Partida Rol por web

Chosokabe Motochika se adelantó, desmontó y se acercó a la comitiva.

-Chikazuma-san, es un honor verle. Es usted un hombre honrado y admirado por muchos guerreros de mi castillo- Seguidamente se dirigió a la joven - Yabu-hime, sea bienvenida al que será su hogar a partir del día de hoy.

Acto seguido, señalando al jinete de los cuernos, dijo:

-He aquí su prometido, Yukinai-san. Almirante de mis barcos.

Yukinai Itô miró a la comitiva con indiferencia, se quitó el casco lentamente.

-Anhelaba conoceros mi señora, sed bienvenida.

Miró con desden a los integrantes del grupo, fijando su atención y desprecio en Kotaru.
 

Miré brevemente a mi futuro prometido, y con una gran y lenta inclinación lo saludé.

- Yo también deseaba conoceros al fin, mi señor. 

Bajé la mirada con aire sumiso y ligeramente ruborizada. 

- Hago una leve inclinación ante la atenta mirada del señor Yukinai en señal de saludo y sumisión ante el nuevo señor de mi señora, y por ende, el mío también

Yasuhide respondió al desprecio que le mostraba aquel energúmeno con aires de grandeza, con una mirada de igual intensidad o mayor si cabe. Apretó los puños para contener su ira, pero sus ojos no podían ocultar el desprecio que lo embargaba.

Cuando Yabu-hime se acercó a hablar con él y escuchó las palabras que brotaron de su boca, no pudo evitar sentir como una puñalada en su corazón. Él sabía que ella estaba obligada a decir cosas así, pero no por ello le resultaba más fácil sobrellevarlo.

El joven samurái no estaba dispuesto a aguantar aquella situación ni un momento más, pero como le dijo a Chikazumi-senpai ya no era un niño, "Tengo que ser fuerte, tengo que ser fuerte, ..." se repetía mientras bajaba la cabeza para evitar que los demás vieran su semblante, y apretaba aún con más rabia sus manos, tanto que notó como sus uñas empezaban a perforar su piel ...

Mitsue se inclinó formando un ángulo de casi noventa grados.

-Mi señor, me honra con sus palabras miro al resto de la expedición dedicándole una severa mirada de reciminacion a Kotaru-san.

El dolor de sus puños encendió una pequeña chispa en su mente, su rostro abandonó su expresión de frustración e ira para dar paso a una mirada reflexiva. En aquel momento no le importó las miradas de reprobación que le dirigían todos cuantos le rodeaban, bajó de su caballo, para así evitar que todo el mundo le prestara atención y se dirigió al sacerdote para hablarle en privado ...

Cuando Yasuhide se acercó a Kurô, era notable su mirada de preocupación y le dijo apresuradamente y en voz baja:

- Sacerdote Kurô, se que nunca hemos tenido mucho trato, pero me gustaría pediros por favor que escuchéis lo que tengo que deciros, la vida de nuestra señora está en peligro - dijo en un tono sincero y de profunda preocupación - Recordáis que el shinobi que nos atacó dijo servir al pirata astado y vos mismo encontrasteis entre sus pertenencias la figura de un dragón astado, tengo el presentimiento de que es el señor Yukinai Itô quien está detrás de todo esto, pensadlo bien, él es almirante, por lo que puede ser perfectamente un pirata, y es obvio que su casco astado es una de sus pertenencias características. Sé que puede parecer bastante extraño todo y más proviniendo de un joven inexperto como yo, pero por favor, tenéis que creerme. Os estaría muy agradecido si le transmitieras este aviso a Chikazumi-senpai, decid que ha sido idea vuestra, si sospecha que os lo he dicho yo no le prestará la más mínima atención.

Luego chocando la palma de su mano y contra su puño e inclinando la cabeza en señal de desesperación, indicando que no le importaba rebajarse si con eso conseguía que el monje lo ayudara. Finalmente, y a modo de súplica final le dijo:

- Por favor, si no lo hacéis por mí, hacedlo al menos por Yabu-hime, no podemos dejarla en manos de alguien que intentó asesinarla. Yo por mi parte intentaré averiguar algo más sobre el tema, pero me falta tiempo para ello ...

- Mmm... - Escucho las palabras con una expresión desinteresada, aunque cualquiera lo bastante cerca como para ver mis ojos nota que es pura fachada, ya que mi mirada se desvía rapidamente del joven samurai al almirante, pasando por Yabu-hime. Al volver los ojos de nuevo hacia mi interlocutor, lo veo inclinado y con las manos juntas. - Erguios, Yasuhide-sama. - Le susurro con fiereza. - Llamáis demasiado la atención inclinado así. Si tenéis razón es lo último que deberíais hacer.

