Partida Rol por web

El bosque de Althern era por completo distinto a lo que habían visto hasta ahora de la asamblea. Aquel bullicio y aquella vivacidad que se sentían en los alrededores, desaparecían por completo al internarse allí. El lugar despedía una innegable sensación de antigüedad y de misterio.

Con un alto manto de hojas que ocultaban por completo el sol, el bosque estaba compuesto por amplios grupos de blanquecinos robles, arces, abedules y castaños. Tan solo adentrarse en el se impregnaba esa sensación de estar en un bosque encantado. Todos se mantenían vigilantes y atentos a los que pudiera surgir de la nada; todos salvo Leopold quien caminaba con tranquilidad tal como si hubiera pasado por allí incontables veces.

Ya habían escuchando en las aldeas cercanas durante su viaje, historias sobre gente que desaparecía en su interior, por lo que les habían recomendado mantenerse juntos y siempre viajando por el camino. En su momento todos lo habían considerado como una tontería, pero ahora mas de uno se lo estaba repensando. Sobre todo por que hacia ya un largo rato que se habían salido del camino y caminaban entre la maleza por un sendero que solo Leopold podía ver.

En su camino habían dejado atrás una posada donde solo habían visto medianos. Posada del conejo risueño se llamaba y sus ocupantes les habían visto con demasiada curiosidad y sorpresa, probablemente un grupo tan raro no se adentraba por aquellos lugares todos los días.

Tras un largo trayecto el grupo se fue acostumbrando a los sonidos del bosque sin que estos les preocuparan demasiado. Eso hasta que escucharon el chapoteo de agua, probablemente estaba cerca ya. Para su suerte así fue, unos pocos minutos después de escuchar aquel ruido, se encontraron con el pequeño río y a lo lejos junto a una pequeña laguna había una aldea tal como esperaban.

Aquella aldea tenia que tratarse de la aldea que habían estado buscando desde hacia días, la aldea de Gihaf. Para su sorpresa, esta estaba plagada de elfos del bosque, los cuales se podían escuchar cantar a la distancia.

-Hasta aquí los acompaño yo- dijo súbitamente Leopold. –Será mejor que crean que llegan solos o líder de la aldea me matara por haberlos traído-.

Gurnik seguía tenso tras la advertencia de Grii. En cierta medida, no le venía mal, pues alejaba sus pensamientos de la palabra Troll, los pielesverdes y todo lo que aquello le recordaba.Algo irónico teniendo en cuenta que era un matador, pero el ver a tu familia muerta sin poder hacer nada para evitarlo, a manos de un grupo de pieles verdes, es algo que te marca, y el estar vivo, y no entre ellos, es algo que duele y se clava. Por eso era matador, la única salida era morir como murieron los suyos, vengándolos al mismo tiempo, llevándose a cuantos pudiese por delante.

A lo lejos se podía ver ya la aldea, y el matador se relajó en cierto grado, poniéndose en una situación menos tensa, y volviendo sus pensamientos a la misión.

-Bueno, parece que al fin llegamos a destino. Por que ese esa es la aldea de Gihaf, verdad zagal?

A Gerard el niño no le parecía que fuera ningún peligro inminente. Inocente y peculiar sí, pero no una amenaza. Es decir... le habían encontrado siendo perseguido por varios pieles verdes. De acuerdo que quizás él se hubiera acercado demasiado a ellos y eso les hubiera provocado, pero muchos niños son imprudentes y más aquellos que parecen desconocer tando del mundo. Una cosa era ser algo alocado y otra muy distinta ser un enemigo.

Finalmente, terminaron por entrar en el bosque e inmediatamente el caballero notó que era distinto a todos los que los que había visitado en su vida. Más... espeso, más extraño... más misterioso. No sé, había algo raro, que no sabía cómo explicar. Era un bosque viejo, muy viejo... Pasado un raro, el chico cayó en la cuenta de que la extraña sensación que le provocaba estar allí le recordaba mucho a la que se sentía en los santuarios a la Dama... a los VERDADEROS santuarios. Y, en cierto modo, era inquietante y relajante a la vez.

