Partida Rol por web

Gurnik no puede hacer otra que sonreír por lo incómodo y raro de la situación, así como por la arrogancia del elfo.

Él había contestado rápidamente a lo que el elfo solicitaba, y aún así solo tenía insultos para el, pero que cabía esperar de aquella raza. Salvo contadas excepciones, como los que formaban parte de la llama súbita, siempre se creían mejor que los demás, y en condiciones de tratarlos como mierda.

Por Grimnir que si volvía a faltarles de aquella manera cuando le estaban dando todo lo que solicitaba, que le iba costar aguantarse. Y en caso de que algo pasase, el elfo del bosque caería, aunque fuese lo último que hiciese.

Si le tenía tanto aprecio al joven humano, quizá sería bueno recordarle gracias a quien estaba vivio. Dudaba mucho de que sirviera como gesto de buena fe, pues estaba claro que aquel silvano quería llevarse mal con la compañía, si o si.

-El mancebo está bien gracias a nosotros. Hemos matado a sus perseguidores pielesverdes.

Bien, nadie iba a poder decir nunca de Grii que no supiera ser educado incluso con los elfos. Sí, vale, parecía tener cierta tónica ruda de la propia raza, pero no había sido tan directo como Gurnik. Y, desde luego, no parecía que se hubieran molestado tanto los habitantes de la aldea como con el matatrolls. Además, les había dicho una gran parte de la verdad. Pero no suficiente para el portavoz, que no dudó en volver a preguntar.

En ese momento fue Aelanor el que intervino y realmente lo contó todo. Sin omitir detalle que recordara Gerard. Sin embargo, al mencionar al Duque, el bretoniano cayó en la cuenta de algo. Si en esa aldea estaban tan aislados y desconfiaban tantos de los extranjeros... ¿cómo conocía él al guardián del templo? En ese momento le resultaba bastante extraño...

Quizás la respuesta del elfo fuera la que determinara si aquello era verdad o mentira. Y si era mentira... lo tenían muy, muy crudo.

- Le vimos a la entrada del bosque, huyendo como ha dicho mi compañero - añadió el caballero - de unos pieles verdes que le perseguían. Matamos a las bestia y le preguntamos por la aldea.

El menestral asintió a las palabras de sus compañeros, sin duda él no lo podría haber dicho mejor. Los enanos nunca habían destacado por su labia así que dejó que el resto completaran su discurso. 

- Y así es como hemos llegado camarada elfo. Salvando al chico al que tanto aprecio tienes. El nos pidió que no dijeramos quien era, pero un nombre imperial dentro de una aldea de elfos era algo bastante extraño, y nos hemos visto obligados a preguntarte por el, mas no temas por la vida del chico, ya que le salvamos de esa escoria pielverde. Respecto al guardián, ¿Ha habido algún evento extraño en los últimos días? ¿Alguna alteración destacable?. ¿Y es normal que haya orcos rondando por el bosque o que? No quiero hacerte sentir incómodo con las preguntas, pero entiende que cualquier información o ayuda que puedas brindarnos podría ser crucial a la hora de afrontar peligros en nuestra lucha.

El noble Melenarroja esperó respuesta por parte del elfo mientras se apoyaba aún en el martillo de guerra, manteniéndose inmóvil esperando las palabras del elfo. Que hubieran salvado al chico les podía dar un punto a favor que no debían desaprovechar.

Rodeados de elfos armados con arcos, en su territorio escondido y con el peligro de insultar el honor en cualquier momento de cualquiera de dos de las antiguas razas del mundo, la situación no podía ser mas explosiva. El nerviosismo era patente y una mal movimiento podría desencadenar unas consecuencias fatales. Mis compañeros habían optado por dar información a cambio de conseguir tiempo y comprensión por parte de nuestros captores.

- Una vez que Leopold hubo terminado su periplo con los orkos,  fue libre de marcharse en el momento que el quiso.

Esperaba que nuestras palabras calmaran al elfo y el daño que habíamos ocasionado para que nos tratasen así.

Al oir a Grim no puedo creer lo que está diciendo.

