, y pesco de maravilla con mi lanza. ¡Ja¡. ¡Les dejo para ellos esos caldos grasientos y esos ranchos horribles¡.

Por supuesto tampoco duermo con ellos. He aprendido a dormir en sitios escondidos y alejados, donde puedo tener un ojo abierto por si llegan los enemigos, o los amigos con malas intenciones.

Pienso que eso es lo que haré también esta vez, con estos nuevos compañeros, aunque me sorprendo un poco porque van a llevar a una mujer más con ellos. Les está sirviendo vino, ahora, y me pregunto qué va a hacer aquí, así que cuando nos ponemos en marcha, antes de adelantarme a explorar me acerco para hablar, apartadas de los demás.

-Hola-, le sonrío. -Me llamo Reena, ¿tú como te llamas?. He oído que eres esclava. ¿Cual de estos es el que te manda?-. Cuando me lo diga, le dedicaré una mirada hostil. -Oye, aquí la comida es una porquería. Si quieres puedo traerte buenos peces para comer, siempre pesco si hay agua cerca.-.

Luego echo un vistazo a los demas, a ver si hay algun chico que merezca la pena, y me adelanto para explorar. Ire siempre a unos metros por delante, medio escondida y vigilando por si hay emboscadas o enemigos.

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12/05/2008, 19:34
Himilce de Edeta

La miró con cierto recelo, para ella todos allí eran igualmente peligrosos, aunque la mujer se mostró amable, cosa que agradeció en su fuero interno.

-Soy Himilce de Edeta y no soy esclava, me hicieron prisionera cuando atacaron las tierras de Edeta -Himilce se resistía a asumir ésta, su obligada nueva condición, menos el tener que servir a hombres como esos, hombres que hasta hace un tiempo le besaban los pies.

¿Obedecer preguntaba la mujer? ¿A quién obedeces? Abofetearla por semejante ofensa es lo que ella pensó debería, pero comprendió que esa mujer nada sabía de quién era ella, y, mal que mal lo que estaba haciendo era tenderle una mano, intentar que de algún modo su cautiverio fuese más llevadero.

Himilce no era ninguna tonta y sabía que debía mostrarse dócil si quería tener la oportunidad de escapar.

-Gracias, me gustaría mucho -respondió cuando la cazadora le ofreció traerle comida decente-, no estoy acostumbrada a comer esta clase de porquerías.

Notas de juego

No te doy el nombre del que me manda porque no tengo la más remota idea. Podría inventarme uno, pero no se si los directores tengan planeado algo más.

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12/05/2008, 20:53
Capitán del batallón íbero

El capitán íbero posa su mirada en todos los presentes a los que ha seleccionado para la avanzadilla que explorara el terreno. Con gesto orgulloso y altivo se dirige hacia ellos:
- ¡Venga, soldados, ahora marcharemos a explorar este paso! Estad atentos a cualquier posible ataque enemigo, ¡venga, moveos ya, marchamos inmediatamente, seguidme!

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12/05/2008, 20:57

Dicho esto, el capitán íbero avanza con paso rápido, y empezáis a caminar por un camino no muy acogedor. El frío que reina en los Alpes no es muy agradable para los cuerpos de los africanos. Por ahora, no parece haber peligro.

Notas de juego

Himilce, tienes total libertad para hacer tu historia, claro.

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12/05/2008, 21:36
Sikarbaal Fenech

El viento era fuerte, y eso daba más frío. Lo sabía bien, porque al cruzar Malaka por mar y doblar Tarifa, fuertes vientos racheados asolan el estrecho de las columnas de Heracles. Más allá, estaba la rica Gades, la ciudad fundada hacía casi mil años por sus abuelos.

La edetana seguía ladina, enrocada en su nobleza. Malditos bárbaros hispanos... No saben agradecer la cultura que los propios fenicios les llevaron. ¿Que fue Tarsis, sino un reino amigo y comerciante que acogió las modas fenicias? Recordaba ese comportamiento en aquellos largos viajes hasta el litoral, más allá de Sicilia. Allí, los itálicos que vivían a la ribera del río en invierno, dejaban en verano sus bienes para que, al llegar los comerciantes, fueran intercambiados y dejados. Les miraban desde las colinas, como animalillos curiosos, cuando los púnicos bajaban de las naves y tasaban las mercancías dejadas en roqueos peñones al amparo de la protección de un templillo dedicado a Melkart, dios por excelencia del Mediterráneo y símbolo de civilización y respeto.

