Partida Rol por web

Por suerte a pocas personas se les ocurriría ir a pasear por la zona donde está la casa con este frío, son casi las seis y un aire bastante desapacible está empezando a soplar. A pesar de no haber nadie a la vista, todos recordáis los comentarios acerca de la visita de Hayes y Stuard por esta zona, y estáis casi seguros de que probablemente la señora Amelia  estará mirando a través de su ventana, o que Downing, el otro vecino, probablemente esté preparándose para salir a trabajar en un rato. Así que por si acaso decidís actuar con la mayor cautela posible.

Marvin salió del coche y se ajustó el abrigo en su enorme cuerpo. Miró a ambos lados de la calle, oteando el lugar en busca de posibles mirones y cuando se hubo asegurado de que no había nadie curioseando sus acciones, procedió a abrir el maletero para ayudar a llevar lo que habían robado.

-Espero no habernos quedado cortos con la mecha, no entiendo de estas cosas, pero cuanto más tiempo tengamos de salir pitando de allí, mejor.

Hizo ademán de ir a encenderse un cigarro, pero se lo pensó mejor y se guardó el paquete en el bolsillo.

Merecerá la pena esperar para disfrutarlo en la victoria cuando todo este templo tenebroso vuele por los aires. Pensó a medida que avanzaban hacia el jardín con la intención de colocar la dinamita en los puntos claves del edificio.

-¿Alguno sabe donde iría mejor poner todo esto? Preguntó. Con lo que hemos traido creo que cualquier lugar dará igual, pero solo por si acaso... No quiero que quede ninguna piedra en pie cuando empiecen los fuegos artificiales, solo gravilla. Pero en cualquier caso... merecerá la pena poner algunos paquetes de estos en el jardín, para hacer desaparecer de este mundo los restos de esos esqueletos malditos.

Luego de una pequeña deliberación entre todos, llegáis a la conclusión de que para que todo desaparezca lo mejor es ir colocando las cargas en los ángulos de las paredes donde se junten dos o más y repartir cargas en las paredes más largas, como las edl salón principal y al pasillo. Todos estáis de acuerdo en colocar alguna carga en el cobertizo del fondo y, como habéis vuelto a enterrar los esqueletos ( y ademas no sabéis  a ciencia cierta si hay más y dónde estarán) descartáis la idea de desenerrarlos para volarlos.

Monty también aporta una idea nueva e interesante, y es que si queréis derriír todo en absoluto convendrís quitar los marcos de las puertas, que es lo que suele quedar en pie tras las explosiones y terremotos, aunque también hay que reconocer que vais sobrados de material explosivo.

Ya comienza a osurecer y os ponéis manos a la obra mientras la casa proyecta sombras mas o menos inquietantes a medida que el sol va cayendo.

Manos a la obra...ya sabemos que tenemos que hacer si queremos que esta maldita en casa no quede en pie digo cogiendo parte de los explosivos y entrando en la casa 

La expresión de Vitale mientras descargaban los explosivos habría preocupado a cualquiera, si no hubiera sido porque todos los presentes tenían la misma preocupación acabando con su salud mental en aquel momento. Por su parte, él tomaba aquellas barras con una cautela digna de un obsesivo-compulsivo, y con razón. A pesar del terror a la dinamita y su volatilidad, la casa no perdía su efecto perjudicial sobre Vitale. Ahora que entendía las formas, los escritos, las túnicas y los horribles esqueletos, o al menos creía entender, estar allí dentro era aún peor que antes.

El italiano parecía un zombie, tomando las palabras del resto como válidas y trabajando sin darle demasiadas vueltas. Tranquilamente, con la mirada perdida y una concentración enajenadora, Vitale comenzó a situar algunas cargas donde le había sido recomendado; en los rincones del salón principal. Sus manos llegaron a temblar al pensar en como debían de verse los rastreadores del tiempo, y en si su muerte sería rápida e indolora o cruel y dolorosamente lenta.

-Bene- dijo, limpiándose el sudor de la frente, al reunirse con el grupo luego de situar algunas cargas. -Buscaré algunas herramientas en el cobertizo. Mientras, dejaré algo de dinamita por allí-

A su regreso, y arremangándose la camisa por el calor que empezaba a volverse insoportable, se encontraba removiendo los marcos de las puertas y ventanas, en caso de que no hubiera suficiente dinamita para hacerlos volar.

No va quedar nada. No va a quedar nada.