No me puedo creer que mientras estamos intentando salvar nuestras vidas, a él se le ocurra hacer preguntas al elfo - pienso mientras me giro para lanzarle una mirada furibunda.

Parece que, ahora mismo, no estamos en disposición de pedir demasiado y esas preguntas estarían bien formuladas en otro momento una vez que hayamos conseguido hacer ver a los elfos nuestras buenas intenciones. En estos momentos, más bien parecen preguntas para desviar la conversación de lo que realmente nos atañe.

La expresión de enojo en el elfo fue cambian conforme las palabras de Aenalor eran pronunciadas. Al final de estas era mas un síntoma de confusión que de discordia, aunque eso tampoco implica que todo estuviera bien.

La expresión en su rostro y el tartamudear de sus labios dejaban en claro que el elfo dudaba con respecto a como reacción y que había muchos cosas que quería decir pero por algún motivo no se atrevía a hacerlo.

-¿Y como es que aquel duque se enteró de la supuesta muerte del guardián que hablan?- Preguntó el elfo rápidamente, pero en un tono claramente menos hostil. Pero su pregunta se quedo en el aire tras los comentarios del enano Grii que le secundaron tras sus palabras, y con ellas su reacción volvió a ser la misma de antes e incluso algo mas feroz y decidida.

-Osas interrogarme enano, es que no te das cuenta de la situación en la que estas. He conocido muchos enanos en mi vida pero nunca uno tanto como para creer que se ha ganado mi amistad solo por responderme medianamente a una pregunta. Tu no estas aquí para exigir respuestas sino para otorgarlas- exclamó enfadado.

-Y esto ya ha durado demasiado. Se lo que intentan; fingir para que hable y les permita el paso no sucederá. No conozco sus reales intenciones pero empiezo a entenderlas. Bajen de ese carro y suelten todas sus armas al instante o no responderé por sus vidas…-

-Alto Ywindhel- clamó una voz serena y pausada. Pertenecía a un elfo cuyo rostro reflejaba de sobre manera el tener un amplio conocimiento de la vida y por ello probablemente era un elfo de gran edad.

Levantando las palmas de sus manos indicó a los elfos en los alrededores que se detuvieran y consecuentemente lo hizo con aquellos que estaban con elfo que hasta ahora los había estado interrogando y parecía responder al nombre de Ywindhel.

Los elfos destensaron sus arcos casi de inmediato y los bajaron momentos después dejando con ello en completa libertad al grupo de aventureros. Éstos, podían sentir ahora como el peor momento había pasado; las cosas habían estado cerca de ponerse muy dificiles y quizá solo la suerte los había acompañado. Incluso quizá lo ocurrido les serviría de experiencia para en un futuro meditar mas profundamente sus palabras.

-Tráelos a mis aposentos, son mis invitados, les he estado esperando desde hace días. Y busca a Leopold, necesito hablar con él- señaló el elfo quien les había auxiliado como una clara orden a Ywindhel. El cual había dejado de tener esa expresión de enojo para mostrarse de nuevo sumamente confundido.

-Así lo haré sabio Lanel- respondió Ywindhel con algo de nerviosismo y dificultad para ligar sus palabras. Claramente se encontraba contrariado por lo sucedido y su rostro parecía estallar con preguntas que simplemente no podía responder.

Girando hacia los aventureros puso una expresión de molestia y estuvo a punto de formular algo pero se detuvo para entonces gentilmente decirles –Acompáñenme por favor, los escoltaré hasta los aposentos del sabio Lanel, el allí los recibirá-. El elfo no había olvidado las últimas palabras de aquel al que llamaba Lanel, los aventureros eran ahora invitados y por tanto tenia que tratarlos como tales, aun cuando eso no les gustara en lo absoluto.

Las palabras del sabio cortaron la tensión que se mascaba en el ambiente. Grii sabía que había hecho muchas preguntas, probablemente demasiadas, pero en ningún caso esperaba la reacción del elfo. No al menos después de haber salvado al chiquillo.