Por precaución, se mantuvo alerta de los ruidos y lo que pudiera surgir a su alrededor. Dudaba mucho que en un sitio así les atacaran criaturas malignas de alguna clase, pero los atacantes podían ser otros, si se daba el caso.

Tras un rato de estar atravesando el bosque vislumbraron la aldea. Sonaba un arroyo en las cercanías y, además, los cánticos de los habitantes de la misma. Elfos, ¿eh? Y parecían ser de la misma especie que Aria. Y.. ¿qué dijo antes Leopold? ¿Qué a los de la aldea no les gustaban los de la raza antigua de Aenalor? ¿Por qué? ¿Acaso los elfos discutían entre sí? Había oído que los había de distintos tipos, pero más allá de eso no tenía ni idea. ¿Debería preguntar en algún momento...? No, mejor no por el momento.

Las palabras del pequeño le alarmaron un poco. ¿Le matarían? Bueno... se podía comprender el secretismo del lugar, pero hasta tal punto...

LeBlanc miró a sus compañeros, murmurándoles en secreto:

- Bueno... ¿y cómo nos presentaremos en la aldea? Si son todos elfos, quizás la presencia de humanos y enanos no les agrade... ¿Debería ir Aria primero? - sugirió.

El menestral enano siguió al grupo con el carro, intentando no parecer demasiado asombrado de que alguien fuera capaz de vivir en las condiciones en las que esos elfos vivían. Era la primera vez que veía un poblado élfico y probablemente fuera la última, si utilizaban palabras equivocadas. Y como no era muy ducho en ese arte, nuestro Melenarroja calló y esperó a que otros fueran los que hablasen.

Joder con los orejas picudas... Se pasan el día cantando mientras los demás peleamos contra temibles criaturas en nuestros túneles... Seguro que también fue una de las razones por las que perdieron la guerra contra mis ancestros. No me puedo creer que estén tan tranquilos teniendo orcos campando a sus anchas por el bosque...

El futuro ingeniero se empezó a interesar por la arquitectura que utilizaban éstos elfos, dado que muchos de ellos construían sobre arboles estructuras que uno nunca pudiera pensar que se sostuvieran.

El camino por el bosque había sido ligeramente opresivo, era un bosque viejo y en él sus árboles luchaban por hacerse con la luz del sol impidiendo que esta llegase hasta nosotros. El joven "muchacho" nos guiaba por el camino, pasando cerca de una  posada pudimos comprobar que ya habíamos abandonado las tierras humanas.

Aunque no teníamos que temer por ningún enemigo aparte del propio guía, nuestros nervios estaban a flor de piel, buscando enemigos ante cualquier sonido extraño que hiciese este bosque. Lentamente nos fuimos deteniendo cuando el chico nos dio el alto, el sonido de unos chapoteos se oían a una corta distancia.

- Si son elfos como dice Leopold, lo mejor es que Aria nos presente. No queremos tener con ellos un conflicto si podemos evitarlo.... miro hacia los enanos y hacia Aenalor .....   

¿Por qué este muchacho tiene miedo al jefe de la aldea?..... Ahora que el muchacho se iba a ir quizás tuviese tiempo para hablar de mi descubrimiento con Aenalor.

Durante todo el trayecto, permanecí cerca del muchacho, charlando sobre cosas banales mientras miraba los árboles milenarios que nos rodeaban y el ambiente de estar pisando unos bosques que llevaban allí muchos más años de los que podríamos contar entre todos.

A pesar del lugar, me extrañaba ver a mis compañeros tan inquietos, como si esperaran que del bosque saltaran unas terribles criaturas para devorarnos, aunque lo cierto es que yo no veía ningún peligro inminente.

El paso por la posada tan solo me confirmó que seguíamos por el buen camino, un camino más o menos transitado que nos permitió averiguar dónde había una posada en caso de que la necesitáramos, aunque eso fue todo rastro de civilización que vimos, hasta llegar cerca del río. En ese punto el muchacho se paró, señaló y dijo unas extrañas palabras.

Supongo que lo dirás de un modo metafórico ¿verdad? no creo que te hicieran más daño que echarte un rapapolvos por vagar por el bosque tú solo, aunque tampoco me has dicho por qué os lo tienen prohibido.

