Partida Rol por web

-La vergüenza de una casa predominantemente Luminosa, mi señor -murmuró el gruñón al Conde-. En mi opinión, no deberíais permitir que se vaya y que nos siga deshonrando.

El asunto merecía atención inmediata, aunque no estaba segura de cuán severo debía ser el castigo para Sir Bastien. Pero lo que estaba claro es que no podía salir impune de aquello, a pesar de que la culpa, en realidad, la tuviese Axelle por actuar demasiado pronto. Tampoco conocía los detalles, pero había quedado demostrado que la corte carecía de gente de confianza. Pobre Lothar.

-Si me permitís, me gustaría decir que difiero de la opinión de mi tutor -dijo mientras se adelantaba unos pasos para dejarse ver. Hizo una breve inclinación con la cabeza y habló para todo el mundo, aunque en especial para el Conde, que era el que dictaba sentencia-. Cierto es que, como Gwydion, su actitud es deplorable y deja en evidencia a nuestra Casa. Pero, si es cierto que prestó buen servicio hasta antes del incidente, también ha de tenerse en cuenta. Su actitud ha sido más que reprochable, pero perder un feudo de la forma en que lo hizo es para que a uno se enfade consigo mismo y le haga perder el juicio, y es algo que él mismo deberá afrontar. No pido que no sea castigado como se merece, sino que la ira del momento no os impida tampoco ver que los hombres también cometen errores y como consecuencia pueden aprender de ellos.

Ella interviniendo a favor de un Oscuro. ¿En qué momento había perdido la sensatez?

El rostro del Vidente, por lo general tranquilo, había pasado a reflejar un claro nerviosismo después de unos instantes mirando a Sir Bastién. Su mano en el pomo de la espada siguió martilleando, marcando un ritmo continuo con mucha suavidad. 

-Mis señores -dijo el Vidente, alzando la voz.-Estoy de acuerdo con la Dama Ariadna. Sir Bastién está pecando de apasionado, de apresurado en exceso. No podemos permitirnos cometer el mismo error, por mucho que su actitud pueda fácilmente movernos a la ira.

Incapaz de reconocer el hechizo el Vidente había empezado a ponerse nervioso. Sir Bastien estaba afectado por el glamour, pero, ¿era un hechizo lanzado por sí mismo o algo que le afectase? La situación le había pillado tan por sorpresa que no era capaz siquiera de reconocer de qué se trataba. Tenía que hacer algo y por eso la intervención de Ariadna le resultó providencial. Si se calmaban un poco los ánimos, si él conseguía algo de tiempo...

-Lo sé -dijo el Conde en voz baja, mientras Sir Bastien aguardaba a medio camino entre la salida y la corte-. Lo sé, Ariadna, y yo mismo padezco esa maldición. Idos, Sir Bastien. Pero no volváis hasta que hayáis recuperado el sentido común.

El Gwydion fue a decir algo, pero se contuvo. Asintió y se dio la vuelta.

Danielle y Sir Jorge se relajaron visiblemente cuando Bastien abandonó la sala. Tras un leve suspiró, Danielle se giró hacía la corte dirigiendose al conde y a Axelle.

- Milord, Canciller. Os pido disculpas por haber interferido así, pero tenía la impresión de que, dado el enfado de Sir Bastien, era más probable que escuchase a alguien que, desde su punto de vista, no era una amenaza que a vuestras mercedes. Dadas las circunstancias me pareció lo más apropiado.

Les miró, esperando un posible rapapolvo o enemistad aún a sabiendas de que había hecho lo correcto.

-No tiene importancia, Portavoz. Habéis obrado bien. Sir Bastien se está comportando de tal manera que parece más digna de un plebeyo que de un antiguo Barón.

El Conde se masajeó las sienes y suspiró.

-Creo que nos vendría bien un receso.

Axelle envainó el arma con indignación y se dio la vuelta hacia el conde.

-¿Mi señor? Os acaba de amenazar, ha estado a punto de usar la fuerza con vos al no darle el feudo. ¡Por el ensueño, ha traido a medio regimiento! -exclamó mirando al resto de la corte-. ¿Le vais a dejar irse sin más como si fuera un pobre loco?