- Que poca gratitud demostráis- dirigiendose al elfo con el que estaba interactuando- y mas después de haber peleado contra orcos para salvar a Leopold. Yo mismo abatí a uno de ellos. En cualquier ciudad enana se hubiera montado una gran fiesta con cerveza y asado para honraros...- aunque no se si con elfos sería así, aunque personalmente he de decir que hay elfos que merecen la pena. Pensó mientras lanzaba una fugaz mirada hacia Aria.

Sin nada mas que decir, agarró las riendas de las bestias que tiraban del carro y encabezó la marcha con los andares propios de un enano, balanceándose mas de la cuenta por haber pasado demasiado demasiado tiempo con las posaderas encima de una tabla, mientras miraba las casas de su alrededor.

Lo del duque sorprendió claramente al elfo líder de los que estaban allí con ellos. Pero antes de que nadie dijera nada, Grii empezó a lanzar preguntas contra el elfo, algo que, desde luego, no era nada, pero nada conveniente. ¿Es que quería provocarles ahora él en lugar del matatrolls? Que les estaban apuntando un montón de ellos con sus arcos, por la Dama, lo último que hacía falta era pincharles. Claro, lógicamente, este se molestó y ya considerando que debían ser una amenaza, les pidió (por así decirlo) que desmontaran y soltaran las armas.

Entonces, repentinamente, alguien intervino.

El recién llegado parecía anciano. No como los humanos, ni de lejos, sino por... su expresión, su mirada y, sobre todo, los ojos. A un gesto suyo, todos los arqueros se calmaron y bajaron sus armas, diciendo algo que sorprendió a Gerard. ¿Sus invitados? ¿Les esperaban? ¿Sería él acaso el que había informado al duque de la muerte del guardián? Más preguntas que, por el momento, no tenían respuesta alguna.

Siguiendo las instrucciones del sabio, el tal Ywindhel, aunque aún algo tenso, pidió que le siguieran para escoltarles. Para no empeorar las cosas, el bretoniano decidió bajar de su montura suavemente, acariciando su crin al estar ya en el suelo, cogiéndole de las bridas para empezar a caminar. Al escuchar al enano, giró la cabeza para mirarle, diciendo:

- Monsieur Grii, creo que con cualquier hospitalidad que nos brinden es suficiente. - "Y no compliquemos las cosas de nuevo."

Inspiró fuertemente, dejó escapar lentamente el aire. Había sido un momento tenso, y precipitado por una tontería, y por la desconfianza y quizá odio o desprecio mutuo entre algunos de los interlocutores de aquel estúpido diálogo. Abandonó toda idea de agarrar rápidamente el hacha y cargar hacia el elfo que les había hablado en primer lugar, pues no hubiera sido un final muy digno para el matador.

Una vez escuchadas las palabras del elfo que habló en segundo lugar, se limitó a mirarlo fijamente y decirle simplemente:

-Gracias.

No de manera hosca, ni mucho menos. Más bien como quien está cansado y deseando irse a cama, y agradece que le dejen tranquilo. Ahora tocaba ver si podían llegar a entenderse, cumplir su misión y limpiar el nombre de su antiguo jefe.

La situación, ya tensa de por si tenía vistos de enconarse mas a cada momento. Por un lado Aenalor y Aria ...al menos eso creo .... intentaban crear un marco de paz y comprensión, por el otro nuestros compañeros enanos y los elfos que nos vigilaban estaban a la que salta en lo que se refiere a recriminaciones y amenazas veladas....Empiezo a temer que esta sea la última parte del bosque que vea.... Busco alrededor una posible salida de esta trampa si las cosas se torcieran.

Estoy inmersa en estos pensamientos cuando otro elfo interviene en la escena. Este un elfo algo mayor que nuestros interlocutores intercede por nosotros....Gracias sean dadas al padre invierno.... Parecía que este elfo era o podría ser el contacto que había comunicado el fallecimiento del guardián y en principio sería un buen lugar de donde sacar información sobre lo ocurrido.

Sigo a mis compañeros y al elfo que nos guía, sin dejar de mirar al grupo de guardias que nos había estado apuntando.

- Esta nos ha ido de un pelo. Puffff

Guiados por Ywindhel, el grupo de aventureros se adentró en la pequeña aldea de elfos del bosque. El lugar era igual y como habían escuchado alguna vez en viejas historia; construido en el interior del bosque, tal pareciera que la aldea misma era uno con dicho bosque pues toda la arquitectura del lugar estaba enraizada en el norte natural, sin dañarlo en lo absoluto.