Mientras hablaba, no perdía de vista los elfos del bosque. A pesar de ser la misma raza, nosotros habíamos permanecido en nuestras isla mientras que ellos había optado por abandonarla y habitar los bosques que inundaban el continente. No había odio entre nuestras culturas, pero sí cierta desconfianza, asi que, en este caso no pude más que estar de acuerdo con el resto.

Aria, será mejor que vayas tú primero, sobre todo por la primera impresión que se pudieran llevar.

Y así, paso a paso, nos adentramos en el bosque. Al principio, podría decir que, como seguramente piensan mis compañeros, no se trata mas que de un bosque más entre los que hemos cruzado. Sin embargo, no hace falta esperar mucho para que todos ellos se den cuenta de algo en lo que yo ya había caido en las propias lindes. Y es que Althern no parece ni es un bosque normal en absoluto. Si tuviese quedarle un parecido, sería con mi propio hogar, y eso explica en gran medida el cúmulo de historias que nos han contado en las aldeas anteriores. Sin embargo, no pretendo ser una charlatana y me abstengo de decir nada en absoluto.

O al menos, así permanezco mientras nos salimos de los caminos, vadeamos los árboles y yo admiro, mientras otros temen, el estado de los árboles y el cuidado al que han sido tratados, así hasta llegar al poblado, por utilizar un nombre humano para referirse a algo tan majestuoso como esto. Gihaf, desde luego no como la esperaba, principalmente porque no esperaba nada en absoluto de la aldea, tal y como habló de ella el noble humano. Entonces, el muchacho se despide, y no puedo evitar señalarlo con un dedo.

-Poco me gusta que me dejen una pregunta sin respuesta, y conozco tu nombre, chico. Te lo perdono por esta vez, mas no pienses que volverá a ocurrir. -Digo, con tono serio, antes de desmontar de mi montura, demasiada humanamente tratada para mi gusto en un lugar como este. -Pero no hace falta que vosotros lo hagais. -Digo, mirando a mis compañeros cuando contemplan mi gesto. -No estoy del todo cómoda viendo a hermanos desde lo alto de un caballo. Dudo mucho que no nos hayan visto ya, así que presentémonos cuanto antes. -Dicho eso, sujeto firmemente las riendas de mi montura y avanzo hacia el poblado, confiando en que mis compañeros me seguirán. En los labios, una sonrisa por volver a un lugar parecido al hogar, que hace que tras el tiempo pasado fuera, un peso se vaya ligeramente de mi corazón. En la mano libre, un gesto de paz y calma.

-No me tienen prohibido andar solo por el bosque- formuló el joven quien estaba mas preocupado por lo alrededores tal como si le preocupará que le vieran allí con aquellas personas, -no pueden prohibirme tal cosa, ni creo que les pase por la mente-. Afirmó con completa seguridad en su rostro.

-Y si, no me refería a que me fueran a hacer daño, pero han confiado en mi y no quiero ofenderles. Por eso debo de irme y llegar por mi cuenta- concluyó no sin antes sonreír a las palabras de la elfa con cierta expresión de disculpa no tan clara en su rostro. Y tras ello, dando la espalda al avance de los aventureros hacia la aldea, el joven desapareció entre el bosque para tomar su propio camino.

No paso mucho tiempo antes de que en su avance hacia la aldea, fueran detenidos por un grupo pequeño de elfos que habían salido de la nada. Aunque desde la perspectiva de los elfos del grupo, hacia rato ya que les vigilaban y se acercaban a ellos con cautela.

Uno de los elfos saliendo de entre aquel grupo les hizo una seña de que parece para acto seguido hablarles –alto allí forastero, no son bienvenidos aquí. Están rodeados por numerosos arqueros por lo que les aconsejo que no intenten nada que nos obligue a usar la fuerza-. El fornido elfo era sin duda un elfo del bosque, aunque se salía un tanto de los parámetros de lo que todos imaginaban al ver a Arianne. Su aspecto era mas bien el de un fuerte y veterano guerrero que el de un ágil y fino arquero. –Les haré dos preguntas y deseo que respondan de forma rápida y sin demora o las cosas se podrían poner aun mas tensas- sentenció el elfo -¿Qué buscan aquí y como lograron dar con este lugar?-.