El abrigo-manta de lana le quitaba algo de frío, pero aquel maldito viento era insistente. Menos mal que al moverse se sentía mejor. Lo único malo del viento, y lo sabía como buen marino, es que te da dolor de cabeza. Dolor que solo se puede calmar durmiendo o derramando el contenido de las bolas púdicas. Mejor sería no pensar en eso, y más con dos mujeres cerca. Había que estar alerta por si aparecía el enemigo.

Sigió a aquel capitán ibero, de voz mandona tan característica en los oficiales. Quizá se piensan que son mejores por gritar más... Iba atento, mirando donde pisaba y, en la medida de lo posible, a lugares donde podían tenderles alguna celada. La mano, iba cerca de las tiras de cuero que aseguraban su arco. A la menor señal de enemigos, sacaría el arma, destaparía la aljaba y dejaría a los galos asaetados por buena madera de fresno y punta de hierro.

Y sin embargo, como le dictaba su carácter optimista, sonreía, como si se estuviera divirtiendo en aquella marcha. No había en su rostro señal alguna de las reflexiones en las que distraía durante la marcha.

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13/05/2008, 05:50
Fritz

Sabía mucho sobre los daños capaces de el frio y el viento así que itnentando desviar su mente empezo a tararear y pensar en que les esperaría, pero nunca bajando la guardia Mm, hace mucho frio aqui y su mirada se desvió a la mujer que al parecer de lo que decía el capitán era esclava pero no parecía, curiosamente la miro y luego a la exploradora al frente del grupo Interesante, así que una mujer adelante, si es merecedora o no pronto lo veremos, ¿tendrían frio ellas?

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13/05/2008, 08:32
Reena

"Eres una prisionera... bueno, aunque lo seas, si necesitas algo avisa. Estoy acostumbrada a ir sola con los soldados, y a veces son... bueno, son soldados. Ahora somos dos, asi que debemos estar unidas. Voy delante a explorar".

Luego me dirijo al capitán. "Voy adelante, si veo algo peligroso lanzare un silbido fuerte para avisaros". Miro también al resto de los soldados y me fijo en ellos, buscando a ver si son de fiar, aunque por ahora no me presento. Los soldados suelen burlarse de mí por estar en el ejército.

Si es invierno, saco mis pieles del petate; son una pelliza de piel de lobo y una capa muy pesada de piel de oso que cazó mi padre.

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13/05/2008, 14:44
Capitán del batallón íbero

El capitán oye las palabras de Reena con atención.

Cita:

Voy adelante, si veo algo peligroso lanzare un silbido fuerte para avisaros

Su mirada se torce, achinando los ojos y sonríe de forma lacónica, cómo si aquellas palabras le sorprendieran. En todos sus años como soldado jamás había oído eso, y él tenía los suficientes prejuicios sobre el papel de las mujeres en la guerra para no aceptar aquello. Quizás otro capitán lo hubiera permitido y la hubiera animado, pero él nunca. Jamás. Desde las tierras hispanas desde la que había partido hasta cuando llegaran a Roma, no lo permitiría.
- Para. Supongo que lo tenía que haber dicho antes, pero debemos permanecer unidos por si atacan, además...¿Una mujer delante? No será en un grupo que yo dirija. ¡Y aunque os parezca estúpido, nadie me va a hacer cambiar de idea! Y ahora, será mejor que tantas ganas de aventuras tienes, te pongas en la retaguardia, ¡y vosotros, callaos! ¡Él que me desobedezca la acompañará en la retaguardia! ¡Venga, seguid avanzando!
El capitán íbero parecía enfadado, pero sabía que cualquier fallo le podía suponer un castigo o una bajada en su carrera militar, y había sufrido mucho para llegar a ser capitán, para que ahora un par de soldados rasos, una exploradora o una esclava se negaran a cumplir sus órdenes.