Por el numero de elfos y casas que vieron a su alrededor, supusieron que allí vivían solo un poco mas de 50 habitantes. Al fondo del lugar había una especie de refugio construido con rocas superpuestas, el cual parecía haber sido construido poco tiempo atrás pues se notaba su contraste con el entorno natural del lugar.

Avanzando entre la aldea, el grupo se aproximo hasta una edificación construida en las raíces de un viejo y gran árbol. -Hemos llegado, el sabio Lanel les espera- les dijo Ywindhel al tiempo que les invitaba a pasar.

Tras entrar en aquel lugar el grupo se sintió rápidamente envueltos en un entorno místico. A su alrededor había una diversidad de plantas extrañas de diversos tipos que adornaban las paredes y despedían una niebla tenue y de aroma peculiar. Al fondo el elfo les invitaba a acercarse mientras servia algún tipo de infusión caliente en unos vasos de cristal.

Acercándoles las copas a cada uno, el elfo se presentó –Mi nombre es Lanel, soy de cierto modo el líder de esta aldea. Les pido disculpas por lo antes acontecido, hemos cuidado de este lugar por muchos siglos manteniéndolo oculto y preferiríamos que siguiese así; es por ello que Ywindhel a reaccionado con desconfianza-.

El elfo tenía una voz pausada pero dura a la vez, la cual, tal como se había percatado antes, destilaba sabiduría y madurez. –Beban, esto les ayudará a recuperar sus fuerzas y sentirse mejor tras el largo viaje que supongo han realizado- les dijo señalando el contenido de sus copas.

-Veo en su mirada que tienen muchas preguntas e intentaré solventarlas en su momento, o al menos apaciguar su inquietud. Pero antes me gustaría saber algo, dicen que los envío un duque llamado Domenor. Este duque, ¿Es un hombre del imperio? Y por otro lado ¿Cuál es su relación con el elfo Haldir?...-

-Si- exclamó Lanel al ver la expresión de duda y sorpresa en sus rostros –Haldir era un elfo-. Sentenció dando por hecho que conocía a Haldir y de cierto modo aceptando su muerte.

El asunto se calma ligeramente entre el elfo y mi compañía, y entonces no vuelvo a empuñar palabra alguna mientras el regusto del hogar me sobrecoge en un bosque ajeno y demasiado poco vivo, demasiado poco Athel Loren para lo que me gustaría ahora, aunque no fuese en absoluto lo mismo que los asuntos del resto. Aenalor habla, y muchas y buenas son sus palabras, pero puedo notar cómo la tensión sigue creciendo poco a poco en nuestro vigilante, pues no hay otra palabra para describirlo. Y en el momento en que la cascada está cercana a su impacto final contra las rocas, demandando una acción inmediata de desarmarnos o luchar una pelea imposible de ganar en la que tendría que verme entre dos bandos con los que no quiero enfrentarme. Y eso aunque los elfos no sean hermanos, sino primos.

Pero una figura sabia del lugar aparece. Me recuerda a la Madre del feudo en que vivía cuando era pequeña, antes de hacer que mis ansias de aventura me alejasen de mi familia consanguinea. Con la mano en las bridas, acaricio suavemente el cuello del caballo que no es mío, y espero hasta que es el momento de seguir a nuestro guía-vigilante hasta el hogar del sabio, que de la manera correcta según dirían en el feudo es quien gobierna el hogar.

-Es un honor disfrutar de la hospitalidad de una casa bien hecha fuera del gran Loren*. -Hablo, mientras disfruto de la bebida, sintiéndome como en una casa fuera de mi casa. La noticia de que el guardián es un elfo no me sorprende en absoluto. ¿Acaso alguien no mencionó algo sobre una leyenda alrededor del templo y su guardián? ¿Y en serio esperaban que un humano lograse pervivir tanto, incluso usando toda la magia que podría tener? No, está en la psique humana, y los enanos no se quedan atrás, que, al tener poder, han de tratar de utilizarlo. Con mucho poder, un dominio del mundo. ¿Y con poco? ¿Acaso Grii no ha mencionado ya varias veces las armas mortales que crearía si tuviese tiempo y materiales? -El duque Domenor gobierna bajo las leyes de los hombres el lugar que llaman Bechafen. -Digo, respondiendo a la primera pregunta. Sobre la segunda no sé nada, y por ende no hablo.