Y por esto las advertencias de Grii. Pensó el matador. No era momento de agarrar el hacha, no había honor en morir frente a unas mínimas medidas de seguridad de aquella gente, por mucho que no le gustasen las formas, en cierto modo las entendía.

El enano suspiró, pues pese al agobio del momento, y la perspectiva de poder ser atravesado por flechas en menos de lo que canta un gallo, por lo menos habían llegado a destino.

Tras suspirar, miró al fornido elfo, con una mezcla entre curiosidad y desafío.

-Buscamos a Haldir, o más bien su cadáver, y hemos llegado a la aldea de Gihaf siguiendo mapas -dijo el matador rápidamente, para salir del paso.- Y podéis decirles a vuestros amigos que destensen los arcos, no suponemos amenaza pues no venimos con intenciones hostiles, y las amenazas de muerte, por sutiles que sean, me ponen nervioso.

Otra vez dando información de mas... El Melenarroja no pudo evitar cabecear ante las palabras del matatrolls. Sin duda uno de los mayores errores que estamos cometiendo, y parece que no aprenden la lección. Llegará el momento que paguemos por ello, y seguro que a él le iba a tocar estar en primera línea. Tendremos unas palabritas todos de nuevo, no puedo permitir que pongan tanto la misión como nuestras vidas en peligro tan a la ligera...

Y mientras esperaba la respuesta del elfo, se apoyó en su martillo de guerra, alerta ante los acontecimientos.

- Todos al loro, por lo que pudiera pasar.

Como era de esperar, no he de avanzar demasiado hasta llegar a una posición despejada -un blanco fácil- cuando un pequeño grupo, armados con arcos y otros pertrechos, "brota", según dirían mis compañeros, frente a nosotros. Esto es, salen de lugares donde yo podría ocultarme sin problemas para hacer lo que bien he hecho alguna vez en mi propio bosque como cazadora: Asustar a los viajeros incautos y, cordialmente, sacarlos de su estúpido error de seguir avanzando hacia una muerte segura. En tonos en realidad poco cordiales, por supuesto, dado que la mayoría de las razas ante las palabras amables no hacen más que escupir y revolcarse por su barro mental, solo porque al ser amables no pueden significar que la flecha que te está apuntando realmente vaya a ser disparada.

Y cuando iba a hablar ante el emisario del grupo de elfos, un primo curtido en varias batallas, Gurnik se adelanta hablando como solo un enano matador puede hacerlo. Esto es, amenazando con poner el hacha más alta que la flecha. Esos son la clase de visitantes del Hogar que continúan aunque no les digas nada, talan un árbol cuando les recomiendas que no lo hagan y, por último, se sorprenden de estar muertos cuando la furia del bosque cae sobre ellos.

-#Bienhallado sean los días para el bosque de Altern, hermano de otro hogar.# -La voz en fan-eltharin, ese idioma que los legos llaman silvano, me sale natural, una cascada de bellas palabras que nunca consigo utilizar cuando malhablo el lenguaje común con el resto. Un lenguaje, el propio, que llevo sin usar desde mi salida del bosque, y que con mi soledad poco utilizaba excepto en las ocasiones adecuadas. Y sin embargo, en este momento de la misión, y pese a lo mucho que me duela tener que usar mi lengua frente a ajenos, razón por la cual no espero que me respondan en él, me parece la mejor y quizá única manera de que las cuerdas no se disparen y me dejen una misión en solitario*. -#Lo que mi pequeño acompañante quiere decir con sus bruscas palabras de enano ante tu primera pregunta es que una misión aquí nos ha traido, con respecto al guardián del viejo templo del bosque, hace poco fallecido. Con respecto a la segunda, un encuentro propiciado por Isha, pues no veo más guía que los hados, nos permitió salvar una pequeña vida y obtener como recompensa un camino seguro por el bosque. Mas una petición de silencio nos impide revelar más.# -Dicho eso, guardo silencio durante un momento, mientras el tono de mi voz se pierde entre los árboles. Muchas palabras se han dicho en un lenguaje hermoso y poco queda que se pueda decir, pero me obligo a volver al lenguaje burdo. -Un amigo del guardián nos manda con una petición. No traemos ningún daño al bosque, ni a sus habitantes.

