Partida Rol por web

Mientras Vitale y Burns miran en los archivos y se van enterando mas o menos de la enorme cantidad de propiedades que posee Loxton&Loxton repartidas por toda América Hayes se dedica a la biblioteca central. Va mirando los lomos de lso libros y cada tanto saca alguno y lo hojea sobre la mesa del centro.

Al cabo de un rato uno de esos libros llama su atención. No porque fuese especialmente diferente al resto, sino porque tiene las tapas alñgo diferentes y parece pesar menos que lso volúmenes que había revisdo hasta ahora. Al abrirlo ve que se trata de un cuaderno escrito a mano (auqnue con letra de imprenta y en inglés).

Inmediatamente llama a sus compañeros y entre los tres leen una especie de diario escrito por el viejo Loxton, aunque la diferencia de caligrafìa y lo moderno del trazo de la pluma indican que la última anotacióa la ha escrito el hijo:

·         5 de marzo de 1897:

"Al fin recupero el preciado terreno que du-rante generaciones nos fue arrebatado a nuestra familia, y que actualmente se en-cuentra en la intersección entre Peabody's Avenue y la calle Lich cerca del cementerio de la ciudad. Mi abuelo le tuvo que vender al ayuntamiento el suelo en donde descan-san enterrados secretamente mis antepasa-dos para poder salvar el negocio familiar, pero ahora ya he recuperado el legado de mi familia."

·         3 de mayo de 1897:

"El ayuntamiento nos cede el permiso de obras para empezar la construcción de lo que será nuestro futuro templo para cele-brar nuestras invocaciones particulares. Sir Thomas Atkinson, el buen amigo de la fami-lia, que diseñó los planos el año pasado, se encargará de su construcción, y asegura que de aquí a un año estará ya listo para cele-brar nuestros rituales."

·         25 de junio de 1898:

"Invirtiendo 10.000 dólares más al presu-puesto inicial y doblando el esfuerzo de los obreros, acabamos de construir el templo camuflándolo bajo la apariencia de una mansión con un ligero estilo modernista. Gran expectación del círculo modernista eu-ropeo. La casa gana varios premios de ar-quitectura celebrados en la ciudad de Ark-ham, lo cual viene a ser una tapadera per-fecta. Parece ser que a Atkinson la fama se le sube a la cabeza."

·         14 de julio de 1898:

"Comenzamos nuestros rituales en el templo llenos de emoción. A las sesiones asisten tanto Atkinson como mi hijo, David, así co-mo otros iniciados."

·         10 de junio de 1899:

"Atkinson enloquece por completo y sufre deformaciones físicas que lo hacen más cer-cano a nuestra naturaleza. Su familia se en-testa en ingresarlo al manicomio de Ark-ham. Sólo Dios sabe a qué tipo de barbari-dades será sometido. Pobre Thomas. A par-tir de la semana que viene le iremos a visi-tar. Mi hijo parece aprender rápido y creo que con él nuestro legado familiar está más que asegurado."

·         25 de febrero de 1903:

"Muere nuestro buen amigo Thomas Atkin-son, el constructor de nuestro gran templo de sabiduría, de una insufiencia cardíaca. Esta noche llevaremos a cabo una celebra-ción en memoria suya y mañana asistiremos a su funeral para evitar las sospechas."

·         25 de diciembre de 1913:

"Mi hijo ha sido un imprudente. En la sesión de esta noche, en un arrebato de misticismo ha despertado a cuatro seres que aúllan en el tiempo que vivían 9.000.000.000.000 de años en el pasado. Si mis cálculos son co-rrectos, los viajeros en el tiempo nos en-contrarán de aquí a 35 años. Ese es el tiempo que tenemos de vida mi hijo y yo. No hay nada más angustioso en la existencia en un hombre que saber la fecha en que encontra-rá la muerte."

·         3 de octubre de 1923:

"Desde hace 10 años que no ponemos los pies en aquella casa maldita. He logrado contactar con una vieja amiga, Mdm. Xima, una de las mejores mediums del mundo. Le he explicado nuestra desesperante situación y me ha explicado que, aunque teme por su vida, intentará ponerse en contacto con los rastreadores del tiempo y reemplazar sus víctimas. Para ello me ha pedido residir una temporada en la casa y hablar con David, que fue quién los convocó."

·         11 de noviembre de1935:

"Las víctimas ya están cogidas. Aunque Mdm. Xima, después de 2 años de duro tra-bajo, no ha podido exorcizar la casa, ha po-dido reemplazar las víctimas de aquellos asesinos en el tiempo. El día será el 25 de diciembre de 1948 y las víctimas son varios conocidos de David.

·         24 de diciembre de 1948  última anotación: "El cebo ya está en la trampa."