La mirada que posé sobre Grii apenas duró unos instantes, los justos para que mis temores se vieran cumplidos al oir las duras palabras del elfo. Poco había que hacer, era absurdo luchar y morir en este bosque y teníamos muchas más posibilidades de salir de aquí con vida por medio de las palabras que de las armas.

Cuando echaba mano de la espada para entregarla, otro elfo apareció. Por su porte, palabras y actitud demostraba ser un elfo sabio y, por los gestos del resto de los elfos, una especie de lider.

Una vez a la altura de la tienda, me despido de Ywindhel con una leve inclinación de cabeza, mostrando mi respeto. Al fin y al cabo, no es nada incomprensible la actitud que ha demostrado, y seguramente cualquiera de nosotros habría hecho, como mínimo, lo mismo en su situación.

Ya dentro de la tienda, acepto la bebida que nos ofrece Lanel y escucho sus palabras y las de Aria. Cuando parece que nadie va a decir nada más, bajo la copa

En primer lugar quería agradecer su intervención y su hospitalidad. Con respecto a sus preguntas, una ya la ha contestado nuestra amiga, y la otra, bueno. Lo cierto es que, viendo las reacciones que habéis tenido cuando hemos hablado del Duque, nosotros mismos nos preguntamos de dónde pudo sacar semejante información y qué le impulsó a enviarnos hasta aquí. Por que lo que está claro Haldir, vosotros habríais oído hablar de él. Supongo que no se alejaría del bosque ni saldría de la zona, por loq que todo hace pensar que, el Duque era quién venía a verle. ¿Vosotros no habéis visto humanos acompañando a Haldir? quizás fuera antes de ser Duque y por eso no os sonara su nombre. Digo alzando un poco las cejas y dejando la pregunta en el aire

Aquél era un pueblo pequeño y modesto, no había más que mirar a su alrededor a medida que lo atravesaban. Apenas tenía unas decenas habitantes y encajaba perfectamente dentro de ese bosque, de una forma que hasta Gerard tenía que admitir que era hermosa y respetuosa. Cosa de elfos, seguramente.

Eso sí, aquél refugio de piedras desentonaba demasiado. Hasta él como humano lo notaba.

Pronto llegaron a la tienda, escoltados y, antes de entrar, el bretoniano se aseguró de dejar su montura a buen recaudo, acariciando su cuello. Dentro de la tienda, quedó extrañado y asombrado a la vez por su interior. ¿Era curandero, quizás? ¿Y qué era ese olor..? Aceptó la copa que el sabio le tendía, igual que los demás, haciendo una inclinación de cabeza.

- Gracias por su hospitalidad, monsieur.

Dejó hablar a sus compañeros elfos, que se adelantaron. Él no iba a poder decir mucho más que ellos, la verdad, quedándose con más preguntas. El guardían era un elfo y tal y como hablaba Lanel, no parecía conocer al duque Domenor.

Algo fallaba, pero el joven no sabía decir el qué.

El enano miraba curioso a su alrededor sin mostrar su interés al resto. Era la primera vez que veía algo parecido, y aunque demasiado modesto para su gusto, ese entorno tenía algo que no se podía describir. El personalmente nunca elegiría la "feliz vida en el bosque", pero había que reconocer que para vivir en medio de la nada, esa gente se las apañaba muy bien.

Grii sabía de sobra que su intervención anterior no había sido la mas acertada, y orgulloso como el solo no dijo nada a nadie. De hecho se sentó apartado del resto, y escuchó como estos parloteaban como si fueran amigos de toda la vida. Vamos, que no he sido yo el que he empezado a contar el cuento de Haldir a desconocidos, empezando por el chico, siguiendo con el elfo. Son unos lenguaslargas y ahora parece que tengo la culpa yo. ¡Por Grinmir que si no hubieran hablado de Haldir de entrada no hubieramos pasado por ese mal trago y probablemente hubieramos podido hablar directamente con el anciano!. Algún día, pagaremos ser tan poco precavidos, algún día... - mientras pensaba esto toco la madera de su martillo de guerra, y lanzó un largo suspiro.