Comprendiendo el hecho de que el muchacho no quisiera que los elfos pensaran que había traicionado su confianza, Gerard no le dijo nada y avanzó junto a los demás hacia la aldea. Pero, antes de llegar, fueron detenidos por un grupo de elfos que, de haber querido matarles, el cabalero estuvo seguro de que no habrían podido hacer nada. Puede que ni se hubieran percatado hasta sentir las flechas clavarse, dado lo repentino de su aparición.

Esperó tranquilo, observando a los elfos sin hacer movimientos bruscos, esperando que Aria se adelantar a parlamentar con ellos. El problema fue que, inesperadamente, fue el matatrolls el primero en hablar. Al estilo matatrolls. LeBlanc no pudo evitar llevarse una mano a la cara y suspirar con resignación, meneando la cabeza. ¿Es que quería complicarles a todos las cosas? Iba a ser lo que les faltaba...

Afortunadamente, la elfa se adelantó para comenzar a hablar... y al hacerlo sorprendió sobremanera al bretoniando, que se la quedó mirando un tanto perplejo. Dedujo, por puro sentido común, que estaba hablando en élfico, a pesar de no haberla oído usar esa lengua nunca. Sin embargo, esa no era la mayor causa de sorpresa del muchacho, sino todo el tono. Llevaba ya algunas semanas unido a ese grupo, más nunca había escuchado semejante tono de Aria. No, al estar hablando en su propio idioma, su tono era suave, elegante, tal que haría enrojecer de vergüenza al mejor trovador. Como si su voz pudiese explayarse de la forma que le era natural cohibida durante tanto tiempo.

Una voz que era, a falta de una palabra mejor, hermosa.

Una vez el muchacho nos dejó, permanecí con la mirada fija hasta que desapareció por la espesura del bosque, momento en que, me giré hacia el resto para avanzar todos juntos.

No fue ninguna sorpresa el recibimiento con el que nos honraron, típico de los silvanos, siempre escondidos entre sus árboles dispuestos a clavarte una flecha entre los omoplatos antes de que te puedas dar cuenta de qué te ha matado.

Como era de esperar, sus palabras fueron agresivas y amenazadoras, y no hubiera habido ningún problema si, tal y como habíamos acordado, hubiésemos dejado hablar a Aria. Pero no fue así. Gurnik abrió su boca para escupir sus amables palabras y, a pesar del inminente peligro al que nos había puesto, no pude evitar sonreír al ver la cara del resto. Gurnik, era un matatroll y su única misión es morir en combate, por lo que las palabras no son su fuerte y suelen actuar antes que pensar por lo que tampoco fue ninguna sorpresa.

En ese momento se adelantó Aria y comenzó a utilizar lo que suponía era el lenguaje del bosque. El idioma de mis parientes los elfos Silvanos. Conocía a Arianne desde hace ya unos cuantos años, y en todo ese tiempo nunca la había oído hablar su idioma. Según iba oyendo sus palabras me daba cuenta del por qué, cuando usaba el común, parecía más un marinero borracho que una persona normal. Era evidente que le desagradaba utilizarlo.

Una vez que Aria calló, permanecí en mi sitio, con la cabeza bien alta y mirando al elfo que había hablado. Si iba a morir hoy, sería de pie y orgulloso de quién soy y de lo que soy.

Una vez el muchacho nos había dejado internándose en la espesura, era el momento de acercarme al elfo y preguntarle si había sentido alguna vez lo que yo había notado.

En ese momento de entre los árboles salieron un grupo de elfos que nos apuntaban con sus arcos...¿de donde salen y porqué no los hemos visto?.... Este sobresalto y la reunión entre razas con un cierto odio entre ellas nunca es un buen comienzo para una relación.... Matador contra arcos, no se como va a terminar esto .... La rápida actuación de Aria utilizando su lenguaje materno nos daba una ligera oportunidad de salir a bien de este brete. El lenguaje fluido y melodioso de los elfos siempre me llama la atención.