Dios mio, esto confirma lo que nos diho Xima...es terrible, tenemos que destruir la casa hasta los cimientos cuanto antes digo mientras empiezo a temblar de miedo y tengo que agarrarme a uno de los salientes de los armarios archivadores para no caerme al suelo

Marvin sintió un mareo al leer todo aquello, y la visión de los esqueletos volvió a aflorar en su recuerdo.

El hombretón, pese a estar curtido en mil batallas de la calle, no era capaz de asimilar lo que allí acababa de leer y la sangre dejó de darle color a su rostro, provocando que este adquiriera una palidez enfermiza.

Esto, no puede ser... me niego a creer que esto sea verdad. Es... es... ridículo... es... pensaba incrédulo ante lo que acababan de descubrir.

Sin embargo, el mero hecho de que aquellos esqueletos, que eran muy reales, pudieran ser los antepasados de alguien, ya era más que suficiente como para hacerle perder el juicio. Y los esqueletos eran muy reales.

Y si los esqueletos son de verdad... y si Loxton y su hijo también creen en toda esta mierda que pensábamos que eran chaladuras de la vieja... y si... ¿Y si todo es cierto?

Las paredes de la realidad se derrumbaron alrededor de Marvin y todo aquello que se había negado a creer o que había tomado por patrañas, se convirtió en algo terroríficamente real.

Marvin se apoyó en la mesa, medio sentado, medio en pié y dijo a sus compañeros:

-O nos hemos vuelto todos locos. O la realidad es peor de lo que imaginábamos. Acabo de cagarme en los pantalones con todo esto. Tenemos que actuar cuanto antes y evitar que esto ocurra. Señaló las anotaciones. Y darle su merecido a Loxton.

Vitale se acercó a Marvin, festejando su hallazgo internamente. Al fin habían dado con lo que él creía era el tomo faltante en la biblioteca de la casa. Por fin obtendrían algo de verdad.

A medida que leía, las facciones del italiano se iban deformando en una mueca de puro y genuino horror. Poco a poco, su cerebro iba recolectando datos e hilando una telaraña siniestra, en la que de repente, y por mala suerte, ello se veían implicados. Incluso antes de entender eso, al final, ya se encontraba suficientemente atribulado.

La forma inconcebible de la casa, la locura y muerte de Atkinson, los horribles esqueletos, y finalmente, la confirmación de las palabras de Xima. Todo lo que aquella vieja, en apariencia loca, les había dicho era la verdad. O al menos la verdad que unas cuantas personas importantes y lúcidas apoyaban. Vitale no pidió más. Deseaba detenerse, para de leer, pero no pudo. Sus ojos se quedaron pegados al cuaderno hasta el final, para luego arrepentirse de su osadía. Resultó que la realidad era demasiado. Hubiera sido mejor sufrir la muerte inminente en la ignorancia.

-¡Dios mío!- exclamó, caminando hacia atrás lentamente. Volteó, escrutó toda la habitación como un paranoico. Pero estaba lejos de tranquilizarse simplemente comprobando que el peligro no estaba en aquella habitación. -¿Por qué? ¿Por qué nosotros?- preguntaba Vitale, sin esperar respuesta. -¡Y nosotros mordimos el cebo! ¡Vaffanculo, stronzo di merda! masculló entre dientes. Aún era consciente de la presencia de los guardias en la calle, por lo que buscaba descargar su desesperación lo más discretamente posible.

-Esto fue todo, compañeros... ¿Se han dado cuenta? Hoy es el día en el que nuestros asesinos pasan a recolectar el pago de su deuda- dijo, abatido. Apretó los puños mientras paseaba por al oficina, haciendo rechinar los dientes de ira. -Pero antes de irme quiero causarle a ese figlio de puttana cuanto daño sea posible. Yo digo que quememos esa casa di merda hasta los cimientos-

Solo con quemarla no va a ser suficiente, tenemos que asegurarnos que no queda nada, ni siquiera los cimientos, si los llaman rastreadores fijo que son capaces de rastrear hasta la mas pequeña parte de la casa que quede en pie, necesitamos explosivos, hau que hablarlo con Martin que es el que sabia como cosaguirlos. Digo mirando a Marvin y Vitale desde la silla en la que me habia sentado para no caerme redondo al suelo debido a la tension acumulada, sudaba profusamente y hablaba entrecortadamente Tenemos que hacerlo todo muy deprisa ya que hoys es el dia señalado, ¡¡¡vayamos a buscar a Martin fuera y a por los explosivos!!!