Me calmo y pongo mis manos sobre las suyas, como ofreciendo el consuelo de la oración. - Comunicaré vuestras... sospechas a Chikazumi-sama. - Añado en voz igualmente baja. - Buscaré una excusa para hablar con él en privado cuando acaben las presentaciones.

Separo mis manos de las suyas y realizo un gesto de bendición como despedida. Lo más probable era que una conversación susurrada no hubiera pasado desapercibida delante de tanta gente, pero con un poco de suerte nuestros gestos la harían parecer algo espiritual.

Yasuhide se alegró al saber que contaba con la ayuda del monje:

- Muchas gracias sacerdote Kurô, os estaré eternamente agradecido, si algún día hay algo que pueda hacer por vos no dudéis en pedirlo. Por cierto, si alguien pregunta el porqué de mis actos para con vos, creo que lo mejor será decir que vine a pedir el perdón de los dioses por mi falta de cortesía, muy arrepentido, y vos me lo concedisteis - dijo finalmente mientras se retiraba a su puesto, algo más sereno y meditativo.

Tras los saludos correspondientes os invitan a pasar, se celebra un banquete en vuestro honor compuesto por diez platos:

• Anguila cocida con arroz

  

• Becadas asadas

  

• Mochis rellenos de Sesamo dulce

  

• Ternera hervida con soja y setas

  

• Bolas de arroz salvaje

  

• Atún rojo asado

  

• Cisne asado en salsa de hierbas

  

• Sopa de Aguja roja (pescado)

  

• Bolas de arroz rellanas de carnes surtidas

  

• Pollo con crema de judías Azuki.

  

Tras la comida, la velada se extiende con sake y un licor traído por los comerciantes portugueses. Dicen que obtiene de fermentar la uva y lo llaman Oporto, no es muy apreciado pero su sabor dulce es de gusto de los marineros. Yukinai Itô y Chosokabe-dono parecen ligeramente ébrios. En ese momento un criado le acerca una nota al Señor del Castillo, que asiente energicamente.

El joven samurái se mostró callado y solitario todo el banquete. Se sentó cerca de de Yukinai Itô, pero no tanto como para que se pudieran dirigir palabra alguna. Durante la comida, se mostró comedido y comió sólo para calmar su apetito; y evitó en todo momento tomar sake o aquel otro extraño licor.

Me senté donde correspondía. En un lugar predominante, pero no presidiendo el banquete.

Disfruté del delicioso banquete respondiendo de manera agradable y comedida a las preguntas que se me hacían. Intenté ser lo que se esperaba de mí. 

Una vez que hubo terminado todo y comenzaba el momento en que los señores bebían, me despedí formalmente y con una reverencia me retiré.

- Mi señor, he disfrutado del banquete, pero debo retirarme. Ruego disfruten del resto de la velada - le dije a Chokosabe-dono, el señor del castillo. Me volví hacia Yukinai-ito y con otra reverencia me despedí de él también - Mi señor... 

Salí de la sala acompañada de una pequeña comitiva hacia mis aposentos.

Vete a la sección de Chequeos y tirame por Temperamento y luego tiras por percepción.

Visiblemente molesto y algo ebrio, Yukinai mira fijamente a Kotaru.

Miras demasiado ¿Acaso has visto algo que sea de tu gusto?¿O simplemente careces de modales?

Acompaña su gesto, apoyando su mano en la tsuba de su wakizashi. Súbitamente se ve interrumpido por la despedida de Yabu-hime a la que corresponde un asentimiento con la cabeza.
 

Las puertas se abren y entra un sujeto de edad adulta, bien vestido y bien escoltado por dos buke que portan armaduras elaboradas. En ellos se distingue el mon del clan Shibata. El sujeto es presentado como Sakuma Morimasa.

La Señora abandona la sala, este momento de la sobremesa está reservado para los hombres. El incidente de Kotaru y Yukinai amenaza con desembocar en un duelo. Mientras avanzais por los pasillos os cruzais una comitiva compuesta por un noble escoltado por dos guerreros. Su mon lo identifica como un miembro del Clan Hashiba.

Una mujer, con aspecto de aparente criada aunque excesivamente coqueta, se aproxima a vosotras.

-Mi señora, Okugatasama estaría encantada de que os reuniseis con ella en sus dependencias. Si haceis el favor de seguirme.

Os hace un gesto con la mano indicando el camino y os conduce a una sala donde una señora joven y otra mayor hablan en todo formal pero animoso.