Sabindo algo sobre el secretismo de los elfos del bosque a Angran le sorprendió que aquel niño les guiara tan decidido hacia el destino, lo cual indicaba que sabía perfectamente dónde estaba la aldea. No le sorprendió tanto que momentos después se hallaran rodeados con flechas apuntándoles. Aquello entraba dentro de lo esperado, pero no por ello dejó de sentirse incómodo.

No era Angran el que iba a hablar de más, sino de menos, o nada si podía evitarlo. El escaso acto de los enanos no iba a dar demasiados frutos así que el vagabundo decidió bajarse la capucha para exponer sus orejas a la vista de todos para demostrar que era un elfo, aunque la mayoría de ellos ya se habría percatado.

Angran, desde luego, entendió todo lo que Aria dijo y quedó satisfecho con lo dicho. Sólo esperaba que los nativos también quedarán satisfechos.

-#Palabras de calma traes y no obstante el viento apunta en tu contra hermana. ¿Qué haces rodeada de enanos?…, y con un ¡alto elfo!#- habló el elfo en un tono de voz que hizo temer a todos los que no entendían lo que decía, que las cosas podrían resultar muy mal.

-#Por la sangre ancestral que nos une, tendré paciencia y dejare que se expliquen. Pero la paciencia será corta y las mentiras recibirán un castigo inmediato#-. Habló de nuevo el elfo en aquel extraño idioma para después centrar su atención en el aguerrido enano.

-Si tu cerebro tuviera dentro otra cosa mas que el como usar un hacha, sabrías enano que esta aldea no aparece en ningún mapa existente. No hay mapa alguno que pudiera haberlos traído hasta aquí. Y tu nerviosismo no me importa, ¿vienes aquí sin invitación y armado clamando por algo que no es tuyo y esperas no obstante ser bien recibido? Mis amigos tendrán sus arcos tensos hasta que este seguro de quienes son ustedes y que hacen aquí-. Le respondió el elfo de forma claramente poco amistosa pero asegurándose de decirlo en la lengua del imperio a fin de que el enano pudiera entenderle.

-Dicen que vienen por un cadáver y que ese cadáver es el del guardián de un viejo templo del bosque. Suponiendo que eso sea cierto ¿Quién se supone que les ha dicho eso? ¿Quién es ese supuesto amigo del guardián que los envía hasta aquí conociendo información que nadie mas conoce? Y mas importante aun ¿Quién se supone que son ustedes, quiero creer que su presencia aquí no esta relacionada a simplemente un puñado de monedas?-. Habló el elfo dejando en claro las cosas que necesitaba saber antes de reconsiderar su postura hostil hacia los visitantes.

Cuando el elfo habló en común, el enano volvió a poner atención en las palabras del elfo. Les estaba tratando como si fueran simples mercenarios. Si estaban allí era para limpiar su nombre, porque claramente el dinero que les habían dado no era ni de lejos el suficiente para el desarrollo de la misión. Así que sin moverse demasiado y desde el carro, dijo lo siguiente:

- Elfo, antes de seguir hablando me gustaría saber con quien trato para poder dirigirme a él por su nombre, así que agradecería que nos dijeras quien eres. De mi decir que soy Grii XI del clan de los Melenarrojas, aunque dudo que hayas oído hablar de nosotros... Nuestro grupo se encuentra aquí para saldar una deuda de honor, que en el caso del matatrolls es doble, así que no le juzgues por ser tan directo. Respecto a nuestra misión, hay indicios de que el Guardián de este templo ha muerto y nos han mandado para corroborarlo. Solo queremos cumplir con nuestro cometido sin alterar el orden del bosque. - en ese momento se paró a pensar y pensó que quizás no era casualidad que el "chico" los hubiera llevado allí. Llevado por su desconfianza, optó por decirle la verdad de como habían llegado hasta aquí, para corroborar que el chico realmente estaba de su lado, y de que era un "chico". ¿Leopold un nombre elfo? Si claro, ahora resulta que a mis hijos les voy a poner nombres humanos también, solo por variar. - Y bueno, como bien dices el mapa nos trajo aquí, al bosque, pero en ningún momento hubiéramos llegado a la aldea si no hubiéramos salvado la vida de un joven que decía vivir aquí, se llamaba Leopold y huía de unos orcos que eliminamos.- Dicho esto señalo el botín que cargaban, con las armaduras de manufactura orca a la vista.