-D accordo-

Vitale asintió, mientras en su interior se debatían la rabia y el terror. La mente se le llenaba de presagios oscuros en forma de imágenes horribles e inconcebibles para la mente sana. Intentó dejarlo de lado, y logró disimularlo bien. -Andiamo- dijo, sin que se le ocurriera seguir rebuscando entre los papeles del lugar. Lo último que deseaba era quedarse allí, inundado en hojas inservibles. Aún quedaba una última esperanza, y poco le interesaba en el momento las posibles ansias de investigación del resto.

Ya no pensaba. Se mantenía callado y sus pasos eran tenues por instinto, pero su mente se encontraba nublada. Debían encontrar a Stuard y acabar con aquel jaleo en menos de una hora.

Sus compañeros se movieron rápido y Marvin hizo lo mismo.

No habían más palabras que añadir, ni más datos que buscar. Algo le decía que si continuaban indagando, encontrarían información sobre aquellos "rastreadores", pero eso suponía tiempo, y tiempo era de lo que en ese momento no andaban sobrados.

Se guardó el cuaderno mientras sus compañeros se ponían en marcha para salir de aquella oficina, y procuró dejarlo todo bien ordenado, sólo para que, en el caso de que llegaran a librarse de la que se les avecinaba, darles tiempo a enfrentar a Loxton procurando que este no se enterara demasiado pronto de la salvación que Marvin esperaba que lograran.

Sin tomarse mucho tiempo dejando las cosas como las habían encontrado para salir de allí cuanto antes, Marvin siguió a sus compañeros a la calle, hacia la puerta por la que habían accedido al edificio.

Al salir del edificio la luz de fuera os golpea con fuerza casi física. El sol cae a raudales sobre las calles nevadas, inundando todo de un blanco lechoso que hace que las cosas parezcan casi irreales, como soñadas.

Stuard, que estaba en la esquina en medio de un enorme círculo de colillas, se acerca al veros. Le ponéis al corriente en pocos minutos y, una vez que su mente digiere toda la información, su cabeza empeiza a actuar.

-Entonces lo mejor será ir sin demora al almacén del armero. Claro que tenemos un par de problemas: que la gente esta saliendo a las calles y que no se si será fácil que pasemos desapercibidos saliendo de un almacén cerrado con cajas de explosivos. que me da que para volar la mansón vamos a necesitar varias.-

De pronto parece ocurrírsele algo y mirando a monty dice:

-¿Por casualidad no tendrá iusted un auto con un malñetero grande?-

Si, por supuesto que lo tengo, esta aparcado en la calle del restaurante dodne conocimos a Loxton, vayamos enseguida para alli cuanto antes

Todos vais caminando como si nada sucediese, pero apurando el paso.

Entre unas cosas y otras os montáis en el coche de Monty. Uno de su propia empresa del año anterior en perfecto estado y de un moderno color azul. El único problema es que , al ser un modelo de dos puertas, los de detrás vais un poco apretados. Eso si, el maletero es espacioso y, con un coche de esa clase, es difícilk que los controles de carreteras os detengan.

Cuando faltan apenas un par de minutos para las cinco de la tarde llegáis al almacén de la armería. En realidad el almaacén es una especie de nave que hay detrás de la tienda y se puede acceder a él por una puerta´practicada directamente sobre el portón principal. Una espera prudente os asegura de que no hay policías rondando por la zona, al menos por ahora, la mala noticia es que por la calle principal (donde da el frente de la armería) ya comienza a circular gente y han empezado a salir los primeros tranvías.

Vitale se subió al auto con aprensión. En otro momento, se hubiera detenido a admirar semejante belleza, pero en aquel momento no le era posible. Su mente se debatía entre dos mundos. Todo lo que creía realidad era desafiado por tan sólo un par de personas y unos comentarios delirantes confirmados por un diario personal. Sonaba como algo ridículo, pero el italiano no atendía a la razón. Ya tendría tiempo de pensar una vez la mansión desapareciera de la faz del planeta.

Distraído como se encontraba, se ubicó en la parte de atrás. Demasiado tarde se dio cuenta de lo incómodo que resultaba allí, pero poco le importó. A medida que se acercaban a la armería sudaba más y más. El calor le comenzaba a resultar sofocante. Era probable que aún pudieran salvar sus vidas, pero, ¿qué harían después? ¿Cómo se encargarían de limpiar el rastro de estragos a su paso con Loxton como su mayor enemigo? Al parecer, la vida en los Estados no eran tan pacífica como lo pintaban sus parientes. Una vez más, tendría que escapar.

Cuando Vitale bajó del auto, el reloj daba casi las cinco. Respiró profundo, aliviado de dejar el interior del auto, que aunque de interiores mullidos, podía resultar un verdadero sauna en las circunstancias adecuadas. El hombre observaba las calles para luego mirar el portón que les separaba de unas útiles cargas explosivas. La gente comenzaba a recorrer las calles. Si no actuaban pronto, no tendrían oportunidad alguna de salirse con las suyas. Simulando, una vez más, retirarse para fumar un cigarrillo, Vitale recorrió el edificio en busca de una puerta trasera que les ayudase en su allanamiento.