Una vez decidido el modo de actuar, Marvin se puso manos a la obra, y dejando a un lado de la entrada su voluminoso abrigo, colaboró con sus compañeros en la colocación de las cargas tal y como lo habían acordado, entreteniendo su cabeza, y alejando los pensamientos oscuros, con una canción que canturreaba distraídamente.

-Tengo ganas de terminar con esto chicos. Les dijo a los otros. No es que me caigais mal, ya empiezo a estar más que harto de Loxton y su trabajito. Cuando terminemos con esta mierda, os invito a unos tragos para celebrar la jugarreta que le habremos hecho al cabrón del jefe.

-Me apunto.- dice Stuard que, a medida que van quedando los explosivos colocados, los va uniendo a un largo cable que ha cogido en el almacén y termina en un dispositivo que pesa bastante y os recuerda a una pequeña batería de coche con una palanca.

¿A cuanta distancia tenemos que ponermos Martin? digo mirando con miedo a la dinamita que queremos volar la casa pero no a nosotros

-La verdad es que no lo sé con certeza.- responde Stuard con expresión dubitativa -Pero por la cantdad que veo creo que lo mejor es irnos lo más lejos posible, por suerte el cable que he cogido es bastante largo... calculo que llegará... no sé... hasta unos ciento veinte metros o algo así.-

Observando con una mezcla de curiosidad y miedo a Stuard, Vitale no podía esperar para ver aquella casa volar por los aires. Sentía que era la única manera de eliminar esa sensación opresiva que le dificultaba respirar y pensar claramente, sin preocuparse por criaturas de otro mundo acechando y esperando para abalanzarse sobre él y lo más cercano a un grupo de amigos que conoció en los Estados.

Golpeaba el suelo con el pie mientras el psicólogo trabajaba con los cables, aunque no tardó en detenerse, con tal de no distraerlo. Al final, les quedaba un buen trozo de cable entre el detonador y la casa, pero era cuestión de posicionarse estratégicamente.

-Vayamos al cementerio. Es decir, si a la mayoría de nosotros nos reconocen los vecinos del lugar, será lo mismo que esta muertos, por lo que el callejón no es una opción viable... Además, no estamos tratando con muertos vivientes, ¿verdad?- sonrió, aunque por poco tiempo, antes de tragar saliva.

Marvin sintió un escalofrío recorriéndole la espalda cuando su compañero mencionó el cementerio, pero ninguna de las opciones era reálmente agradable y había que tomar una decisión cuanto antes, ya que el tiempo se les echaba encima.

Tragó saliva y asintió a Armando con la cabeza.

-De acuerdo, no perdamos más tiempo, cuanto antes lo hagamos, mejor. No quiero pensar más en lo que vamos a hacer o terminaré por echarme para atrás. Le dijo antes de ponerse en marcha. Refugiémonos de la explosión en el cementerio y crucemos los dedos para que nada raro venga a buscarnos mientras estemos entre las lápidas.

La posibilidad le parecía una loca fantasía de carácter macabro, pero despues de lo de Xima y de todo lo descubierto hasta ese momento, le resultaba difícil distinguir entre lo real de lo irreal.

Si, pienso que cuanto menos gente nos vea despues de loq ue vamos a hacer mejor...ademas si finalmente noconseguimos nuestro objetivo ya estaremos en el sitio ideal para descansar eternamente dice monty intentando hacer una broma macabra para quitar hierro al asunto aunque no se si eso servira para relajar a los demas o ponerles aun mas nerviosos

Mirando hacia todas partes váis hacia el cementerio con los postreros rayos del sol en vuestras espaldas. Vaiz cabizbajos, mas que nada para evitar que os reconozcan mas tarde, y eso os hace ir mirando como se alargan vuestras propias sombras a medida que el sol cae.

Tal y como calculó Stuard, el cable (que va desenrollando cuidadosamente) llega hasta un poco más allá de la mitad del camposanto. El frío parece aún más intenso en este yermo rodeado de lápidas y panteones, y todos miráis callados como Stuard conecta los dos extremos del cable a los terminales del detonador con especial cuidado, os hace una seña y actica la palanca que sierra el circuito.

Durante unos segundos parece no suceder nada, y os miráis agazapados con caras de sorpresa, mientras nubes de vapor sales de vuestras abiertas bocas, pero de pronto un resplandor desde la casa os llama la atención, como si algo se estuviese incendiando, y todos miráis a tiempo de ver como el edificio explota de manera bastante desproporcionada, dañando también parte de la calle, la verja del cementerio, y vaya a saber si la casa del vecino más cercano.

