Partida Rol por web

-No... No lo haréis.

Axelle miró a Bastien y en su cara se pudo ver el miedo, pero no era a la muerte a lo que temía, sino a la deshonra de volver con las manos vacías. No podía permitirlo. La Canciller levantó el puño y lo posó sobre la armadura del caballero haciendo fuerza para intentar separarse un poco.

-¡OS ORDENO QUE ME SOLTÉIS AHORA MISMO!

Sir Bastien abrió mucho los ojos y dejó que Axelle se escabullera de su agarre.

Ariadna, viendo que al final Axelle había logrado liberarse, retrocedió varios pasos y se encaramó a la mesa donde Sir Bastien y sus lacayos habían estado tomando cerveza, ajenos a su llegada. Tomó en su mano un vaso y apuntó al troll con la espada mientras recitaba:

-¡Qué afrenta, qué deshonor! El mundo es un jardín lleno de ortigas, invadido por la inmundicia y la putrefacción. ¡Ah, villano, maldito, maldito y sonriente villano! Reducid a vuestros aliados y después acatad la orden de Lord Lothar.

Y le arrojó el vaso a sus pies tras darle un sorbo.

El troll soltó un insulto:

-¡Zorra hija puta!

Y acto seguido, enarboló su martillo contra uno de sus compañeros, dándole la oportunidad a Sir Aster de atravesar a su contrincante el corazón.

La Canciller se separó de Sir Aster y se dio la vuelta a la vez que se limpiaba la sangre que había comenzado a brotarle por la boca. La dama miró intensamente a Sir Bastien y a su cara de confusión antes de enarbolar su espada de nuevo, aunque esta vez le resultaba increíblemente pesada.

De haber sido otra persona probablemente hubiera retrocedido y pedido ayuda, pero ella no, quizá era demasiado estúpida o valiente (probablemente ambas cosas y más de la primera), como para retirarse de la batalla y dejarle el trabajo y la gloria a los demás. Si había de morir que fuera entonces, bajo el filo de una espada, y no en algún apartamento para jubilados en los suburbios de París.

Al ver que los enemigos tenían ya bastante preocupación lidiando con el pesado martillo del troll y las espadas de Marlow y Aster, Ariadna saltó del banco y se lanzó contra Sir Bastien decidida a obligarle a rendirse. Axelle podía ser todo lo Fiona que quisiera, pero morir pudiendo ayudarla era de idiotas.

Bastien recibió dos golpes que apenas le hicieron daño, pero el golpe de Ariadna fue suficiente para hacer que cayese inconsciente. Su arma mágica había funcionado esta vez.

A su alrededor, el troll dominado por la Gwydion había acabado con dos de sus compañeros. Marlow sangraba por una brecha en la frente y aún luchaba a brazo partido con uno de sus enemigos, mientras que Sir Aster y Jemaine estaban algo más magullados. Al caer Sir Bastien, sin embargo, se produjo una desbandada. Los plebeyos corrieron para salvar su vida, mientras que los sidhe se rindieron.

Axelle respiró hondo y se dejó caer de rodillas junto al cuerpo inconsciente de Sir Bastien. La Canciller miró a aquel bastardo mientras se agarraba el costado. Cuando se sintió con fuerzas suficientes levantó la cabeza y miró sin ver realmente al resto de combatientes.

-Apresadlos, y tenemos que encontar la forma de llevarnos a Sir Bastien...

Por el tono de su voz, la dama no parecía muy satisfecha.

Sir Marlow hizo un cantrip para atar las manos de su prisionero y después se acercó a la Canciller. Tras envainar la espada se agachó junto a ella, poniéndole una mano enguantada en el hombro.

-¿Estáis bien? Ah, estáis herida... Mi señora, debemos ir a que os atiendan de inmediato.

Ariadna observó caer el cuerpo de Sir Bastien, satisfecha con su trabajo. Al final había salido prácticamente ilesa, a diferencia de sus compañeros. Miró de soslayo a la Canciller, abatida y con la armadura manchada de sangre. Pensó en ofrecerle ayuda, pero cambió de opinión al creer que lo consideraría una ofensa después del final de aquel duelo.

-Haré que el troll cargue con él –dijo mientras le arrebataba el arma a Sir Bastien, evitando cualquier posibilidad de que se volviese contra ellos.

Le dirigió una breve mirada al Marlow cuando este se agachaba. Quería decirle algo, pero se había acostumbrado a que en público apenas intercambiase palabra con ella. Orgullosa, echó a caminar hacia el plebeyo que estaba bajo su yugo para darle nuevas órdenes.

La dama escuchó las palabras de Ariadna y observó como el troll llevaba a cabo sus órdenes. Entonces Axelle la miró con especial interés y alzó una ceja antes de volverse hacia Marlow. La Fiona partó la mano del caballero de su hombro con la rudeza que le permitieron sus escasas fuerzas.

-Estoy bien -dijo y clavó la espada en el suelo para usarla de apoyo y así levantarse a duras penas. No se había encontrado tan cansada desde el combate con Sir Albert-. Tenemos que volver con Lothar inmediatamente, que me atiendan en el feudo. En marcha.