Partida Rol por web

El esqueleto se había escondido tras las cortinas como un cobarde, pero a juzgar por los gritos que oía, Drabeorn y Alyssa estaban haciéndoselo pasar mal.

Dynah retrocedió unos pasos alejándose de la araña. "Esta es la mía!" -Aléjate Druul!- Su voz aguda resonó por toda la sala. Cebó una de sus bombas y esperó a que el Semiorco se alejara para lanzarla contra la araña. Sin miramientos, imprimiendo fuerza y rabia al ataque. Una lluvia de fuego caería sobre la bestia.

Druul desenfunda su daga, más para hacer ataques engañosos que simplemente ganen tiempo, que otra cosa. Aunque no le apetece lo más mínimo hacer de carne de cañón para la araña, viendo que el resto tienen sus propios problemas y que es el único que se interpone entre la araña y Bethany, aprieta los dientes y aguanta.

Al no tener un lanzamiento limpio, optó por guardar la bomba y apuntó cuidadosamente con su ballesta. El virote salió volando, y fue a rebotar en la pared del fondo. Con un ruido sordo,se rompió en mil pedazos.

-Mierda!- 

Dynah gritó al verse apresada por aquella substancia asquerosa, que limitaba sus movimientos. La oráculo luchó por liberarse pero no hubo manera.

Oís el agudo chillido de la araña cuando la daga de Druul se clava con fuerza en sus ojos multifacetados. El súbito desconcierto del semiorco tras su certero golpe no tarda en desvanecerse, cuando se ve en la premura de esquivar los rabiosos mordiscos del arácnido.

Tras los tapices, Gorloth levanta su hoja en dirección a la paladina, con mano temblorosa - Santurrona asquerosa... esto no quedará así... - le amenaza, pero sus palabras se tornan huecas cuando se da la vuelta y sale huyendo. Le veis escabullirse tras los tapices, girar la esquina y pasar de largo la mesa, en dirección a la pared norte. Un rápido movimiento de sus garras sobre la pared, hace que ésta pivote sobre sí misma, dejando al descubierto un hueco por el que se escabulle el no-muerto. Un instante después, la puerta secreta se cierra...

Drabeorn gruñó al ver que Gorloth se escapaba.

- No sabía que los no-muertos pudieran ser cobardes. ¡A ver si puedes hacer algo, yo termino aquí con el bicho este!- le dijo a la paladina, mientras seguía luchando a brazo partido con la araña.

Escuchando a Draeborn, Druul continúa luchando de forma conservadora y le avisa, Si te aburres aquí hay otro bicho que quiere recibir tus caricias!

El tajo de Drabeorn se lleva por delante dos de las patas del arácnido, que lanza dentelladas contra el bárbaro con escaso éxito...

Apuntó al abdomen de la bestia y volvió a disparar su ballesta. La saeta voló hasta perderse en el fondo de la sala. La mala suerte o mala puntería estaba empezando a irritarle.

Quería perseguir al engendro y destruirlo, pero defender a sus compañeros pesó mucho más que destruir aquella criatura. Además, perseguir a ciegas a alguien más agil que tu y que conoce el terreno es probablemente una perdida de tiempo.

Además, alguien pedía ayuda, por lo que volvió a atravesar la cortina buscando la otra araña.

A pesar de estar mutilada, la araña seguía intentando alcanzar a Drabeorn o a Ethelwyn con sus mandíbulas. Algo cansado de aquello, y oyendo que detrás de las cortinas sus amigos podían necesitarlo, el bárbaro acometió con fuerza en un golpe salvaje que desparramó las tripas del bicho por todo el suelo.

- ¡Ya vengo!- dijo, atravesando las cortinas para reunirse con los demás.

Mientras Drabeorn convierte a la malaventurada araña en un amasijo de entrañas, Alyssa se replega en pos de proteger a sus compañeros, posponiendo el fin del escabullido Gorloth.

La araña restante se agita, viéndose prácticamente rodeada...

Apuñalar, retroceder, proteger. Apuñalar, paso lateral. Druul sigue aplicando sus nociones básicas de lucha defensiva con una daga, demostrando que esto del cuerpo a cuerpo no es lo suyo.

Dynah suspiró aliviada cuando los verdaderos guerreros se unieron al combate. Realmente necesitaba practicar más con las armas. Aquella substancia pegajosa era muy engorrosa  para luchar. La oráculo intentó asestar un golpe más antes de alejarse para que Druul pudiera ayudarla.

Solo quedaba una de las bestias, Drabeorn y Alyssa darían buena cuenta del monstruo.

El Gnomo se acercó hacia la Oráculo. Seguía atada por la viscosa sustancia y pretendía ayudarla. Con su pequeña daga comenzó a cortar las ataduras.

Viéndose arrocalada, la araña retrocede, no sin antes disparar un nuevo hilo de seda, esta vez sobre la paladina...