-Sin que sirva de precedente, mi señor, estoy de acuerdo -susurró el Liam-. Quién sabe lo que podría hacer Sir Bastien la próxima vez. Yo sugeriría que lo hicierais encarcelar... o Jurar que no os atacará. Quizás un tiempo con Grenn le ayude a reafirmar sus lealtades.

El Vidente recobró su habitual semblante sereno conforme el antiguo Barón abandonaba.

-Tengamos también en cuenta las circunstancias, milord. Los sidhe somos criaturas pasionales, y Sir Bastien aún se siente humillado por haber perdido su feudo...-suspiró con suavidad.- Está actuando impulsiva y absurdamente, como si fuese un niño. Creo que es importante no dar más fuego a su ira. Lo cual no quiere decir que no haya que tenerlo sutilmente vigilado, por supuesto. Como un niño también, podría romper algo enfurruñado -añadió con alzando ligeramente las cejas.

Danielle observó la conversación mientras acariciaba a Sir Jorge. había algo raro en todo esto... al fin y al cabo prácticamente todos los incidentes de las últimas semanas provenían del mismo baronazgo... ¿tal vez mereciese la pena investigar si era una casualidad o no?

Sir Bastien ya había salido del salón de audiencias y la tensión se había liberado. El Conde miró a Axelle y escuchó lo que decía con evidente pesar. Asintió a las palabras de Earil y se volvió hacia la Canciller.

-Dama Axelle, si es vuestro deseo defenderme de Sir Bastien, os impongo la tarea de mantenerlo vigilado y de cuidar que no haga nada peligroso. Pero no debéis atacarlo si él no empieza las hostilidades. Os lo advierto.

Earil atendió a la declaración con seriedad y asintió para sí lentamente. Sus ojos estaban puestos en la Canciller. No era lo que había esperado que sucediese, y tenía curiosidad por saber cómo reaccionaría. 

Marion, que no había dicho una palabra a favor o en contra de Sir Bastien, hizo una mueca silenciosa al escuchar la nueva misión de la Canciller. Le dedicó una larga mirada a la Fiona, como juzgándola.

-Resuelto esto, creo que convendría hacer ese receso y descansar un poco, mi señor. Esto nos ha alterado a todos, supongo -dijo, pasando la mirada por el resto de los cortesanos.

Axelle abrió los ojos de par en par.

-¡Pero...! -empezó a decir, pero recapacitó al pensar que después de todo ella se había metido en aquel asunto-. Lo que usted ordene, mi señor. Empezaré en este mismo instante.

La Canciller hizo una rápida reverencia y se dio la vuelta mostrándo un semblante enfurecido. No había barajado la posibilidad de tener que ser la niñera de Sir Bastien. Con paso firme y airado salió en pod del Gwydion, con suerte todavía podía alcanzarle y asegurarse de que abandonaba el feudo como le habían ordenado.

Ariadna no pudo evitar dibujar una leve sonrisa en su rostro. Se sentía satisfecha con su intervención y, después de todo, el Conde había tenido a bien escucharla antes de hacer estallar su ira. Tras lo sucedido con Ibrahim se sentía algo atemorizada por aquellos prontos tan conocidos en su Casa, pero había sabido cómo manejarlo. Quizás su buen humor tuviera algo que ver también.

Observó como Axelle abandonaba la estancia y se volvió hacia el Conde y Lady Marion.

-Lady Marion tiene razón, aclarados todos los asuntos quizás sería conveniente dejarlo por hoy -hizo una reverencia-. Si me disculpáis.

La Dama volvió junto a Sir Marin sabiendo que le esperaba un largo debate con el Gruñón sobre lo correcto o incorrecto de su intervención.

Danielle esperó a que la situación se calmase un poco más antes de acercarse a Earil.

- Sir Earil... ¿tenéis un momento?

Si había algo raro y no eran sólo paranoias suyas, el vidente lo habría notado.

Earil estaba mirando al Conde cuando le interpelaron con rostro pensativo. Se giró a la Dama Danielle con una sonrisa amable.

-Para vos y para Jorge, mi Dama, siempre.