El ruido es ensordecedor, y os deja los oídos pitando durante unos momentos en los que aún no sois capaces de calcular qué os ha afectado más, si el sonido, el golpe de la onda expansiva o la luminosidad de la explosión en sí misma.

Eso sí, visto lo visto estáis casi seguros de que de la casa no queda nada.

Agazapado en el medio del cementerio próximo a la lúgubre casa propiedad de Loxton, detrás de una lápida de alguien que en vida fue buen padre y amado esposo, Vitale observaba el futuro amasijo de escombros irguiéndose a la distancia. Sus formas intrincadas y extraños recovecos le llenaron de temor ahora más que nunca. De pronto, sentía que tenían que parar, que todo aquello estaba mal. ¡La casa encontraría la forma de vengarse!

Pronto se dio cuenta de que no sería la casa, sino Loxton y séquito de lunáticos. Pero era tarde. Vio claramente como Stuard apoyó su peso en el detonador y se quedó allí, esperando. Allí, en las ventanas de la casa maldita, se vio un resplandor. Luego, la parte superior estalló, generando un espectáculo de luces ensordecedor y una lluvia de madera, piedra y otras cosas irreconocibles. Segundos después, una fuerza intangible provocó que Vitale pasara de estar agachado a tirado en el suelo. No se levantó por un rato, tapándose los oídos y cubriéndose los ojos a modo de protección.

Como antes le había invadido la duda, ahora comenzó a inquietarle la inactividad. -¡Vamos, vamos! ¡Hay que irse!- gritó, mientras un pitido le dificultaba concentrarse. Apuró a sus compañeros tomándolos del brazo, rogándoles que se movieran, para luego comenzar a correr en dirección contraria a lo que era la casa. Se detuvo para mirarla. Ahora se sentía seguro, sin saber que esa sensación era efímera, pues luego llegarían las repercusiones. Pero el hecho que no hubiera una columna en pie le tranquilizaba.   Era suficiente, por lo que volvió a correr. No importaba a donde, mientras le alejara de la escena del crimen.

Monty no podia dar credito a lo que veian sus ojos, ahi estab el, un pez gordo de la Ford haciendo saltar una casa por los aires, quien se lo hubiera dicho hace tan solo unos dias, estaba claro que si los rastreadores del tiempo no acababan con ellos seguramente lo harian los esbirros de Loxton por destrozarle la casa tan apreciada por el, pero las cosas aun se podian poner peor si no habian conseguido destruirla hasta los cimientos, al ver a Vitale correr salio como un tiro detras de el Espera amigo, a penas se ve nada, ten cuidado no vayas a caerte en alguna zanja abierta...por cierto no deberiamos asegurarnos de haber destruido toda la casa...aunque teniendo en cuenta que en unos minutos Loxton y medio pueblo nos estaran buscando tal vez sea mejor que nos vayamos de aqui lo antes posible dice hablando rapido y entrecortadamente mientras corre a la par de Vitale

Hayes se había quedado la explosión de la casa y, por su ladeada sonrisa, parecía inclñuso estar disfrutando del espectáculo. Stuard estaba a su lado, comprobando mientras se asentaba la nube de escombros si la casa había sido demolida al completo.

Vitale había echado a correr apenas explotó la mansión, pero lo hizo hacia la parte trasera del cementerio, donde no hay salida.  Monty salió rápidamente detrás del italiano tratando de alcnzarlo, cosa que logró cuando ya todos los vecinos comenzaban a asomarse a las ventanas y puertas de sus casas.

El frío hacía que todo se viese más nítido, y al fin pudieron comprobar que de la enorme casa no quedaba nada en pie, todo había suido reducido a un montón de escombros aún humeantes.

Sin embargo no hubo tiempo para felicitaciones, porque un sonoro crujido que venía del fondo del cementerio (hacia donde hace unos momentos corrían Monty y Vitale) os llama la atención.

Todos observan como, entre las lápidas, una sombra se les va acercando amenazadoramente: se trata de David Loxton que, con una cara horriblemente desencajada, les dice, de manera solemne, una frase lapidaria :

-¡Os habéis librado de los Perros de Mdm. Xima, pero no os podréis librar de mí...!-

     En ese preciso momento, Loxton empieza a sufrir una horrible mutación delante mismo de los ojos de los cuatro, acompañada por unos profundos bramidos no propios de un ser humano. Loxton se ha convertido en una especie de horrendo y viscoso animal verdoso, parecido a un canino, que aún conserva débiles rasgos humanoides, y se está preparado para atacarles.