Con la entrada en el pequeño pueblo me siento ligeramente liberada de preocupaciones, esto también era debido a la tranquilidad que da dejar de ser apuntado con unos arcos. La pequeña aldea rodeada de árboles como si de una empalizada se tratara en cierto modo me recordaba a las aldeas gospodani de las estepas kislevitas. Pasamos a través de la aldea viendo sus casas y quehaceres diarios, llegando hasta nuestro destino. Las raíces de un gran árbol donde una abertura se abría ante nosotros.

Siguiendo las indicaciones de Ywindhel pasamos la interior, donde la figura del elfo que había intercedido por nosotros nos esperaba. Sirviéndonos una especie de té empezó a preguntarnos cosas sobre el motivo de nuestro viaje y porqué lo habíamos iniciado. Aenalor y Aria se encargan de las explicaciones pertinentes mientras los demás nos colocamos por la estancia con las copas humeantes entre las manos. 

¿Que relación tenia este hombre con Hadir?¿Y el muchacho que es?¿Y el Duque?..... Demasiadas preguntas como para exponerlas sin haber hablado anteriormente con mis compañeros del viaje. Esta madeja tenía demasiados nudos para pensar que nosotros pudiéramos salir a bien de ella.

-Ya veo- respondió Lanel –He escuchado alguna vez hablar de ese lugar, han viajado desde lejos entonces-. Indicó el elfo al tiempo que esperaba una respuesta a su segunda pregunta. Ésta no se hizo esperar y fue otorgada por Aenalor.

-Quizá parte de la respuesta está en la motivación misma que me hecho traerlos hasta aquí sin desconfiar de ustedes. Aunque creo que no será suficiente-. Respondió el elfo sin dejar nada en claro.

-Haldir, tal como crees, jamás abandono el bosque, al menos no hasta donde nosotros sabemos y definitivamente no lo hizo en los últimos años. Por algo se le llama el guardián del templo del bosque; siempre hubo de permanecer allí, esquivo y distante, incluso aun para nosotros. Aunque en realidad no tengo idea de si realmente no podía alejarse, simplemente nunca lo hizo-. Aquella información era importante, y al menos ya sabían algo, el elfo siempre estuvo allí; y aparentemente en un templo dentro del bosque, pero, ¿Por qué?

-El asunto del duque me llena de dudas al igual que ustedes, pero siendo sincero, Haldir tuvo muchos amigos durante su larga vida y todos venían a visitarle, conocí a algunos de ellos y de otros solo oí hablar. En los últimos años su atención estuvo centrada en asuntos que eran para el de gran importancia y se mantuvo sumamente aislado. Si alguien llegó a visitarlo en todos estos años no lo se, pero presupongo que mas de una persona pudo haberlo hecho. Así que los he dejado igual que antes probablemente, el que el duque que los envía haya visitado tiempo atrás a Haldir es algo posible, aunque no creo que nadie mas que él mismo Haldir pueda afirmarlo. Lamentablemente como ya saben, ha muerto. Y si,  hemos visto humanos cerca de él, ya les contaré algo al respecto cuando sea el momento adecuado-.

El elfo se levantó de donde estaba y caminando por el lugar miró las viejas raíces del árbol entre el cual se establecían sus bellos aposentos. –Probablemente estas raíces conozcan mejor la historia que yo, si pudiéramos preguntarles a ellas?- Comentó mas que nada para si mismo e inmediatamente dio vuelta de nuevo para fijar su atención en los invitados.

-He sabido de su llegada a través de sueños. Los he visto antes, fugazmente y sin la certeza necesaria de reconocerlos cuando les viera. Sin embargo al escuchar que Leopold los había traído he sabido que eran ustedes. Se que eso no tiene sentido, por lo cual será mejor que les cuente una vieja historia de mi juventud-.