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13/05/2008, 15:24
Sikarbaal Fenech

Ese capitán ibero estaba coleccionando motivos para acabar despeñado en los Alpes. Hacer que otros paguen por los pecados de muy pocos ha devenido siempre una vieja costumbre militar, que incita a pelearse entre compañeros. Él, sin embargo, prefiere aprovechar situaciones confusas, como una batalla, para acabar con el verdadero causante de esos sufrimientos: el propio oficial.

Pero ya habría tiempo para eso. No cabía precipitarse. Había que ser prácticos, y solo ese imbecil de la Vasconia sabía cual era su misión y la ruta que debían tomar. Así que, sin abrir la boca (no la había abierto en todo el viaje), prosiguió su camino detrás del ibero. Debería tener frío con esa faldita... Le quedaba muy bien, muy femenina. Los cojones peludos que le vió sin querer cuando se encaramó a una piedra le hicieron sonreir. Sin duda era feo hasta por el culo.

Siguió sus pasos, atento al terreno y a los posibles enemigos que pudieran aparecer.

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13/05/2008, 23:03
Fritz

Escucha atentamente las palabras del cápitan Esta siendo un poco exagerado luego la vió a ella No por nada se decidiría a ir adelante, tendr'á potencial sigue caminando y se decide a hablar Capitán ¿esta seguro de que ella no podría ayudarnos alla adelante

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13/05/2008, 23:13
Himilko

Sikarbaal y yo nos miramos riendo, pues ambos le habíamos visto la huevada al capitán de los iberos.

"Por Baal, Sikarbaal, espero que el viaje sea corto, no me apetece verle la huevada a este salvaje por mucho tiempo más."

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14/05/2008, 07:47
Capitán del batallón íbero

El capitán íbero se detiene momentáneamente ante las palabras de Fritz.
- Vaya, sí, puede que haya sido demasiado duro. Pero bueno, ya que hablas, quizás este bien que la acompañes en la retaguardia. Sí, ¿por qué no? Alguien tiene que vigilar nuestras espaldas de esos bandidos, un ataque por detrás podría sorprendernos, y con vosotros dos ahí, seguro que no pasa, os confío esa honorable tarea. Tomaoslo como una orden, no como un castigo. Pero tampoco estéis lejos, no deberíamos perder el contacto visual-en ese momento, se rascó la entrepierna-¿y bueno, vosotros qué estáis diciendo?-dirigiéndose al resto del grupo- bah, no importa. Venga, sigamos adelante, que tengo ganas de cortarle la cabeza a uno de esos malditos bandidos.

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14/05/2008, 09:19
Reena

Reena asiente medio sonriente, y no dice nada. Está acostumbrada a ese trato por parte de los soldados, así que se va a la retaguardia sin rechistar. Cuando llega allí, se encoge de hombros. "Bueno, menos trabajo para mí", dice mientras camina apollada en la lanza. Cuando llegue la noche y estén a punto de acampar, se marchará sin permiso para asearse en algún río y pescar un par de peces, y volverá al día siguiente.

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14/05/2008, 14:44
Fritz

Está bien dice al momento que se va atras pero un poco sorprendido por esa érden decide no mirar a la cazadora a un lado de él por un tiempo Aún así exagerado

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14/05/2008, 19:25
Ibal

Se oyen unos extraños trinos de pájaro. Pero, pensáis, no es que haya muchos pájaros por estos lares. Reena se sobresalta y mira hacia todos lados. Skirbaal e Himilko no se dan cuenta de los trinos hasta que un grito rompe el silencio de los Alpes, un grito de aviso, una señal.
De repente, tres figuras aparecen desde unas grandes rocas que están situadas a los laterales del paso. Se sitúan de forma que ocupan el paso y os apuntan con los arcos. Parecen bandidos. Tras ellos aparece otra figura de similar aspecto que sujeta una espada con sus manos.

Notas de juego

Más o menos, no estáis muy lejos de los bandidos, a unos siete metros. Claro que Fritz y Reena que están en la retaguardia, están el doble de lejos que el resto.