- Como ves, no somos mala gente ni simples mercenarios. Solo buscamos saldar una deuda y marchar. Si nos pudierais ayudar a acabar con la misión dejaríamos de pulular por la zona y dejaríamos de ser una preocupación para vosotros- dijo en un tono sereno, del cual también se podía deducir que el que hablaba tenía la determinación de acabar con la misión costase lo que costase.

-Indicios?- el elfo estuvo a punto de interrumpir lo que el enano Grim decía pero escucho el nombre del joven humano y eso le hizo callar, al menos por un tiempo.

-No tengo por que decirte quien soy y mucho menos existe motivo alguno por el que deba ayudarte. Hablas mucho enano y sin embargo dices poco. Conozco un Leopold, un joven humano que nos es muy apreciado. Si le ha pasado algo te aseguro que no tendré misericordia de ti y tus acompañantes-. El elfo parecía estar cada vez mas nervioso y si las cosas seguían así quizá la situación se le escapase de las manos.

-Se los preguntaré de nuevo y espero respondan con la verdad. ¿Quién es ese supuesto amigo del guardián que los envía hasta aquí conociendo información que nadie mas conoce? y ¿Qué han hecho con el joven al que llaman Leopold?-.

Tras esperar pacientemente que otros hablaran, cuando el elfo comienza a mostrar cierto nerviosismo niego con la cabeza para mí, pues parece que no va a haber más remedio que hablar e intentar hacer comprender a estos elfos nuestros motivos.

Así, doy un paso hacia delante con las manos estiradas y las palmas mirando hacia los elfos

Aunque nuestros nombres no es algo que nos habéis demandado, creo que podríais considerarlo como una muestra de respeto hacia vosotros, los anfitriones de este maraviloso bosque.

Mi nombre es Aenalor. - bajo un poco la cabeza en señal de saludo - Los enanos que han hablado son Gurnik y Grii. Los humanos que nos acompañan son Resha, mujer de los hielos y el caballero de Bretonia Sir Gerard LeBlanc. Por último, nuestro primo lejano, Angrand. Totalmente consciente de los recelos de Aria con su identidad, decido no nombrarla y más cuando ella misma se podía haber presentado ante sus hermanos.

Como bien ha dicho Grii, vinimos por los caminos que en los mapas hallamos, hasta que vimos al muchacho perseguido por unos orcos y goblins y acudimos en su ayuda. Cuando le contamos dónde y por qué buscábamos el bosque, accedió de buena gana el acompañarnos, aunque nos dejó en el lindero por temor al castigo que le podríais imponer por semejante acto. Y viendo que se trataba de un lugar secreto, ahora lo comprendo, aunque nuestras intenciones no son provocar ningún mal allá donde vamos, sino investigar y resolver el asunto que nos trajó hasta aquí.

Me detengo durante unos segundos buscando las palabras adecuadas, aunque en este caso, como bien ha empezado Grii, lo más adecuado será decir la verdad, pues los elfos silvanos luchan junto a otras razas con las fuerzas del caos y otras razas malignas.

Nos envió el Duque Domenor de la ciudad de Bechafen, capital de Ostermark. Según nos dijo él y el guardián eran grandes amigos y, cuando se enteró de su muerte, en condiciones extrañas, nos mandó llamar, pues en otro tiempo les ayudamos en su lucha contra el Caos. Como os ya os han dicho, no venimos por dinero, pues llevamos lo justo para sobrevivir durante el largo viaje que nos trajo hasta aquí y, si lo hacemos, es por nuestro honor, y saldar una deuda con el Duque.

Poco más sabíamos sobre el lugar, salvo que se encargaba de cuidar un antiguo templo en los más profundo del bosque Altern, y poco más os podemos contar. Como nos habéis pedido, la verdad os he dicho y no tenemos nada que ocultar.

Tras mis palabras, vuelvo a bajar un poco la cabeza con otro saludo y vuelvo a dar dos pasos hacia atrás, sin mirar a mis compañeros y amigos, pues quizás podrían interpretarlo de una manera errónea.