Cada minuto se había convertido ahora en una cuestión de vida o muerte para Marvin y sus compañeros en aquella aventura, algo que por otro lado, ya le había ocurrido en otras ocsaiones. Caminó junto a ellos con el ceño fruncido y paso decidido, dispuesto a jugárselo todo en aquella carrera contrarreloj que comenzó antes incluso de que aceptaran el trabajo que Loxton les había ofrecido, y que ahora daba la impresión de precipitarse sin compasión hacia el final que los amenazaba.

Pese a todo, no pudo evitar sentirse impresionado por el automóvil de "Monty" cuando lo vió. Una belleza del motor que ahora se prestaba  ayudarles en aquella desesperada carrera en la que se movían.

Por su voluminoso tamaño, Marvin se sentó en el asiento del copiloto para mayor comodidad de todos y cuando todos estuvieron dentro le indico con un gesto de cabeza a "Monty" y una sola frase que se pusiera en marcha.

-Vamos, es hora de las tortas.

El coche devoró la distancia que los separaba del almacén en el que se encontraban las herramientas que precisarían para salvar sus vidas y en cuanto salieron del automóvil de "Monty" y vieron a las primeras personas paseando por las calles, supo que ahora era cuando las cosas empezarían a ponerrse emocionantes de verdad.

El hombretón acompañó a Armando en la busqueda de una puerta por la que pudieran colarse al interior del lugar y le dijo a este:

-Hacer volar por los aires un edificio es algo que no he hecho nunca. Será divertido. Y le dedicó una sonrisa maliciosa a su compañero.

La armeería da directamente a la avenida principal, pero el almacén está ubicado detrás del edificio de la armería, y se accede a él o bien desde la armerís o bien desde el portón de carga, que da a la calle trasera. En este portçon hay practicada una puerta metálica que parece bastante robusta, pero al menos por esta parte de momento no pasa nadie.

Marvin miró a ambos lados, asegurándose de que nadie los veía rondar por allí, y les hizo un gesto con la cabeza a sus compañeros para comunicarles con una sola mirada que iba a proceder.

Al comprobar por sus caras, que sobraban las palabras, se adelantó a ellos, esperando que vigilaran la zona mientras él procedía y el hombretón, dejó que sus habilidosas manos para aquella tarea se pusieran manos a la obra.

Tal y como esperaba, aquella cerradura tampoco se le resistió y una vez la hubo abierto, procedió a entrar en el lugar con precaución para evitar sorpresas desagradables.

Hayes abrió la puerta con bastante facilidad, le indicó al grupo con un gesto que le esperasen allí donde estaban y se aventuró unos pasos en el interior del almacén perdiéndose de vista en la oscuridad del interiór.

Los tres que quedaron fuera se miraron y, durante unos momentos, no supieron qué hacer. Los ruidos que les llegaban desde la avenida indicaban que la gente ya estaba comenzando a recorrerla, probablemente para cenar con amigos y comentar las pasadas fiestas. Por suerte nadie se saomó a la desierta calle a la que daba el almacén. Quien sí se asomó fue Hayes, que sacó medio cuerpo fuera y os indicó a todos que entráseis, al pasar pro su lado os dijo:

Éstamos de suerte, en este sitio no hay guardias y parece no haber alarmas... pero por si acaso cuidemos los pasos.-

Una vez dentro y cuando vuestros ojos se acostumbran a la penumbra, podéis ver que el sitio es una nave bastante espaciosa, sin ser grande, con estanterías metálicas colocadas en la paredes y tres hileras de cajas de madera en el centro. La única luz del sitio es la que entra por los ventanucos de ventilación de la parte superior de las paredes, donde se juntan con el techo. El sitio cuenta con iluminación eléctrica y sendos tubos fluorescentes, pero por razones obvias no mostráis intenciones de encenderlos.

-Venga, vamos a hacerlo lo más rápido que podamos, el tiempo corre en nuestra cuenta. Dijo Marvin. ¿Donde puede estar lo que necesitamos? Se preguntó mirando a su alrededor con los brazos en jarra.

Mientras observaba sintió la imperiosa necesidad de encenderse un pitillo, pero se enfrentó a la tentación.

No es el mejor lugar para ponerse a fumar, tío. Pensó. Un poco de mala suerte y podemos volar por los aires.

Ante la duda, el hombretón se giró hacia Martin y le preguntó a este:

-¿Alguna idea de donde está lo que necesitamos?